XII: lately all i think;
+about it's you.
[ candy, she's sweet like candy
in my veins. baby, i'm dying for
another taste. and every night my
mind is running around her.
børns | electric love ]
—🌹—
El asiento vacío de KyungHee y de BaekAhn, además del de Oh SeHun, precisamente al mismo tiempo, le impedía estar tranquila. Esa sensación mala en su pecho se oponía a abandonarla por más que intentase prestar atención a la tortuosa clase de filosofía y olvidar aquel pequeño gran detalle; de cualquier modo terminaba removiéndose en su asiento con incomodidad y mirando constantemente hacia atrás en busca de la pelinegra. ¿Por qué no entraba a clases?
El profesor Jung le dio una mirada de advertencia y, antes de que pudiera decirle cualquier cosa, escapo pidiendo permiso para ir al baño.
Dio un par de vueltas por la preparatoria y cuando pensó que estaba perdida, alcanzo a ver a KyungHee a los lejos y fue directamente hacia donde se encontraba sentada. Todo lo que tenía en mente era ella, hacerla sentir bien cuando se dio cuenta de lo decaída que lucía. Ella, todo era ella. Últimamente KyungHee es todo en lo que se la pasa pensando día y noche, es como un sueño agridulce del que se impide a sí misma despertar, porque en ese sueño parece que poco a poco está abriéndose paso hacia el roto corazón de la chica a su lado.
Están tan cerca que es capaz de percibir el dulce olor de la más bajita y piensa maldita sea, quiero estar con ella por siempre.
— ¿Sabes qué? Salgamos de aquí —alcanzo la suave mano de la pelinegra con hermosos labios en forma de corazón, y sonrió un poco ignorando el montón de mariposas en su vientre debido a ese simple toque—, no soporto verte tan decaída —se puso de pie y la jalo consigo sin darle tiempo suficiente para procesarlo y negarse.
— ¿A dónde vamos?
Ignoro su pregunta puesto que realmente ella tampoco tenía un jodido destino al cual llevarla, así que prácticamente la arrastro por toda la preparatoria, intentando que ningún maestro las viera, sin ningún lugar en concreto en su mente. KyungHee tropezó con sus propias piernas y puso resistencia para que la pelirroja dejara de apurarla de esa manera. — ¡ChanMin! —se quejo, mirándola con los labios fruncidos y la contraria únicamente pudo reírse.
— Nos vamos a fugar de la preparatoria, necesitas divertirte y estando aquí no lo harás —la miro por el rabillo del ojo justo a tiempo para ser testigo de cómo el rostro de la menor se deformaba en una cara de horror. La pelirroja también estaba aterrorizada con su propia idea, pero una de las dos tenía que fingir confianza o no llegarían a nada—. No me digas que nunca te has fugado.
¡Tú tampoco te has fugado nunca en tu puta vida, Park ChanMin!, fue lo que le grito su consciencia burlándose histéricamente de ella, pero no podía dar un paso atrás. Nunca puede retroceder cuando está con KyungHee, su mente está programada para ir hacia adelante sin medir las consecuencias, así que la pequeña sonrisa en el rostro de KyungHee cuando le extendió su helado con la brisa marina acariciándoles el rostro, le dijo que alguna maldita cosa estaba haciendo bien y que siguiera así.
Así que el corazón de ChanMin revoloteó con ese mundano gesto e intento ocultar su propia sonrisa detrás de su helado, siéndole imposible y la pelinegra la miro con complicidad.
— Gracias.
— No es nada, linda —hubo un pequeño rubor en las mejillas de KyungHee, que le encantó y se le hizo tremendamente revitalizante. Era todo lo que necesitaba para ganar confianza—. Yah, ¿quién te dio el permiso de ser tan linda? —frunció sus labios, intentando verse ofendida por su belleza.
— ¡Oh dios! Cállate, Park ChanMin.
— Cállame —abulto los labios cerrando los ojos y fue golpeada en el hombro.
— No bromees, tonta —abrió los ojos despacio, bajando la mirada a la arena y se abrazó a sí misma.
