Epílogo
Han pasado cinco años desde el nacimiento de los mellizos. Cinco años en que Monkey D. Luffy se convirtió en el Rey de los Piratas. Cinco años en que el reino de Totto Land se inspira la paz. Charlotte Linlin desapareció del mapa, ya que fue asesinada por el mismo Kaido, pero el gobernador de las bestias fue derrotado por Mugiwara. El reino de Wano es libre finalmente. Charlotte Katakuri fue escogido por los lugareños como el gobernante de Whole Cake, por su valentía y por ser considerado el más venerado, como un héroe. Las mujeres van detrás de él, para llamar su atención; sin embargo, él las ignora completamente, ya que tiene una familia.
Y hablando de eso, Len se encuentra en la casa preparando la comida, ya que esta tarde tiene visita. Se le ve más madura que antes. La cabellera lo tiene en forma de trenza porque es una molestia, cada vez que se pone a realizar alguna que otra tarea. No siempre suele pasar en la casa, también sale por las tardes con sus hijos para que cojan un poco de aire. Estar metidos en cuatro paredes no es bueno para su salud. Lo curioso es que están algo callados. Mira el reloj, observando que es mediodía, a esas horas no suelen estar durmiendo o haciendo alguna trastada. Siempre están esperando por su padre; sobre todo, la pequeña Hoppe. Ambos son inseparables.
Escucha la puerta abrirse, por lo que se asoma para ver quién era. Es Katakuri acompañado por sus hermanos. Esboza una leve sonrisa al verles y se acerca un poco más para recibirlos con gusto.
—Me alegra de veros, chicos.
—¡Len-chan! Parece que llevamos un tiempo sin vernos —grita Brûlée con una sonrisa en sus labios.
—Eso es lo que pasa cuando tu hermano me tiene retenida aquí dentro —dijo, sintiendo como Katakuri la alza para sentarla sobre su antebrazo.
—No siempre te tengo retenida -corrige.
—Si tú lo vieras diciendo cosas como: «Echo de menos a Len». —Cracker imita a su hermano, quién recibe una mirada asesina.
—Bueno porque sabe que le puedo reventar la cabeza. —Sonríe falsamente—. Y bájame, tengo la comida en el fuego.
Un gruñido de molestia sale de la garganta de Katakuri, quien deja a la chica en el suelo, como le pidió. Len corre con rapidez hacia la cocina, no sin antes asomarse por las escaleras y gritar:
—¡Niños! ¡Papá ya está aquí con vuestros tíos!
De repente, unos pasos bien fuertes se forman en el piso. Ciertas personas están corriendo por toda la habitación, llegando a las escaleras para bajar en ellas. Pero un paso en falso, y uno de ellos cae junto con su hermano que van rodando hasta llegar al piso de abajo.
—Hoppe... estás encima mía.
—Te aguantas.
El niño se levanta haciendo que la niña se cayera al suelo, riendo muy feliz.
Glutton heredó el cabello de Katakuri, color granate, y los ojos de su madre, color avellana. De piel morena y la cabellera le llega a la altura de sus hombros, y un rostro de lo más lindo que hay. En cambio, Hoppe es lo contrario a su hermano. Heredó el color de cabello de su madre, castaño, y los ojos de su padre, granates. Su pelo es corto y algo puntiagudo, y de piel pálida. Y lo que más destaca en ella son los colmillos que le sobresalen de su boca. En definitiva, es la versión femenina de Katakuri.
—¡Papi! —La pequeña Hoppe al ver a su padre, no aguantó las ganas de correr hacia él y recibir un abrazo.
Katakuri se agacha para cogerla en brazos, es tan pequeña a su lado—. ¿Cómo estás pequeña?
—¡Te eché de menos! —dice la pequeña apoyando la mejilla en el rostro de su padre, quien se ha quitado su bufanda.
—Me ves todos los días. —Mira de reojo que Glutton se acerca para recibir atención también, a lo que se agacha para cogerle—. ¿Te has portado bien?
—Sí, papá. —Esboza la sonrisa el niño—. Recogimos nuestros juguetes para dar la bienvenida a nuestros tíos.
—Oh, pero qué lindos que son. —Brûlée se sonroja un poco, al ver que sus sobrinos han salido bastante educados.
—¡Tía Brûlée! —gritan al unísono ambos hermanos.— ¡Tío Cracker! ¡Tío Oven! ¡Tío Daifuku! ¡Tía Smoothie! ¡Tía Galette!
—Relajaos, os vais a asfixiar diciendo muchos nombres.
