Capítulo VI
No podía creer lo que acaba de escuchar. No sabía que hacer, estaba paralizada ante las palabras de la joven Len. ¿Se veía linda con su tercer ojo? Su cuerpo temblaba y esas palabras resonaban en su cabeza una y otra vez. Hasta siente que va a llorar en cualquier momento, pero se mantiene firme y simplemente sonríe sin creerse eso.
—Eres... una mentirosa.
—Lo que sale de mi boca es verdad —aclara Len sin dejar de mirar a Pudding.
—¡Mientes! ¡Lo haces para no sentirme mal! —grita la joven Charlotte sintiendo como sus fuerzas van a fallar en cualquier momento ante la presente mirada de sus hermanos.
Cracker y Katakuri no han dicho nada, tan solo observan como las dos chicas hablaban queriendo saber si las palabras de Len eran ciertas o no. No están acostumbrados a escuchar a alguien que diga: «Es lo más hermoso que he visto nunca». Son palabras muy fuertes para un Charlotte que se sintió abusado.
—Sé como se siente cuando nadie te acepta tal y como eres. —Len agacha la cabeza ocultando sus ojos.
Pudding se relaja al escuchar esas palabras de la joven Hirawashi. ¿Qué lo siente? ¿Quiere decir que ella también fue abusada por la gente? No estaba entendiendo nada. Ante los ojos de Pudding, Len es una chica normal y corriente, aunque con una fuerza monstruosa. No tiene ningún defecto, ¿por qué está diciendo eso?
Y no era la única, Katakuri se queda mirando en la joven Len que tiene una cara de seriedad como mostrando que no era mentira sus palabras. Su Haki de Observación no le daba señales de que iba a atacar en ningún momento ni tampoco le estaba prediciendo el futuro si dirá algo inadecuado. De lo poco que la conoce, sabe perfectamente en el fondo que es alguien que no le gusta mentir.
—Yo vengo de una isla lejana de East Blue, ya ni recuerdo su nombre, es como si mi cabeza no quiere recordar el pasado —comienza a contar su historia ante la atenta mirada de los hermanos Charlotte.— Yo, por alguna extraña razón, nací con esta fuerza sobrehumana. —Se mira las manos un tanto inquieta.— La gente me miraba mal me consideraban como un verdadero monstruo.
—¿Naciste así? —pregunta Cracker un tanto sorprendido.
—Mi madre siempre me decía que eso era cosa de Kami —ríe bajito recordando aquellos momentos.— Que tenía una misión para mi y por eso tengo esta curiosa fuerza.
—¿Cosa de Kami? —repite Pudding sin creerse lo que estaba escuchando.
—Siempre quería jugar con los niños, pero los padres les advertían que se alejaran de mi porque soy un peligro —apoya las manos en la mesa aguantando aquel dolor del pasado.— Esos niños se burlaban de mi diciéndome de que nunca encontraré a alguien que me quiera tal y como soy. —Los aprieta con fuerza haciéndose algo de daño.— Pero era mentira, tenía a mi madre, la única persona que me miraba con normalidad.
De algún modo, a Katakuri le comenzó a interesarse en la historia de Len. Le resultaba un tanto familiar, pero no es muy parecido al de su historia ni a la de sus hermanos. Es como si sintiera pena por ella por todo lo que tuvo que pasar en su infancia.
—Hasta que murió. —Un sonido leve aparece en sus labios como conteniendo las lágrimas.— Fue doloroso perderla. Y pensé que, con eso, la gente dejaba de parar de insultarme, y no era así.
—... ¿Y te fuiste de la isla? —pregunta Pudding más calmada.
Len alza la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja, dejando un tanto extrañada a la joven Charlotte.— Antes de irme, tenía que darles una paliza a esos idiotas —alza el brazo mientras aprieta su puño con fuerza.— Una cosa estaba clara, no iba a permitir que esos idiotas se burlasen de mí, así que les di un regalo de despedida.
Una gota resbala por la sien de Cracker con un pensamiento bien claro: «Ahora entiendo del porqué su comportamiento».
—Por eso no debo permitir que el miedo me invada. Si nací así, tengo que aceptarme tal y como soy. —Sus ojos se clavan en Pudding y acerca su mano hacia la frente de ella sin tocar aquel ojo.— Y lo que es horrible para ti, para mí es hermoso.
