This is love
Entonces, el día se convirtió en una semana y esa semana en un mes. Vale, puede que al principio Minho haya querido evadir el querer hablar con Thomas sobre el beso, es decir, sigue sin admitirse por qué diablos lo besó de repente si son amigos. Sin embargo, no se arrepiente de lo que hizo y sería capaz de probar sus labios de nuevo si la oportunidad ocurriera.
Si tan sólo el jodido Thomas le dejara hablar con él.
Oh sí, al parecer de Thomas, tiene una enfermedad contagiosa. Así que siempre que trata de acercarse, este lo mira con desagrado (no del bonito como cuando se conocieron, sino uno que le hace doler el corazón) e intenta alejarse de él sin dejarle proferir ni una sola palabra.
A veces, y no sabía por qué, le daba miedo que Thomas haya dejado de sentir eso por él. Tal vez ya no lo ama como lo dijo hace una vez y ahora está intentándose ver con otro chico que no sea tan Minho. De tan sólo pensar eso le dolía el corazón.
—¿Cómo va todo, huh? —Newt se sentó a su lado y le sonrió simpático.
Estaba sorprendido. Pues también Newt le había dejado de dirigir la palabra. También le dolía su indiferencia, porque quiere mucho al rubio, pero es muy diferente al dolor que siente al pensar a Thomas molesto consigo. Lo bueno de todo esto es que se dio cuenta que al final ya no sentía nada por Newt, ¿eh?
—Hola, tiempo sin verte —Observó cómo el rubio sacaba un pequeño bote de yogurt de fresa, después lamió la tapa.
Newt lo señaló con la cuchara que acaba de sacar de su mochila.
—No me mires así, que ha habido un jodido malentendido. Yo pensé que habías sido un idiota con Tommy, cosa que te había prohibido hacer por cierto, y cuando noté que eras un shank por naturaleza lo entendí todo —Se llevó una cucharada de yogurt a la boca y tragó—. Hmmm... Intenté hablar con Tommy para que arreglaran sus asuntos. ¿Sabes qué hizo?
—¿Te dejó de hablar?
—Me dejó de hablar —Asintió—. Incluso no comió el maldito desayuno que le hice. Condenado Tommy.
Ambos se rieron cómplices. El ser relegados por Thomas les traía cierta ventaja. Al menos podía decir que se sentía cómodo hablando con Newt sabiendo que los sentimientos de amistad son recíprocos.
—¿Entonces qué? ¿Soy tu plato de segunda mesa?
—¿No quieres que esté aquí? Bien puedo buscar a Sonya para charlar, aunque sea muy empalagosa —Hizo una mueca, intentando raspar el yogurt de las paredes del tupper.
—¿Sales con ella? —Alzó las cejas, curioso, siempre había sido su pregunta durante este último mes.
Newt soltó una carcajada que lo hizo sentir avergonzado. Después vinieron unas palmadas a su hombro que se sintieron tan condescendientes, que no pudo evitar empujarle para que se apartara. Afortunadamente Newt no mencionó nada sobre su gesto.
—Es la hija de la pareja de mi mamá. Han estado saliendo un par de meses y parece que quieren formalizar —Se encogió de hombros—. Les ha parecido una idea grandiosa que los hermanitos se amiguen para que no nos resulte pesado cuando vivamos juntos. Aunque Sonya es un poco-mucho entusiasta con la idea de tener un hermano mayor. Por favor, Minho, a mí las chicas no me van en nada.
Ahora fue Minho quien se rió. Eso tenía más sentido que Newt saliendo con una chica. No porque no resultara atractivo hacia ellas, sino que el rubio no encontraba atractiva a alguna. Bueno, con decir que intentó salir con Harriet en primer año y terminaron siendo amigos compartiendo pulseras con la leyenda BFF 4ever.
En fin, un misterio resuelto.
—¿Thomas lo sabe?
—Se lo dije hace un par de semanas —Lo vio asentir—. Pero creo que no me hizo mucho caso. Terminó llorando sobre mis piernas porque cierto asiático "estaba jugando con él".
—No estaba jugando con él —Frunció el ceño, indignado de que Thomas pensara semejante basura.
Algo muy dentro de sí se contrajo al pensar en el castaño llorar. Quiso ir ese momento a donde estaba para abrazarle y besar su cara hasta dejarla roja de la vergüenza. No quería ver a Thomas herido nunca más.
—Ya se lo dije. Pero no atiende a razones, y es tan cabeza dura que lo mejor será raptarlo en el departamento hasta que te escuche.
—Exactamen... Oye, no.
