Capítulo 4 - "La hemos cagado" (Parte 2)
Abrió los ojos y vio el techo de una de las aulas de la Universidad. Estaba acostada en una camilla. Se incorporó y miró a su alrededor; las persianas estaban bajadas y la puerta cerrada. Pensó que debería estar en la enfermería, contigua al hall de la universidad. Los armarios estaban completamente repuestos de medicamentos y material médico. ¿Habrían vuelto ya Hiraeth y Kourtney?
-¿Hola? -gritó.
Una chica pelirroja se asomó por la puerta y la cerró tras ella.
-Hola, veo que ya estás despierta -dijo sonriendo.
-¿Quién eres? ¿Dónde están los demás? -Chloe sintió que se desvanecía-, mi cabeza...
-No te levantes -dijo recostándola en la camilla-. Soy Olivia. Tuvisteis un accidente, tu amiga Aria me explicó todo lo que había pasado, incluyendo la parte de aquel infectado mutante, o lo que quisiera que fuera.
Chloe no respondió.
-Tienes que descansar. Ahora llamo a los demás para que vengan a verte, seguro que estarán contentos por ver que ya has despertado. Llevabas dos horas sin dar señales de vida.
-Vaya... ¿Y Aria, está bien? -preguntó preocupada por su amiga.
-Aria tiene una pequeña brecha en la cabeza, pero ya le hemos dado puntos, no te preocupes, mi amiga Leila sabe bastante de medicina. Iba por el segundo año de carrera.
-Puf... -Chloe se llevó las manos a la cara- ¿Cómo nos habéis encontrado?
-Todos empezaban a estar preocupados por vosotras así que decidimos salir a buscaros. Íbamos Leila, Magus y yo. Cuando os encontramos volvimos corriendo a la Universidad para poder ayudaros cuanto antes. El coche había quedado completamente destrozado, es increíble que casi no hayáis tenido ningún rasguño.
»Apenas hemos podido salvar algo de lo que habíais saqueado del supermercado.
-Vaya, muchas gracias por rescatarnos -le agradeció con una leve sonrisa-, ¿podrías decirle a los demás que vengan?
-Sí, claro, enseguida vuelvo.
Olivia salió de la enfermería y fue a avisar al resto del grupo sobre el estado de Chloe. No estaba de la mejor de las maneras, pero al menos estaba consciente y sin heridas graves.
Un minuto más tarde, Kourtney, Hiraeth y Leila entraron en la habitación junto con Olivia. Los demás se habían quedado esperando fuera. Leila llevaba una pastilla en la mano y una botella de agua.
-Toma -le dijo entregándole la cápsula-. Es paracetamol, te ayudará a descansar un poco mejor.
Chloe agarró la pastilla y se la tomó con algo de agua.
-Mientras no me deje peor de lo que estoy, me da igual lo que sea.
Todas rieron.
-De momento deberías quedarte aquí descansando, al menos hasta que se te pasen los mareos -intervino Hiraeth.
Chloe asintió, aún la cabeza le daba vueltas.
-Olivia y yo nos quedaremos aquí con ella por si necesita cualquier cosa -le susurró Kourtney a Hiraeth-, tú y Leila volved fuera con los demás.
-Está bien -le contestó también en un susurro-, pero si necesitáis cualquier cosa avisadme por el walkie-talkie.
Seguido de esto, Hiraeth avanzó hacia la puerta acompañada de Leila y regresaron al hall de la Universidad. En el sofá, acostada, estaba Aria, aún reposando por los puntos que le habían dado en la cabeza; y, sentados en unas sillas que habían colocado recientemente en el hall, estaban Hera y Magus. Los dos hermanastros seguían sin aparecer.
-Agh, ¿aún no aparecen estos dos? No ganamos para rescatar a desaparecidos -dijo Hiraeth poniendo los ojos en blanco-, ¿dónde coño se han metido?
Todos se miraron entre sí.
-No sé, es algo habitual en ellos, de vez en cuando les da por escaparse por ahí. Aparecen y desaparecen como si nada -respondió Leila. Leila era, por así decirlo, la confidente de Jennifer, y estaba al tanto de las escapadas que esta hacía con su hermanastro. Pero no le veía mucho sentido a hacer algo así en una situación como aquella.
-¿No se han enterado aún de que estamos en medio de un apocalipsis? Madre mía... -Hiraeth suspiró al tiempo que se sentaba en el bordillo del sofá rojo.
En ese preciso momento, el walkie-talkie de Hiraeth comenzó a sonar. Era Jennifer.
-¿Hoooola? ¿Me oís?
-Te escucho Jenni, ¿dónde cojones estáis?
-Estamos en mi casa, en el despacho de mi padre. Hemos descubierto algo increíble, aún estamos temblando, te lo juro. No os lo vais a creer, esto es gordísimo...
