Capítulo 65: En el Valle de la Oscuridad
-Valle de Nowas, Tierras de Vestevia-
Nos encontramos a solo un día de llegar hasta el pueblo Caronte, habiendo atravesado los límites de la frontera entre las tierras de Maydiland y Vestevia, estando a solo un corto fragmento del valle para llegar a nuestro destino final.
Siendo de noche estábamos alistando todo lo necesario para cenar plácidamente, teniendo la dicha de ser atendidos por nada menos que una verdadera sirvienta de la realeza, la misma encargada de supervisar la elaboración de todos los platillos servidos a la tercera princesa de Marebitia, y siendo en cierta medida, una maestra culinaria y en el área de la servidumbre.
Elena era por mucho una mejor cocinera que los cuatro presentes, y ver su destreza a la hora de preparar platillos la noche pasada hizo que los cuatro nos abstuviéramos de participar en la elaboración de nuestras comidas y nos centráramos en las demás áreas que no afecten su trabajo en la cocina.
Sintiendo interés por su técnica culinaria, me aseguré de concederle cualquier ingrediente que pidiera para la elaboración de nuestras comidas, gracias a mí habito de conseguir tantos ingredientes como pudiera cada vez que visitábamos un nuevo sitio, pude proveerle de todo lo que pedía, lo único que hizo falta fue una mejora en nuestros modales a la hora de comer.
Después de todo, toda la deliciosa comida que era servida era devorada prácticamente por la más reciente miembro del equipo, quien parecía no encontrar su fondo a propósito.
Fue cuando veía a Tyrel devorar su quinta porción que Elena se nos unió para comer, ahí encontré la oportunidad para preguntarle a la ayudante de la princesa sobre su tierra natal.
-El pueblo Caronte a donde vamos ¿Podrías contarnos más al respecto señorita Elena?
Decidí ser directo con mi pregunta, puesto que ya para mañana llegaríamos a nuestro destino.
-Caronte es como cualquier otro pueblo que hayan visitado, buenas personas, un clima fresco y frio en el invierno... Muchos de sus habitantes tienen una buena amistad con los señores de las tierras, una buena pareja que trata bien a sus vasallos y a quienes trabajan en su mansión.
-Es inusual escuchar de una familia noble que tenga un buen trato con la gente normal.
Este comentario vino de Sephirina, quien, aunque también era de origen noble, no guardaba mucha simpatía con ellos, o al menos así lo dejaba ver ella.
-Los señores de Vestevia siempre han sido buenos aliados y nobles de Marebitia, la posibilidad de que sigan con vida es una de las razones por las cuales se autorizó nuestra incursión al interior de la muralla que la Casa de la Luz está manteniendo.
Aquellas palabras llamaron la atención de Valupla, quien pareció entender una de las muchas razones no dichas para que fuésemos hasta Caronte.
-Así que además de encontrar el origen de la plaga de violencia entre los aldeanos, ¿Se espera que rescatemos a los señores de Vestevia?
-Eso si aún siguen con vida... La princesa conserva la esperanza de que ellos se encuentren bien, pero también es consciente de que, dada la situación, esa posibilidad es bastante reducida.
Al momento de hablar de esto, noté un atisbo de pesar en su tono de voz, lo que me hizo preguntar algo que quizá no era apropiado.
- ¿Hay alguna otra persona en Caronte a la que esperes encontrar a salvo señorita Elena?
¡!
La reacción en su rostro me dio a entender que había acertado, aunque era algo bastante predecible también.
Después de todo, es su pueblo natal, lo que significa que su familia debe de seguir allí.
-... Sería una pérdida de tiempo tratar de ocultarlo, pero la princesa me escogió para guiarlos, no solo porque fuera mi pueblo natal, sino como una oportunidad para tratar de rescatar a mis padres, si es que aún siguen con vida.
Al momento de decir esas palabras su rostro trataba de contener la preocupación que albergaba por dentro, pero dicha tarea no resultaba ser fácil. Aun así, ella siguió intentándolo.
-Pero no tiene de que preocuparse señor Shimon, comprendo a la perfección cuales son las prioridades de esta misión, y me aseguraré de brindarle todo mi apoyo durante este viaje.
Elena, quien estaba siendo fuerte para no abandonar su apariencia inmutable, declaró que estaba dispuesta a dejar de lado sus sentimientos personales con tal de cumplir con los deseos de la princesa Roselia.
Aquello me parecía bastante increíble, pero también bastante incorrecto.
-Agradecemos tu apoyo señorita Elena, y no puedo prometerte que lograremos lo mismo que en la cruzada del príncipe Rastiel, pero si aún queda alguien a quien podamos salvar, o si hay una forma de revertir la situación, entonces buscaremos salvar hasta la última persona posible.
Estaba haciendo una declaración riesgosa, pero me aferraba a ese ideal, ya que aun si nos estuviéramos enfrentando al mismo virus de la rabia, estoy seguro que encontraríamos la forma de revertirlo usando el conocimiento de mi mundo y la sabiduría del Maestro.
Era una apuesta con bajas posibilidades de éxito, pero era mejor que nada.
-... Agradezco sus amables palabras señor Shimon, espero que pueda cumplir con las expectativas que la princesa pone en usted.
-Haré todo lo posible.
Justo cuando dije estas palabras pude sentir un pisotón en mi pie derecho, uno que casi me hizo levantarme de mi asiento. Dicho pisotón provino de Sephirina, quien parecía estar enfadada conmigo.
-Sería bueno que no te olvides que estamos presentes Shimon. Si salvar a esas personas es tu objetivo, entonces ten por seguro que nosotras también haremos todo lo posible.
Su comentario fue dicho honestamente, queriendo dejar en claro que yo no iba a ser el único que se esforzaría en esta misión.
-Concuerdo amo, si es tu deseo, haremos lo que cualquiera crea que es imposible.