Newt se echó a reír y negó con la cabeza, se sintió un poco ofendido cuando le escuchó decir que era un "imbécil como Tommy", pero al final terminó riendo con él. Después comieron un poco. Minho no podía creer el apetito voraz que tenía Newt, pues además del yogurt sacó un panecillo de chocolate y un gran emparedado de jamón y se lo acabó como... en cinco minutos. El rubio se excusó diciendo que no había comido nada en casa, así que le creyó.
—Y sobre Thomas, yo creo que deberías insistir un poco más. Si lo besaste fue porque ya aclaraste tus sentimientos, ¿no?
Quiso hacerse pequeño al sentir la mirada de Newt sobre él. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué verdaderamente no sabe por qué lo besó? No, claro que no. Secretamente sabe por qué lo hizo. Y ahora lo tiene más claro que nunca. La razón por la que dudaba tantos de sus sentimientos hacia Newt era porque Thomas le ha nublado la mente desde que se conocieron.
—Siempre lo supiste, ¿verdad?
Newt sonrió satisfecho, después se encogió de hombros.
—Su atracción era tan visible. Los dos estaban tan obsesionados por el otro que era inevitable no notarlo. Tú molestándolo siempre, él enojándose y hablando todo el tiempo de ti. Pfff... Por favor.
—Nos peleábamos por ti.
—Al principio —Asintió Newt sonriendo perspicaz—. Después sólo fui el pretexto. Son un par de tontos que no se dieron cuenta de que terminaron enamorándose.
—¿Realmente crees que estoy enamorado de Thomas?
El rubio lo miró fingiendo estar confuso, después miró a su alrededor para regresar su vista a él. Se puso a contar sus dedos y luego repasó la tabla del dos al derecho y al revés. Finalmente soltó un suspiro pesado, negando con la cabeza.
—No lo sé, MinMin, ¿realmente lo estás?
[...]
Del cielo nublado comenzó a caer una lluvia tupida, afortunadamente su papá Fishy ya había previsto esto y le había obligado a llevar un pequeño paraguas en la mochila en caso de que lloviera antes de que llegara a casa. Pero no podía decirse lo mismo del frío, pues nada más lleva una delgada sudadera que apenas y lo protege del frío. Ya podía sentir sus dientes castañear.
Daba igual, solamente tenía que apurar el paso y llegaría en diez minutos a casa sin estar tan mojado o congelarse de frío. No podía permitirse un resfriado ahora que se venían las evaluaciones parciales y tenía que tener su mente al cien por ciento para estudiar. Además, no quiere faltar por si se llegase la oportunidad de poder aclararle a Thomas lo que siente.
Así que llámese destino o que Minho tiene buena vista, pero pudo distinguir a Thomas al otro lado de la calle; estaba apoyado en un poste telefónico, encogido en sí mismo con tal de mantener su cuerpo cálido. De inmediato corrió hacia él, empuñando con fuerza el mango de su paraguas, de ninguna manera iba a dejar que el castaño bonito se congelara en medio de la lluvia.
Thomas apenas le miró cuando se postró frente a él, cubriéndolos a ambos con el paraguas. Quiso acercarse a abrazarlo, pero el castaño adivinó sus intenciones, dando un paso atrás.
—¿Qué haces aquí, Minho?
—¡Estás empapado, garlopo! ¿Crees que mi corazón resistiría verte así sin hacer algo?
El castaño se apartó el pelo mojado de su frente para que pudiera apreciar el enfado en sus ojos. No, enfado y dolor; ahora que observaba con mayor detenimiento, podía ver el dolor atormentando su corazón. Sus ojos siempre han sido así, expresivos, llenos de emociones fuertes que lo han hecho estremecer desde la primera vez que lo conoció.
En este momento no se siente bien de poder leer perfectamente lo que siente, no cuando Thomas ha puesto una barrera entre ellos y no puede consolarlo.
—Cállate. No juegues con mi corazón así —Y sus lágrimas al fin se soltaron.
Una risa histérica escapó de sus labios.
—¡No entiendo por qué piensas que estoy jugando contigo! Simplemente te besé, quería hacerlo; no quería experimentar ni nada de lo que esté pensando tu cabeza.
—¿Así que quieres saber? —Al verlo asentir, Thomas se enjugó sus lágrimas bruscamente—. No quiero que me veas como una alternativa sólo porque Newt te rechazó, ¿crees que no lo sé? Era obvio que mi mejor amigo lo haría después de enterarse de lo que siento por ti. O seguro Newt te dijo que me dieras una oportunidad, porque el simpatiquísimo Thomas nunca conseguiría novio si no fuera por su cuenta. ¿O me equivoco?
