Capítulo XVII

Y llegó el día. Hoy era el día de la boda. Todos los invitados estaban ansiosos de ver a la futura pareja. Cómo sería la relación entre ambos a partir de ahora. Están expectantes. E incluso los hermanos de Katakuri se ponen hablar con la gente para que estuviesen tranquila. Big Mom ya deseaba probar el gran pastel que han preparado los chefs.

La pobre Len no paraba de toquetear el vestido que hasta Brûlée la detiene dando un leve golpe a sus manos.  Ella infla los mofletes molesta. La verdad todo le era incómodo hasta el peinado que le ha hecho Pudding. No estaba acostumbrada a estas cosas y no sabía cómo reaccionar. Realmente el miedo la invade poco a poco. Seguro que a Katakuri le irá bien. Y una cosa importante: ¿quien será su acompañante para el altar? Como si sus pensamientos fueron escuchados, alguien toca la puerta donde Galette abre dejando paso a Perospero.

—He venido a por la novia.

—¿Ya está Katakuri en el altar?

—Y muy ansioso —contesta.— Es la primera vez que le veo un poco nervioso.

—Es normal, se va a casar con Len —ríe Smoothie ya dando los últimos toques en la chica.

—¡Ya! Déjame tranquila. —Ya estaba cansada.

—Oh vamos, solo te falta una cosa. —Smoothie termina de pintar los labios de la chica.— ¡Listo!

—¡Estupendo! Vamos, antes de que al novio le dé algo.

Y hablando del Rey de Roma, mueve los pies un poco inquieto ante la atenta mirada de toda esa gente que invitó su madre. La verdad es que se ha pasado en comparación a las bodas de su hermanas Praline y Chiffon. Claro, él es un comandante importante y temido por toda la marine, y es normal. De vez en cuando, mira a sus hermanos mellizos que se encontraban a su lado por si ocurría algo.

Carraspea un poco sintiendo la garganta un poco seca. Ah, su bufanda estaba presente en todo este embrollo.

Y la música comienza a sonar dando la señal de que la novia ya estaba aquí. Katakuri traga saliva, listo para lo que venía venir. Va girando su cuerpo lentamente y sus ojos se clavan en Len. Nunca la ha visto con ese traje y se veía realmente hermosa con ella. Y tan maquillada. Todo en ella le parecía lo más bello. Por su parte, Len estaba impresionada de que Katakuri vistiese con ese traje tan elegante. No parecía el mismo menos la bufanda. Ríe por dentro sabiendo que Katakuri no cambiará.

Ya en el altar, Perospero se retira dejando a los dos novios con el cura. Ambos se miran a los ojos por unos segundos para luego mirar al padre que iba a dar sus oraciones. A Linlin le aburría esta parte, solo deseaba que llegara a la parte en que tienen que besarse los novios y listo, y comer aquel pastel que le estaba llamando a gritos.

—Ahora, tenéis que decir vuestras oraciones.

La hermana pequeña de Katakuri se acerca hacia donde están ellos para entregarle los anillos de matrimonio. Ambos cogen cada uno, a punto de decir sus oraciones.

—Yo, Charlotte Katakuri, te tomo a ti, Hirawashi Len, como mi esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida. —Con esa frase le va colocando el anillo.

Len no puede evitar sonreír y hace el mismo gesto.— Yo, Hirawashi Len, te tomo a ti, Charlotte Katakuri, como mi esposo. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Con esto declaro que ambos os habéis unido en matrimonio. Os declaro marido y mujer —reza el cura recibiendo la mirada asesina de Big Mom queriendo que terminase.— Puede besar a la novia.

Aquí hay un problema severo, ¿será Katakuri capaz de quitarse aquella bufanda? Len, por su parte, obliga aquel hombre agacharse y darle un beso en la mejilla como una forma de que ya estaban unidos como matrimonio. Reciben aplausos y gritos de la gente terminando ya así la boda; aunque faltaba la fiesta, eso sí que era parte divertida. El comandante, sin pensarlo ni siquiera, coge a Len en brazos queriendo tenerla cerca solo para él y para nadie más, a sorpresa de todos.

Esa chica ha ablandado el corazón de aquel hombre frío y temerario para los ojos de cualquiera. Ojo, que Len también es peligrosa cuando quiere. Los dos saben controlar la furia de uno y otro. Saben perfectamente sus propias debilidades y estaba claro que Katakuri ya tiene una debilidad nueva. Perder a Len por siempre. Apoya la cabeza en el brazo de la chica ronroneando lentamente como si fuera un simple gato. Una sonrisa tierna se dibuja en los labios de Len acariciando la cabeza de éste. Estaba completamente sumiso aquel comandante.

Oh, y Big Mom grita con alegría al tener ya enfrente suya el gran pastel. No sería una boda sin ese complemento. Todos danzaban al compás de la música mientras que esos dos estaban a su aire. Normalmente los invitados se acercaban para darles las felicidades por el matrimonio. Katakuri no suele hablar mucho; sin embargo, esto es diferente junto con Len. La chica hacia todo lo posible para mantener algún tipo de conversación con la gente. Pero aquellas manos que acarician las suyas la distraía un poco.

