Capítulo XI

Otro día. Una mañana tranquila en donde los pájaros cantaban dando la bienvenida al sol. Incluso los hommies. Eran felices de dar la bienvenida a la gran estrella donde sus rayos traspasaban por las ventanas de algunas casas dando su calor. Y muy cerca de ahí se encontraba la casa de Katakuri donde reinaba el silencio; aunque, se puede escuchar alguna que otra respiración.

La habitación del comandante empieza a iluminarse debido al sol y menos mal que la ventana estaba encima de la cama. No le agradaba que esa luz le diese en la cara si durmió bien. Katakuri empieza a abrir los ojos lentamente debido al canto de los pájaros que era más fuerte que antes. Poco a poco va estirando todo su cuerpo sintiendo como sus huesos crujen. Lo necesitaba tuvo una noche movidita. ¿O tal vez fue un sueño?

Siente movimiento al otro lado de la cama y se encuentra a una Len que estaba en una posición un tanto graciosa ante los ojos de Katakuri. «No era un sueño después de todo», sonríe para sus adentros recordando aquel momento íntimo con ella. Se acerca lentamente al cuerpo de la joven para atraerla al suyo, abrazándola. No quería levantarse de aquella cama. Estaba muy a gusto con ella a su lado. El calor que emanaba en su cuerpo era reconfortante. Hasta siente como la joven se mueve buscando más de ese afecto que hasta estaba sonriendo.

Tendrá que estar agotada. Aguantar a un hombre de cinco metros no es tarea fácil. No pudo contener las ganas de acariciar su rostro, sentir aquella piel aterciopelada. Las mano de Katakuri no estaban bien cuidadas debido a los duros de entrenamientos. Ásperas y firmes, listas para proteger a su familia y, tal vez, a ella. Por su parte, Len se va despertando poco a poco al sentir algo grande tocarla y alza la mirada encontrándose con los ojos granates de Katakuri. Sonríe al verlo.

—Buenos días.

—Buenos días. —Le devuelve el saludo.

—¿Cómo has dormido?

—Pues muy bien, ¿y tú?

—Pues como si me hubiera arrollado diez mil veces un elefante. —Len se mueve sintiendo como su cuerpo estaba algo dolido por lo de anoche. Esto a Katakuri le producía gracia.— No te rías, desgraciado.

—Un motivo más para no moverme de la cama.

—Eres un comandante. No deberías estar haciendo el vago —reprocha Len haciendo el esfuerzo de sentarse.

—Que mala eres recordándomelo.

—Y tú un bruto que no sabe medir su fuerza.

—¿Me vas a decir que no te ha gustado? —Silencio es lo que obtiene el comandante. Las mejillas de Len se tornan de color rosa y él sonríe complacido.— El silencio lo dice todo.

Con un movimiento al estilo gatuno, se acerca poniéndose detrás de la joven donde comienza a dar leves mordidas en su cuello. Len estaba algo cansada como para seguir el juego a Katakuri, pero su cuerpo no rechazaba aquel cariño de aquel hombre. Siente los brazos de él rodear su cuerpo y apoyar la barbilla en uno de sus hombros. Se siente muy pequeña a su lado. Es enorme después de todo.

Se siente protegida en aquellos brazos bien formados que los acaricia de vez en cuando, notando las venas de éstos. «Es un gran guerrero», con ese pensamiento, apoya la cabeza en el pecho duro de Katakuri y lo gira un poco encontrándose con la mirada de aquel hombre. Muy escasos centímetros para que se besaran; sin embargo, los oídos de ambos de agudizan al escuchar a alguien llamar la puerta.

Katakuri echa un vistazo al reloj y se da cuenta de la hora que era. Era la hora del desayuno y los chefs han llegado para entregarle la comida. Con algo de vagancia en su cuerpo, se levanta para ponerse los boxers y su bufanda mientras echa un vistazo a la cama.

—Vuelvo enseguida. —Y se va dejando a Len en la cama.

En realidad, su cuarto no estaba lejos de la puerta principal, con dos pasos grandes de Katakuri llegaba fácilmente. Abre la puerta encontrándose a los pequeños chefs con una gran sonrisa de oreja a oreja y un nerviosismo en su cuerpo. ¿Quien no se pondría nervioso ante la presencia de un Charlotte?

—Katakuri-sama, le hemos traído el desayuno —habla el más importante de los tres.

—Un gran plato lleno de donuts y acompañado con un buen té caliente.

Katakuri clava los ojos en aquella mesa que suelen traer los chefs.— ¿Tenéis una taza de más?