—¡Cada palabra miertera está equivocada! ¡Me gustas! ¡Me gustas y mucho! ¡Siempre lo has hecho!
—¡Cállate! —Thomas explotó y por fin se derrumbó en llanto, apoyando su cabeza en el pecho de Minho, golpeándolo—. Cállate... P-Por favor. T-Tú estás enamorado de mi mejor amigo y él de ti. Estoy destinado a vivir en la zona del amigo, aunque probablemente en este momento me haya quedado sin ellos —Sollozó—. Ayer le dije cosas muy feas a Newt y le hice llorar. Él también a mí. D-Detesto esto, sin Newt no soy nada y no quiero perderlo... No quiero perderte a ti. ¿No los he perdido, Minho?
Se permitió abrazarlo con un brazo mientras seguía sosteniendo la sombrilla. En este momento no le importaba nada que no fuera Thomas, ni siquiera sentía la lluvia que mojaba sus hombros. Sólo quería brindarle calor al alma rota del castaño; nunca hubiera creído que semejante chico estuviera lidiando con problemas de autoestima sin que nadie se enterara. Bueno, debió sospecharlo en cuanto se enteró por qué vivía con Newt en vez de su familia, seguro su madre se encargó de hacerle infeliz una buena parte de su vida.
—No nos has perdido, ni lo harás. Eres tremendamente excepcional, y es por eso que me gustas —Al verlo negar, continuó—: No es ningún juego. Me gustas tanto. Quiero verte veinticuatro por siete y molestarte hasta que sonrías porque tu sonrisa es encantadora —Apartó a Thomas de su cuerpo para mirar sus ojos llorosos—. Lamento demorarme en darme cuenta, pero Newt nunca me dijo de tus sentimientos, fuiste tú. ¿Y sabes algo? Me siento la persona más afortunada del mundo por eso.
Thomas bajó la mirada, pero incluso desde aquí pudo ver cómo el castaño intentaba esconder un puchero.
—N-No quiero que lo digas por lástima.
—No lo digo por lástima; lo digo porque es cierto —Su manó busco el rostro del castaño para contactar con la mirada miel—. Mírame. ¿No puedes ver lo loco que estoy por ti?
El ojimiel se apartó de su toque apretando los párpados, Minho no quiso presionarlo, por lo que bajó su mano resignado. Le dolía que Thomas desconfiara de él, pero este no lo hacía a propósito y, quizá, él está lidiando con una batalla en su interior.
—C-Creo que necesito asimilar todo esto. Intento creerte, de verdad, pero necesito un tiempo para aclararme.
Los labios de Minho se apretaron en una fina línea. Asintió, pero no estaba satisfecho de lo que había sucedido. Sabía que Thomas no correría a sus brazos ante su declaración, pero no creía que el chico al que le ha sido más honesto, dude de los sentimientos que tiene por él.
No lo mal interpreten, lo entiende; Thomas es inseguro y un cabezota que difícilmente podrá cambiar de opinión. Pero eso no implica que sus sentimientos no se vean heridos ante el rechazo de ese chico bonito.
—Tal vez deba irme.
Thomas asintió, sin mirarlo directamente. Así que se acercó hasta estar a centímetros de su rostro y mimó suavemente la mejilla sonrosada. Pudo ver que el vaho salía de sus labios rosados al jadear de sorpresa, lo que lo hizo sonreír tristemente. Besó su mejilla izquierda, casi rozando su comisura y lo miró con adoración.
—Tómate el tiempo que necesites, Ojitos. Yo esperaré con tal de que vuelvas a mí —Y con una media sonrisa, le dejó el paraguas a Thomas antes de alejarse.
—Minho...
—Quédatelo. No soportaría que agarres un resfriado sabiendo que pude hacer algo.
No compartieron otra palabra. Minho pudo irse más tranquilo gracias a que el castaño no llegará tan empapado a casa, aunque él no corre con la misma suerte. Hay un momento en el que no puede diferenciar las lágrimas que silenciosamente bajan por su rostro con las grandes gotas de lluvia que no dejan de besar su piel. No le importa, nada de esto le importa.
Al llegar a casa, tanto papá Anchovy como papá Fishy están preocupados por su estado. Fishy corre por unas toallas y ropa seca al segundo piso mientras Anchovy lo dirige al sofá, diciéndole palabras reconfortantes y secando el llanto de su cara. Llora más fuerte, y entonces siente un abrazo de ambos padres, tan alterados por el estado de ánimo de su hijo.