Y como si todo fuera a cámara lenta, Pudding cae al suelo de rodillas impactada ante las palabras sinceras de Len. Su corazón bombeaba y su cabeza daba mil vueltas. ¿Es posible que haya encontrado a alguien quien la entiende? ¿Alguien que nunca se burlaría de ella? ¿Ha encontrado una verdadera amiga? Sin contenerlo, unas lágrimas aparecen de sus órbitas y empieza a llorar desconsoladamente.
Len simplemente sonreía sabiendo perfectamente que Pudding tuvo que soportar todo ese dolor durante mucho tiempo y, de alguna forma, ese dolor hizo que se convirtiera así: una chica bipolar. La cuestión es si, después de esta impactante noticia, tendrá repercusión en su personalidad. ¿Tendrás leves trastornos? Eso nunca se sabe. La joven se levanta de su silla para luego inclinarse donde está Pudding y, sin pensarlo dos veces, la abraza por lo cual la joven Charlotte correspondió con más fuerza.
Cracker solo sonreía al ver que, finalmente, su hermana pudo encontrar a alguien a quien confiar. Esa chica le estaba sorprendiendo demasiado, le gustaba su comportamiento, su seguridad... Todo de ella.
En cambio, quien aún no ha salido de su trance es Katakuri quien miraba a las dos chicas abrazándose como si fueran amigas de toda la vida. Esas palabras que ha dicho taladraban en su cabeza: «Lo que es horrible para ti, para mí es hermoso». ¿Es posible que ella puede considerar hermoso lo que hay detrás de su bufanda? Inconsciente, lleva la mano en aquella prenda temiendo de que en algún momento lo viese y no pensase lo mismo. Él es un monstruo, al fin y al cabo, un ser que se prometió así mismo no enseñarle a nadie aquello que teme.
Pero ¿es posible eso?
—¡Oni-chan!
Sus pensamientos desaparecen al escuchar una voz conocida para todos los hermanos. Gira la cabeza encontrándose a Brûlée en uno de los espejos gracias a su Akuma no Mi.
—¡Pudding! —La mujer sale del espejo viendo a su hermana pequeña llorar y sus ojos se clavan en la joven Len que la estaba abrazando. Una rabia la consume completamente que alza la mano a punto de atacar a Len.— ¡¿Qué le has hecho a mi hermana, maldita bastarda?! —Sin embargo, Katakuri la detiene antes de que hiciera alguna locura.
—No le ha hecho nada, Brûlée —especula el hermano mayor de todos con la voz calmada.
—¿Y por qué está llorando?
—Porque le dije que su ojo es hermoso —habla esta vez Len, callando a Katakuri, porque ella es la responsable.
Brûlée alza la ceja no entendiendo perfectamente. No obstante, se fija que el fleco de Pudding estaba a un lado mostrando su tercer ojo. La mujer abre los labios con sorpresa, mira a Katakuri y éste asiente.— Oh, Pudding...
—Estoy bien —alza la cabeza dando una pequeña sonrisa para que todos estuvieran tranquilos,— todavía estoy un poco impactada.
—¿Para qué has venido?
—Oh, que se me olvidaba —gira para mirar a Katakuri.— Oni-chan tienes que volver al castillo, nuestros hermanos pequeños están haciendo de las suyas y no quieren dormir.
Mira que adora a sus hermanos más pequeños ya que son niños aún, pero llega un momento en que pierdes la paciencia y tienes que ser tú quien tiene que resolver el problema. Ya que ningún otro hermano puede hacerlo. Y es como si los chiquillos prefieren obedecer al primer comandante Sweet.
—Si quieres, puedo ayudarte. —Los ojos granates de Katakuri se clavan en el rostro de la joven Len que se levantaba de su sitio.
—Oni-chan puede encargarse solo.
—Y yo quiero ayudar, me encantan los niños.
—¿Y por qué no te quedas conmigo a dar una vuelta en Isla Cacao? —salta Cracker intentando llamar la atención de la joven Hirawashi.
—¿Estás intentando ligártela, nii-chan? —sonríe con picardía Brûlée al ver las intenciones de su hermano.