Sabe que Katakuri quiere la atención de su ahora esposa y no limitarse a hablar con los invitados. Supuestamente ya sería toda suya después de este evento. Por cierto, no sabe en donde será su luna miel o si la tienen. Lo más probable es que Katakuri le pida que se mude a su casa y así podrá tenerla más cerca. No puede quejarse debido a que siempre estaba metida ahí por culpa de él. Katakuri se estaba volviendo un tanto posesivo y es lógico, ahora debe proteger a su esposa y a sus futuros hijos. No paraba de acariciar el vientre de la joven ya deseando que estuviesen ahí.

La joven Hirawashi no puede evitar sonreír con ternura al ver que su esposo estaba impaciente. Pero todavía queda tiempo. Ella está en la fase prematuro y puede tener hijos cuando quiera. Aunque claro, Katakuri es más viejo que ella y nunca se sabe cuándo moriría. Y no pensemos en eso ahora.

La fiesta duró horas y, poco a poco, los invitados se marchaban incluyendo a la pareja que ya estaban un poco cansados de la fiesta. Brûlée abre un portal en uno de los espejos para que ambos se retirasen a su respectivo hogar. Necesitaban intimidad. Ya lo han hecho un par de veces, pero éste es especial. Katakuri no ha soltado a la chica en todo el trayecto ni siquiera cuando llegaron a su cuarto. Len aprovecho para quitar aquella bufanda que estorbaba aquella perfección que tiene enfrente. ¿Como es posible que él no se quiera tal como es? Debe mimarlo aún más para que se de cuenta.

Ya en la habitación, ambos se miraron y el hombre no aguantó más que atrapó sus labios con los suyos para besarla. Un día sin probarlos le estaba matando por dentro. Una de sus manos grandes empieza adentrarse por debajo de aquel vestido rozando aquellas piernas y esos muslos que le volvían loco. Le daban ganas de romperlo con sus propias manos, pero no le hacía gracia ya que se veía hermosa con ello. Bella y perfecta para sus ojos. Hasta que sus dedos se detienen notando que algo raro pasaba ahí abajo. No era suave su piel sino más bien como si fuera de tela. «¿No me digas que...?», ronronea no queriendo imaginarse lo que hay debajo de aquel vestido.

—Me harías un favor si me lo quitas —dice Len interrumpiendo los pensamiento de Katakuri.

—¿No te importa que lo arranque con mis propias manos? —Le daba mucha rabia, pero estaba necesitado.

—Da igual, al fin y al cabo siempre rompes mi ropa.

Una sonrisa se forma en los labios del grandullón donde arranca con destajo aquel vestido. Len suspira muy aliviada de que Katakuri se ha deshecho de ella y nota como el hombre da un gruñido de satisfacción. No siente la respiración de éste a lo que alza la mirada para verle. Grave error. Aquellos ojos granates desprendían deseo e ilusión. Aquella lencería de encaje de color blanco le quedaba perfecto. Es como si estuviera soñando ahora mismo.

Acuesta a Len en la cama donde él se va colocando encima de ella desvistiéndose. Aquella ropa estorbaba para ambos y la joven no desaprovechó la ocasión para acariciar aquellos abdominales de ese ser que todos lo consideran como un súper humano. Era la pura perfección. Un demonio perfecto listo de aniquilar y amar al mismo tiempo.

Y finalmente, ambos estaban semi-desnuda casi compartiendo cuerpo y alma. Los besos vuelven llenos de amor y compasión sabiendo perfectamente que los dos lo estaban deseando y mucho. Katakuri es insaciable. Y ahora más teniendo a Len como su esposa. No desaprovecharía la ocasión de hacerla suya una y otra vez. Gemidos y suspiros salen de ambos bocas donde sus sexos se rozan sin descanso buscando el contacto del uno del otro.

La dureza de Katakuri era mucho más mayor que en otros encuentros y eso provoca que Len se moje aún más queriendo tenerlo dentro ya mismo. Todavía hay tiempo. Tiempo para que ellos se entreguen nuevamente, más lento y más pasional.  Las caricias se vuelven más tiernas donde cada uno explora aquella piel que tanto conocen. Buscando aquellos puntos que te hacen suspirar con solo un roce.

Se separan del beso donde el hombre hace un pequeño recorrido con su lengua al cuello de Len, descendiendo lentamente mientras que sus manos se detienen en los pechos de ella apretándolos con fuerza. La chica no dejó de abrir más las piernas llegando a su límite deseando que Katakuri la volviese loca. Oh, y él lo hará. Sus dientes de clavan en su sujetador rompiéndolo de cuajo liberando aquellos montes que lo vuelven loco. Tan firmes y tan grandes para él. No quiere imaginarse cuando esté embarazada. Ahí sí que se divertirá mucho.