—Bebé, háblanos —Le dijo Fishy.
—Haz caso a papá, campeón. ¿Ocurre algo en la escuela? ¿Te hicieron daño?
Minho sacudió su cabeza. Sabía que estaba comportándose como niño pequeño, pero necesitaba el consuelo de sus padres. Resultaba hasta patético que estuviera llorando por un chico.
—No sé a ciencia cierta cómo es esa plopus del amor —dijo vacilante, logrando que sus padres se miraran confusos.
—¿Qué pasa con eso, campeón?
—Pues eso. No lo sé. Pero creo que...
—¿Crees...? —Dymas le instó a hablar.
Minho dudó por un segundo, pero fue el suficiente para sentirse seguro de su confesión.
—Creo que amo a Thomas.
[...]
—¿Te sientes bien? —Con la cara contra la almohada, Thomas negó con la cabeza—. Ya. Te tomé la temperatura hace una hora y estás bien, no tienes fiebre. ¿Debería prepararte una sopa?
—No estoy enfermo, Newtie.
Escuchó que Newt se reía. Después sintió como su cuerpo era empujado hacia un lado para que el rubio pudiera sentarse (o eso dedujo una vez que el colchón se hundió a un lado suyo). Las manos de Newt acariciaron su cabello suavemente, casi maternal; aunque su madre nunca había hecho eso.
—Eso suponía. Tienes que salir de esa jodida cama. Te dejé faltar a clases pero tienes que ponerte con las tareas atrasadas, ¿no? El examen de La Rata es la próxima semana y está pesado; viene eso del octeto de Lewis.
—Mañana.
—Ni hablar. Te ayudaré a estudiar y a pasar los apuntes de hoy. Además, ¿no crees que me debes pedir una maldita disculpa? Ayer te la pasé porque estabas como Magdalena, pero me siento un poco ofendido que hayas dudado de mí cuando nunca te di razones. Nunca jugaría con tus sentimientos, Tommy.
Thomas se enderezó solamente para abrazar a su mejor amigo. Había querido hacerlo desde ayer pero el llanto apenas y le dejaba hablar. Es que hablar con Minho después de tanto tiempo le había dejado tocado. Según Minho, sus sentimientos son bien correspondidos, ¿cómo era eso posible y más aún de semejante escena que le hizo? Ocultó su rostro avergonzado en el hombro de Newt.
—Perdón por hacerte llorar, Newt. No quise herirte con mis palabras, y es algo que cargaré en mis hombros siempre.
Sintió un golpe en la coronilla que le hizo reír un poco.
—Nada de culpabilidad, niño. Te adoro malditamente como para que deje que sientas eso. Sólo no vuelvas a dudar de mí, ¿eh? Jamás.
—Gracias por ser mi mejor amigo.
—Un placer, Tommy —Newt alborotó su cabello—. Ahora cuéntame qué pasó con Minho. Que a juzgar cómo has estado y que Minho no fue hoy a la escuela, puedo deducir que ustedes ya hablaron, ¿a que sí?
Asintió apenado. Pero pronto cayó en cuenta que Minho le había dejado su paraguas y que muy probablemente llegó a su casa empapado. ¿Y si se había molestado con él? O peor aún, ¿y si se había enfermado por tal llovizna que no pudo levantarse de la cama? Eso sin duda lo haría sentir fatal, Minho había sido tan bueno y él sólo le pagó con dudas y una tarde fría.
Se levantó de inmediato y corrió a su armario para coger un par de prendas y cambiarse, ni siquiera se atrevió a responderle a Newt el por qué su cambio repentino de actitud porque sabía que eso requería contarle qué pasaba y no quiere perder más tiempo. La imperiosa necesidad de ver al asiático era más fuerte que cualquier cosa; hasta su estómago sentía un vuelco al pensar en Minho en mal estado.
Tenía que asegurarse que Minho estuviera bien.
—Tommy, hazme maldito caso, ¿a dónde crees que vas? —Newt se cruzó entre él y la puerta para impedirle el paso una vez que ya se había alistado para salir.
—Newt, no hay tiempo. Te contaré después, ¿de acuerdo? Tengo que ver a Minho.
—Ni hablar. Iré contigo y me contarás en el camino.
Bufó, sabiendo que no podría pelear con Newt. Pero en cuanto vio que el rubio se encerraba en su propia habitación para cambiarse, aprovechó para salir del apartamento y correr casi huyendo de su amigo. Tal vez no tenía sentido que lo hiciera, pues sabía que Minho no salía de casa en las tardes y probablemente lo encontraría ahí sin la necesidad de tanta premura. Mas lo único que tenía en mente en ese momento es que quería verlo, sin la intervención de nadie más que ellos.
