ix
Cuando despertó, Michael buscó a Mercy con sus manos. No consiguió a nadie más en la gran cama, y eso hizo que abriera los ojos. Estaba desnudo entre las sábanas blancas, y era tan jodidamente blanco que casi se confundía con las mismas.
Se sentó, confundido. Mercy no podía haberse ido, es decir, era su jodida casa. Entonces miró hacia el balcón, y ahí estaba ella. Posiblemente seguía desnuda, pero estaba envuelta en una gruesa manta azul marino. El sol hacía que su cabello teñido a la mitad de rubio brillara y la piel de su espalda estaba descubierta.
Quizá Michael nunca sintió que la amaba tanto como ahora.
Se puso de pie, cubriéndose de la cintura para abajo con las delgadas sábanas donde habían dormido juntos y llegando a su lado.
Todo esto era irónico y extraño. Cuando supo que se había ido, él simplemente no pudo evitarlo. Buscó la mínima excusa y dejó a todo el mundo para correr a su auto y buscarla. Posiblemente comenzó a pensar que no era una buena idea cuando llevaba tres horas conduciendo, pero ya era tarde.
Se había detenido a comenzar a llorar a un lado de la carretera, a las cinco horas y media, molesto y rabioso consigo mismo y con el mundo. Nada había resultado como nadie esperaba. Todo era perfecto hasta que ella había decidido irse, y Michael simplemente no quería ser honesto consigo mismo al respecto.
Prefería seguirle la corriente a los demás, antes de autocompadecerse. Echarle la culpa a Mercy por su sufrimiento era mucho más fácil que sufrir por ella. Pero lo hacía de todos modos, porque no podía olvidarla. Así que comenzaron a acosarlo en medio de su soledad, a intentar entrar al departamento que era su hogar con Mercy, como si Michael Clifford no tuviera la capacidad de reparase a sí mismo.
Se dio cuenta de que efectivamente no tenía esa capacidad aquella vez con Luke, cuando había permitido que su antes mejor amigo entrara, sólo para corroborar que se encontraba bien.
Algo sucedió cuando Luke había intentado consolarlo. Posiblemente era una mezcla de toda la mierda que le sucedía en ese momento, o que Luke lo había hecho un poco menos miserable con su compañía; fuera lo que fuera, Michael lo había besado. Había encontrado en Luke consuelo, y Luke parecía estar bien con ello, aun a sabiendas de que Michael tardaría mucho tiempo en superar esto.
Y justo en el momento, en la semana en que se había dicho a sí mismo que dejaría de usar a Luke, y comenzaría a amarlo debidamente, Mercy llegó.
Ella no era la única que no sabía cosas. Si a ella le habían escondido su relación con Luke, a él le habían escondido que ella vendría. Su instinto asesino se activó y entró en modo perra-imbécil cuando la vio. Porque estaba hermosa, y casi igual, y a extrañaba de un modo en que no podía asimilar.
Por eso casi flaqueó en la cocina. Agradeció a Ashton por ello, porque de otra forma hubiese terminado engañando a Luke en ese mismo momento. Aunque eso era bastante estúpido porque anoche había hecho algo mucho peor, pero la vida es injusta al final y todos moriremos. A Michael no le importaba mucho nada en este momento, a decir verdad.
Se sentó a su lado, pero ella no lo miró. Lo había escuchado venir.
—¿Por qué te fuiste? —preguntó. Mercy no dijo nada, pero Michael estaba desesperado por una respuesta. No había podido dejar de pensar en ello ni una sola vez.
—Acabas de engañar a Luke —afirmó, y era irónico que eso era lo que Michael estaba pensando hace poco.
—Sí.
—¿No te sientes ni un poco mal por ello? —cuestionó, mirándolo con el ceño fruncido.
Podía ser algo así como gay, pero no podía dejar de pensar en lo hermosa que era Mercy. Se sintió como una mierda por pensar en ello en vez de responder su pregunta, no pudiendo concentrarse en su novio por estar embelesado por su ex.