—Te recuerdo que estoy metido con el tema de la boda —explica Cracker con las mejillas sonrojadas,— así que lo más lógico es que debo impresionar a la chica y que me escoja.
—Se dan cuenta de que están hablando ese tema delante de ella, ¿verdad? —interrumpe Pudding recogiendo la mesa.
Se pone más colorado el amante de las galletas al darse cuenta de lo que ha hecho, que hasta miró a Len por si los ha escuchado. Sin embargo, la joven tenía los ojos puestos en su hermano mayor esperando aquella respuesta que tanto ansía. ¿Por qué tiene la sensación de que ha ignorado todo este tiempo la conversación que tuvo con Brûlée?
Por otra parte, Katakuri tiene los ojos puestos en Len al escuchar aquella pregunta por parte de la joven. ¿Qué le podía decir? No sabía que hacer en ese instante. Le gustaría que se quedase un rato más aquí en compañía de su hermana Pudding, porque tiene la sensación de que serán grandes amigas. Eso es lo que decía su cabeza; sin embargo, su corazón dictaba otra cosa.
Quería tenerla cerca de él, saber más de ella y que en algún momento se decida en mostrarle aquello que oculta. Debe de tener mucha determinación para lograr aquel cometido. Espera, ¿qué le estaba pasando? ¿Dónde está el Katakuri que todos nos conocemos? No puede estar teniendo interés en la joven. ¿O sí? Creo que le afectó demasiado aquellas palabras que le dedicó a Pudding.
—Me harías un gran favor si me ayudases con mis hermanos pequeños. —Por primera vez, en todo este tiempo, los hermanos Charlotte se sorprenden de Katakuri por pedir ayuda a la joven.
—¡Genial! ¡No perdamos tiempo! —Len corre hacia el espejo, pero se detiene dándose cuenta de una cosa.— ¿Cómo pudiste llegar hasta aquí? —pregunta a Brûlée.
—Gracias a mi habilidad: Mira Mira no Mi —ríe divertida acercándose al espejo.
—¿Es que todos tenéis alguna Fruta del Diablo?
—Solo aquellos que mamá consideren importantes.
Con un toque de su dedo, el cristal del espejo brilla dejando entender que ya se puede pasar a través de ella. Brûlée es la primera en entrar, seguida por Len que estaba impresionada por aquella habilidad que no era nada normal. Y, finalmente, les sigue Katakuri cerrando la entrada del espejo.
Los ojos de Len se agradan al descubrir un mundo desconocido a través del espejo. Era una zona llena de estos objetos curiosos. ¿Será un mundo creado gracias a la Fruta del Diablo? Todo era un misterio, pero no le dio tiempo porque Brûlée la empujó a uno de los cristales haciendo que la atravesara y llegara a la habitación de los pequeños Charlotte. Era un cuarto compartido donde dormían todos los hermanos más pequeños.
—¡No quiero dormir! —grita la más joven de todos.— Quiero un cuchillo.
—No tendrás ningún cuchillo —habla Dragée mirando con miedo a su hermana Anana que era un peligro cuando tiene un cuchillo.
—¡¿Dónde está mi moto?! —saltaba enfurruñado en la cama el joven Anglais hasta tiraba los cojines para molestar a sus hermanos.
Len estaba sorprendida de que estos niños sean tan problemáticos. Mira que le encanta los niños, pero esto era demasiado para ella. Ahora entiende al pobre Katakuri del porqué siempre tiene que acudir a donde están los más pequeños. Lo mira de reojo notando que éste solo suspiraba intentando relajar todo su cuerpo y da un paso firme alertando a los niños.
—¡Nii-san! —Dolce agita los brazos intentando llamar la atención de su hermano.— ¡Anglais no para de tirar los cojines!
—¡Porque me aburro!
—Chicos, calmaos. —Se tuvo que sentar en una silla que había allí sin dejar de mirar a sus hermanos.— Deberíais estar durmiendo ya.
—No puedo dormir si no puedo despellejar a mi oso de peluche —confiesa Anana poniendo cara de tristeza y de angustia.
—Y yo no dormiré si ella se pone agresiva. —Esta vez habla Wafers escondida entre las sábanas.