Valupla se unió a Sephirina en su postura de que no llevara la carga solo.
- ¡Exacto! No sé mucho sobre espectros o maldiciones o nigromantes, pero si la causa es algo que podamos golpear, ¡Entonces pueden contar conmigo!
Incluso Tyrel, quien se estaba atiborrando de la deliciosa comida servida, parecía dispuesta a luchar y hacer todo lo posible por ayudar.
Saber que cuento con el apoyo de todas, no solo me llena de confianza, sino que aliviana la carga en mis hombros.
-Gracias a todos... Sé que no tengo derecho, pero pongo el bienestar de mi pueblo en sus manos.
Al escucharnos hablar Elena mostró una mayor confianza, y nos agradeció con sinceridad.
Habiendo conseguido un buen cierre, cambié el tema de conversación por uno más alegre.
-Por cierto, ¿Has tenido algún avance con el pequeño espíritu, Sephirina?
Hice esta pregunta pues no había encontrado otro momento antes para hablar de ello, y al parecer la misma Sephirina no se había esperado que hablara de esto ahora.
-Pues... Se podría decir que sí... Aunque sigue siendo algo difícil de conectar con este.
Al momento de decir estas palabras Sephirina juntó sus manos por encima de la mesa, para que una pequeña esfera de luz azul se empezara a manifestar. Dicha esfera adquirió un brillo más fuerte y empezó a tomar la forma de una criatura marina.
Al final en las manos de Sephirina un ser traslucido apareció, del tamaño de una de sus manos, y encerrado en su propio caparazón.
Era el espíritu mayor otorgado por el guardián del templo sagrado tras la batalla contra la Hidramutante titánica. La recompensa para Sephirina por todo su valor y entrega en esa lucha.
Una tortuga espiritual acuática... O al menos eso parecía ser, ya que Sephirina solo había logrado materializarla mientras la misma se escondía dentro de su caparazón, y sin importar cuanto le hablase, la misma no se había dignado a asomarse o mostrar signos de vida.
Aunque era indiscutiblemente un espíritu de alto nivel, era uno en una etapa infantil, que ya se encontraba conectado a la misma Sephirina, y que respondía a sus propios sentimientos y pensamientos, de modo que la única que podría hacerle salir de su caparazón, era ella misma.
Pero ella no había encontrado aun la forma de hacerlo.
-Tú tranquila, seguramente saldrá de su caparazón una vez tenga hambre.
Tal comentario solo pudo provenir de Tyrel, quien por algún motivo tenía la creencia de que los espíritus mayores tenían el habito de comer como ella.
-Es muy inusual ver un espíritu de alto grado, las personas que han podido hacer un pacto con uno en Marebitia se pueden contar con ambas manos. Estoy seguro que en el futuro la señorita Sephirina será ampliamente reconocida, incluso fuera de este reino.
Estas palabras fueron dichas por Elena, quien al ser la sirvienta principal de la princesa Roselia, estaba bien informada de todos los por menores relacionados a la nobleza y a la magia.
-Creo que puedes estar exagerando un poco...
Sephirina mostró cierta incomodidad al ser halagada tan de repente, aunque yo compartía la opinión de Elena. Estaba seguro que en el futuro ella y las demás alcanzarían a ser reconocidas ampliamente en este y otros continentes, pues todas poseen el potencial para ello.
-Ella tiene razón Sephirina, tomará un tiempo para que logres conectarte con el espíritu, pero tus propias habilidades pronto te harán merecedora de ser reconocida y admirada por muchos.
Expresé mi sincera opinión a Sephirina, la cual se mostró más animada tras ello.
-Trataré de cumplir con tus expectativas, pero porque en verdad deseo volverme mucho más fuerte que mi yo actual... Después de enfrentar al Malévolo en la cruzada del príncipe, me volví consciente de que hay enemigos verdaderamente aterradores... Mi deseo es poder ser tan fuerte como para no tener que esperar siempre que nos salves Shimon.
Aquella respuesta llena de sinceridad logró transmitir su determinación por completo, y ella no era la única que compartía dicha resolución.
-Sobrepasaremos nuestros límites, porque nos has enseñado que podemos alcanzar lo que pensamos era inalcanzable... Y nos has dado la libertad para decidir nuestros destinos.
Tales palabras provinieron de Valupla, quien al decir la última frase de esa oración acarició momentáneamente su gargantilla metálica, siendo lo único que cubría su marca de esclavitud, la cual había sido inutilizada tiempo atrás en el pueblo Runser.
Siendo como todos los presentes, una persona libre y sin ataduras, Valupla se aferraba a su libertad para decidir su destino y futuro, un futuro que quería poder vislumbrar a nuestro lado.
-... Muchas gracias a todas... Estoy seguro que este no será el fin de nuestra aventura juntos, así que demos lo mejor de nosotros mañana, ¿Les Parece?
Traté de mostrarme más animado, olvidándome por un instante de todas las preocupaciones que había albergado dentro de mí desde que dejamos la ciudadela, me aferré a la esperanza que las palabras de mis compañeras me estaba brindando.
Una respuesta afirmativa fue dada por las presentes, incluyendo a Elena quien se nos había unido momentáneamente en este viaje hasta el pueblo Caronte.
Es posible que la amenaza que nos espera en ese pueblo sea aquello a lo que temo tanto, o puede que ni siquiera pueda imaginarme cual es la verdadera naturaleza de nuestro enemigo.
Pero si de algo estoy seguro, es que cuento con el apoyo del mejor equipo que hubiese podido desear, y que la batalla que nos espera mañana, será una que enfrentaremos juntos.
-Al Dia Siguiente-
-Fronteras del Pueblo Caronte, Tierras de Vestevia-
La noche pasó tranquilamente, y a solo una hora para el medio día logramos vislumbrar varios campamentos militares cerca de una gran barrera traslucida que apenas era perceptible desde la distancia.