— No estoy bromeando, KyungHee —la nombrada empezó a alejarse, ignorando lo que acababa de pronunciar y se apuro en seguirla
Se tiraron en la arena soportando el imperceptible frío, con sus hombros juntos, sus manos libres a punto de tocarse y los nervios a flor de piel; con un corto movimiento harían cortocircuito. Se sentía exactamente como otra cita y la pelirroja no pudo evitar recordar la salida de la otra noche, en la cual KyungHee lucía increíblemente hermosa (como siempre). Fue en esa noche que su corazón cayó un poco más por ella y puede decir que ahora oficialmente se irá en caída libre y no podrá escapar de sucumbir en el amor.
Tampoco es como si quisiera hacerlo, si era totalmente sincera, se había dejado arrastrar por la corriente.
— ChanMin...
— ¿Si? —le regalo toda su atención con una mirada, aunque la más pequeña se mantuvo con la vista al frente observando el mar frente a ellas y apretando fuertemente el helado entre su mano—. ¿Sucede algo? ¿Estás bien?
— Sé que soy una idiota por decirte lo que estoy a punto de decir, así que espero que me perdones o no, si quieres no lo hagas, es solo que... —su voz tembló un poco al final y la de cabellos rojos se preocupo de inmediato—, estoy preocupada por BaekAhn, ¿sabes? Lucía tan mal cuando la rechace, realmente mal y... me siento un poco culpable por todo. Quiero abrazarla y decirle que todo está bien, lo que sea por lo que esté pasando, que todo estará bien.
— Ah... —se había quedado sin palabras o tal vez sólo era ese nudo en su garganta que le impedía decir nada. El pecho se le apretó y se le estremecieron las manos mientras su mente procesaba lo que acababa de escuchar—. Eso... e-eh...
— Perdón.
— Está bien, no... no importa —mando todo al carajo y le sostuvo demandante la mano, con su corazón latiéndole fuerte contra su caja torácica. Carraspeo para que la voz dejara de lucir tan afectada o al menos lo intento—. Si quieres darle tu apoyo por lo que sea que Byun BaekAhn esté pasando, yo voy a estar allí para ti, voy a apoyarte. ¿Sabes? En parte me alivia que me estés diciendo esto, es como si por fin estuvieras abriendo tú corazón a mí...
— N-no... —el helado empezó a gotear y ensuciar su mano, la cual empezó a temblar—. No seas así, ChanMin.
— ¿Por qué?
— No seas así conmigo, me haces sentir como una perra que sólo te usa y no quiero eso —rompió el cono y lo dejo caer en la arena, su voz sonando cada vez más rota y ChanMin estaba segura de que estaba apunto de llorar—. Quisiera tanto poder corresponder todo lo que me das.
— Tan sólo quédate a mi lado y no me alejes, eso es suficiente —sacó de su bolsillo un pañuelo de encaje que siempre llevaba, porque su madre insistía en que nunca estaba de más, y se lo dio a KyungHee. Sonrió para reconfortarla, dándole un apretón a la mano que tenían entrelazada—. Limpia tu mano. ¿Quieres irte ya a tu casa?
— Sí, quiero ir a mi casa.
Tomaron la estación del metro para regresar de la playa y caminaron algunas cuadras en completo silencio hasta estar frente a la casa de la pelinegra. No quería dejarla, menos en esa condición, luciendo tan vulnerable y con la cabeza hecha un lío de tantos pensamientos; quería aferrarse a su mano, no dejarla nunca, pero ChanMin estaba luchando con los sentimientos encontrados en su pecho y necesitaba llegar a su casa para desfogarse. Si miraba a ese par de ojos negros y perdidos de KyungHee, lo único que le producía era querer encontrar la manera de traerla de vuelta y abrazarla hasta borrar cualquier rastro de dolor de sus ojos.
— Kyu...
— ¿Y nuestras cosas? —la interrumpió, despertando de ese estado de letargo en el que se había sumergido desde que entraron al tren—. Debemos volver a la preparatoria por nuestras mochilas.
— Yo iré por ellas y le diré a DaeIn que te traiga la tuya, ¿de acuerdo? Te veo mañana —cuando estaba por irse corriendo para llegar antes del toque de salida, KyungHee le sujeto la muñeca con autoridad y le impidió irse. La observo sin entender, alternando su mirada de la pelinegra al agarre que mantenía sobre su piel—. ¿Qué...?
— Quédate conmigo, ya le enviaré un mensaje a DaeIn pidiendo que traiga nuestras mochilas, pero ahora te necesito conmigo, por favor —la miro a los ojos mientras le decía eso y no mentía, sus ojos estaban tan brillantes que era imposible que sus palabras fueran una jodida mentira—. ¿Puedes, ChanMin?