—Oh, hola cariño —Le saludó Dymas—. Minho está algo agripado, no creo que pueda salir a verte.
—H-Hola señor Dymas —Se inclinó ante él—. ¿Será posible que pueda verlo? Estoy preocupado por él y quiero verlo.
Antes que pudiera responder, Spencer se asomó por el hombro de Dymas y le sonrió amistosamente; casi podría decir cariñoso.
—Déjalo pasar. Está adormilado porque acaba de comer un poco, pero seguro tu visita lo anima un poco. ¿Eres Thomas, verdad? Es tierno, amor; dile a Min que debe conservarlo.
—Shhh, lo vas a asustar —Le chistó Dymas dándole una patada en la espinilla, después se dirigió a Thomas—: Muy bien, te llevaré a su habitación para que puedan charlar un poco.
—G-Gracias. ¿Debería quitarme los zapatos o algo?
La mirada cautivada de los padres de Minho lo hizo bajar la mirada avergonzado. Fue justamente ahí que vio que ambos hombres llevaban los zapatos puestos. Se sonrojó. Más en ridículo no podía quedar, ¿verdad?
—Eres muy amable —Le elogió Spencer—. Te prometo que apenas se recupere mi hijo, lo llevaré a que pida tu mano. En serio. No podemos permitir que alguien más venga a ganarnos.
Ante una mirada reprobatoria del más fornido, Spencer se rió como un niño travieso y le guiñó un ojo a Thomas, haciéndole sonrojar más. Afortunadamente Dymas lo salvó, pidiéndole que le siga por las escaleras de caracol hasta que se topó con un pasillo de seis puertas blancas. Dymas abrió la primera a su derecha y le indicó con la cabeza que entrara.
La habitación azul de Minho no decía mucho. Esperaba encontrarse con un desorden en el suelo que le hiciera difícil caminar, pero si acaso encontró un par de musculosas colgando del mango de la puerta del armario. También vio unos cuantos balones amontonados debajo del escritorio: uno de fútbol americano, uno de soccer y uno desinflado de baloncesto. Sonrió al recordar que se desinfló cuando Newt lo lanzó tan alto que cayó en el patio de una casa, donde un amistoso Rottweiler por poco destroza el balón.
—Hey —La voz de Minho lo sacó de sus pensamientos.
Minho estaba... fatal. Su voz estaba ronca y temblorosa; como su cuerpo. Además, ni se diga que toda su ropa está empapada por el sudor. Definitivamente es una enfermedad fuerte para que pueda tumbar a alguien como Minho en menos de un día.
Thomas se mordió el labio ante el pensamiento que por su culpa se enfermó. Cuando Minho le había dejado la sombrilla no sabía qué hacer, por un lado estaba paralizado por la confesión en medio de la lluvia, y por otro estaba temblando de frío que apenas sabe cómo es que pudo caminar a casa entre tanto castañeo e hipido. De haber sabido que esto pasaría, le habría obligado a que se quedase con él.
—¿Cómo estás? —Se sentó en la cama junto a él.
Minho apenas y pudo levantar las comisuras de su boca para sonreírle.
—Podría estar mejor.
—Lo sien--
—No —Le cortó Minho—. Yo decidí esto. No me arrepiento de nada.
—Creo que me pasé un poco —Jugueteó nervioso con sus manos—. Todavía tengo dudas de todo esto, pero tal vez debí ser menos agresivo contigo. Y definitivamente no debí golpearte cuando me besaste.
Cuando fue besado por Minho, lo único que pudo pasar por su cabeza es que lo estaba usando para superar un supuesto rechazo de Newt o que nada más estaba experimentando con él y sus sentimientos. Nunca se le pasó por la cabeza que Minho gustara de él, no cuando el día anterior le preguntó cómo pedirle a Newt que sean novios.
Y shuck, estaba tan molesto que vio rojo y no pudo evitar soltarle un gancho derecho. Gracias a Dios que el azabache no le regresó el golpe, pues seguramente habría terminado noqueado. Esos bíceps no eran puro adorno, huh.
—Está bien. Fue amor a primer puñetazo.
Rió avergonzado.
—Eres un idiota.
—Oye —Minho se enderezó para apoyarse en un brazo, ah, las benditas venas se marcaban—. Pero te sigue gustando este idiota, ¿no?