Una vez que nos logramos acercar lo suficiente fuimos interceptados por una patrulla de soldados pertenecientes a las tierras de Vestevia, los cuales nos interrogaron y trataron de hacer que nos retiráramos del área, pues hasta donde nos dejaron saber, toda el área alrededor había sido prohibida para el acceso público, ya fuese de comerciantes u aventureros.
Fue gracias a que Elena interfirió y mostró el emblema de la princesa Roselia que nos concedieron el paso al campamento y nos escoltaron hasta la carpa principal de la base militar improvisada por los soldados de Vestevia.
En esta carpa se encontraban varios personajes de alto nivel, capitanes y generales que servían bajo el señor de Vestevia, mismo que se encontraba atrapado dentro de la barrera que se encontraba a pocos metros de distancia.
Pero dos personajes destacaban de entre todas las personas dentro de esa carpa, uno era el general Figaro, el cual fue de los primeros en dirigirse hasta el pueblo Caronte una vez se hizo saber lo sucedido con la gente de su pueblo. Así como de los primeros en intentar dirigir a un escuadrón de soldados dentro de la barrera para tratar de rescatar a su señor.
Sobra decir que dicha incursión resultó en un tremendo fracaso, terminando en la completa aniquilación de los soldados que atravesaron la barrera, y que además se habían sumado al grupo errático que ahora se encontraba tras la barrera lumínica.
El segundo personaje importante dentro de esa carpa, y que se encontraba en plena discusión con el general Figaro, era nada menos que el anteriormente mencionado obispo Rufus Art Versait, líder del templo de la justicia divina, e hijo del cardenal Horacio Art Versait, quien también se encontraba dentro de la barrera y se desconocía su estado o paradero actual.
Cuando parecía que su conversación iba a escalar a un nivel más severo y violento, la mirada del obispo se detuvo en nosotros, o más específicamente en la sirvienta que nos acompañaba.
-Imposible... ¿Elena?
-Me alegra saber que su eminencia se acuerda de mí, y es bueno verlo con buena salud.
Al momento en que el obispo se dirigió ante Elena, la misma respondió con una reverencia, para luego sonreírle de una forma natural y servicial, como si se conocieran más de lo que yo pudiese haber anticipado.
-Si estás aquí, ¿Quiere decir que la princesa Roselia se ha presentado a esta zona?
Más que una pregunta hecha con el deseo de ser contestada, las palabras del obispo poseían un tono de advertencia, como si una respuesta afirmativa fuera lo último que quisiera escuchar.
-Su eminencia puede estar tranquilo, la princesa se encuentra a salvo en la real academia del conocimiento, en cambio se me envió con el propósito de escoltar y acompañar a este grupo de valientes aventureros que fueron enviados por la princesa para atravesar la barrera y rescatar a los señores de Vestevia.
Aquellas simples palabras bastaron para que la mayoría de los presentes titubearan y se mostraran paranoicos, después de todo no es usual ver a un grupo como el nuestro en un escenario como este, en especial siendo escogidos por la misma princesa del reino.
- ¿Qué clase de broma es esta? ¿En serio la princesa piensa que un grupo cualquiera podrá hacer lo que nuestros soldados no han podido hasta ahora?
Aquella declaración impregnada de ira fue hecha por el general Figaro, quien se mostró abiertamente descontento con la idea de que fuéramos nosotros los elegidos para atravesar la barrera. Al parecer no dábamos la apariencia de ser un equipo capaz ante sus ojos.
No era mi intención el contradecirlo, después de todo no estábamos en la obligación de responder ante aquel general que nos había juzgado con solo vernos, en cambio dejé que nuestra guía hablara por nosotros.
-Haría bien en no cuestionar el juicio de la princesa general Figaro, después de todo este grupo tuvo un papel crucial en la cruzada del príncipe Rastiel contra el Malévolo del templo sagrado del agua, su fuerza y capacidad es reconocida por ambos príncipes, y aquí puede encontrar el documento que valida esta afirmación, firmado por la princesa misma.
La mirada del general se agrietó al momento en que el nombre del príncipe Rastiel fue mencionado, parecía ser que, en el ámbito militar, el nombre de Rastiel llevaba un mayor peso que el de la tercera princesa, posiblemente debido a sus méritos en combate.
El general Figaro tomó el documento que llevaba una declaración firmada por la princesa y el sello real de la familia Von Verdis, esta declaración nos validaba como aventureros capaces de entrar a la barrera y cumplir con la tarea de rescatar a los señores de Vestevia, así como investigar el origen de los ataques violentos y suprimirlo de ser posible.
-Kgh... ¡Como sea! Si tanto están dispuestos a arrojar sus vidas entonces no los detendré, pero no pondré a mis hombres en riesgo solo para ayudar a un grupo de novatos.
Ya que un decreto con el sello real de la realeza era algo que el general no podía desobedecer, este simplemente le devolvió el documento a Elena y dejó la carpa militar acompañado de un par de soldados, dejándonos a solas con los demás soldados que se habían quedado atrás, y el mismo obispo Rufus, el cual también se acercó a nosotros con la intención de detenernos.
-Puedo entender tus razones para ir Elena, pero debo insistir en que no se arriesguen a entrar, si lo intentan terminarán compartiendo el mismo destino que sus habitantes.
Las palabras del obispo no estaban mal encaminadas, aun así, la misma Elena no titubeó ante la advertencia del obispo.
-Agradezco tu preocupación, pero la princesa es consciente del peligro, no solo Vestevia, sino para todo el continente. Además, soy la única capaz de guiarlos sin tener que atravesar el sendero principal, confío en poder llevarlos hasta la mansión de los señores de Vestevia a salvo.
Ante los argumentos de la sirvienta principal de la princesa Roselia, el obispo entendió que, sin importar que dijera, no podría conseguir detenerla, por eso en vez de tratar de razonar con ella, fue directo hacia nosotros, hasta pararse en frente de mí.
