| and mercy, again |
Mercy tiene las uñas hechas un desastre, de nuevo; pero esta vez no está esperando que alguien la salve de la quiebra para enamorarse de él y luego darse cuenta de que es gay y pasar por un millón de cosas. No. Esa era ha terminado. Como diría Michael, capítulo superado.
En este momento está sentada en la sala de espera de un consultorio médico. Michael está a su lado, leyendo alguna revista de música que consiguió, fingiendo que no le inquieta nada del mundo exterior. Mercy, por su lado, suda frío y tiembla, por lo que se acurruca contra su novio de cabello de colores. Él la envuelve en sus brazos y besa su cabeza, pero su pulso está acelerado.
El día de hoy no han hablado más que cuatro palabras en la mañana, palabras que son el motivo por el cual están en donde están. Hace mucho más frío cuando se está nervioso. Mercy nota que Michael no está leyendo en realidad, sino que la está observando con sus ojos verdes muy abiertos.
—Lo siento —dice ella con dificultad, porque la mitad de su boca está contra el pecho de Michael.
Él sonríe.
—No te disculpo, tendrás que comprarme una maldita pizza —eso hizo que ambos se rieran, pero fue una risa casi forzada.
En ese momento, el doctor sale de la puerta que tienen en frente, con una carpeta amarilla en sus manos y los labios apretados. Los mira como lo que son: un par de adolescentes desorientados que no saben cómo enfrentar un futuro de ningún tipo, sino que viven en el ahora, esperando que algún día el mundo siente cabeza por ellos.
De su bata blanca saca una caja de pastillas no más grande que su pálida mano y se la tiende a Mercy. Ella la toma, ve de qué se trata y lo mira confundida.
—¿Qué demonios...?
El doctor se encoge de hombros. Debe tener alrededor de cuarenta y tantos.
—Son un regalo.
Michael parece igual de confundido.
—¿Qué?
—Quiero decir —se ríe él—: vas a querer tomarlas para no volver a pensar que estás embarazada.
Oh.
—¿Así que no lo está? —cuestiona Michael, incrédulo.
—No, no lo está —responde él—, sólo tiene que comer alimentos con un poco más de hierro. Ahora, quisiera darles una breve charla acerca de métodos anticonceptivos...
—¡A LA MIERDA LOS CONDONES, MI NOVIA NO ESTÁ EMBARAZADA! —grita Michael, poniéndose de pie y haciendo que todo el mundo los mire. Mercy se echa a reír fuertemente.
La verdad, a Mercy no le interesa tener un hijo pronto, y por eso celebra con Michael el hecho de que en su útero no hay nadie creciendo. ¿Quién iba a pensar que un gay de nacimiento podría creer que había dejado embarazada a su novia, dos veces? Pero eran Mircy, algo muy diferente al promedio. Una unión de personas que habían pasado por bastantes cosas como para no tener que pasar por ninguna más. Algo impresionante, una historia para contar a los niños que, oh, gracias a Dios, no iban a tener justo ahora.
Y, con este algo que tienen, es realmente suficiente.
SHE'S KINDA HOT.
PD: no sé que decir, disculpen mi poca interacción con el mundo
PD2: tengo 16, bitching around
xx.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top