—No sé bien qué siento, Mercy —admitió.
Ella volvió a mirar a la nada y negó con la cabeza.
—Creo que tienes que volver a San Francisco, Mike. Con Luke.
Definitivamente no esperaba esa respuesta; y como había sido tan inesperado, la primera reacción que tuvo, el primer sentimiento que pudo identificar, fue la ira. Se sintió traicionado de nuevo, como aquella mañana en la que había despertado y ella se había ido.
Aparentemente Mercy había llegado a un maldito punto en el que lo dejaba o lo rechazaba, pero no lo aceptaba, y eso era un golpe duro en su grandísimo orgullo y ego, pero más que todo hería su sensibilidad ya herida y sin sanar.
—Conduje setecientas horas hasta aquí por ti —espetó él, incrédulo—, engañé a mi jodido novio por ti, quien, por cierto, me ama y me valora muchísimo más que tú —eso lo dijo sin pensar, tenía que admitir—. Dejaría que me quemaran las manos por estar contigo y tú... ¿simplemente me pides que me vaya? Estás muy mal, Mercy, no sé qué carajos te sucede.
Mercy negó con la cabeza, aparentemente decepcionada.
—No puedo estar contigo, Michael —sentenció ella, suspirando.
—¡Por supuesto que puedes! Yo te amo, tú me amas; nos amamos más que cualquiera que se haya amado antes y sabes que es así, ¡claro que podemos estar juntos, pero tú simplemente no quieres decirme qué mierda hice mal para que me dejaras!
Se dio cuenta de que estaba llorando muy tarde. Mercy ya lo miraba preocupada, acercándose a él y secando sus lágrimas con sus pulgares pequeños. Michael la besó abruptamente entonces, y Mercy dejó que pasara por alguna razón.
Él la amaba más que a nada que hubiese tocado esta tierra, y no era justo. No era justo para él o para ella tener que amarse y no poder estar juntos por alguna estupidez que hizo él. No era justo para sus amigos, que luchaban constantemente con ellos. No era justo para Luke, a quien había ilusionado con la idea de que lo amaba más que como un amigo, cuando no era así.
Luke era su mejor amigo y siempre lo sería, aunque hubiesen follado más veces de las que recordaba. Lo amaba en la forma en que amas los atardeceres, sintiendo alivio con él y encontrando un lugar seguro. No como a Mercy.
A ella la amaba como amas vivir, como amas sentir el pulso en tu propio cuello. La amaba como amas respirar aire fresco y beber agua fría. A ella la amaba toda y completa, cada cosa de ella, incluso todo lo malo. No encontraba otra forma de describirlo.
—Exactamente —concluyó. Pasaron unos segundos para que se pusiera de pie, tomando su teléfono de la cama. Michael agudizó el oído para escuchar.
—Frences —dijo, pero obviamente Frences no estaba dejando que ella hablara—, lo sé. —hubo una pausa—. Lo sé porque está aquí conmigo. Sí... Pon a Luke al teléfono, por favor. —Michael sintió un escalofrío—. Luke, ah, vamos, deja de llorar. Él está bien... no, no está herido. Claro que no. —Mercy apretó el tabique de su nariz entre sus dedos. Nunca había sido buena lidiando con el llanto de nadie—. Estará allá en la noche, vamos a ir a comer algo antes. Sí. Vale. Adiós.
Y colgó.
Luego miró a Michael rápidamente y se fue a vestirse, sin hablarle.
oficialmente declaro este como el primer capítulo narrado completamente desde la hermosa cabeza, ahora teñida de NEGRO, de michael (aunque en el fic sigue estando azul oscuro, lol)
¿sus pensamientos sobre la manera en que michael piensa? es un gatito, yo lo amo, ustedes lo aman, todos lo amamos y él no se ama, ah bueno
¿sus pensamientos en la manera en que mercy llevó las cosas? yo sé que ustedes se van a poner en sus zapatos y la van a entender, hermosa mujer de dios
PD: me quitaron una muela de leche hoy, qué felicidad:)))))))))))))))))
xx.
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