-Hemos enviado a varios caballeros y algunos clérigos de nuestro templo al interior de la barrera, pero no hemos sabido nada de ellos, llegados a este punto me opongo firmemente a que cualquiera se atreva a traspasar la barrera.
El obispo parecía bastante firme, y aunque no lo parecía al principio, su postura personal era bastante similar a la del general Figaro.
-Aun así, no tengo la autoridad para cuestionar las decisiones de su alteza Roselia... No dudo que hayan enfrentado grandes peligros y alcanzado buenos logros, los suficientes para ganarse el patrocinio de la realeza, pero necesito saber. ¿Tienen la determinación para poner en riesgos sus vidas y la de ella para ir a una misión suicida solo por cumplir con las expectativas de otros?
Ante esta pregunta el obispo ponía a prueba nuestra determinación, puesto que éramos la única razón por la que Elena tuviera que entrar a un sitio del que nadie volvía siendo el mismo, parecía querer asegurarse de que quienes la protegerían eran personas con la suficiente determinación.
-Le aseguro que nuestra determinación es inquebrantable, sin importar el peligro que vayamos a enfrentar, lo superaremos y volveremos sanos y salvos.
Dije estas palabras sin flaquear ni desviar mi mirada, sabiendo que cualquier rastro de duda haría que el obispo dudara de mis palabras
-... Dos días, es todo el tiempo que tienen antes de que sellemos por completo el pueblo, si no pueden volver con respuestas antes del atardecer del tercer día, bloquearemos el pueblo con ustedes dentro, de forma que nadie pueda volver a salir de este.
Las palabras de advertencia del obispo fueron suficientes como para entender que habíamos obtenido su bendición para aventurarnos dentro de la barrera lumínica que cubría el pueblo.
-Es más que suficiente, puede contar con nosotros señor.
Sintiéndome más confiado expresé mi agradecimiento al obispo, quien mantenía su semblante serio, manteniendo aun sus reservas sobre nosotros y sobre nuestra propia capacidad.
Sin volver a dirigirnos la palabra volvió a ver a Elena, esta vez como si viera a una vieja amiga y no solo a una conocida.
-Espero puedas encontrar lo que buscas Elena...
Ante esa frase la mirada de nuestra acompañante se suavizó, como si el obispo Rufus supiera o la conociera mejor de lo que pudiésemos sospechar.
-Así lo haré... Y también haré lo posible por encontrar las respuestas que necesitas.
Ambos se mantuvieron la mirada por unos instantes antes de que el obispo decidiera retirarse de la carpa, no sin antes dejarnos saber que lo buscáramos una vez fuese el momento de atravesar la barrera.
Las chicas y yo nos quedamos viéndolo alejarse en compañía de otros clérigos que se le habían acercado y empezado a hablarle.
- ¿Se conocen de hace mucho tiempo ustedes dos?
Sephirina preguntó esto luego de que el obispo se alejara lo suficiente como para no escucharle.
-Desde que éramos niños, Rufus y yo crecimos juntos en este pueblo, pero poco después de cumplir los 11 años fue adoptado por el cardenal Horacio, y no nos volvimos a ver hasta que empecé a servir a la princesa Roselia.
- ¿Significa que el cardenal Horacio no es su padre de sangre?
Hice esta pregunta como si fuera algo extraño, aunque la expresión de Elena fue bastante risueña, como si mi pregunta fuera a modo de broma.
-Por supuesto que no, todos saben que los miembros de la casa de la luz no pueden tener hijos, desde los sacerdotes hasta los obispos, todos viven una vida de celibato para así no deshonrar las enseñanzas de la diosa Casiopea.
...
Y pensar que algunas cosas no cambian sin importar el mundo en donde uno se encuentre...
-Pero aun si no comparten la sangre sigue siendo su padre, seguramente estará preocupado por el estado de su padre ¿Cierto?
Tyrel quien entendía bastante bien el nexo que uno comparte con su familia hizo esta pregunta, siendo también la única del grupo que aún conserva a su padre con vida.
-Puede no aparentarlo, pero sé que se preocupa por él, de otro modo no habría insistido tanto en ver si tenían el valor de atravesar la barrera sabiendo el riesgo que nos espera adentro.
-Estoy segura que esa no fue su única razón para interrogarnos... O al menos así lo pienso.
Esta frase fue dicha por Valupla, quien se había abstenido de hablar en presencia de los generales o de los clérigos al ser consciente de las miradas hostiles que eran dirigidas sobre ella de vez en cuando.
-Pienso lo mismo.
Sephirina le dio la razón a Valupla, y yo también se la daba, aunque al parecer solo nosotros tres podíamos compartir dicho punto de vista, ya que las dos ani-humanas no parecían entender a lo que Valupla se refería.
-Horas Después-
-Zona Sur de la Barrera, Tierras de Vestevia-
Han pasado un par de horas desde que arribamos al campamento hecho en las afueras del pueblo Caronte, luego de conseguir el permiso de usar las instalaciones del general Figaro gracias a Elena, pudimos guardar nuestra carroza junto a los Bolgaris y al pequeño Fah, quien quedó al cuidado de uno de los soldados encargados de los establos temporales.
Al pagarle una modesta cantidad de Dekars y proveerle de las instrucciones para cuidar y alimentar a Fah, pudimos dirigirnos al lugar indicado para atravesar la barrera lumínica que resaltaba por toda el área.
Pero antes de que pudiéramos alcanzar dicho lugar, avistamos un escenario perturbador.
¡¡UGGGGGHHHH!!
Cuando caminábamos alrededor de la barrera vimos pasar entre los árboles a dos personas corriendo, ambas con las ropas hechas andrajos y heridas de notoria gravedad.