— Sí —¡demonios que sí!
—🌹—
Guió a la pelirroja hasta su habitación una vez dentro de su casa, esperando a que se negara a entrar dentro de esas cuatros paredes o empezara a preguntarle qué carajos hacían ahí, pero ninguna de esas dos cosas pasaron y ambas se acostaron en la cama con tanta naturalidad que le hizo sentirse extrañamente bien. Alcanzó la mano de ChanMin y la entrelazó con la propia al igual de como ella lo hizo más antes en la playa, dedicándose los siguientes minutos a observar sus manos juntas y como los dedos de la más alta eran notablemente más largos que los suyos.
El silencio que las rodeaba era cómodo de alguna manera, era como si no tuvieran la necesidad de hablar para llenar espacios que eran ocupados por la sola presencia de ambas.
Alzó la mirada y sus ojos chocaron con los brillantes de ChanMin, los cuales siempre la miran de esa manera tan intensa que había descubierto que sólo ella podía verla. Sonrió, dándose la vuelta y quedando boca-abajo para poder verla sin impedimentos. No separo sus manos en ningún momento y el pensamiento de querer congelar el tiempo en esa posición le nublo la cabeza. Mordisqueo sus labios, dejando caer la vista hasta los cerezos contrarios y empezó de sentirse nerviosa. ¿Estaba mal si la besaba ahora? Pero no podía estar mal si deseaba tanto hacerlo.
En ese momento fue como si la pelirroja le hubiera leído la mente, porque empezó a acercarse al mismo tiempo que ella con la intensión de besarle. Su mano se dirigió hasta la nuca de ChanMin atrayéndola hasta sus labios. Un suspiro se le escapo cuando por fin sus belfos se encontraron y por primera vez no se separaron al segundo siguiente. Su corazón se saltó un latido, o dos, y luego empezó a latir desenfrenado en su pecho. Sintió como el agarre de sus manos se aflojaba hasta desaparecer y luego estas tomaban su propio rumbo; las largas manos de ChanMin acunaron su rostro con una añoranza estremecedora.
Llevó su mano libre hasta la cintura de la más alta y se fue acomodando hasta quedar encima del cuerpo contrario, con sus labios unidos en una lenta danza que estaba siendo como una droga de la que sabía, después de la primera dosis, necesitaría más, mucho más. Pero no le dio prisa al momento, se dedico a indagar más en la boca de la pelirroja, disfrutando de cada roce de belfos. Sus ojos estaban cerrados con empeño, creyendo que si los abría tal vez todo sería un sueño y en verdad nada estaba pasando; el beso se siente demasiado real como para ser una simple fantasía.
Las manos de ChanMin viajan hasta su muslos y los acaricia despacio, cortando el lento beso en busca de hacer contacto visual. KyungHee le concede eso aunque sabe que se ha puesto roja hasta las orejas.
— KyungHee... —le da un beso rápido, interrumpiéndola.
— No digas nada —recuesta su cabeza en el hombro contrario, respirando con pesadez aún recuperándose del reciente beso—. Perdón por besarte, de seguro no querías y...
— ¿Estás loca? ¿Cómo puedes pensar que no quería que me besaras? Lo he deseado cada maldito segundo desde la noche de la fiesta, KyungHee —arrastro sus manos por sus costados, subiéndole un poco la falda en el trayecto, para finalmente dejarlas en su cintura—. Me gustas y haberte besado es como un sueño hecho realidad, linda.
— Siempre había querido besarte, pero sentía que estaba mal hacerlo. No porque seas una niña, no, más bien por BaekAhn. ¡Ah! No debería de mencionarla, pero era algo que debía decir —busco los ojos de la mayor, uniendo sus frentes. Se aferro a la tela de la falda de ChanMin, elevando la comisura de sus labios—. Ahora que finalmente lo he hecho, no me arrepiento en lo más mínimo y lo volvería a hacer miles de veces más...
— Entonces, hazlo —le robo un beso, dejando que una suave carcajada escapara de sus labios—. Bésame y nunca dejes de hacerlo, KyungHee-ah.
—🌹—
Kim JongIn vino hacia ella en cuanto el toque de salida se escucho por toda la preparatoria y le pasó el cuaderno que se le había acababa de caer en su tarea de guardar sus cosas en la mochila.
