Capítulo XV
—Brûlée debería rendirme.
—¡Pero si solo hemos pasado por una tienda!
Katakuri aprovechó con su hermana para buscar el anillo de matrimonio adecuado para Len. El vendedor les mostró unos cuantos y al comandante no les gustó ya que les parecía muy caros y conoce demasiado a la chica como para que llevases esos artilugios. No era mucho de llevar piedras preciosas en sus dedos, no como su madre. ¿Quien dijo que esto sería fácil? El por lo menos no. Lleva la mano a su sien intentando estar tranquilo.
Ya se estaban acercando a la segunda tienda y esperemos que esta vez puede que encuentre algo. Ambos hermanos entran donde se retoma el silencio. Uno de los vendedores los ve y se pone nervioso que se dirige hacia ellos para atenderlos.
—Que agradable honor tener presente a mi tienda a los hijos de Big Mom. ¿Desean algo en especial?
—Queremos ver los anillos de boda —aclara Brûlée sorprendiendo al vendedor.
—¿Alguno de ustedes se casará?
—No —dice secamente Katakuri no queriendo dar información.
—E... Está bien, acompañeme.
Los dos se acercan al mostrador donde ven que el dueño de la tienda va sacando cajas y cajas de anillos. ¿Como tuvo que meterse en esto? Ah sí, por sus hermanos y su cabezonería de que debe pedirle matrimonio a Len. Suspira levemente no sabiendo que hacer realmente. Deseaba ser su esposo, pero nunca pensó que esto sería demasiado complicado.
Ninguno le llamaba la atención. Todos eran caros y feos para sus ojos. Iba a abrir la boca para decir que esto es una ridiculez y estaban perdiendo el tiempo. Sin embargo, un anillo llama su atención. Tiene incrustada tres diamantes no bruscos en ella, diría que finas como si fueran una simples botones. Y el material era de oro puro. Katakuri lo coge con cuidado para verlo detalladamente. ¿Le gustará a Len? En el fondo de su ser sabe que sí porque es un objeto sencillo.
El vendedor estaba un poco nervioso ante la presencia de Katakuri. Sabe muy bien de lo que es capaz y lo respeta por ser uno de los comandantes más fuertes dentro de la tripulación de Big Mom. El anillo se queda en la palma de Katakuri mostrándoselo al dueño de la tienda.
—¿Cuánto vale este?
—Oh, ese anillo es muy especial. —Aquel hombre corre para coger un libro que tiene y empieza a buscar la página.— Es un anillo que muestra afectividad hacia la otra persona. Cuesta unos cien mil berries.
—¿Qué te parece, onii-chan?
A Katakuri le gustaba la forma que tiene el anillo por lo que asiente con la cabeza.— Lo compraré.
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Mientras Len paseaba por la ciudad junto con Pudding ya que la chica quería distraerla mientras Katakuri va buscando el anillo. Y la pobre Len estaba muriéndose debido a que sus piernas temblaban como un simple flan. «Cuando le vea, le mataré», pensaba la joven intentando disimular a la hora de andar. Pudding reía bajito por la desgracia que tiene Len. Su hermano no es nada cariñoso por lo que ha visto.
Oh sí, ya sabe que Katakuri tiene pensado en decirle a Len casarse con él ya que los dos se sienten atraídos. Y que su hermano fue elegido, pero que Len prefiere que el comandante dé el paso definitivo.
—Oye Len, ¿qué te parece si vamos al centro de la ciudad?
—¿Y por que ahí? —dice con desgana alguna.
—Bueno porque hay más ambiente que aquí.
—Como tú prefieras.
«A veces me dan ganas de matarla», pensaba Pudding en su interior con una cara de asesina. Len estaba demasiada intranquila, siente que algo va a pasar. No sabe el que, pero tiene un mal presentimiento. Ya estaba acostumbrada a tener ese tipo de sensaciones. Estira los brazos ya intentando despreocuparse de eso. Tiene que centrarse en el paseo. Y su olfato se agudiza cuando huele a chocolate. Sin pensarlo, corre hacia la tienda.
Hacía tiempo que no comía ese dulce tan exquisito. Se pasó días comiendo esa porquería del hospital o los donuts que les ha preparado los chefs para Katakuri y para ella. No les disgustaba, pero lo echaba de menos. Su estómago le pedía a gritos en comerlo. Pudding no se ha alejado de ella en ningún momento y ya sabe las intenciones. Da un suspiro suave dándole el dinero a la chica para que comprase lo que quisiese.