—¡Sí, Katakuri-sama! —El tercer miembro se agacha para coger la dichosa taza y ponerlo en la bandeja.

—¿Tiene un invitado en la casa, Katakuri-sama?

—... Algo así. —No quería dar más información a lo que coge la bandeja.— Podéis iros.

—¡Que tenga buen provecho, Katakuri-sama!

Y con ello, el comandante cierra la puerta con el pie mientras echa un vistazo a la comida. Se preguntaba si esto sería demasiado para Len; aunque, no debería quejarse. Si no podía con todo, él no desaprovecharía la oportunidad. Camina en dirección a su cuarto teniendo cuidado en no tropezarse o que se pueda caer algún donut. Le partiría el alma si sucede eso.

Al entrar se encuentra a una Len acostada boca arriba y con una posición que para los ojos del comandante era demasiado sexy y tentativo. Esa mujer sacaba lo peor de él. Se quita aquel pensamiento en la cabeza y se sienta en la cama poniendo aquella bandeja con cuidado en las sábanas. La nariz de Len se agudiza al oler comida a lo que se levanta con rapidez viendo aquellos donuts demasiados grandes.

—¿Tú solo te comes todo eso? —señala con el dedo impresionada.

—Ya has visto lo que puedo hacer capaz con mi boca. —Se retira aquella bufanda dejando de nuevo a la vista aquellos colmillos.

—Pero esto es demasiado.

—Cuando amas una comida detallada, te da igual todo. Tú harías lo mismo si fuera chocolate, ¿verdad?

—Vale, ahí te lo reconozco.

—Es té verde —dice el hombre empezando a llenar las dos tazas.— Lo digo por si no eres una fanática.

—Mientras no sea café te lo compro.

—Hablas de forma rara.

—¿Te molesta, viejuno?

—Para nada. Estoy aprendiendo cosas nuevas de una mocosa como tú.

Katakuri coge un donut y se lo lleva la boca donde expande aquella mandíbula dándole un buen bocado. Len aún estaba sorprendida por la capacidad que tiene aquel hombre a la hora de comer. Se veía lindo. Ella va cogiendo uno y da leves mordiscos ya que aquello era enorme. Le sacaba más de una cabeza. Como se nota que esta comida es para gente grande como Katakuri.

Escucha como aquel hombre empieza a tararear como una especie de melodía. Se detuvo para verlo. Se le veía muy feliz mientras comía y como que no se percataba de la presencia de Len. Aquella lengua era larga y cogía cada trozo sin ninguna dificultad. ¡Dios! Ese hombre es un súper hombre ante los ojos de Len. Migajas aparecen en la mandíbula de Katakuri a lo que se los quita con la mano. Len no pudo evitar dar una pequeña risa y ahí es cuando Katakuri se detiene.

Se da cuenta de lo que estaba haciendo por lo que se detiene de golpe y con las mejillas un tanto sonrojadas. Es la primera vez, en mucho tiempo, que alguien le ve comer de esa manera. Mira que no le importaba, pero el tiempo pasa volando como dicen algunos.

—¿Por qué te detienes? —pregunta Len curiosa.

—Me estás mirando —dice muy avergonzado.

—Oh vamos, si te veías lindo comiendo.

—¿Lindo? —alza la ceja al escuchar aquella palabra.

—Sí. —La chica se acerca a él cogiendo otro donut.— Anda, sigue comiendo.

—No.

Vaya, ¿donde estaba aquel Katakuri que conoce? Se ha vuelto tímido e inseguro de sí mismo. Len empieza a pensar en una idea para que vuelva a comer. Una sonrisa aparece en ella y toma el rostro de aquel hombre y lo atrae lentamente. Katakuri apoya la cabeza en las piernas de la joven mientras todo su cuerpo estaba acostado. La vista que tiene el hombre era demasiada tentador.

En vez de comer donuts, le daban ganas de devorar otra cosa. Sin embargo, ve que la chica aún sostenía aquel donut y lo acerca a la boca del grandullón. Él simplemente no quería abrirla, le daba vergüenza, pero Len era testaruda. Hasta pudo ver como ella infla los mofletes molesta e hinca el diente al donut para acercarse y besarlo. Katakuri no dudó ni un segundo en abrir sus labios recibiendo aquella comida.

—No me obligues a darte la comida de esa manera.

—No me desagrada, realmente.

—¡Ya no eres un niño, Katakuri!

—Tú, de algún modo, haces que me comporte como uno —confiesa sin despegar la mirada en ella.

