xiii
Decidieron que lidiar con todo lo que estaba por suceder iba a ser difícil estando solos. Por eso, Luke llamó a los demás para que trajeran algo de pizza e idearan un plan, pero para ello iban a tener que contarles la historia.
—Así que la traje para una charla —Luke contaba—, y comenzamos a beber y...
Frences casi comenzó a gritar. —No. Puede. Ser.
—Sí —dijo Mercy—, así que todo está jodido.
—No tanto —comentó Ashton, burlón—, quiero decir, ustedes son un triángulo bastante equilátero ahora.
—Jódete —le dijo Luke, con una sonrisita.
—Tío, ¡lograste tu sueño frustrado! —lo felicitó Calum, lo cual hizo que Mercy pusiera los ojos en blanco.
Esperaba que ellos se pusieran histéricos y que se sintieran completamente decepcionados por lo irresponsables que habían sido ella y Luke. Estaba claro que no había muchas cosas que ninguno de ellos se tomara seriamente, y eso era alentador porque Mercy no podía lidiar con nadie justo ahora; los nervios la devoraban.
—Bueno, Michael llegará a las dos, según dijo —comenzó Frences.
—Significa que estará aquí para las tres o cuatro —desechó Mercy, conociéndolo bien.
—Bueno, yo creo que deben ir con la verdad —dijo Ashton, encogiéndose de hombros —, como Calum. Estruendosa verdad, ya saben. El tipo de verdad que te hace querer matar a la gente pero luego agradeces.
Calum lo golpeó en el hombro.
Probablemente tenían razón. Quizás era hora de decir las cosas como sucedieron y aclarar todo de una buena vez por todas.
Eran las tres y media cuando Michael apareció, con una mochila parecida a la que usaba en la escuela colgando de sus hombros. Tardó como dos segundos en procesar que todos ellos estaban ahí, así que frunció el ceño, como si todos estuviesen locos.
—Fuera de mi casa, malditos locos —gruñó.
—Mike —Luke dijo, poniéndose de pie. Michael le dio una mirada extrañada y lo tomó de un brazo. Mercy se estremeció—, tengo que decirte algo.
—No creo que ese algo requiera de la presencia de medio San Francisco, Luke.
—Oh, lo hace —dio Ashton, y Michael lo miró mal. Venía malhumorado del viaje, o quizás de la vida en general.
—Vale —rascó su cabello lleno de raíces rubias naturales que hacían que se viera azul claro—, ¿espero a mañana o me dirás?
Luke bajó la mirada, y por alguna razón las cosas habían cambiado hasta tal punto, que Mercy se sintió en la necesidad de defenderlo.
—No tienes que tratarlo así, joder —masculló Mercy, irritada.
Michael bufó en respuesta y se acercó un par de pasos hacia ella.
—¿Ahora es tu mejor amigo, Mercy? Porque ayer no le dirigías la palabra —se comenzó a reír con la mirada culpable de todos—, ¿de qué me perdí, eh?
—Follamos —dijo Luke, con las manos en los bolsillos y encorvado. Mercy había pensado que sería más fácil, pero obviamente había calculado en base a un Michael menos imbécil. Él se volvió hacia Luke, incrédulo—. Me acosté con Mercy.
Entonces Michael se volvió hacia Mercy, y se veía a punto de explotar. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas que estaba conteniendo.
—¿Habla en serio? —le preguntó. Mercy bajó la mirada. No se había sentido avergonzada de haberlo hecho hasta ahora.
—Sí.
Entonces él lanzó su mochila al suelo y se fue a su habitación, cerrándola con cerrojo. Lo primero que escuchó fue el espejo del baño rompiéndose y se estremeció. Luego, sin embargo, no se escuchó el estruendo de nada más.
¿Qué había pensado? Michael no era racional cuando estaba enojado, y al parecer habían escogido el peor momento para contarle lo que había sucedido. Luke se acercó a ella con la nariz colorada por el llanto, de nuevo, y le tendió las llaves. Quería que ella abriera y fuera hasta Michael de todas maneras. Mercy asintió y escogió la llave correcta, pero antes de ponerse de pie, dijo:
—Las paredes son delgadas, chicos; van a querer escuchar esto.
Se fue hacia el pasillo y abrió rápidamente la puerta, encontrándose una familiar imagen de Michael en el suelo, abrazando sus rodillas y llorando.
—¡Vete, maldita sea! —gritó, pero Mercy llegó hacia él y puso una mano en su hombro. No quería que sufriera así, no después de todo lo que había ocurrido. Pero él aventó su mano lejos, con violencia.
Mercy estuvo a punto de salir por la puerta, es más, ya estaba de espaldas a Michael, cuando él volvió a hablar.
—A veces pienso que hubiese sido más fácil si tan solo hubieses dicho adiós —Mercy se volvió a verlo; él tenía la cabeza en alto y el rostro húmedo—, o que ya no me querías volver a ver, en vez de actuar como si yo fuera invisible y no decir nada. Sí; estoy bastante seguro de que ése hubiese sido un corazón roto mucho más fácil de manejar.
Mercy sintió que su corazón se ablandaba. Le había hecho tanto daño a Michael que casi sentía que sobrepasaba el suyo. Tenía que recordarse cómo eran las cosas, pensó, y ser egoísta por unos momentos.