Apenas logramos avistarlos a la distancia, y ambos corrían en dirección opuesta a la nuestra, por lo que fui incapaz de usar [Análisis Absoluto] sobre estos, y aun cuando estaba tentado a ir tras estos, la barrera que separaba el exterior del pueblo Caronte era algo que no podía perturbar por mi cuenta, o corría el riesgo de destruirla y permitir que lo que sea que les pase a esas personas se esparza a todas partes.
-Esas personas corrían de forma muy extraña...
-Me pregunto qué es lo que les estará pasando.
-Supongo que pronto lo averiguaremos...
Valupla dijo esto siendo la primera en seguir avanzando a nuestro destino, mientras Sephirina y Tyrel se quedaban un rato más viendo a esas dos personas alejándose de nuestra vista.
Fui el último en retomar el paso, puesto que me tomó más tiempo el recuperarme de aquella vista, y no porque me encontrase intimidado por lo que nos esperaba.
Sino porque un terrible presentimiento se anidaba dentro de mi ser.
-Parece que hemos llegado al punto de traspaso.
Poco después de retomar nuestro camino Elena avistó al grupo de clérigos que hacían guardia y mantenían la zona sur de la barrera lumínica. Y supervisando a este pequeño grupo de clérigos, se encontraba el obispo Rufus, quien ya nos había avistado y esperaba nuestra llegada al sitio.
-Tardaron menos de lo esperado, ¿No necesitan más tiempo para prepararse antes de entrar?
Esta fue la pregunta que nos hizo a todos, pero luego de mirar a las demás del grupo y obtener una afirmación de todas decidí responderle.
-Estamos listos, por favor déjenos ir y cumplir nuestro deber.
Fui directo y conciso, puesto que no había necesidad de mediar con más palabras, hacerlo solo sería gastar el tiempo que no tenemos.
-... Muy bien, pero recuerden bien, solo podremos mantener la barrera por dos días más, luego de eso las tropas estacionadas empezaran la creación de la barrera pétrea, y una vez se selle, no permitirán que nada entre o salga, sin importar quien sea.
Esta fue una advertencia clara, recordándonos que, además del peligro, tendríamos un tiempo límite para adentrarnos y tratar de averiguar lo que sucede dentro del pueblo.
Si no éramos capaces de regresar antes de que los dos días pasaran, entonces bien podríamos irnos olvidando de volver a salir en buenos términos con la Casa de la luz.
"Entendido, volveremos lo antes posible"
"... Que la diosa guie su trayecto y les permita volver a salvo"
... Como iba diciendo, un terrible presentimiento.
¡FLASH!
Los clérigos que mantenían esta zona de la barrera empezaron a realizar un encantamiento que empezó a afectar la misma, haciendo que una sección de esta se empezara a abrir frente a nosotros.
- ¡Dense prisa! Mantener abierta una sección de la barrera requiere mucha magia, atraviésenla antes de que deban cerrarla"
Dije esto luego de escuchar las palabras del obispo, siendo el primero en correr hacia el interior de la barrera lumínica, siendo seguido por las demás casi al instante.
Una vez todos atravesamos la barrera esta misma volvió a cerrarse, más no nos detuvimos para ver esta cerrarse, sino que seguimos adelante teniendo a Elena al frente para guiarnos por el mar de árboles que había a nuestro alrededor.
Una vez dejamos atrás a los clérigos al otro lado de la barrera, el obispo Rufus se aseguró de vernos avanzar hasta que nos perdimos por completo de su vista.
Siendo imposible el saber si a este le preocupaba más el que no regresáramos, o que lo hiciéramos... Pero no de la misma forma.
-Minutos Después-
-Zona Sur del Pueblo Caronte, Tierras de Vestevia-
Habiendo evadido los caminos comunes, y atravesado aquel mar de árboles que separaban al pueblo de la barrera, logramos avistar por primera vez al pueblo Caronte, el antiguo hogar de nuestra guía, y origen del extraño evento de violencia esporádica que se ha logrado contener hasta ahora.
-No... No puede ser...
-Ugh... No puedo con el olor.
Tanto Elena como Tyrel, las dos ani-humanas del grupo, no pudieron contener su malestar tras presenciar la misma escena que todos estábamos observando.
Tras habernos acercado lo suficiente, fuimos testigos de un escenario que solo podría describirse como visceral, capaz de revolver el estómago y hacer perder el apetito a cualquiera.
Si tuviera que describirlo con una palabra, esta sería masacre.
Ya que más de uno es el cuerpo que encontramos en las cercanías del pueblo, destrozados a tal punto que parecían haber sido devorados por animales.
Ropas desgarradas y heridas por doquier, al punto de ser imposible de reconocer quienes eran antes para cualquiera que no fuera un familiar cercano o un médico forense. Algunos con partes del cuerpo arrancadas, y otros abiertos y con restos de sus órganos por fuera de sus cuerpos.
Ver este nivel de violencia no debería ser extraño para un aventurero, después de todo nos jugamos la vida en este oficio. Pero ver que esto les ocurra a personas inocentes, que hasta hace una semana vivían vidas normales... Es algo que podría abrumar a cualquiera, yo incluido.
- ¿Quién pudo causar tanta violencia sin sentido?... ¿Qué clase de monstruo...?
-Dudo que se trate de un solo individuo... Si lo que nos dijeron es cierto, es probable que los mismos habitantes afectados se hicieran esto entre ellos.
Valupla se aventuró a responder a la interrogante de Sephirina, quien se tapaba la boca y sujetaba el estómago con malestar, siendo claro que esa escena le afectaba en gran medida.
-Mantengan los ojos abiertos, si ven algún movimiento den el aviso, y no bajen la guardia sin importar que nos encontremos.
Traté de mantener la calma mientras activaba [Mente Sólida], solo para no perder la poca compostura que me quedaba tras ver aquel escenario digno de los videojuegos y libros de terror.
Busqué seguir avanzando para que así las demás pudieran hacer lo mismo, puesto que no lograríamos nada deteniéndonos allí a observar a los muertos.