Una sonrisa sincera sale de los labios de la joven y aprovecha para acariciar el rostro de Katakuri. Aquellas cicatrices le llamaban mucho la atención y no hablar de esos colmillos que sobresalen en su boca. Parece un tiburón u otra especie con esos dientes. Afilados como si fueran cuchillas. Ronronea sale de la garganta de Katakuri gustándole aquellas caricias que le proporcionaba la chica.

Rodea la cadera de Len con su brazo aprovechando el momento de agarrar uno de sus pechos. Ser grande tiene sus ventajas y ésta es una de ellas.

—No tienes vergüenza alguna.

—No puedo desaprovechar la oportunidad de tener algo así. —Una sonrisa aparece en su labios mientras fija sus ojos con las de ella.

—Tonto.

Aprovecha la oportunidad en que Katakuri tiene la boca abierta y le mete de lleno el donut. No la desaprovechó, comió con gusto ante la atenta mirada de Len. Le estaba dando la comida, eso es algo nuevo para Katakuri. No está acostumbrado a que alguien le dé de comer menos cuando era un crío. Ahora, definitivamente, era como un niño al lado de Len.

Come y toca de vez en cuando aquel pecho que cabe perfectamente en su mano. Era feliz de tenerla a su lado. No lo demostraba con palabras sino con hecho, algo que le encantaba a Len de él. Como dijo, Katakuri es un hombre que no suele abrirse ante nadie. Pero poco a poco lo estaba consiguiendo.

No sabe cuánto tiempo les ha llevado en terminar el desayuno a ambos, pero ya el plato estaba vacío junto con el té. Un gruñido sale de la garganta de Katakuri como un aviso de que Len no se alejara de él; sin embargo, ella le desobedece. Se aleja de él e intenta todo lo posible para arrastrarse en la cama y llegar al borde. Sus ojos se agrandan al ver la altura que hay de la cama al suelo. Puede romperse fácilmente las rodillas. Siente a Katakuri detrás suyo que da una pequeña mordida en una de sus nalgas a lo que ésta se queja.

—Nada de juegos, Kata. —Le advierte con una mirada fulminante.

—Eso te pasa por desobedecer.

—Solo quiero darme un baño, pero veo que la diferencia de altura de tu cama al suelo hará romperme las rodillas. Y eso que estoy hecha polvo.

—Nos daremos un buen baño los dos. —Aquel hombre fornido se levanta de la cama y aprovecha la ocasión para coger a la joven en brazos.

—¿Y como sé que no intentaras aprovechar la ocasión para tenerme entre tus piernas? —Ya lo ha hecho como dos veces con él ayer anoche y en la segunda ronda casi muere.

—Te prometo que no te haré nada —abre la puerta del baño y se adentra dejando a la chica en el borde de la bañera,- pero si me incitas, entonces si que habrá otra ronda y esta vez en el baño.

—¿Incitar en qué sentido? —ve como Katakuri va abriendo el grifo de la bañera.

—Si huelo a excitación, por ejemplo.

—Al decir eso, pienso que tengo delante mía a un animal en celo.

—Llámalo como quieras.

Ya con la bañera llena, la joven no duda en meterse hasta notar lo profundo que era aquel mueble. No tuvo más elección que nadar con los pies bajo el agua mientras ve a su pareja meterse y colocarse en ella apoyando la espalda en el filo. «Toma nota: estás en la bañera de un tío de cinco metros», y con eso mentalizado, se acerca al grandullón para apoyar las manos en su pecho a modo de agarre.

Katakuri ve la oportunidad de abrazarla y atraerla aún más casi sentándola sobre sus abdominales. Es tan pequeña, acostumbrarse a algo tan grande como los muebles y demás no era nada fácil. Sobre todo, a un hombre de cinco metros. Len acaricia lentamente el pecho de éste recorriendo aquellos abdominales, pero sus manos se dirigen aquel gran tatuaje de Katakuri. ¿Qué significado tendrá para él?

Se mira así misma clavando la mirada en su pecho, en la zona donde estaba su corazón y en ella hay un tatuaje de una mariposa. Siempre lo tuvo desde pequeña y nunca supo su significado. Katakuri se da cuenta que las caricias cesaron y se fija que Len estaba centrado en otra cosa. Aquel tatuaje le llama mucho la atención.

—¿Por qué una mariposa?

—Ni yo misma lo sé —confiesa tocándoselo.— Siempre lo tuve cuando era pequeña hasta mi madre no lo sabía.

—Será una marca de nacimiento.

—¿Con forma de mariposa?

Encoge los hombros Katakuri.— He visto marcas de nacimiento peores.

—No me lo quiero imaginar —siente como una gota cae en su sien.— ¿Qué significado tiene este tatuaje?

—Me representa. Es una forma de decirme que no debo fallar.