Katakuri iba a decir algo; sin embargo, fue interrumpido por su hermanita Normande que volaba a su alrededor como si estuviera persiguiendo algo. Y, efectivamente, estaba persiguiendo a un simple mosquito que merodeaba por el cuarto. Len, al ver a esa niña tan pequeño, sus ojos brillaron con impotencia y se acerca con rapidez hasta cogerla con sus propias manos, sin hacerle daño alguno.
La pequeña Normande se la queda mirando averiguando que estaba haciendo y porque la detuvo ante su persecución.— Estaba persiguiendo un bicho.
—¡Pero si eres lo más adorable que he visto en mi vida! —acerca la cabeza hacia el pequeño cuerpo de Normande y empieza a darles pequeños mimos, algo que la joven Charlotte empieza a reírse.
—Ten cuidado con ella. —Brûlée se lo advierte desde el espejo.— Es de la tribu de los enanos y son criaturas delicadas.
—¿Tribu de los enanos? —Se la queda mirando a ratos y pone una cara de espanto. No quiere imaginarse al pobre padre de la pequeña con Big Mom.
—¿Qué hace ella aquí? —pregunta Anglais muy agresivo ya dejando de lado los cojines para mirar a Len.
—No seas agresivo con ella. —Le riñe Wafers inflando los mofletes.
—Estoy aquí para ayudar a vuestro hermano —comenta por encima Len caminando hacia la respectiva cama de la media enana, que era acorde a su tamaño, y la deja ahí arropándola.
—¿Vas a contarnos un cuento como lo hace nuestro hermano Katakuri? —hablan al mismo tiempo los gemelos Dolce y Dragée.
Len ríe bajito ante la propuesta de los hermanos gemelos y los mira.— No, haré algo mucho mejor —apoya las manos en sus caderas con una mirada desafiante.— El primero que se duerma tendrá un premio.
—¿Un premio?
—Sí, os gustan los dulces, ¿verdad? —Los niños asienten ya teniendo la atención absoluta en ella.— Pues el premio es una bolsa llena de dulces.
—Oh vamos, ni que eso fuera a resultar —añade Brûlée con los brazos cruzados.
Y ante la grata sorpresa de Katakuri, todos los hermanos pequeños se arroparon con la intención de quedarse dormido antes que cualquiera. Tienen los ojos cerrados, piensan que así pueden quedarse dormido enseguida. Len ríe con dulzura al ver que esos niños son tan inocentes. No tienen nada que ver con los mayores, éstos aún tienen mucho que aprender y valorar en la vida.
Esperó unos minutos para asomar la cabeza levemente en cada uno de ellos y todos ya estaban completamente dormidos. Len asiente contenta de que su plan haya funcionado a la perfección. Se gira para ver a Brûlée que simplemente tenía la boca abierta aún no creyéndose de lo que acaba de pasar.
—Brûlée, ¿puedes hacerme el favor de traer unas bolsas llenas de dulces y ponerlos en las mesitas de los niños?
—Esto... enseguida vuelvo. —Se retira con prisa dejando a solas a Katakuri y a Len de nuevo.
Un silencio incómodo se forma en la habitación ante la agitada respiración de los niños que dormían plácidamente. El comandante de los ojos granates no paraba de observar en la joven de cabellos castaños que arropaba bien a sus hermanos. Se le veía tan dulce y, al mismo tiempo, tan maternal tratándolos de esa manera. Por alguna razón, su corazón se encoge de una manera abismal. Nunca había visto a alguien comportándote de esa manera ni siquiera a su madre. Empieza a imaginarse a Len tener a sus propios hijos y criarlos de una manera dulce y sensata.
¿Sería así si él sería el padre? ¡No! ¡No debe pensar en esas cosas! No será que está teniendo sentimientos hacia ella, ¿verdad? Es una mocosa, solamente eso.
—No era mentira cuando me dijiste que te encantan los niños.
—Puede que sean problemáticos, pero son un amor —confiesa la chica acercándose a Katakuri que aún estaba sentado.— Solo necesitan un poco de cariño.
—Puede que tengas razón.
Y de nuevo, color granate y color avellana se encuentran. Una combinación extraña y a la vez reconfortante. ¿Por qué ese tipo de conexión hacía estremecer al comandante? No lo entendía el mismo. La joven solo sonríe con ternura acercándose aún más al hombre ya teniéndole enfrente.
—Creo que iré a mi cuarto, estoy algo cansada —alega Len estirando un poco los brazos.