Aun cuando mi pecho aprieta, y aun cuando quiero salir corriendo sin entender el por qué, sigo avanzando, porque somos los únicos que pueden encontrar la causa de esta masacre.
Porque tiene que haber una razón para tanto derramamiento de sangre inocente... Aunque dudo que sea capaz de aceptar tal razón, si es que la hay...
Porque la rabia, sin importar de que mundo se trate, no llega al punto del canibalismo.
¡GGGGGGRRRRAAAAAAARRRRRRRRRRR!
¿¡¡!!?
Antes de que pudiéramos avanzar más, un rugido bastante familiar nos hizo a todos ponernos en guardia y formar un círculo defensivo.
Asumiendo que podría tratarse de los habitantes del pueblo infectados, me preparé a inhabilitarlos con mis sables cortos, puesto que sigo sin saber si hay alguna forma de salvarlos.
Pero fui ingenuo... Demasiado ingenuo.
Quizás porque no quería aceptar lo que los hechos frente a mí me estaban señalando, quizás porque pensé que algo como esto no podía suceder en este mundo, que ya posee una definición clara para estos seres.
- ¿Quiénes son...? ¿Acaso son los aldeanos?
-No creo que vengan a recibirnos con alegría...
Valupla no podía estar más en lo cierto, ya que frente a nosotros se encontraban los seres que alguna vez fueron poseyeron la consciencia y alma que define a la humanidad.
Seres que solo conocían el hambre, y que ya habían perdido todo el raciocinio.
-Es imposible... ¿Cómo puede haber tantos a la vez...? Inclusive niños...
-No tiene sentido... ¿Cómo pueden estar de día...?
Las palabras vacilantes de Sephirina y Tyrel tenían mucha validez para las leyes de este mundo, puesto que existen ciertas condiciones para que estos puedan aparecer, y esas condiciones no deberían de cumplirse con la gente de este pueblo.
En primer lugar, ellos solo pueden aparecer si antes de convertirse, guardaran un gran rencor, y cuando llega el día se desvanecen o quedan inertes, pero es un poco más del medio día, y se encuentran no solo presentes, sino corriendo hacía nosotros.
Su tiempo de aparición, y su propio comportamiento no coincide con lo que cualquiera sabe de estos.
Cualquier nativo de Eltera al menos.
Porque aun cuando yo los puedo reconocer como tales, este mundo no lo puede hacer.
Zombis... Pero no los que he visto y enfrentado hasta ahora, no de los que poseen un determinado HP, ni tampoco de los que puede obtener precisa información.
Zombis que no se formaron por un componente mágico o maligno, sino que se propagan como una verdadera infección.
Zombis que no se ven afectados por la magia de luz, sino que seguirán avanzando hasta que se les destruya el cerebro. Monstruos que no pertenecen a este mundo de fantasía se encuentran avanzando como enjambre hacia nosotros.
Al momento en que mi cerebro terminó de procesar esta realidad, dos cosas terminaron pasando.
-HABILIDAD RESISTENCIA AL MIEDO LV 3-4-
[Muralla de Fuego]
Al momento de sentir el grave peligro en el que nos encontrábamos salté frente a ellas y guardando mis sables cortos erguí una gran muralla de fuego entre nosotros y los zombis. En ese instante no sabía si bastaría para frenarlos, pero esperaba que siquiera bastara para frenarlos un poco.
- ¡CORRAN TODAS!
Sintiendo como la confianza que antes tuve se desmoronaba, les grité a todo pulmón para que se alejaran lo más posible de esas criaturas, aun cuando la única dirección que teníamos para alejarnos era hacia el interior del pueblo.
Donde seguramente encontraríamos a muchos más esperándonos.
Las chicas no titubearon y entendieron la gravedad de mi tono de voz, así que en vez de discutir siguieron mi orden al pie de la letra y empezaron a correr hacia la zona interna del pueblo, mientras las seguía lo más posible sin perder de vista la muralla de fuego que había invocado.
La misma podría detener o vaporizar a cualquier monstruo con facilidad, pero estos monstruos no actúan conforme a los mismos principios.
Estos simplemente atravesaron la muralla de fuego con sus cuerpos incendiados, algunos derrumbándose tras solo dar unos pasos fuera, y otros avanzando a la misma velocidad mientras nos persiguen con sus cuerpos parcialmente calcinados.
- ¡Hay más adelante Shimon!
El llamado de Tyrel me hizo devolver mi vista hacia adelante, viendo como varios más empezaban a surgir de los callejones y las casas que dejábamos atrás, así como aparecían más obstruyendo nuestro camino.
Viendo cómo nos acercábamos pronto a un callejón sin salida, activé por acto reflejo una de las más recientes habilidades sintetizadas que había logrado crear.
[Súper Concentración]
Al momento de activarla el mundo a mi alrededor se ralentizó, al punto en que podía ver todo a mi alrededor a un tercio de la velocidad normal, esto me permitió pensar en la manera más efectiva para escapar de aquel callejón sin salida.
[Pilar Pétreo]
Tomando la delantera di un fuerte pisotón al suelo para que tres círculos mágicos en linea se manifestaran frente a nosotros, los cuales dieron lugar a tres pilares rocosos de diferentes tamaños y altura. Dichos pilares no serían capaces de escalarse con facilidad para una persona promedio.
Pero ninguno de los presentes es una persona promedio.
- ¡Salten sobre los pilares!
Una vez dije esto hice que me siguieran el paso para así saltar sobre los pilares frente a nosotros, cada uno separado lo suficiente del otro como para que solo nosotros, que contábamos con altas estadísticas físicas, pudiéramos saltarlos sin caer hacia el suelo, como lo hicieron los zombis a nuestro alrededor.