Ambos niños ríen ante el comentario de Smoothie. La verdad es que los niños son hiperactivos y risueños, no temen a nada. Han sacado el carácter de sus padres, Glutton es un ejemplo de ello, ya que si no le preparan la comida, se enfada demasiado. Sin embargo, la pequeña Hoppe es todo lo contrario. Es calmada, pero a veces calculadora. A Len le encanta su forma de sonreír, no le importa si la gente la mira mal. Es igualita a su padre, pero más pequeña y más linda.
Escuchan a Len llamarles por lo que saltan de los brazos de Katakuri para dirigirse hacia la sala del comedor. La comida ya estaba servida, por lo que se sientan en sus respectivos sitios. El gobernador de Totto Land llega junto con sus hermanos. La mesa es grande para que estén todos y no falte ninguno. Durante estos últimos años, Len ha mejorado en cuanto a la cocina, ya que tiene una familia que alimentar. Y a veces, hace algún que otro capricho. Un ejemplo claro es hacer donuts para Katakuri. Hace todo el esfuerzo del mundo para ponerlo contento, pero él nunca se quejó.
—Espero que os guste lo que preparé hoy.
—Tiene buena pinta —comenta Daifuku cogiendo un trozo.
—Mamá hace una comida estupenda —dice muy alegre Hoppe, agitando los brazos.
—Y no pongo en duda en ello. Oh, se me olvidaba. —Oven saca de una bolsa un paquete envuelto de regalo—. Esto es para ti, pequeña.
Algo que le encanta a Hoppe es que le regalen juguetes nuevos, y más si viene de Oven. Sin dudarlo, lo coge con sus pequeñas manos y lo abre desesperada. Sus ojos de color granate se iluminan, al instante—. ¡Mira mamá! ¡Teddy ya no se sentirá solo! —Teddy es su peluche con forma de oso panda—. ¿Qué animal es?
—Es un gato —le contesta Len, contenta de ver a la niña feliz.
—Papá, ¿qué nombre le ponemos?
Katakuri mira a la pequeña con interés. Cada vez que sus tíos le regalan un peluche, acude siempre a él para ponerle un nombre—. ¿Qué te parece Kitty?
—¡Me gusta!
Glutton infla los mofletes, molesto de que siempre le regalan cosas a su hermana pequeña. Sin embargo, se sorprende al tener enfrente un paquete de regalo para él. Mira a Daifuku quién se lo extendía.
—No nos hemos olvidado de ti, campeón.
El chico, sin pensarlo, toma aquel regalo y lo va rompiendo con avidez, está ansioso de saber que es. Una espada de madera para su colección—. ¡Genial! Necesitaba uno. ¡Gracias, tío Daifuku!
—Lo que yo espero que la cuides. Ya llevas cuatro rotas por jugar demasiado —le regaña su madre.
—Salió al padre, ¿qué esperabas? —Cracker ante el comentario que hizo, pero Katakuri no dijo nada.
—Glutton adoptó la forma glotona de Katakuri. —Confiesa sin remordimientos Len.
—Tú lo sabes mejor que nadie. —Galette ríe ante el comentario de su cuñada.
Katakuri se sonroja demasiado que se cubra aún más con la bufanda. Y no es el único, su hijo se pone la gorra de su chaqueta para ocultar su rostro, porque está al rojo vivo. Las mujeres, ahí presentes en la sala, ríen al ver los monos que se veían. Hoppe está entretenida con su nuevo juguete que ni se inmutó que ya la comida estará fría. No obstante, deja de lado al muñeco para comer. No le importaba comerlo así, le gusta la comida que prepara su madre.
Los hermanos de Katakuri comenzaron a charlar sobre temas de conquistas, ya que deberían buscar nuevos territorios. Esto a los niños les aburre demasiado, por lo que optan marcharse a jugar tranquilamente. Glutton se pone a blandir la espada de madera, simulando que esta peleando con alguien. Y Hoppe decide dejar a Kitty en la mesa para buscar a su otro peluche, que se encuentra en su habitación. Tiene decidido jugar con los dos muñecos.
El niño de cabellos granates ve de reojo que su hermana sube por las escaleras, y esboza una sonrisa divertida. Aprovecha para acercarse al peluche y combatir contra él. Lo golpea varias veces con la espada de madera, importándole poco si lo rompe o no. Digamos que Glutton heredó la fuerza de su padre y de su madre a la vez. Él será un luchador nato cuando sea un poco más mayor. Es joven y todavía le queda por aprender.
De pronto, escucha un grito de alguien a lo que deja de jugar. Es su hermana Hoppe quien sostiene a Teddy y mira con horror la escena.
—¡¿Que estás haciendo con Kitty?!
—Jugar con él. Es mi rival —dice muy calmado el pequeño.
—¡No tienes derecho a cogerlo sin mi permiso! —Se dirige hacia él, cogiendo el muñeco. Sin embargo, Glutton se lo impide—. ¡Es mío!