—Es muy bonito. Sobre todo el Jolly Roger del brazo. —Sus dedos recorren lentamente aquel tatuaje.— ¿Te dolió?

—No. Lo pude soportar.

El silencio vuelve en el ambiente. Solo se puede escuchar el sonido del agua cada vez que Katakuri se mueve o las respiraciones de ambos. Len, escuchaba otra cosa, y era los latidos del comandante. Firme y sereno. Bombeando sangre con fuerza. Era reconfortante escucharlo hasta diría que dormiría perfectamente. Por su parte, Katakuri va acariciando la espalda de la chica lentamente recorriendo su columna vertebral con un simple dedo.

Los dos estaban cómodos y no querían moverse. Ojalá la mañana sea así. Los dos teniendo intimidad e ignorando el exterior. Esa magia se rompe cuando escuchan el Den Den Mushi de Katakuri sonar. ¿Quien será? El comandante tuvo que levantarse sujetando a Len para alzarla y dejarla en el suelo mientras él va afuera donde se encontraba aquel caracol. No le importaba ir mojado por toda la casa, lo que importa es quien le llama.

—Aquí Katakuri.

—Nii-chan —era la voz de su hermana Smoothie—, ¿está contigo la chica?

—Está conmigo.

—Los chefs fueron a su cuarto y como vieron que no estaba...

—Fuiste a preguntar a mis hermanos, ¿verdad?

—Sí, me dijeron que te llevaste a la chica. ¿Va todo bien? —La pregunta de su hermana pequeña lo añadió con un tono de preocupación.

—De maravilla, solo le di un buen escarmiento.

—¿Escarmiento?

—¿Algo más? —gruñe ya molesto.

—No, es sólo eso. Ah, tus hermanos quieren que vayas a la sala de entrenamiento.

—Iré en cuanto pueda.

Cuelga la transferencia y nota como alguien le cubre su entrepierna, o intentándolo, con una toalla. Mira abajo encontrándose a Len envuelta con esa prenda.

—Al menos cubre tu monstruosidad, no vaya ser que alguien más lo vea.

—¿Te pondrías celosa si alguien más lo ve?

—No, me preocuparía que les diese un infarto —ríe levemente.

—O le diesen ganas de tenerlo entre sus piernas —ronronea agachándose para estar a la altura de Len viendo como el rostro de ella se torna rojo.

—Idiota —sujeta la cara de Len y aprovecha el momento para besarla. Un pequeño beso bastaba para callar a esa chica.

—¿Cuando le dirás a mamá que ya escogiste?

—Hasta que tú digas: "cásate conmigo".

—... No voy a decir eso.

—El tiempo corre, Katakuri. —La chica se acerca hacia su ropa y se da cuenta de una cosa.— Y me debes una camisa.

—¿Quieres alguna mía? —Le parece divertido ver a Len con una de sus camisas super largas.

—Prefiero ir en sujetador, gracias. —Le saca la lengua y siente como Katakuri coge sus muñecas y la alza.

—Cuando salgamos, quiero que vayas derechita a tu cuarto y cojas una camisa. No me gustaría que mis hermanos viesen esto —coge uno de sus pechos con fuerza, apretándolo.

—¡Oye tramposo! —patalea con fuerza intentando alcanzar su cabeza con una de sus piernas, pero él la esquiva perfectamente.

—Veo que alguien quiere que le dé un buen castigo.

Y parece que alguien quiere seguir jugando con la chica.

__________

En la sala de entrenamiento se puede escuchar los gritos de dolor de uno de los hermanos. Y, efectivamente, era Cracker quién estaba recibiendo una paliza de Oven y Daifuku. Mira que es un comandante, pero estaba recibiendo una paliza de su vida. Los mellizos no paraban de reír al ver que su hermano no paraba de quejarse. Se levanta una y otra vez apretando los dientes furioso.

—Dejad de reíros, joder.

—Pero si es divertido ver como el lindo de Cracker cae al suelo —comenta Oven ayudando a su hermano levantarse.

—¡No me llames lindo!

—Vamos, si eres el más guapo de todos los varones —confiesa Daifuku golpeando levemente la espalda de Cracker.— Hasta puedes tener suerte con esa chica.

—Ella prefiere a Katakuri.

—Oh, eso me recuerda... —Oven echa un vistazo hacia su hermano mayor que estaba apoyado en la pared.— Oye, hermano, ¿qué tal te ha ido...? ¿Katakuri?