Grave error. Pidió como una gran ración de chocolates. Casi deja seca a la joven Charlotte que estaba llorando por dentro. Len lo estaba disfrutando como una niña que no le importaba comer como una cerda. Era igualita a Katakuri cuando se trata de comida, sobre todo si es su preferida. De vez en cuando, invitaba a Pudding a lo que ella rechaza amablemente. Prefiere permanecer guapa que comer aquella golosina.
Ya llegando a la zona central de la ciudad, ve que hay mucha gente alrededor y gritaban despavoridos. ¿Qué estaba pasando? Es como si estuvieran viendo algún espectáculo o algo. Las dos chicas deciden ir allí a ver qué es lo que pasaba. La ventaja que tiene Len es que es pequeña y puede colarse fácilmente hasta sujeto a Pudding para que la siguiera. Y ya en las primeras filas lo ven.
Era un chico que bailaba como si no hubiera un mañana que hasta cantaba incluso. La gente lo aplaudía viendo que lo estaba haciendo bien. Pudding se sonrojó un poco al ver aquel hombre rubio y de ojos verdes que bailaba con elegancia. La única que no estaba sorprendida era Len quien veía el chico con cara de: ¿qué hace este tipo aquí?
—¡Ghechis, ¿qué demonios haces aquí?!
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—¿Ves? No ha sido tan difícil después de todo —comenta Brûlée contenta de que Katakuri haya comprado ya el anillo.
—Sabes que soy indeciso con estas cosas.
—Pero no te ha costado —palmea el pecho de su hermano para que se sintiera orgulloso.
Y era verdad, Katakuri debe sentirse orgulloso de haber hecho un gran esfuerzo en encontrar aquello. Ahora la cuestión es donde se encontraba su futura esposa. Por lo que le dijo Brûlée estaba paseando con su hermana Pudding a modo de distracción. Pero ¿ya le va a decir de casarse con ella? No estaba muy seguro. Quería buscar el momento adecuado para pedirle matrimonio. Ya estaba imaginando cómo sería su vida con ella y con varios hijos.
Un rubor, no visible ante ojos de cualquiera, aparecen en sus mejillas ante esa idea tan tierna. La mimaría todo lo que quisiera y ella haría lo mismo. Ronronea para sí mismo ya queriendo tenerla suya para siempre. Y sus pasos se detienen cuando ve a una multitud de gente en la plaza. ¿Qué estaba pasando? Los murmullos se oían desde su posición y se acerca un poco más junto con Brûlée, y ve a Len junto con otro chico.
¿Quien demonios era? ¿Y por que bailaba de esa manera? Le estaba poniendo nervioso. Y lo peor de todo es que parece que Len conoce a ese chico.
—¡Oh, mon amour! —Lo que faltaba, un extranjero.— Hacia tiempo que no te veía.
—¿Qué haces aquí? —Definitivamente Len conoce a ese chico.
—He oído de ese desgraciado que te ha vendido a Big Mom y vine a rescatarte, mon amour.
—Te he dicho que no me llames de esa manera —cruza los brazos muy molesta.
—¡Oh, mon amour! —Se acerca tomando sus manos.— También quiero pedirte algo —posa las rodillas en el suelo,— ¿quieres casarte conmigo?
Los ojos de Katakuri se agrandan con fuerza al escuchar aquella propuesta. Su corazón bombea con fuerza y rabia. ¿Como se atreve a pedirle matrimonio ese desgraciado? Por su parte, Len estaba tranquilo; sin embargo, todo cambió cuando la chica alza el puño y golpea con fuerza el rostro de Ghechis que vuela hacia el otro lado. La gente estaba sorprendida ante la brutalidad de la chica. Hacía tiempo que Katakuri no veía a la chica así.
—¡Te he dicho mil veces que no me voy a casar contigo, pesado!
Aquel hombre aparece como si nada. Es como si ya estuviera acostumbrado a los golpes de Len.— Tú y yo estamos destinados a estar juntos.
—Prefiero casarme con un gallo que con un patán como tú.
—Eso ha dolido, mon amour.
—¡Qué no me llames así, joder!