—¡Yo también tengo derecho a jugar! —Ambos niños empiezan a tirar el peluche con fuerza.
—¡Pero me lo regaló tío Oven!
—¡Me da igual!
—¡Suéltalo!
—¡No lo soltaré!
No se están dando que están rompiendo el muñeco. Los puntos, poco a poco, se rompen. Están tan cegados en querer jugar con el peluche que, de repente, se resquebraja por completo. Hoppe cae al suelo haciendo daño mientras que Glutton se mantiene en pie, sujetando el cuerpo de Kitty. Len, al escuchar los gritos, no puede evitar en asomarse para ver qué pasa, junto con los otros que están preocupados.
—Pero bueno, ¿se puede saber porque tanto escándalo?
—Mamá yo... —El pequeño quería disculparse, pero nota una tensión un tanto incómoda en aquella sala.
Hoppe se levanta lentamente, quien sostiene todavía la cabeza del muñeco. Es nuevo y ahora está roto. Aprieta con fuerza aquella parte de su juguete y se gira poco a poco. Glutton está viendo el demonio. Los ojos de la niña están en blanco y emana un aura un tanto peligrosa. Le recuerda mucho a su mamá cuando se enfada. ¿Le estará pasando lo mismo?—. ¡Glutton! ¡No te voy a perdonar por romper al gatito! —Salta con rapidez y golpea con fuerza la cara de su hermano, provocando que éste se estampara contra la pared.
«Igualita a su madre», piensan todos con una gota en la sien. Katakuri está muy sorprendido que su princesa haya hecho eso. Es la primera vez que la ve comportarse de esa manera. Por su parte, Len se acerca hacia donde está la pequeña que, después de pegar a su hermano, comienza a llorar por ver que el regalo que le entregó Oven se ha roto. Acaricia la cabeza de su hija para reconfortarla. Tiene arreglo y ella debe entenderlo. Ahora escucha como Glutton llora con fuerza, por la paliza que recibió de su hermana.
Katakuri se acerca poniéndose a su altura, acariciando su cabeza para que dejase de llorar. Observa detenidamente si el niño no tiene algún tipo de daño. No tiene heridas alguna, así que se tranquiliza. Pero aquel golpe se parece a la de Len cuando se cabrea de verdad. Ya los niños lo saben y lo han vivido. Si ven a su madre enfadarse, es mejor no decir nada, sino quieren recibir algún grito de ella o un lanzamiento de zapato.
Katakuri suspira levemente, cogiendo al pequeño Glutton, caminando en dirección hacia donde está Len y la pequeña. Ambas los miran, preguntándose qué querrían.
—Será mejor que los dos os disculpéis por lo sucedido. Uno por romper el peluche nuevo y otra por golpearle.
Ambos niños se miran, dudando. Pero son responsables de algo que han hecho—. Lo siento —dicen al unísono.
Len amplía un poco más la sonrisa al observar que ambos mellizos se disculpan ante lo sucedido. Coge a Glutton, que es un poco más grande que su hermana, y a ambos los abraza como nunca, a lo que ellos lo reciben encantados de la vida. Sin embargo, Katakuri no se queda para atrás, coge a Len aprovechando la diferencia de altura y da un leve achuchón a su pequeña familia.
—Bueno nosotros nos retiramos. Estamos viendo que hay demasiado amor en el ambiente —comenta Cracker ya empujando a sus hermanos.
—¡Onii-chan recuerda que mañana vendrá Mugiwara para hablar sobre el futuro de Totto Land! ¡Hasta luego!
—¡Hasta luego!
Cierto, acaba de recordar que mañana vendrá a Luffy para hablar de unos temas importantes. Es normal, es el actual Rey de los Piratas y le debe un favor enorme. Y sus pensamientos se dispersan al sentir unas pequeñas manos posar en su rostro. Hoppe, la viva imagen de Katakuri, le dedica una sonrisa a su padre. Esos colmillos que sobresalen de su rostro como él, no le impedía ser una niña feliz que quiere mucho a su familia. Esto al hombre le enternece demasiado que ronronea muy cerca de ella, a lo que ella ríe.
Len aprovecha para besar los labios de su esposo, sintiéndose la mujer más feliz en ese momento. Y él, obviamente, no lo rechaza. Escuchan como sus propios hijos hacen un gesto de asquerosidad, como si no les gusta ver a sus padres besarse. Su madre les tira de las orejas para que no sean malos y les recuerda que en algún momento harán lo mismo, pero cuando tengan la mayoría de edad. Ambos niños bostezan con fuerza, ya que están algo cansados.