—Tal vez —Sonrió mordiéndose el labio.
—Pues yo voy en serio cuando digo que me gustas. ¿Me dejarías besarte?
Tapó la cara de Minho de sus manos cuando lo sintió demasiado cerca de sí. Rió como bobo al escuchar las protestas ahogadas por sus manos y gritó cuando sintió un mordisco en su meñique seguido de un besito en compensación. Thomas estaba peor que un semáforo en alto.
—Para... para... Estás enfermo y me vas a contagiar.
Minho se detuvo en seguida.
—Bueno, pero si no estuviera enfermo, ¿me besarías?
—Tal vez —Admitió avergonzado—. Tengo muchas cosas que pensar.
Pero su corazón le decía a gritos que no tenía nada que pensar, pues anhela sentir los labios de Minho sobre su piel. Aunque sea una vez más.
[...]
Pasaron un par de días y no pudo visitar a Minho porque el doctor Leavitt dejó mucha tarea de filosofía. Thomas se había dado a la tarea de tomar bien los apuntes para que Minho pudiera estudiar bien para los exámenes después de sus días de descanso. Y ahora, que era fin de semana, tanto Newt como él decidieron que era buena idea visitar al asiático.
Siendo francos, se sentía muy nervioso. Minho se había mantenido al contacto con él por mensajes y lo notaba inusualmente cariñoso con él. Con decir que hasta le amenazó que sería atrapado por sus brazos la próxima vez que se vieran. Pero, por Dios, era la casa de Minho; no se atrevería. O no frente a sus padres.
Tal vez deba mantenerse pegado a Dymas.
Spencer los recibió encantado. Alegó que llegaron en buen momento pues Dymas había preparado el ramen familiar y ellos debían probarlo también porque eran prácticamente de la familia. Además del bochorno habitual, sintió una calidez que lo hizo sentir en casa.
—Por favor, pasen, Fishy está en eso de la cocina y Minho está en la sala. Están en su casa —La sonrisa de Spencer era tan amable.
—Gracias, señor Spencer.
—Ay, Tom. Dime Anchovy, por favor, que eres como mi yerno. Hasta Newt lo hace.
—Lo hago —Asintió Newt divertido—. Pero Tommy es un bebé que le cuesta agarrar confianza, ¿verdad? Y más si se trata de los suegros.
Spencer y Newt se rieron, a lo que él sólo quiso esconderse cual avestruz. Los padres de Minho y Newt eran tan directos que parecían estar cortados con el filo de la misma tijera. Ya se veía sin poder tener su color de piel natural por un buen tiempo por tantos rubores.
Afortunadamente Minho llegó a salvarlo. O eso creía. Pues directamente fue hacia él, emocionado, diciendo que ya podía abrazarlo porque ya no estaba tan enfermo. Y de hecho sí, lo abrazó, recibiendo sonidos enternecidos de toda la casa. Al fin y al cabo cumplió su amenaza, eh. Qué eficaz.
—Hola, Ojitos.
—N-No me digas así.
Le gustaba el apodo. Pero su corazón no iba a poder resistir tanta ternura sabiendo que casi suena como los apodos que se ponen las parejas. Y ellos... aún no son pareja.
Cuando se apartó del caluroso abrazo, dejó que su mejor amigo se acercara a Minho. Ambos se sonrieron y chocaron los puños tan naturalmente que parecía que son camaradas de toda la vida en vez de los chicos que se la pasaban coqueteando a cada rato. Fue extraño. Casi hubiera preferido que se saludaran de un beso en la mejilla.
Inconscientemente se tocó la mejilla. La idea de recibir otro beso en la mejilla por parte del azabache le resultaba tentadora, pero externar su necesidad no era una opción cuando aún no habían arreglado al cien por ciento sus problemas. Que ya no tuvieran altercados no quería decir que hayan decidido qué hacer.
—Hora de comer —Anunció Dymas, llevando una gran cacerola de cerámica humeante al centro de la mesa del comedor—. Apuesto que están todos hambrientos, pero vale la pena. ¡Ramen picante para todos!
Newt fue de inmediato a socorrer a Dymas para llevar algunos vasos, cubiertos y algunos aperitivos a la mesa mientras que Spencer fue a poner música que según él, se trataba de "Trot". Y aunque no era música que estaba acostumbrado escuchar, le hizo sonreír que Spencer se pusiera a bailar en medio del comedor.
—Mis padres están locos, pero empeoran cuando están emocionados —Minho apretó los labios, ocultando una sonrisa—. Perdónalos. Somos una familia anormal.
—Podré lidiar con ello.