»Sabemos... virus... -La transmisión del walkie-talkie se entrecortaba.
-¿Qué? Se escucha fatal, repite lo último.
-Ya vol... esta... esperad...
La transmisión acabó de cortarse del todo.
-¡Joder! -exclamó dándole golpes al aparato.
-¿Qué pasa? -preguntó Hera preocupada.
Hiraeth se llevó las manos a la cara.
-No tengo ni idea, sólo he entendido la parte de que han descubierto no sé qué cosa y que es muy gordo. Supongo que tendremos que esperar a que vuelvan -se lamentó.
-Tendremos que esperar, qué remedio. -Hera suspiró-. ¿Qué hora es ya?
Hiraeth revisó su reloj de pulsera.
-Las cinco de la tarde -respondió-, no es muy tarde aún.
Aria acababa de despertar. Veía algunas caras nuevas a su alrededor.
-Hey, ¿cómo estás? -preguntó Hiraeth sobre la marcha.
-Bien, supongo... -dijo Aria al tiempo que se incorporaba en el sofá-. ¿Dónde está Chloe?
-Chloe está en la enfermería, con Kourtney y Olivia, es una chica nueva que se ha unido al grupo; larga historia, ya te lo explicaremos más tarde. Pero bueno, ¿cómo te encuentras? ¿Te duele mucho la cabeza?
-No, no mucho, está bien, no te preocupes. Iré a la enfermería a ver cómo está Chloe, en un rato vuelvo.
Hiraeth frunció el ceño.
-No sé si deberías moverte, puede que aún...
-Te acompaño -la interrumpió Magus, levantándose de la silla.
«En fin, qué le vamos a hacer», pensó Hiraeth.
Aria se levantó del sofá y se dirigió hacia la enfermería junto con Magus. En el hall sólo quedaban Hiraeth y Hera.
La morena se levantó del sofá y se sentó en la silla que Magus había dejado libre junto a Hera. Las dos se miraron mutuamente y sonrieron, pero no intercambiaron palabra.
Contra más la veía, más atractiva le parecía Hera. Cada vez que la miraba a esos profundos ojos verdes podía ver un completo mundo en ellos. Eran tan bonitos... Sentía que podía perderse mirando dentro de ellos; podía pasar horas así. Al fin y al cabo, es lo que pensaría alguien que está locamente enamorado, aunque Hiraeth se negase a creer que eso era así.
Hera se giró y se inclinó hacia adelante, dejando unos pocos centímetros que separasen a la una de la otra.
Hiraeth tragó saliva. Se había quedado tan ensimismada que Hera lo percibió.
-¿Qué pasa? -preguntó divertida al darse cuenta de lo embobada que había quedado Hiraeth al mirarla.
-No, nada; no es nada -respondió mientras sus mejillas se sonrojaban. Las de Hera respondieron igual. Oh, el amor.
Casa de Jennifer, despacho de Mr.Joy, 20:25.
-¿Ya tienes todo? -le preguntó agitada a su hermanastro.
Este aún estaba recogiendo algunos ficheros del último cajón del escritorio de su padrastro.
-Creo que sí -respondió introduciendo unos últimos documentos en su mochila.
Ambos estaban aún tratando de procesar todo lo que habían visto y leído. Acababan de dar con la clave de todo.
-Entonces vamos, tenemos que volver enseguida a la Universidad y enseñarle esto a los demás. Van a flipar -dijo Jennifer alzando las manos.
Salieron a toda prisa de la casa y echaron a correr por las heladas y oscuras calles de Whitebridge Creek. Una vez más, la niebla se cernía sobre el recóndito pueblo de Toronto, ya era de noche y apenas eran capaces de ver nada.
El ambiente era bastante tétrico, había varios cuerpos tirados por las calles y algunos coches estrellados contra los garajes de las casas. Apenas vieron algunos infectados por la calle, pero tampoco les prestaron mucha atención, eran mucho más rápidos que ellos. Al menos de momento no se habían encontrado con ningún mutante como el que habían visto Chloe y Aria.
Tras diez minutos recorriendo las calles de Whitebridge llegaron a la Universidad. Por fin. Estaban ansiosos por contarles a los demás su descubrimiento.
Saltaron la valla exterior de la institución y entraron atropelladamente por la puerta principal que daba al hall, dejándola abierta. Todos se sobresaltaron.
El grupo estaba repartido entre varias sillas y el acogedor sofá rojo del hall, excepto Magus y Kourtney, que se vieron obligados a sentarse en el suelo puesto que no había más asientos libres.
Exhaustos, Jennifer y Hades pidieron atención.
-Esto -señaló Jennifer poniendo en alto un fichero de documentos que Hades le acababa de entregar-, es la clave de todo. Esto, es la clave del virus.
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