Una vez todos alcanzamos el ultimo pilar de mayor altura y tamaño, usé [Metralleta de Aire] sobre el pilar anterior y sobre los zombis que iban tras nosotros, haciendo que cayeran al suelo en medio del mar de zombis que trataban de escalar sin éxito el pilar sobre el que estábamos.
Una vez estuvimos fuera de peligro desactivé [Súper Concentración] para así tratar de calmar los latidos de mi corazón, el cual casi se desboca por encontrarnos en dicha situación.
Un escenario que solo había visualizado en pesadillas, donde los muertos pueden infectar a los vivos con tan solo una mordida, y donde estas criaturas de horror no se desvanecen con el llegar del amanecer.
Llegados a este punto, hubiera preferido por mucho que esto se tratara de algún caso de rabia mágica, aunque tampoco puedo decir que haya mucha diferencia...
-Esto es mucho peor de lo que pensé... ¿Cómo pueden los zombis permanecer de día? Se supone que son criaturas de la noche, incapaces de existir mientras el sol esté presente.
Sephirina dijo esto mientras se encontraba de rodillas aferrada al borde del pilar, mirando con horror hacia el mar de zombis que nos rodeaban, los cuales intentaban escalar en vano el pilar de más de diez metros sobre el que estábamos.
-Ahora entiendo porque el obispo se negaba a dejarnos entrar, si estas son las criaturas que tratan de contener, no puedo cuestionar el por qué tratan de cerrar el pueblo lo antes posible.
Valupla también estaba viendo en la misma dirección que Sephirina, aunque ella lo estaba haciendo arrodillada, con una de sus manos a punto de sostener su arco, lista para entrar en batalla de ser necesario.
- ¡Son cientos! ¿Serán todos los habitantes del pueblo?
Tyrel hizo esta pregunta sin pensar bien en cómo esta podría afectar a la única del grupo que era nativa de este sitio. La cual se encontraba de pie en el borde del pilar, sin agacharse ni arrodillarse para no ensuciar sus prendas de sirvienta, viendo con claro malestar el panorama ante sus ojos.
Su pueblo natal destruido y bañado en sangre, los que fueron sus habitantes y conocidos vueltos muertos vivientes y atentando contra ella y los presentes, y la esperanza que albergaba de ver a este lugar como antes destruida en mil pedazos.
Era una situación que no le deseaba a nadie, ni a mi peor enemigo.
Aun así, no podíamos seguir aquí por siempre, observando la anomalía que se encontraba por debajo de nosotros, era claro que solo podíamos elegir dos posibles caminos.
-Señorita Elena, lamento lo ocurrido con su hogar, y quisiera poder darle una explicación de por qué sucedió algo como esto, pero no la tengo. Lo que puedo decirle es que este peligro excede todo lo esperado, y que seguir avanzando será demasiado peligroso, incluso para nosotros.
Habiendo dicho esto las chicas notaron la gravedad de mi tono de voz.
- ¿Significa que nos vamos a rendir y regresar?
Esta pregunta la hizo Tyrel, quien, aunque seguía perturbada por la situación presente, no parecía haber tirado la toalla aún.
-No he dicho eso, prometí que encontraría el origen de esto, y pienso cumplirlo, pero el peligro que nos espera adelante es demasiado, por eso quiero que regresen a donde el obispo, y yo continuaré hacia la mansión de los señores de Vestevia.
Esta decisión que por mucho era la más segura y factible, no fue nada popular al momento de presentársela a las presentes
- ¡No puedes estar hablando en serio!
La primera en arremeter en contra de mi decisión fue nadie menos que Sephirina, quien se paró en frente de mí con una mirada llena de reproche.
- ¡No vamos a regresar mientras tú te arriesgas por tu cuenta!
- ¡Se supone que somos un equipo Shimon, no vamos dejarte aquí solo porque es peligroso!
-Me niego a regresar sin usted amo.
Tanto Sephirina como Tyrel y Valupla se mostraron reacias a aceptar mi decisión, aun cuando la estaba tomando por el bien de ellas, ya que estos no son los monstruos a los que estamos acostumbrados, son algo mucho peor.
-Estas cosas no son los zombis que ustedes conocen... La magia sagrada no sirve contra estos, y el más pequeño rasguño que reciban será fatal, ninguna magia podrá salvarlas si es que sucede...
Mis palabras llamaron la atención de la única presente que era nativa de este pueblo.
-Señor Shimon... ¿Acaso usted sabe que sucede aquí? Por favor explíqueme porque parece saber tanto de estos monstruos.
Elena mantuvo la mirada firme, aun cuando por dentro se encontraba atormentada por lo sucedido con su pueblo natal. Aun así, tenía la suficiente fuerza para demandar respuestas de cualquiera que pudiera tenerlas.
E inevitablemente, yo era el único con estas, más no podía explicar el por qué sabía de ellos, así que tenía que encontrar la forma de responder sin revelar mi verdadero origen.
-... Esta es la primera vez que me los encuentro de frente, solo había sabido de estos por medio de historia como libros. Una variante de zombis que no se manifiesta por el rencor o algún elemento oscuro o mágico, cuyo origen no se relaciona a la nigromancia.
Empecé a hablar de estos como si fueran una leyenda de un pasado perdido o mítico, esta era la mejor forma que podía pensar para hablarle de estos.
-Así como la enfermedad que hace poco se propagó por las aguas contaminadas provenientes del templo sagrado del agua, estos zombis se originan a partir de un virus o bacteria infecciosa, y se propagan por medio de las mordidas o el contacto con su sangre, una sola herida bastará para convertirse en uno de ellos, y ninguna magia será capaz de revertir el proceso.
Si la lógica de las películas de zombis se podía aplicar a este mundo de fantasía, entonces estaba seguro de tener la razón al decir esto, puesto que la magia curativa solo se enfoca en sanar heridas observables, y la magia enfocada en sanar enfermedades solo surte efecto cuando se comprende con profundidad la naturaleza de la enfermedad.