—... ¿Sabes cómo llegar?
—... Me has pillado —comenta inocente rascándose la nuca.
—Mira que esta mañana hemos dado una vuelta y aún no te sitúas. —Esto a Katakuri le hizo bastante gracia por lo que sonríe, aunque no se notara debajo de su bufanda.
—Y yo te recuerdo que esta mañana no hemos pasado por aquí. —Vaya, parece que su forma tsundere vuelve a la carga. Se ha molestado por lo que ha dicho Katakuri.— Este sitio es enorme, pedófilo.
—Lo que tú digas, hobbit. —Se la ha devuelto.
—¡Pero serás...!
—No alces la voz aquí. —Le recuerda que están en el cuarto de los más pequeños por lo que utilizó su habilidad para callar su boca.
Len intentaba por todos los medios de deshacerse de ese mochi que tapaba su boca. El hombre de cinco metros aprovechó la ocasión para levantarse y llevarse a la chica arrastrándola. ¿Y sabéis cómo? Imaginaos a la chica alzada gracias a su habilidad y que no paraba de patalear, se siente indefensa en ese instante. De vez en cuando, la miraba de reojo para ver sus divertidas reacciones hasta la acercó hacia él como observarla mejor. Ella simplemente solo le maldecía con la mirada de su atrevimiento de tratarla de esa manera.
Paz y tranquilidad es lo que necesitaba el comandante de la joven. Solo oírla le producía dolor de cabeza; aunque, en el fondo le gustaba escuchar su voz de niña pequeña cuando se enfadaba. Y en realidad, para él es solo una niña en un cuerpo de una mujer. Y no puede decir que está bien formada. Oh Dios... Ya está pensando como sus hermanos. No debería estar imaginando cosas pervertidas en ella.
De repente, su Haki de Observación se activa dándole un aviso de que la joven le iba a dar una patada con toda la furia del mundo, por lo que lo esquiva antes de que se cumpla ese cometido. Len abre los ojos sorprendida. ¿Cómo pudo predecirlo? ¿Es una especie de vidente y no se lo ha dicho?
—Cada cosa que hagas lo puedo predecir —dice muy tranquilo mirándola de reojo.— Me gusta predecir los movimientos de mis presas. —Una sonrisa se forma debajo de su bufanda que fue captada por la joven.
Len ladea la cabeza relajando un poco sus intenciones de golpear aquel comandante que la tenía de esa forma tan indefensa y tan sumisa. Lo que a ella le gustaría es quitarse ese mochi en su cara, casi la estaba asfixiando, literalmente. Katakuri ignoraba a la joven que seguía caminando por el hogar de Big Mom hasta llegar al respectivo cuarto de la chica. La desciende y la libera de su mochi haciendo que la chica cayese de culo.
—¡Idiota! —gruñe por lo bajito mirando con cara de asesina al comandante.
—Y tú eres una tsundere. —Golpe bajo para la joven.
—¡No soy tsundere, pedófilo de mierda!
—Lo que tú digas —¿Cómo es posible que pueda mantener la paciencia tranquila sabiendo que la chica estaba en su estado de agresividad?
—Vete a la mierda —abre la puerta para, luego, cerrar con un gran portazo.
Por alguna extraña razón, le gustaba molestar a esa joven agresiva e hiperactiva y que, al mismo tiempo, es sincera y agradable. Le puede sacar de quicio a veces, pero se ve que tiene su forma de ver las cosas. Como le gustaría estar más tiempo con ella; sin embargo, debe dejar que sus hermanos intenten algo con ella por el tema de la boda. Y con un gran suspiro salido de sus labios, se retira de aquel pasillo dirigiéndose a su hogar.
No obstante, una sombra los estaba vigilando desde la lejanía y su cara era de pocos amigos. No le gustaba que esa chica estuviera cerca de su queridísimo hermano y tiene un plan para que Katakuri no se acercase más a ella.
—Mañana será el gran día —ríe bajito la joven Charlotte para marcharse.
