Lo siento.
No iba a mentir, estaba muy preocupado, pero también asustado por lo que estaba pasando. Chuuya se estaba muriendo.
No, no lo está... Yo estoy aquí.
O eso quería creer.
Y en medio de su lucha interna, Nakahara levantó su mano hacia él, tocando su mejilla, acunándola. Dazai reaccionó, tratando de sonreír. Claramente, no siendo capaz de hacerlo bien.
- Idiota... No finjas... que estás... bien.
La sonrisa de Osamu se desvaneció.
- Por mi culpa... Por mi culpa tú-
- Cállate. – y por primera vez, Dazai acató lo que le decía. – Si yo... estoy así, es por irresponsabilidad... mía, es mi culpa.
- ... De verdad que... - las palabras murieron en su garganta. La culpabilidad estaba consumiéndolo, pronto llovería.
- No llores... Lo último que quisiera ver, son tus lágrimas... por mí.
¿Por qué siempre las personas que apreciaba y quería, morían?
Chuuya entreabrió los ojos, con una débil sonrisa.
- Creo que, algo así pasó antes - comentó, haciendo referencia a cuando ambos, eran Soukoku. -... Debo admitir que... fueron, buenos tiempos. – desvió el rostro, tosiendo sangre. Se aclaró la garganta, tomando un pequeño respiro, volviendo su mirada a Dazai. Sintiendo como las lágrimas de su antiguo compañero caían en sus mejillas y rostro, por tener la cabeza en el regazo del más alto. – Dazai... no llores.
-No lo estoy haciendo. – mentira. – Además, ¿Quién lloraría por ti?
Chuuya sonrió, con cierto dolor. Causándole más a Osamu.
- ... Tienes razón... Pero... Si no te importa... ¿Por qué todavía sigues... aquí?
Las lágrimas siguieron cayendo con más fuerza. Esa fue la silenciosa respuesta que Dazai le dio, Chuuya suspiró, cerrando los ojos.
- Es gracioso... que los que... no buscan la muerte, esta les llega más rápido. – silencio. - ... Perdón, Osamu... sólo quiero... que sigas siendo tú... Sólo...
- ¡Vas a estar bien! ¡Por favor, deja de...!
- Sé feliz. Es lo único que te pido... De verdad, lo siento.
Adiós, Osamu Dazai.
Chuuya suspiró por última vez, con una pequeña sonrisa. Dazai se alteró más cuando la mano que Chuuya tenía en su mejilla dejaba de emanar calor y, caía. Se aferró a ella, llorando todavía más.
-Chuuya... Chuuya, por favor... - nada. - ¡Chuuya por favor, no me dejes!
Y por más que lo llamaba, él no respondía. No respondería. Y una parte de él se quebró.
Y esa no era su sangre. Era la de su viejo compañero. Ese que dejó una vez, y ahora él, inevitablemente, lo dejaba.
-Traumada Taisho
:y no final feliz, porque me gustó el resultado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top