Brûlée no estaba entendiendo nada, pero parece que ese chico no se rendía tan fácilmente en pedir matrimonio a Len. Su mayor preocupación era Katakuri quien no ha dicho nada. Y al girar su cabeza para mirarlo no sabía si tener miedo en ese instante o que. El aura que desprendía Katakuri no era nada bueno. Era un mal presagio. Y la gente de su alrededor lo notaba que hasta se apartaron con miedo.
El comandante camina hacia donde están esos dos para que se percataran de su presencia. ¿Como se atrevía ese desconocido en tratarla como si fuera su amiga? ¿Y si fuera así? ¿Y si fue el primero en hacerlo con ella y se obsesionó demasiado? Muchos sentimientos negativos estaban apareciendo en su ser y lo estaba carcomiendo demasiado. Llega poniéndose al lado de Len ante la atenta mirada de Ghechis. Su cara era de asombro al ver a un hombre tan alto.
—¿Te está molestando? —En su voz se destacaba que no le agradaba el chico.
—No, ya se iba.
—No puedo irme sin saber que te casarás conmigo. —Y vuelta a empezar.
—¡¿Quieres que te acribille, joder?!
A Katakuri no le agradaba la presencia de Ghechis.— Será mejor que te marchas sino quieres ser hombre muerto.
—¿Y éste de que va?
—Ten un poco de respeto, Ghechis. Estás hablando con uno de los hijos de Big Mom y uno de los comandantes de la flota —dice Len a punto de decir su nombre, pero es interrumpida.
—Charlotte Katakuri.
La cara de Ghechis fue de puro poema al escuchar aquel nombre que hasta su boca estaba abierta de la sorpresa.— Ahora tiene todo sentido. —Len alza la ceja no entendiendo.— ¡Me estás engañando con él!
«¿Como puede ser tan idiota?», posa la mano en su rostro intentando mantener la calma.
—¿Hay algún problema que esté conmigo? —Len no se esperó que Katakuri dijese eso. Le iba a echar la bronca; sin embargo, sus labios sellaron cuando ve aquel hombre con un aura un tanto desconocida para ella.
—Que me estás quitando a mi chica.
—Como si fuera de tu propiedad. No le agradas y no te quiere ver aquí.
—¡Tú no eres nadie para mandarme órdenes! —estaba perdiendo la paciencia con Katakuri.— ¡No me voy a ir hasta que Len diga: «Sí, quiero»!
—¡Ghechis! ¡Te estoy diciendo que lo respetes! —Len se interpone entre esos dos.— ¡Y tú relájate! —refirienfose a Katakuri.
—No me voy a relajar hasta que este tipo de largue.
Todos saben lo que puede hacer Katakuri cuando alguien le saca sobre sus casillas. Pudding y Brûlée miraban con asombro como su hermano mayor luchaba para que no se lleven a Len. Era de su propiedad y de nadie más. Un estúpido como Ghechis no era lo suficiente hombre como para casarse con Len. Y Katakuri lo era. Por eso se esforzó tanto en encontrar aquel anillo. Y para que venga este payaso le ponía de los nervios.
Ghechis da un paso hacia atrás como a punto de atacar a lo que Katakuri se pone en posición. No obstante, no ataca sino simplemente empieza a cantar como nunca casi embobando a las féminas que estaban en la plaza incluyendo a Pudding y a Brûlée. ¿Qué es lo que estaba haciendo? ¿Era algún tipo de fruta del diablo?
Len, ya cansada de escuchar a ese idiota, lo vuelve a golpear con fuerza, pero, esta vez con una patada obligando a que vuelva a la misma dirección que antes. La joven se estaba poniendo furiosa.
—¡Deja de cantar, puto tritón de mierda!
—¿Tritón? —Ahora tiene todo sentido para Katakuri.
—Oh vamos, eres una mujer muy resistente, mon amour. —El joven se levanta sacudiendo sus ropas.
—¿De que lo conoces? —pregunta Katakuri estando a la altura ya de Len.
—De un viaje que hicimos Lurke y la tripulación y da la casualidad que llegamos a las Islas Gyojin. Y ese idiota no ha parado de perseguirme porque piensa que soy única en la especie humana.
—¿Por tu fuerza sobrehumana?
—Efectivamente. Por eso no le afecta tanto mis golpes —va explicando detalladamente.
—¡Por favor! ¡Sé mi esposa! —suplicaba el tritón arrodillándose ante ella.
—¡Eres un pesado!