Se mete uno de lleno en su boca sin dificultad alguna, sin dejar de hacer leves embestidas contra su sexo excitado. Len gime con todas sus fuerzas y sus manos se mantiene firmes en los cabellos de Katakuri. Aprieta con fuerza cada vez que tocaba alguna zona erógena que él conoce. La estaba torturando. Esto era demasiado para ella. Aquel hombre sabe cómo ponerla. Estaba claro que era un experto en esto, sobre todo con ella cuando han compartido más de una vez esta necesidad.

Aquel olfato tan desarrollado de Katakuri se activa al presenciar ese olor exquisito que le vuelve un tanto demente. Ella estaba preparada para él. Solo para su esposo. Se baja un poco los boxers liberando aquella virilidad lista para perforar la entrada de su amada. Retira un poco las bragas y, sin esperar más, entra de golpe recibiendo un gemido de gozo por parte de Len.

Aquel cuerpo pequeño ya está acostumbrado a aquella monstruosidad del hombre. Esto era muy sexy a ojos de Katakuri. Teniéndola en esa posición un tanto sumisa y que sus bragas rocen cada vez que daba alguna embestida era puro placer. Es como si estuviera soñando, pero en realidad no es así. Esto es culpa de la lencería de encaje. No pensó que le quedaría condenadamente bien. Debe acostumbrarse a llevar más ese tipo de ropaje.

Las manos de Len sujetan con fuerza las sábanas donde el placer la consume poco a poco por los choques de ambos sexos. Los movimientos de Katakuri se vuelven rudos e intensos casi rozando el punto G de aquellas paredes que succionaban sin piedad su falo. Nunca se cansaría de golpear aquello y que Len se vuelva loca de placer. Los sollozos de placer de la chica se intensifican aún más notando como el orgasmo está a punto de aproximarse.

Unas estocadas más y Katakuri se corre en su interior cuando las paredes vaginales aprietan su miembro liberando el clímax. Se han entregado, esta vez y de verdad, en cuerpo y alma como marido y mujer. Katakuri se posiciona con cuidado para no aplastarla y descansar su cabeza entre los pechos de Len para recuperar el aliento. Igual lo hace Len acariciando lentamente la cabeza de éste.

—¿Cuánto tiempo crees que necesites para que estés embarazada? —pregunta un tanto dormido Katakuri.

—El cuerpo humano es raro, no sabría decirte.

Aquellos grandes dedos de Katakuri no paran de acariciar el vientre de la chica.— Harías que sea el hombre más feliz del mundo.

—¿No lo eres? —ríe ante tal comentario.

—Lo soy, pero lo seré aún más con niños que pueda proteger.— El hombre apoya la barbilla para ver a Len.— Tengo una duda.

—¿Cuál?

—¿Crees que nuestros hijos saldrán a ti? Es decir, que tendrán tu fuerza monstruosa y lo del símbolo. —Con la mirada clavada en el tatuaje.

—No sabría decirte realmente —confiesa Len mirándole.— Solo sé lo que te dije.

—Sería divertido ver a nuestros hijos pegar a todo el mundo como tú lo haces.

—¿Me estás llamando bruta?

—Es la verdad.

No podía enfadarse con él. Al fin y al cabo, era ahora su esposo y todo lo que decía es cierto. Suspira lentamente cerrando los ojos lentamente en donde cae rendida quedándose dormida. Katakuri se queda un rato mirándola y desciende un poco hasta llegar a la zona de su vientre y apoyar la cabeza ahí mientras la abraza. Como le gustaría que esa barriga creciese y notara las pequeñas patadas de aquellas criaturas en proceso de crecimiento.

¿Será un buen padre? No estaba muy seguro del todo. Tiene miedo de que sus propios hijos le tengan miedo por su aspecto. No. No debería pensar en ello. Mientras esté Len no pasará nada. Él tendrá a alguien que le querrá tal y como es. Conociéndola seguro que les dirá a los pequeños que no deben subestimar a alguien por su aspecto. Un gran bostezo sale de su boca agrandándola y se queda profundamente dormido al igual que su amada esposa.

Y todo esto empezó hace seis meses antes de la llegada de los Mugiwara a Whole Cake para detener la boda de uno de sus nakamas. La boda de Charlotte Pudding y de Vinsmoke Sanji, conocido como Pierna Negra.

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¡Y aquí termina el capítulo de hoy! En el siguiente, esta vez veremos una de las cosas más épicas que ha hecho Oda durante estos años. La saga de Whole Cake y esto significa la batalla de Monkey D. Luffy contra Charlotte Katakuri.

¿Qué pasará teniendo a Len de por medio? ¿Cambiará algo en la historia?

P.D.: He publicado una nueva historia titulada Hall Lókë y es de One Piece. Solo está la introducción, así que dentro de poco subiré el Capítulo I.

Nos vemos en el próximo capítulo, ¡chau!

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