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Otra linda mañana en Whole Cake y los hommies comienzan a canturrear felizmente dando la bienvenida al sol. Len, por su parte, aún seguía durmiendo a la bartola, pero los rayos del sol entran en su cuarto proyectándose en su rostro. Eso ha provocado que la chica haga una mueca de molestia y se gire completamente. No obstante, el ruido de afuera hace que se despierte completamente dándole la señal que ya era de día. Se levanta de la cama un tanto somnolienta y lo primero que hace es irse al baño para darse una buena ducha. Lo necesitaba urgentemente.
Pero antes saca ropa nueva del armario para dejarlo en la cama. Menos mal que tenía un buen arsenal de elementos porque sino tendría que ponerse la misma ropa una y otra vez, y no es muy higiénico la verdad. Ahora sí, estaba lista para meterse en el baño a darse una buena ducha relajante.
Han pasado unos minutos desde que se metió y la puerta de su cuarto se abre dando paso a una pequeña niña revoloteando el sitio. Ríe bajito al ver su objetivo en la cama y se acerca lentamente para coger aquella ropa antes de que la chica saliese del baño. Sus oídos se agudizan cuando no escucha el sonido del agua saliendo de la alcachofa. Tenía que salir rápidamente de ahí antes de que se diese cuenta. Vuelva hacia la salida.
Len, por su parte, sale del baño con un albornoz puesto y con una toalla puesta encima. «Que relajo», se dijo así misma con una sonrisa de oreja a oreja. Empieza a tararear una canción mientras se acercaba a la cama para coger la ropa; sin embargo, se da cuenta que no estaba ahí. Alza la ceja extrañándose demasiado de que no estuviera ahí, y recuerda que lo había sacado del armario. Sus ojos se clavan en la puerta, que daba acceso al pasillo, que estaba abierta.
—¡Oh será posible! ¡No saben ni respetar cuando alguien se está bañando! —Len, con toda la determinación del mundo, sale de su cuarto sin importarle mucho si alguien la mirase de esa forma como estaba.— Si soy el ladrón de ropa, ¿a dónde iría?
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—¿Qué hizo dormir así por las buenas a nuestros hermanos pequeños?
—Sólo les dijo que quien se quedara dormido primero, el ganador se llevaría una bolsa de dulces.
—Oh, nuestra futura esposa será una gran madre —balbucea muy feliz Perospero.
—Y yo quería dar una vuelta con ella por Isla Cacao —forma un puchero con sus labios Cracker muy molesto.
—Ya tuviste tu oportunidad en estar en su cuarto y a saber que habrán hecho.
—¡No pasó nada, Daifuku!
Katakuri posa las manos en su frente intentando calmar la situación. ¿Por qué sus hermanos tenían que preguntarle a él? Claro, esa chica no paraba de estar con él, es como si fuera su preferido. Suspira despacio mirando a sus queridos hermanos que discutían.
—Ya me gustaría verla por aquí y que señale con el dedo a uno de nosotros.
—¿Y para que quieres eso, idiota?
—Para dar una vuelta, cabeza rapada. —Una vena crece en la sien de Oven.
—Te recuerdo que nos rechazó en la biblioteca —golpea la cabeza de su mellizo pequeño.
—Pero, joder, quiero tener por lo menos una oportunidad como lo está teniendo Katakuri.
—Os estoy escuchando.
Y las puertas de la sala se abren, en donde una pequeña media enana entra feliz volando sin parar por todo el sitio. Lo curioso es que llevaba consigo misma cierta ropa que era demasiado grande para la pequeña Normande. No paraba de reír como si estuviera tramando algo.
Los adultos levantan la ceja con algo de extrañez de que la pequeña haya entrado así sin más y con eso en sus humanos, y menos mal que era ligera. Que, por cierto, ¿de quién es la ropa? No les resultaba familiar de ninguno de sus hermanos o hermanas. Normande gira alrededor de su hermano Katakuri y, de buenas a primeras, suelta la ropa haciendo que cayese encima de la cabeza de éste. Y de buenas a primeras sale corriendo antes de que aparezca cierta persona.
—¿Qué cojones?
—Voy detrás de ella a ver que trama. —El más mayor de los hermanos se retira de aquella sala dejándolos con la duda.
—¿Por qué habrá traído la ropa esa enana? —pregunta Cracker viendo que Katakuri va cogiendo las prendas una a una.
—Y a saber de quién es. Seguro que está correteando por ahí buscando la ropa —especifica Daifuku.
