11

Silencio.

Apabullante y aterrador, terrible, simplemente el llanto desconsolado de una pobre alma en desgracia era percibida, absorbida por el espacio gigantesco de aquel garaje, ese donde a duras penas podría internarse el calor del sol.

—Dios, jefe deje ese celular.

—No va a hacerte caso, Rindou. Parece un niño con juguete nuevo.— Resopla el elegante hombre, el mayor de ambos.

Y es que ambos yacen apoyados sobre dos de las tres sillas existentes en el lugar, suspirando irritados porque un trabajillo se ha quedado a medio hacer.

—Me aburro.— Chasquea el Haitani menor fingiendo que ese pobre hombre que está amarrado a la destartalada silla no está llorando y gimiendo, a duras penas gracias al saco y amarre sobre sus ojos y boca, por las cuales se deja ver una estela de sangre aun fresca, de seguro llora por sus dos dientes que acaban de ser reventados de un golpe hace apenas unos minutos, cortesía de Ran.

—Deja, si tenemos suerte podremos ir a comer fideos luego.

La dulce forma de confortar de Ran es cortada cuando un chillido atroz resuena entre la oscuridad.

Ambos hermanos saltan en su lugar y el hombre atado también, aunque no con tanta intensidad pues ha de doler tener un brazo roto, esta vez cortesía de Rindou. Además, más le convenía seguir sobre la vieja silla pues enojar al jefe podría traerle consecuencias mayores.

—¡RAN!

Resuena un grito desesperado, viniendo desde la misma dirección que el chillido pasado.

El que ha sido llamado dirige su mirada a su hermano que asiente con la cabeza, confirmando que no ha sido el único que ha oído tal tono.

Ran traga ruidosamente.

—¡RAN, MALDICIÓN! VEN DE UNA VEZ.

Rindou se ríe silenciosamente y mientras su hermano se pone de pie aprovecha y le saca la lengua, gesto que es respondida con el mayor de ambos sacando el dedo medio, arreglando su glamuroso traje.

Ran se pone de pie.

Cuando sus piernas temblorosas dan el primer paso es interrumpido por pisadas rápidas que se dirigen a su dirección.

Takemichi hace acto de presencia.

Aparece con un puchero en los labios y el celular en ambas manos, siendo agitado con desesperación.

—¡BLOQUEA A MIKEY-KUN AHORA MISMO!— Ordena.

Ran arquea una ceja y Rindou ríe, todos ignorando olímpicamente al hombre amordazado y amarrado justo a dos pasos de su lugar.

—Pero, querías hablar con él, ¿estás segu-

Es interrumpido por Takemichi quien rápidamente le entrega el teléfono.

—SILENCIO, SÍ, HAZLO.

Ambos hermanos se guardan sus preguntas y el mayor obedece ordenes, y aunque ve cierta parte de la conversación, prefiere no mencionarlo justo ahora.

Takemichi suspira cuando el teléfono es devuelto a sus manos y mueve la cabeza abochornado, guarda el teléfono entre los bolsillos de sus horribles pantalonetas color beige, rasca su cuello con aflicción mirando fijamente a los ojos de Rindou sin razón aparente, pasando las uñas por sobre su poleron de un blanco manchado con pequeñas motitas rojas que contrastan con ese estampado de zombie que brilla con el lema "For yours".

Rindou tose incómodo aunque no sirve pues el hombre amarrado hace el mal movimiento de intentar soltar sus manos, mala idea pues el dolor del brazo roto le hace soltar un bramido dolorido.

Takemichi sonríe hacia sus subordinados, quitando por fin la mirada del Haitani menor.

—El autocorrector es muy cruel.— Dice solamente.

Encamina sus pies hasta donde el hombre quien al oírlo se remueve desesperado aún con el dolor punzante.

Se detiene, observa con gesto reprobatorio al tipo y ordena tajante: —Silencio.

El hombre parece no captar la orden y procede a soltar algunos gimoteos inentendibles dejando que un poco de sangre escape de sus labios.

Takemichi no desvía su mirada del hombre pero sonríe suavemente.

—Verán, Ran, Rindou, se supone que me iba a burlar de Mikey-kun, quería decirle pitufo y le dije pitudo.

Cuenta.

Los hermanos son tomados por sorpresa por el error tan inocente, se ríen escandalosamente sin desearlo hasta que algunas lágrimas escapan de sus ojos. Por esa estupidez los asustó.

Aunque sus risas se detienen cuando el hombre amordazado, a quien no parece hacerle gracia la anécdota de Takemichi, grita como puede, y no pueden culparlo, no muchos reirían cuando acaban de romperte un dedo de tu única mano sana.

Cosa que no afecta a Takemichi que sigue sonriendo.

—Mikey-kun se burló mucho.— Relata con esos bonitos ojos azules brillantes y bonitos.

—Pero yo estoy un poco molesto.— Susurra y añade —Ahora no quiero nada, me voy a casa y hagan el resto, algo adecuado para alguien que no sabe hacer un buen trabajo— Concluye.

Tan rápido como termina, los ojos azules y brillantes se opacan con una sombra tenebrosa.

Pobre cosita fea jajajajajaja

Pongo esta parte narrada porque hacerlo todo por chat es funcional pero suele tardar demasiado, además, el AU será divertido.

Puede que ya no haya partes narradas.
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