Se han acostumbrado a echarse la siesta después de comer. Katakuri los lleva a su respectivo cuarto mientras que Len va a la cocina para fregar los platos. La verdad es que criar dos niños no es tarea fácil. Y más si tu esposo se pasa el día fuera. Es normal, es el gobernante del reino de Totto Land. Está tan centrada que no se inmuta ante la presencia de su esposo, quien la abraza apoyando la cabeza en su hombro. Hace un sonido de ronroneo como queriendo algo de atención.
Ella solo sonríe, sabiendo de sobra que es lo que quiere.
—Kata estoy con esto.
—¿Y no puedes dejar de lado eso y atender a tu esposo?
—Mi esposo está apurado por lo que veo. —Se gira un poco para encararlo y es alzada por él, sentándola en el borde.
—Es que hace tiempo que no jugamos. Y ya que tengo la oportunidad, no quiero desaprovecharla.
—Pervertido.
—Soy tu pervertido —dice ronroneando como un adolescente enamorado.
Ella no para de reír al tenerlo muy cerca, le está haciendo cosquillas sin darse cuenta. Katakuri aprovecha el momento para cogerla en brazos y besarla como nunca. Le encantaba hacer ese gesto. Mimarla como si fuera un gran tesoro que se encuentra escondido en una isla desconocida. Los besos son suaves mostrando afecto de uno del otro, y poco a poco se intensifica aún más. El ex-comandante camina en dirección a la habitación. Su cueva del amor como lo llamaría él. Suena bastante cursi, hasta Len le pegaría por decir algo tan absurdo. Pero ya no importaba.
Ambos se aman profundamente y ya están acostumbrados a escuchar tonterías de su pareja. Ya en la cama, comienza a darle todo el cariño del mundo a su esposa. Y no por lo hermosa que era. No por la necesidad que siente. Es porque la ama demasiado. No dejaría de tocar aquella piel aterciopelada, esos labios que le imploran ser besados, esos gemidos provocados por él. Y quién lo llame loco, es que no sabe que se siente el hombre más afortunado del mundo.
Iba a progresar; sin embargo, Len le detiene. Él le mira confuso, que alza la ceja, queriendo alguna explicación. La joven se sienta sin que sus dedos dejen de tocar aquella cicatriz.
—Kata tengo que decirte algo.
—¿Es bueno o malo? —¿Debería preocuparse ahora mismo?
—Es bueno. —Se sonroja un poco. Toma la mano de Katakuri con delicadeza y lo guía a su vientre. No lo entendió hasta que lo captó segundos después, con los ojos bien abiertos—. Estoy embarazada de nuevo.
Música para los oídos de Katakuri.
La abraza con todas sus fuerzas, pero sin hacerla daño—. No sabes lo feliz que estoy.
—Lo iba a decir en el comedor, pero vi a nuestros pequeños tan emocionados que se me olvidó.
—Gritarían de la emoción, créeme. —La mira por un gran rato, deseando decirle unas cuantas cosas—. Gracias.
—¿Por qué?
—Por todo —confiesa el hombre—, desde que era un niño, no he recibido el trato que quería. Mamá le daba igual todo e incluso se burlaba de nosotros por nuestro aspecto. A mí me importaba un comino lo que pensaba la gente de mí; sin embargo, cuando hirieron a Brûlée, toda mi vida cambió. —Sus ojos dejaron de brillar por unos momentos—. Ya tenía en mente en que nadie se fijaría en un monstruo como yo. Hasta que llegaste tú. —La vida vuelve en él, ahora mirando con emoción hacia la joven—. Al principio sentí miedo y curiosidad, y me he dado cuenta que realmente no te importaba mi físico. Te gusta lo que ves. Me aceptas tal y como soy. Hiciste que sacara al niño interior. Has hecho todo lo posible para que no sintiera miedo. Y encima que creyera en el amor. —Aprieta más el agarre—. Eres lo más preciado de mi vida y estaré a tu lado hasta que la muerte nos separe.
Esto a Len le ha conmovido demasiado que no evitó en llorar. Llora de alegría ante esas palabras—. Eres el hombre más maravilloso y humilde que he conocido. Un gran guerrero que se toma las cosas en serio, pero cuando eres tú, eres de lo más adorable del mundo. Me encanta tu rostro y no me cansaré en besarlo. —Apoya la frente contra la de él—. Aunque me doblas la edad y el tamaño, yo siempre te amaré. Te amaré hasta que la muerte nos separe.
«Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste,
humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor, quien lo probó lo sabe».
Lope de Vega
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¡Y aquí termina la historia!
Muchas gracias aquellas personas que han apoyado desde un principio el libro. La verdad, nunca pensé que os gustara una temática que no suelo emplear, y es utilizar un OC.
Algunos me lo pedisteis y finalmente hice la prueba en esta obra, y de verdad os lo agradezco un montón.
Nos vemos en otra historia, ¡chau!
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