—¿Sí?
—Bueno —Se encogió de hombros—, tu papá quiere apartarme para ti. Así que no me queda alternativa que quedarme con ustedes —Fingió estar resignado. Decir que estaba enamorado de la familia que Minho tenía ya era demasiado.
—¿Sólo por mi papá? ¿Ni siquiera porque te gusto o porque soy demasiado guapo para que me ignores? —Minho se paró frente a él, con una expresión divertida en su rostro. Thomas negó, sonrojado, a su interrogante—. Uhm, supongo que tendré que convencerte. Seguro que si te beso, te enamoras, ¿qué opinas?
Al sentir el cuerpo de Minho muy cerca del suyo, tuvo que dar un paso hacia atrás, sin contar que los brazos del fornido lo rodearían y lo pegarían más a él. Tuvo que apoyar sus manos en su pecho con la intención de apartarlo, más terminó apretando la tela de la musculosa negra cuando sintió el aliento del mayor. Apretó los párpados y sintió un beso tronado en su mejilla derecha.
Se puso completamente rojo en cuanto escuchó las risas de todos. Incluso Minho, quien le había liberado; justamente cuando necesita más soporte porque sus piernas le tiemblan por ese contacto. Gracias Minho.
—Muy bien, tórtolos, las manos donde pueda verlas —Demandó Newt divertido y señaló al par con su índice—. Ahora, vengan a comer antes de que terminen comiéndose a besos.
Sin más, dejó que Minho lo agarrara de la muñeca y lo guiara hasta el comedor. Se sentaron uno a lado del otro, con Newt y Dymas sentándose frente a ellos, mientras que Spencer se sentaba en la cabeza de la mesa, justo a lado de su esposo para tomarle de la mano. Thomas pudo ver las argollas plateadas en sus manos.
—Hey —La voz de Minho lo sacó de su ensimismamiento. Al parpadear, le señaló su plato lleno de fideo rojizo, carne y vegetales—, ¿está bien lo que te serví o te sirvo más?
—N-No, gracias. Así está bien —Le llegó un aroma picante que lo hizo babear—. Esto huele excelente.
—Eso alegrará mucho a papá Fishy. Estaba nervioso porque no te gustara —Minho tomó sus palillos metálicos e inclinó la cabeza con una mueca graciosa—. Itadakimasu.
—¿No lo vas a superar, verdad? Madura, Minho.
—No. Jamás. Antes me muero.
Bufó, pero no dijo más porque estaba hambriento y lo último que quería es pelear con el asiático. Así que tomó sus palillos chinos, uno en cada mano, e intentó recoger algo de carne fallidamente. Minho se rió en voz baja, y le enseñó cómo debería usarlos, pero Thomas no entendía cómo.
—Mira, no es tan difícil. Uno lo sujetas como si fuera un lápiz y el otro lo apoyas sobre tu dedo anular —Le enseñó paso a paso y, al final, cogió un trozo de carne para acercarlo a la boca de Thomas—. Come.
Thomas abrió su boca y masticó la carne. Sabía bien; tal vez un poco condimentado y picante de lo que estaba acostumbrado, pero podría acostumbrarse. Hasta Newt parecía disfrutarlo.
—Dices que es fácil, pero tú naciste usando esto —Frunció sus labios—. Yo apenas puedo usar la cuchara.
—Inténtalo, yo te ayudo —El azabache se paró detrás de su asiento y le tomó la mano con la que sostenía los palillos—. Los colocas como te dije, sí, así. Después, como si fueran unas pinzas o tenazas, tomas lo que quieras.
Con las manos temblorosas por sentir el aliento de Minho en su oreja izquierda, agarró un poco de ramen y sorbió un poco, cortando con sus dientes el fideo que colgaba de él. Sintió que Minho limpiaba el caldillo picante con su pulgar y quiso pensar que se lo llevaba a la boca. De tan sólo imaginarse esa escena, tembló.
—P-Preferiría usar el tenedor.
—Lo que digas y mandes, Ojitos.
Pudo respirar aliviado cuando dejó de sentir el calor de Minho en su espalda. Miró a su alrededor para ver si alguien había sido testigo de lo que había ocurrido, pero los demás estaban enfrascados en la historia que Newt les estaba contando acerca de un incidente cuando trabajaba en una floristería. Uff... Qué bueno que no vieron nada.
Mas la tranquilidad le duró muy poco cuando su mejor amigo estableció contacto visual con él y le guiñó el ojo con complicidad. Quiso morirse de vergüenza.
[...]