Katakuri va extendiendo la ropa y se da cuenta que son prendas bastante pequeñas como para que un chico se lo ponga. Lo más lógico sería una chica de ese tamaño. Piensa un momento quien de sus hermanas se pone este tipo de ropa tan... ¿extravagante? Sin embargo, su cara se pone roja cuando ve algo prohibido para los ojos de cualquier hombre. Un sujetador y unas bragas de color crema, que realmente conjuntaban demasiado.
Los otros tres hermanos tienen los ojos como platos y con la cara roja como Katakuri. ¡Esa enana si que es una traviesa y de las buenas! Cracker sonríe muy pervertido cogiendo las bragas aún sujetadas por Katakuri.
—Pero mira que tenemos aquí. —Los estira un poco para verlos mejor.— ¿Quién se pondría esta prenda?
—Lo más lógico nuestras hermanas —piensa Oven, pero niega con la cabeza no queriendo pensar en esas cosas.
—¡Nuestras hermanas no dejarían la ropa a la vista de nadie! —Otra paliza recibe de su hermano Daifuku.
—Yo creo que es de nuestra querida y futura esposa. —La sonrisa de Cracker se amplía aún más sintiendo que sus hermanos le miraban.— No sabía que esa enana tendría unos gustos bastante exquisitos.
Katakuri se queda mirando un momento las bragas que sostiene su hermano para luego dirigir sus ojos hacia el sujetador. ¿Esto es de Len? Por alguna extraña razón, su corazón comienza a bombear como nunca imaginándose a la joven caminando desnuda por ahí sin ningún tipo de prenda. Sus deseos más impuros hacen presencia en su cabeza. Comienza a pensar como sería el cuerpo del joven debajo suyo, desnuda y con una mirada bastante lasciva, sus pechos, su...
—¡Katakuri que te estás poniendo colorado!
Parpadea unas cuantas veces cuando escuchó la voz de su hermano Oven y sacude la cabeza con rapidez quitándose esa imagen de la cabeza. Es verdad, lo que le dijo esa chica, es un pedófilo de verdad.
—Bueno, reza en que tu amiguito no se haya despertado —comenta en broma Cracker viendo divertido la expresión de vergüenza de Katakuri.
—No soy tan pervertido como vosotros —cubre su rostro con su bufanda aún más notando como la timidez va en aumento.
—Oh venga, hermano, somos humanos. —Daifuku le da unas leves palmadas en la espalda de su hermano mayor.— Tener algo de reacción no es nada malo.
—Cierto lo que dice Daifuku.
—Callaos la boca sino queréis que os la parta —Una vena crece en la sien de Katakuri soportando el acoso amoroso de sus hermanos.
—¡¿Dónde estás maldito ladrón de ropa?!
Sin embargo, toda esa felicidad y de cachondeo se desvanece, cuando ven a la chica entrar en la sala con una mirada de asesina y de preocupación al mismo tiempo. Los cuatro hermanos se quedaron pasmados al verla allí, plantada ante la puerta, y Len clava la vista en los hermanos que se encontraban muy tranquilos.
Katakuri la observa detenidamente y su cara se vuelve a ponerse al rojo vivo. Mira que ha visto a muchas mujeres desnudas donde siempre van a su cuarto para complacer sus necesidades. Sin embargo, esta vez es diferente, con ella lo es. Su cuerpo estaba cubierto con ese albornoz tan corto que le llegaba a la altura de sus muslos y con una toalla en su cabeza. Se la estaba comiendo con la mirada y no era el único. Los otros tres hermanos estaban impactados que hasta alguno estaba sangrando por la nariz.
Len no entiende porque esos idiotas le estaban mirando como si nunca han visto a una mujer. Aunque su cara cambia repentinamente cuando ve a Cracker con sus bragas y Katakuri con las demás prendas. Aprieta los puños con rabia y su rostro se pone rojo de la ira.
—¡Katakuri! ¡Cracker! ¡Daifuku! ¡Oven! ¡¿Qué demonios hacéis con mi ropa?!
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¡Y otro capítulo más en esta historia que os está gustando demasiado!
Creo que hay cuatro personas que van a recibir una paliza por parte de nuestra protagonista y todo por culpa de cierta niña traviesa.
Nos vemos en el próximo capítulo, ¡chau!
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