El nombrado estaba tan sumido en sus pensamientos que no escuchó a su hermano llamarle. Estaba recordando los momentos que tuvo anoche y esta mañana con Len. Esa chica le llenaba mucha nostalgia. Aunque tuviese un carácter fuerte, tiene un corazón grande y se ha preocupado mucho por él. Sus caricias, sus mimos, la forma en que los dos compartían la comida y añadiendo de cómo es su cuerpo, era perfecta para los ojos de Katakuri.

Una sonrisa tonta, aunque no visible debajo de la bufanda, aparece en el rostro del comandante sweet mientras sus mejillas se tornan de color rojo. Ya comienza a canturrear un tanto feliz, pero esta vez no era de sus donuts, sino de ella. Hasta empieza a imaginarse a ella como su esposa y con unos buenos hijos.

«Ella hace que me sienta bien. No me tiene miedo», aquellos ojos fríos de color granate se vuelven un tanto cálidos. «Le encanta mi boca, mi lado juguetona... Todo de mí», cada pensamiento surge en su cerebro mientras mueve la cabeza de la un lado para otro. «Ya quiero volver a estar con ella y hacerla mía. Qué me mime, que me bese... ¡Katakuri te sientes el hombre más afortunado del mundo!», ríe sin darse cuenta.

—¡Katakuri!

Se sobresalta al escuchar la voz de su hermano Oven. ¿Cuánto tiempo ha estado sumido en sus pensamientos?

—¿Se puede saber que te pasa? Desde que llegaste no paras de tararear.

—¿Tiene que ver con Hirawashi? —La pregunta de Daifuku ha hecho que el corazón de Katakuri diera un revolcón.

—... Puede.

—Me han dicho de que te la llevaste a tu casa. —Ahora habla Cracker con los brazos cruzados.— ¿Qué pasó ahí?

No hubo respuesta. Más bien ven como Katakuri sube un poco su bufanda ocultando su leve sonrojo. ¿Eso significaba que...?— ¿Te acostaste con ella? —pregunta Oven no queriendo escuchar aquella respuesta pero...

—Y no me arrepiento para nada.

La cara de los tres hermanos era puro poema. No podían creer que esos dos hayan llegado tan lejos sin ni siquiera estar casados. ¿Y si la chica se quedase embarazada antes de la boda? A mamá no le gustaría eso, o si. Tal vez obligaría a esos dos casarse ya que Katakuri es el padre de la criatura. Espera, ¿todo esto estaba planeado?

—No quiero que penséis que me acosté con ella solo para asegurarme de que se casará conmigo —corrige Katakuri como si hubiera leído la mente de sus hermanos.— Es que... —La voz le comienza a fallar y se pone un tanto tímido.— Ha hecho que sacara mi lado juguetona y más cuando sabe cómo es mi aspecto.

—Hermano... Definitivamente te has enamorado —recalca Oven.

—Eso no es verdad.

Cracker no le creía. Se le ocurre una idea, una pequeña broma que hasta sonríe ampliamente.— Oh, mirad a Len. Está disfrazada de donut.

—¡¿Donde?! —El comandante se separa de la pared buscando con la mirada a la chica. Pero se da cuenta que ha caído en la trampa escuchando como Cracker ríe sin parar.— Que te quede claro que solo reaccioné con la palabra "donut".

—Ya, seguro.

—Y bien, hemos perdido. El ganador de esta batalla es Katakuri —dice Daifuku.— Te doy mi enhorabuena.

—¿Y cuando piensas decírselo a mamá?

—Len me dijo que lo hará cuando le pida el matrimonio.

—¿Y a que esperas? —Oven no podía creer que Katakuri no haya aprovechado el momento para hablar con Big Mom.

—Aún es pronto.

—Si no te das prisa antes de que acabe este mes, mamá dirá quien será el quién se case con Len.

Y eso es verdad. No tenía tiempo como para pensar. Pero debe pedirle la mano a Len cuando esté listo. Y no era el buen momento para hacerlo.

Una pequeña espía escucho la conversación de Katakuri con sus hermanos y sus ojos estaban llorando. ¡Katakuri se iba a casar con la arpía de Len! Tenía que impedirlo. Tenis que buscar otro remedio para separarlos y que se odien mutuamente. Su hermano no debe casarse con ella, porque si no su atención se centrará en ella.

—¡No me vas a quitar a mi hermano, pequeña arpía!

_____________

Veo que a cierta persona no le agrada que su hermano se vaya a casar con Len. Pero claro Katakuri tiene que pedirle matrimonio primero.

Nos vemos en el próximo capítulo ¡chau!

P.D.: Comentar que el lunes 4 empezaré con las prácticas. Lo que significa que tendré menos tiempo para escribir y actualizar. Tened paciencia, por favor.

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