Eran mediados de mayo en aquel entonces. Afortunadamente no reprobó ninguna materia gracias a que se la pasó estudiando con Newt noche y día. Lo placentero del día es que a La Rata no le dio gusto entregarle el examen que tenía la mejor puntuación del grupo, y Thomas, por supuesto, seguía sin creérsela. Ya quería ver el rostro del mayor en cuanto le presumiera su 96 en color rojo.
Lástima que no iba poder ver a Newt hasta la noche porque su mejor amigo tenía que ir a cenar con su familia. Se compadecía de él por estar soportando a Sonya, quien insisite en trenzar su cabello largo y ponerle gemas de fantasía. Pobre Newt.
Caminó alegremente unas calles hasta que se dio cuenta que empezaron a caer gotitas del cielo. Maldijo por lo bajo; ya debía hacerle caso a Newt y llevar su paraguas en caso de cualquier situación. Pero como no escuchó el consejo no le quedó más que ponerse la capucha de su suéter y correr hasta buscar un sitio techado. Se mantuvo ahí unos minutos, pero sabía que en algún momento debía dejar su escondrijo, pues la lluvia no dejaba de aumentar.
—¿Qué haces aquí?
Y entonces ahí estaba Minho, su salvador frente a él, con un paraguas cubriéndolo. Se puso rojo en cuanto vio que una sonrisa florecía de los labios cereza del chico.
—No pensé que llovería.
—¿Esto no te suena a deja vú? Tal vez alguien fuera de nuestro alcance nos esté manipulando para que nos encontremos en una situación similar, ¿huh? No hay que decepcionarle, mejor démosle lo que ha estado esperando de nosotros.
—¿Y-Y qué espera de nosotros?
Minho sonrió y dio un paso hacia él. Se sonrojó al sentir un brazo fuerte sosteniendo su espalda baja y atraerlo hasta el fornido pecho del más alto. Los ojos oscuros del asiático lo contemplaban con tal intensidad que no podía despegar la mirada de él, como un magneto que no hacía más que hechizarlo e impulsarlo hasta el abismo. Tembló cuando Minho acercó su varonil rostro al suyo.
—Tal vez —susurró mirando sus labios—... Tal vez quiera que te bese los labios. O que te confiese que estoy enamorado de ti. ¿Tú qué preferirías que hiciera?
—Ambas —Jadeó—. Prefiero ambas.
Minho asintió muy despacio, aún con la mirada pegada a sus labios.
—Yo también prefiero ambas.
Y muy despacio, con toda la ternura del mundo, juntaron sus labios. Thomas cerró sus ojos y pasó sus manos por el pecho firme de Minho en cuanto sintió que unos brazos fuertes afirmaban dulcemente sus caderas.
Los labios de Minho eran suaves con él, eran casi como caricias que se repartían mutuamente mientras comparten el mismo aliento. Era embriagante. Era difícil no derretirse ante la dominación que Minho le sometía conforme el beso tomaba más solidez y se convertía en un beso que decía todo mediante débiles suspiros que ambos soltaban.
Un lo siento, te amo y te creo bastaron para perdonarse las heridas que aún punzan en sus corazones. Tal vez con un poco de tiempo, el dolor cicatrizaría por completo.
—¿Sabes? —Le dijo Minho en cuanto rompió el beso—. Te amo. Shuck, ¿lo escuchaste? Te amo. Y si me dijeran qué es lo que quiero tener para siempre, diría mil y una veces que te quiero a ti. Sólo a ti.
—¿En serio? —Casi siente que las lágrimas se le derraman de la emoción.
—Shuck, sí. Es más, si fuera un átomo, te daría todos mis electrones para que completes tu octeto —Cuando Thomas rió, Minho le miró con adoración, casi hechizado—. ¿Lo ves? Con tal de ver tu carita feliz, soy capaz de hacerlo. Hasta estudiaría Química contigo, y se me da de la plopus.
—Te amo, Minho.
Minho lo atrapó fuertemente entre sus brazos y sintió varios besos en su coronilla que lo hicieron reír.
—Joder, de verdad que soy afortunado.
Y Thomas sonrió. Las mariposas en el estómago eran un mito, pues en este momento sentía cómo miles de penitentes hacían estragos en su interior hasta devastarlo. Quería gritar, llorar, sonreír, besar a Minho. Sobretodo esta última, huh. Bueno, con el plus de los abrazos cálidos que Minho le da cuando están a la mitad de la lluvia.
¿Así que era esto a lo que llamaban amor? Bien, podría soportarlo.
Por Minho soportaría todo.
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