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Itlia, un lugar lleno de hermosas ciudades, tradiciones, historia y comida. Oh, la comida.
Desde que tengo memoria, mi mejor amiga Daniela había dicho que cuando cumpliéramos la mayoría de edad vendríamos a Italia y recorreríamos todas las ciudades. Desafortunadamente no fue posible hasta ahora, ahora que ya éramos mayores en todo el mundo.
Veintiún años recién cumplidos, o algo así.
Daniela había festejado sus veintiún veranos en Agosto y yo acababa de cumplir mis veintiún otoños en Noviembre.
Habíamos recorrido las ciudades más turísticas de Italia tales como Pisa, Milán y Roma; ambas habíamos quedado fascinadas con los lugares y mi amiga había sido hechizada por los muchachos.
―Los chicos son bastante atractivos. Realmente estoy considerando venir a vivirme para acá ―dijo mientras se comía con la mirada a un chico que acaba de pasar frente a nosotras.
―Yo insisto en que hay muchos chicos atractivos en México ―me encogí de hombros―. Como sea, ¿cuál es el itinerario de hoy?
Mientras Dani buscaba algo en su bolsa de mano, yo saqué mi bufanda y la enredé alrededor de mi cuello. El frío estaba matándome.
―Yo sé que esto te va a encantar porque sé cuánto amas la película de Cartas a Julieta ―simuló hacer un redoble de tambores antes de continuar―. ¡Iremos a la casa de Julieta!
Sonreí ampliamente y la abracé. Tal como lo había mencionado mi amiga, Cartas a Julieta es una película que realmente amo y desde que la vi quise visitar la famosa casa de Julieta; después, la idea de visitar aquél lugar se había convertido en un sueño difícil de realizar. Hasta ahora.
―Pues vamos ―la miré y le hice una seña ya que se encontraba un par de metros atrás.
Como yo no sabía en donde quedaba la famosa casa, esperé a que Dani se pusiera frente a mí y así la seguiría. Ella era muy buena leyendo mapas y al parecer el lugar estaba cerca de donde nos estábamos hospedando. Pero comencé a dudar de sus habilidades cuando pasamos por segunda o tal vez tercera vez por el mismo lugar.
―¿Segura que vamos por el camino correcto? ―pregunté mientras miraba a mi alrededor―. Estoy segura de que ya hemos pasado por esta calle. Esa casa amarilla con las macetas rojas la vi hace rato.
―Vamos bien, solo espera ―bufó y siguió caminando.
Después de caminar―lo que para mí parecía―sin rumbo, llegamos a la casa. Había mucha gente afuera y luego Dani me indicó que entráramos.
Pasamos por un túnel de no más de seis o siete metros en el que las paredes tenían escrito muchos nombres encerrados en corazones. Cuando salimos del túnel llegamos a lo que parecía ser el patio principal y lo primero que vi fue el balcón de la historia. También había mucha gente alrededor de la estatua de Julieta y todos los que pasaban por ahí, tocaban su seno. No entendía muy bien por qué hasta que Daniela me explicó que era para tener suerte en el amor.
―Ya nos toca entrar.
El recorrido por la casa estuvo muy ameno. Vimos la ropa que se usaba en aquella época y los muebles.
―Quiero una foto en el balcón ―llamé la atención de Dani y me indicó que posara; después fue su turno.
Al final del recorrido había varias computadoras para escribirle una carta a Julieta. Dani de inmediato me encargó sus cosas y fue a escribir algo. También se podía depositar la carta en un buzón.
A pesar de que en la película había visto que Julieta tenía secretarias que respondían las cartas que le llegaban, no lo creí hasta que nos lo dijeron en el recorrido.
―¿Quieres escribir una? ―preguntó mi amiga sacándome de mis pensamientos―. Ale, ¿estás bien?
―Hmm, sí ―asentí―. ¿Qué decías?
―Que si vas a escribir algo a Julieta.
―Oh, no. Iré al baño ―sonreí.
―Bueno. Te veo afuera, allá en la calle.
Me limité a asentir y corrí al baño para después encerrarme en un cubículo. Me senté sobre la tapa del baño y saqué mi libreta y una pluma. En realidad si le iba a escribir algo a Julieta, pero no sería algo largo.
Querida Julieta:
¿Algún día encontraré a alguien que me quiera de verdad?
Alejandra, México.
Arranqué la hoja y la doblé en dos, luego salí del baño y me dirigí al patio. Me acerqué a la estatua de Julieta y toqué su seno derecho, no perdía nada con intentar. Después, corrí a la pared contraria y atoré la carta junto con otras entre dos ladrillos en la pared y me dirigí a la salida.
―Ay, perdón ―me detuve en seco.
―¿Por qué hay tanta gente ahí adentro?
―¿No conoces la leyenda? ―fruncí el ceño y lo miré. Era un chico más alto que yo, por lo tanto tuve que echar la cabeza ligeramente hacia atrás para poder verlo bien.
―No lo creo.
Comencé a contarle la leyenda de la casa de Julieta y no fue hasta que mi teléfono sonó que me di cuenta de que Dani me esperaba.
―Lo lamento, debo irme. Ojalá puedas entrar ―sonreí―. Nos vemos ―dije agitando mi mano al aire.
―¡¿Cómo te llamas?!
―¡Alejandra! ¡Adiós!
Corrí hacia donde estaba Dani quien me regañó antes de preguntarme en donde me encontraba.
―Perdida el algún lugar ―sonreí.
O en un par de ojos.
―A la próxima me dices que te vas a recorrer por tu cuenta ―soltó enojada.
―Tranquila, sabes que no hay nadie con quien quiera recorrer Italia más que contigo ―la abracé―. Anda, busquemos un lugar para comer, muero de hambre ¿tú no? ―Daniela asintió y la búsqueda de un restaurante comenzó―. ¿Qué pediste en tu carta? ―frunció el ceño―. A Julieta.
―Oh. Que alguien me quiera de verdad ―sonrió y se detuvo frente a un establecimiento.
―Sí, igual yo ―murmuré cuando Dani se adentró en el restaurante.
Realmente esperaba que eso de tocarle el senoderecho a Julieta y mandarle una cartafuese suficiente para encontrar el amor pero Julieta ya no existía y suhistoria había sido trágica. No tenía esperanza.
+ + +
¡Nuggets!
Pensaba subir esto la siguiente semana pero voy a estar muy apurada con la escuela y mejor lo subí hoy :)
Esta es mi nueva historia y espero que sea de su agrado.
Espero que estén teniendo un fin de semana precioso y mucho éxito en su inicio de semana.
Chicas que ven a los cedes hoy en Monterrey, disfruten mucho del concierto y lloren por mí en A tu lado :) (Si ven a Alan díganle que lo quiero a lot jajaja)
+ ¿Cómo se llaman?
Sé que a varias ya las conozco pero igual anoten su nombre :)
¡Yo soy Citlalli! Pero todos me dicen Cit.
Todo el lof,
Cit.
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