Y tanto que es un pesado que hasta Katakuri le daban ganas de mandarlo por los aires. ¿Y por qué no? Así Len no le vería nunca. ¿Y si era el momento de pedirle matrimonio delante de todos? ¡Claro! Es una buena idea. Va en busca del anillo que estaba guardado en uno de sus bolsillos; sin embargo, su Haki se activa advirtiéndole del peligro y con antelación pudo esquivar perfectamente el ataque de Ghechis.
El tritón se quedó sorprendido de que Katakuri haya reaccionado bastante bien a su ataque. ¿Como lo ha hecho? Además, estaba despistado. Realmente, Katakuri nunca baja la guardia al menos que se despiste sin querer. Pero nunca lo ha hecho. Ghechis siguió atacando, no iba a dejar que un viejales como aquel hombre le arrebatase a su único amor. Katakuri alza la ceja como preguntándose qué es lo que tramaba aquel chico, pero no debía preocuparse ya que su Haki.
No obstante, Len se interpone entre ellos dos para que no hicieran ninguna locura ambos combatientes.
—¡Ghechis te lo advierto! Como no te largues de aquí, no dudaré en mandarte lejos de Totto Land.
—No me iré hasta que me digas que quieres casarte conmigo.
El tritón no se iba a rendir tan fácilmente por lo que se centra para realizar un ataque definitivo que golpearía con fuerza a Katakuri. Va inflando todo su cuerpo como si fuera un pez globo. El comandante lo predijo, iba a realizar un ataque de agua. Ghechis libera aquel ataque con todas sus fuerzas para lanzarlo; sin embargo, Len vuelve a interponerse recibiendo de lleno el ataque.
Pudding y Brûlée estaban con la boca abierta de que Len haya recibido tal golpe. Tiene algún que otro rasguño en su cuerpo y eso a Katakuri le enfureció demasiado que iba a atacar al chico. Sin embargo, se detiene de golpe cuando siente un aura un tanto misteriosa. Mira a Len y sus ojos se agrandan al ver lo que estaba viendo.
Unas leves marcas de color azul van apareciendo en el cuerpo de la chica. Sus cabellos se elevan como si hubiera una fuerza mística extraña en ella. Y las escleróticas de sus ojos comienzan a brillar con ese mismo tono de las marcas. El rostro de Len es duro como una roca como si realmente estuviera furiosa, pero de verdad. Ghechis comienza a temblar que hasta cae al suelo. Ya esto lo vio una vez.
—¡Mon amour, espera!
—¡Te he dicho que te largues! ¡Pero tú no haces caso! —Las gotas de agua que estaban en su cuerpo van separándose en la chica y se van uniendo formando una gran bola de líquido.
—¡Vamos a tranquilizarnos, ¿si?! —El miedo le ha invadido por completo.
—¡No tengo más opción que echarte de esta manera! —junta las manos haciendo que el agua acumulado esté en sus manos y apunte a Ghechis.— ¡Aqua Cion!
Lo lanza con todas sus fuerzas golpeando al tritón y éste sale volando y, esta vez, estaba saliendo de las tierras de Totto Land. Aquel golpe era demasiado fuerte como para alguien lo aguante. La gente estaba sorprendida ante la fuerza misteriosa de la chica. Quien lo estaba más era Katakuri porque nunca vio ese estado en Len. Se fija que aquella marcas eran pronunciadas por la zona de su corazón donde se encontraba aquel tatuaje. ¿Tiene algo que ver con esa fuerza misteriosa?
Len se relaja ya volviendo a la normalidad, hincando las rodillas en el suelo con la respiración agitada. Aquella habilidad la dejó agotada tanto cuerpo y mente. Pero al menos se ha quitado una cosa de encima. Mira a Katakuri quien estaba de pie, pero comenzó a caminar hacia ella para ponerse a su altura. Se veía que el cuerpo de la joven no respondía por lo que, con cuidado, la coge en brazos tratando de no hacerla daño.
—¿Qué fue eso? —pregunta intrigado.
—Es mejor no saberlo.
—Yo creo que me merezco saberlo, ¿no crees?
Ahí le ha dado Katakuri. Ella sabe la verdadera razón del porque oculta su rostro. ¿Tendrá que contarle la verdad? Len asiente con la cabeza y mira a su alrededor como diciéndole que en este sitio no es el mejor lugar para contarlo ya que había muchos testigos. El comandante lo entiende perfectamente. Camina hacia donde está Brûlée para pedirle que abra un portal en uno de los espejos.