— De nada —le dijo, con esa sonrisa usual decorándole el bien parecido rostro. Rodo los ojos y prefirió no mirarle más, siguiendo en lo suyo pensando que el moreno desistiría después de las última veces que lo ha pasado de lado, pero no lo hizo (¿es eso algo nuevo tan siquiera?)—. ¿Quieres que te acompañe hasta tu casa, DaeIn-ah? Puedo comprarte algo delicioso, lo que quieras.
SeHun pasó por su lado y le golpeo el hombro al chico, diciendo un "¿no vienes con nosotros?" señalando a Johnny a unos pasos más allá. JongIn se negó y se fueron luego de molestarlo un poco, todo eso sin prestar atención a la existencia de la castaña. Una vez que salieron, el chico volvió a enfocar su atención en ella y le sonrió tiernamente.
— ¿Y bien? ¿Qué dices? —levantó las cejas varias veces.
— No, gracias —DaeIn le sonrió falsamente, haciendo el amague de guindarse la mochila en el hombro, pero JongIn fue más rápido y se la quito, colgándola en el propio. La castaña coloco nuevamente los ojos en blanco, claramente cansada de eso. Extendió su mano para que le regresara sus pertenencias—. No estoy para tus juegos Kim, devuélvemela, por favor.
— ¿Qué te he hecho? —retrocedió dos pasos cuando ella avanzó uno con la intensión de arrebatarle sus cosas—. ¿Por qué me odias tanto, Kim DaeIn?
— No es odio, no es nada, sólo me eres irrelevante. Un cero a la izquierda, ¿entiendes eso? Y dame ya mi mochila, JongIn. Hazlo mientras estoy siendo amable contigo —se cruzó de brazos, colocando su peor cara de molestia.
En realidad no le es irrelevante, el caso es que últimamente le es tan relevante que tomo la difícil decisión de alejarse antes de terminar con el corazón roto como una tonta. Pero JongIn es tan terco, un completo cabeza dura que no la deja en paz de una vez por todas.
— ¡Vaya! Qué amable eres —ironizó—, cuidado te mueres por tratarme tan bien.
— Idiota —masculló, caminando hasta el asiento de KyungHee para tomar su mochila y luego hizo lo mismo con la de ChanMin. Algo muy dentro de ella le decía que esas dos se encontraban juntas. ¿Y qué cosa habrá pasado con Byun BaekAhn? La chica no regresó a clases tampoco y SeHun ingresó en la segunda hora de filosofía. Es todo tan raro que se muere de curiosidad por llamarle a KyungHee para enterarse de lo sucedido y saber cómo se encuentra su mejor amiga.
— ¿Ahora soy idiota? —llevó una mano hasta su pecho, indignado—. Un idiota no te lleva la mochila, ni se ofrece a acompañarte y darte de comer.
— En primer lugar, estás haciendo cosas en contra de mi voluntad —lo apunto con su indice, tratando de no perder la cordura—, y en segundo lugar, no soy una mendiga para que me des de comer. ¡Tampoco quiero tu compañía! ¿Cuándo vas a cansarte de andar a mi alrededor? Es molesto, Kim.
— Nunca. Esa es la respuesta hoy y la será siempre —le quito de las manos la mochila de ChanMin, colgándosela como pudo—, y mientras más me alejas, más me dan ganas de acercarme a ti.
— Deja de jugar, niño tonto. ¿Qué es lo que buscas con todo esto? —él sabia cómo hacerla rabiar y era increíble lo rápido que podía molestarse. Como último recurso para tener de vuelta sus cosas, dirigió sus pasos hasta la salida del salón pensando patéticamente que así le devolvería las mochilas, pero no le importo y la siguió con sus atléticas piernas, sonriendo como si acabara de ganarse un premio—. Qué fastidio...
Se detuvo en la entrada de la preparatoria, dándole al moreno una mirada que pretendía ser amenazadora, pero DaeIn siempre ha sido pacifista y se reprime de darle la cachetada que se ha venido ganando.
— Yo invito a un café, ¿te gusta la idea? —ahora fue el turno de la mochila de KyungHee de ser víctima de un robo. Ni siquiera gasto sus energías en hacer el intento de que se la devolviera, porque estaba segura de que no lo haría.
— No.
— ¡Genial! Vayamos a la cafetería de la última vez. ¿Te gusta la idea?