—Lo siento —dijo, por primera vez desde lo que había sucedido.
—¿Qué?
—Siento haberte dejado sin darte explicaciones. Quizá se trataba de que no sentía que te las merecieras. Calum tiene razón, ¿sabes? Dejé que sufrieras porque sentí que ése sería tu karma.
Michael se puso de pie, sacudiéndose el llanto. Era alto, pálido y estaba triste. Muy mala combinación.
—Quiero —tosió, pero su voz era firme—, no: exijo que me digas qué sucedió.
Mercy bufó. —¿Qué diferencia haría, Michael? Lo hecho, hecho está.
—Mercy, follaste con mi novio luego de que te dije que te amaba. Creo que merezco saberlo aunque no haga ni la más mínima diferencia.
—Bien —aceptó ella, sentándose en la cama con facilidad
—¿Bien? Deja de dar rodeos, llevo casi cinco meses en esta miseria, tú...
Mercy respiró hondo y lo interrumpió, su pulso acelerado: —Me engañaste en esa fiesta, Michael.
No era como si Michael no se lo hubiese imaginado, pero eso no lo hacía más manejable. Durante cinco meses vivió con la culpa, el miedo y la desesperación de intentar entender qué había sucedido. Todavía no lograba recordarlo, sin embargo, pero podía comprender por qué. Probablemente su propia mente quería protegerlo de la sensación de asco por sí mismo que experimentaba justo ahora. No había dudas, eso era lo que había sucedido.
Michael intentó levantar la vista y mirarla a los ojos. Ella se merecía que la mirara, que la enfrentara, pero él no podía. Mercy tenía ojos color ámbar, los ojos más bellos que jamás había visto, ojos que eran la puerta cerrada a ella. Él había podido abrirla, descubrir a Mercy en toda su extensión, y luego él mismo había destruido todo.
Por un momento que luego se prolongó, entendió completamente a Mercy. Alcanzó a notar que lloraba, que sollozaba. Ella tenía razón de haberlo dejado, de haber dejado de hablarle. Tenía razón de tratarlo como lo trató y de rechazarlo como lo rechazó. Él no tenía derecho a enojarse más que hasta este punto, por meras respuestas.
—¿Con quién? —tembló Michael, apretando los puños.
Mercy lloró más fuerte. Él intentó imaginarse lo que ella debió sentir, pero no pudo. No le había contado esto a nadie durante todo este tiempo y necesitaba decirlo. A Michael le daba igual la persona, porque era tan poco importante que no podía recordarlo, pero era necesario que todo se dijera, así que añadió:
—Dímelo todo, Mercy.
Ella se limpió unas lágrimas y negó con la cabeza. Iba a decirlo, sólo le costaba un poco. Era entendible. Michael se repetía constantemente que la entendía, aunque el hecho de que su novio lo hubiese engañado o que fuera con ella no lo hacían entender ni remotamente. Era diferente. En ese tiempo Mircy era algo real. Ahora no podía culparla, porque no era nada suyo, y no podía culpar a Luke, porque al final sólo lo había estado usando y ambos lo sabían.
Michael sintió la necesidad de abrazarla y protegerla de todo ese dolor. ¿Cómo había podido culparla? Se preguntó cómo había podido dudar de ella, cómo pudo haberle hecho esto. Más aún, se preguntó cómo lo había recibido en su casa después de todo, y cómo le había dicho que lo amaba cuando lo menos que se merecía en esta vida era que alguien como ella lo amara.
Durante todo el tiempo en que había llegado a San Francisco, Michael había tenido una autoestima muy alta. Estaba seguro de quien era y qué quería: quería un chico y tocar música para vivir viajando por el mundo luego de los veinte años. Cuando Mercy apareció, Michael pensó que ella sólo sería una chica linda con quien compartiría departamento. Se dio cuenta muy tarde de que ella lo quería, así como ella se dio cuenta muy tarde de que él era gay. Michael se preguntaba aún qué había hecho Mercy para que él la amara de esta forma tan devastadora, y posiblemente nunca lo supiera, pero en cierta forma era mejor así.
Entonces Mercy puso las manos en sus rodillas y tomó una profunda respiración.
—Jared.
dejando de un lado todo lo que acaba de pasar y el hecho de que posiblemente ustedes no están más impactados que yo por este maldito capítulo, tengo noticias
la primera noticia es que hoy actualizaré mi dramática novela Noelle
la segunda es que, gente, wow. en mi municipio/distrito/cuidad o lo que sea se comenzó a hacer un concurso de literatura este año. yo me inscribí para ver qué tal, pero no creía que nada fuera a pasar. sí, gané el primer lugar. me puse a llorar en media ceremonia de premiación, sin poder creerlo. a alguien (un grupo de jurados de mi país) le gustó algo que escribí y aunque no lo crean, eso es algo muy fuerte para mí.
sólo quería que supieran eso y que el gif me da los peores dolores de pecho, como este capítulo en general aYUDA
PD: quien más lloró por Mike cuando se quemó?
PD2: Venezuela fue eliminada de la copa américa y estoy llorando. para las nuevas lectoras soy de Venezuela, y es el país más bello del mundo tbh
PD3: disculpen la tardanza, saben como es todo eso de la vida
PD4: luchen por sus sueños como this something lucha por entrar en el ranking de la categoría fanfic lol
xx.
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