La muchacha lo hace dándole acceso al Mundo Espejo para que ambos se marchasen de ahí cuanto antes y que no hicieran preguntas. Aprovechan la ocasión para irse y llegar a la casa de Katakuri donde habría más tranquilidad. Lo curioso es que ya estaban en el sitio, pero no por fuera sino por dentro. Camina hacia la habitación para dejar a Len en la cama y él se sienta con ella.
Estaba esperando a que la chica le contase la verdad.
—Mi madre me dijo que era especial, que era única en la especie humana. Me contó que cada cien años aparecía un guerrero con poderes extraños. Poderes únicos que no puede una Fruta del Diablo —baja un poco su camisa mostrando aquel tatuaje.— Cada guerrero tiene su propio tatuaje marcado en la zona del pecho dónde está el corazón.
—¿Y no sabes el porqué de una mariposa?
—Lo desconozco, realmente. —Se acuesta en la gran cama rendida.— Solo entro en ese estado cuando estoy muy cabreada —alza un poco las manos para mirarselas,— y al entrar en ese estado de espiritismo puedo controlar todos los elementos que hay en este mundo.
—¿Hay un límite? —Katakuri aprovecha para curar las heridas de la joven.
—Sí, ya me ves. Agotada como si fuera un flan. Estaré así un buen tiempo, así que no deberías preocuparte.
—¿Alguien más lo sabe?
—Aparte de Ghechis, lo sabe Lurke y mis amigos. Y aparte de ti. —Le sonríe dulcemente e intenta acariciar su rostro.— Te veías muy lindo estando celoso.
—No lo estaba, sino simplemente me molestaba que ese tipo te pidiera matrimonio.
Len ríe ante tal respuesta de Katakuri. No quería discutir porque sabe que él le estaba mintiendo y no quería admitirlo. El comandante no quiere perderla. Era su luz, su esperanza. Era su todo. «El anillo», se acordó y no sabía si era el buen momento para pedírselo. Pero estaban ahí a solas, donde nadie les puede molestar. Le gustaría que hubiesen testigos. A lo mejor a Len no le gusta que haya mucha gente ni a él tampoco.
Se gira un poco dándole la espalda a Len sacando de su bolsillo la caja donde está el anillo. Era ahora o nunca. No deseaba perderla.
—Len quiero decirte algo.
—Adelante, soy todo oídos.
—Desde que te conocí, no sentí la necesidad de que fuera el elegido ya que no soy un hombre que muestra sus sentimientos ante nadie después de lo ocurrido —va girándose lentamente ocultando aquella caja en sus manos.— Pero cada que vez que te conocía, mi curiosidad aumentaba queriendo saber más de ti. —Poco a poco va mostrando sus manos enseñando aquella cajita.— Eres joven, fuerte con carácter y, además, bella de naturaleza. ¿Quien se iba a fijar en un monstruo como yo?
—Katakuri...
—Tú lo hiciste. No me has visto con miedo cuando descubriste mi secreto. Y desde entonces me has tratado con cariño, algo que yo anhelaba por mucho tiempo. Y de verdad que no quiero perderte —era la hora de la verdad. Abre la caja mostrando aquel anillo y los ojos de Len se agrandaron.— Hirawashi Len, ¿quieres casarte conmigo?
Mira que aguantar a Ghechis de que no paraba de pedirle matrimonio era una pesadez para Len. Sin embargo, con Katakuri es diferente. Se ha abierto ante ella mostrando en sí aquellos sentimientos que mantenían vivo al comandante. La joven sonríe levemente y, con todo el esfuerzo del mundo, se acerca a él para bajarle un poco aquella bufanda y darle un beso tierno que es correspondido.
Termina el beso, pero no se separa de él para clavar la mirada en sus ojos granates y decir aquellas palabras que tanto quería escuchar Katakuri:— Sí, quiero casarme contigo Charlotte Katakuri.
Alegría e ilusión se mostraban en el rostro de Katakuri que no daba crédito a lo que escucho. Len coge el anillo para ponérselo ella misma mientras el comandante aprovecha para abrazarla como nunca. La joven aún mantenía su sonrisa correspondiendo aquel afecto.
Finalmente, Katakuri ha encontrado a su a su ángel. A su media naranja. A su vida.
A su pareja.
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¡Qué bonito es el amor por Dios! ¡Y Ghechis a tomar por culo hombre!
Nos vemos en el próximo capítulo, ¡chau!
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