— ¿Acaso te importa lo que diga? —apretó sus manos en puños a los costados, llegando a su límite de tolerancia. Kim JongIn no podía hacer lo que se le viniera en gana únicamente por el bonito rostro que se carga, o sí, pero DaeIn se resiste a eso. No es como las demás chicas que van por ahí complaciéndole sus caprichos—. ¿Es una apuesta? ¿verdad?
— ¿Qué? ¿De qué hablas? —su rostro transmitió una inmensa confusión que casi, casi le cree. Lastima que no la convenció por completo de su inocencia con ese gesto.
— Sí, una apuesta, es por eso que estás tan empeñado en llamar mi atención. Ya te lo dije, no voy a acostarme contigo...
El chico no podía cerrar la boca de la sorpresa.
— ¿Q-qué...?
— Paga lo que tengas que pagar por perder la dichosa apuesta y déjame en paz —retomo su camino, dejando la preparatoria atrás.
— ¡Ya te volviste loca! —elevó sus brazos y los dejo caer, incrédulo. Corrió para alcanzarla después de salir de la sorpresa inicial—. No es ninguna apuesta, Albert Einstein. ¿Por qué te esfuerzas en buscarme lo malo?
¡Fácil! Porque Kim JongIn, conocido como el casanova de la prepa, no puede ser bueno. Ese era el argumento al que DaeIn se empeña en aferrarse para no dejarse llevar, porque en todas las veces que ha salido con JongIn ha sido la persona más dulce del mundo, siempre atento y con ese encanto único que le gusta. ¡Sí! ¡Le gusta! Exactamente por eso busca alejarlo. ¿Por qué alguien como él se fijaría en ella? Son dos personas con nada en común que terminaron hablando hace unos meses en una fiesta apesar de haber estudiado juntos desde la secundaria. La probabilidad de que algo bueno salga de una relación entre ellos es del 0,0001%.
— DaeIn, sabes que no soy malo. ¡No lo soy! —hizo un puchero infantil y es eso lo que más le gusta y molesta a la vez. JongIn es demasiado versátil, demasiado lindo, demasiado todo. Es demasiado para ella; es más de lo que puede procesar—. Siempre soy bueno contigo...
— Y eso me aterra —pensó en voz alta, dándose cuenta que no había marcha atrás, ahora lo tendría encima suyo hasta que le respondiera el porqué de su temor—. Olvida lo que dije.
— Acepta tomar el café conmigo y lo olvido. ¿Trato? —le extendió la mano, pero no la tomo y se le quedo mirando con recelo. Suspiro, corriendo la mirada.
— No lo vas a olvidar, mentiroso —susurro, recostándose contra el árbol en el que se habían detenido—. Mentiroso.
— No, no voy a poder, pero por hoy no te haré preguntas acerca de aquello. Tan sólo acepta el café y te dejo en paz por las siguientes doce horas —se le acerco, atrapándola en medio del tronco del árbol y de su cuerpo.
— ¿Qué haces...? —le sostuvo la mirada, con el corazón acelerado y las mariposas haciendo una fiesta en su vientre. Aléjate, aléjate, aléjate.
— Dime que sí —la oscura mirada sobre sus labios la hizo removerse, nerviosa. Lo empujo por los hombros, escapando con una carcajada "burlona" para ocultar que le temblaron las piernas—. ¡Vamos! ¡Acepta, DaeIn!
— Tan molesto —susurro y no sabía si iba a arrepentirse luego de decir lo siguiente—. ¡Okay! ¡Acepto!
No, nunca puede arrepentirse de salir con JongIn, porque siempre vale la pena hacerlo. Como esa tarde, en la que le sostuvo la mano en el autobús.
—🌹—
n/a:
¡ tsop tiene playlist ! pueden encontrarla en spotify como "this side of paradise | fem!chansoo" de byunspring 💓 Hay un poco de spolier sobre las canciones que se vienen en los demás capítulos 🔥
eeeeen fin, 3k+ de palabras, wtffffd me mame ahhhh yyy ¿les agrada el kaichen? e.e btw, el cap no está del todo corregido so perdonen las faltas o incoherencias (si las hay). espero que les haya gustado el capítulo, y gracias por seguir leyendo aunque demore un siglo en actualizar ; ;
¡finalmente el beso! /proud mom
—d-bxynk©
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