4.- Nalgadas

Era la cuarta vez que salían y realmente lo habían intentado, pero parecía imposible para ellos tener una cita normal, esa noche habían reservado un restaurante elegante en el centro de la ciudad, pero apenas habían subido al auto lo besos habían comenzado y para la mitad del camino, se habían desviado al primer hotel que vieron, deseando terminar con todo aquella pasión que sentían.

Se estaban conociendo en la cama, a Thor le gustaba chupar, morder, a él le encantaba arañar y el rubio parecía muy conforme con ello, pues a cada rasguño más duro se lo cogía.

No se habían quitado la ropa del todo, apenas lo necesario para poder iniciar aquello, tampoco habían llegado a la habitación, Thor lo había inclinado sobre el sillón en la media sala de la habitación y él lo había recibido complacido dentro de si, aun cuando el rubio era un bruto en ocasiones, las ventajas venían después cuando se convertía en un perrito completamente obediente para disculparse por pasión mal contenida. Las estocadas le tenían con los ojos cerrados aferrado al descansa brazos del sillón, cuando de pronto lo sintió.

Fue como un latigazo, un dolor fuerte pero a la vez tan repentino que no esperaba, entonces abrió los ojos justo en el momento en el que Thor le propinaba otra nalgada en sus pálidos glúteos.

- ¿Qué haces idiota...? – preguntó con la respiración agitada pues el rubio no había detenido sus penetraciones.

- Shhh... disfruta... - respondió con una sonrisa divertida en medio del acalorado rostro.

- ¡Te digo que...! – la frase se vio interrumpida por una nueva nalgada, una que le escoció la piel y le dejo también con una hormigueante sensación en ella. - ¡Idiota!

Una nueva nalgada se hizo presente en el otro glúteo y entonces sin que lo esperara, un gemido adolorido escapó de sus labios, sorprendiéndolo y haciendo que Thor gruñera de manera ronca, solo para aumentar el ritmo de sus penetraciones.

Al final no supo que es lo que lo había ocasionado, si las nalgadas que le habían dejado la piel muy sensible, o el animal en celo en que se terminó convirtiendo el rubio aparentemente estimulado por sus expresiones adoloridas, sin embargo tenía que admitir que aquella había sido su mejor cogida. Por el momento. 

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