Pero el virus zombi jamás se ha podido comprender a la perfección, siempre se presenta de forma diferente en las historias que he conocido, y en casi todas se le conoce como un virus sin cura o vacuna. Es el virus más infeccioso y letal desde mi punto de vista personal.
-Cortar el área infectada podría evitar que la infección se propague por el resto del cuerpo, pero si no se hace con rapidez entonces no habrá salvación para el infectado, y si la herida o mordida es en otro sitio que no sea una extremidad, entonces esa persona estará condenada.
Dejé de ver a Elena para así enfocarme en ver el mar de personas bajo nosotros, un mar de cadáveres enardecido y con mucha hambre, carentes de las almas que alguna vez habitaron sus cuerpos, cuerpos que deberían estar inertes ahora se mueven por la única causa de esparcir el virus que los mantiene en movimiento.
-No están vivos, así que no se detendrán hasta que se les destruya su cerebro, no poseen HP, así que atacar otro sitio que no sea la cabeza solo los ralentizará, pero no los matará. El virus que los controla no distingue entre raza, sexo, o edad. Incluso los más inocentes se volverán como ellos, y su sufrimiento no terminará con el amanecer, porque ya no son quienes eran antes.
Levantando mi mano derecha hacia el cielo materialicé el hechizo [Flechas de Luz], creando un centenar de estas flechas sagradas a la vez que usaba las habilidades [Comprensión Absoluta] y [Calculo] para obtener una comprensión precisa del número de zombis bajo nosotros.
-Doscientos treinta y dos... Descansen en paz.
¡FLASH!
Con un movimiento de mi mano, hice que el mismo número de flechas atacará al mismo número de zombis presentes, controlando cada una de las flechas de forma que cayeran como lluvia y acertaran al cráneo de cada uno de los zombis bajo nosotros, no solo destrozando sus cabezas, sino partiendo sus cuerpos a la mitad, frenando su movimiento y haciendo que sus cuerpos inertes cayeran al suelo cubierto de sangre.
Y así como así, el mar de gruñidos y alaridos se convirtió en un silencio sepulcral, dejando a entender que todos los zombis que habían sido atraídos a esta zona del pueblo habían sido eliminados al mismo tiempo.
Por lo general escucharía en mi cabeza alguna notificación de enemigos derrotados o de EXP adquirida, pero el sistema que dirige este mundo no reconoce ni otorga ningún logro al destruir un cuerpo ya muerto que no se considere como un [No Muerto].
Llegado a este punto, quizás debí intentar sobornar al Maestro con tal de que nos acompañara esta vez, aun cuando no pudiera materializarse en frente de Elena, su consejo me ayudaría bastante en este momento.
Pero pensar en ello no me ayudará de nada ahora, ahora solo tengo que enfocarme en dos cosas.
Poner a salvo a las chicas, y encontrar al maldito que trajo este virus a este pueblo.
-No debería haber muchos más en la ruta que tomamos para llegar hasta aquí, regresen lo más pronto que puedan a la barrera y díganle al obispo de que regresaré antes del tiempo límite.
Me di la vuelta para decirle esto a las chicas, pero antes de poder recibir una respuesta verbal, fui empujado afuera de la plataforma pétrea sobre la que estábamos por Sephirina, quien se aferró a mi armadura con su mano libre para no dejarme caer.
Esta acción me sacó de balance, y no podía entender el por qué me veía con tanto enfado, siendo esta la solución más lógica y segura para todos.
Pero eso no parecía ser lo mismo para ella.
-Eres nuestro líder, y todos aceptamos venir sin importar que peligro se presentara, no te dejaremos solo porque creas que es peligroso para todos menos para ti.
La declaración tajante de Sephirina mostraba que su determinación superaba a su miedo por este inesperado y desconocido escenario.
- ¡Exacto! No vinimos hasta aquí solo para dar marcha atrás, ¡Si tú piensas ir entonces nosotras también!
Tyrel secundó a Sephirina, y Valupla tampoco se quedó atrás.
-A donde sea que vayas yo iré, mi deber es seguirte y apoyarte sin importar que pase.
Las tres se mostraron bastante decididas, al punto de que me era difícil seguir oponiéndome, aun cuando seguía creyendo que era lo más seguro para todos.
-Así como te asusta que nos suceda algo, a nosotras también nos preocupa que te pase algo si te dejamos ir solo...
Aflojando su agarre y dejándome estar de pie sobre la plataforma, una cabizbaja Sephirina murmuró esto mientras sus manos temblaban levemente.
Y me era imposible decir si era por el temor a seguir aquí, o el temor a irse y dejarme avanzar.
...
- ¿Están seguras de que quieren hacerlo? El más mínimo error será el final para cualquiera de nosotros.
Decidí escuchar nuevamente a las tres, pues podía entender cómo se sentían al respecto.
- ¡Por supuesto!
Como si lo hubieran ensayado con anterioridad, las tres respondieron al unísono, logrando que me sintiera abrumado nuevamente y avergonzado por mi propia tozudez.
Después de todo, a pesar de que me encuentre asustado por lo que sucede aquí, no significa que deba ignorar la determinación de las demás.
-... Muy bien, entonces seguiremos juntos... Señorita Elena, ¿Cree que es capaz de seguir guiándonos hasta la mansión de los señores de Vestevia?
Aceptando que sería imposible el avanzar por mi cuenta sin que ellas me siguieran, consulté con nuestra guía, quien aún tenía la opción de regresar si es que así lo deseaba.
-Vine para cumplir con los deseos de su alteza, y pienso hacerlo sin importar el riesgo.
A pesar de haber una pizca de duda en su mirar, esta era opacada por su determinación y lealtad a la princesa a quien servía con orgullo.
Sabiendo que escaparme y dejarlas atrás sería algo imperdonable llegados a este punto, asentí y dirigí mi vista al complejo más grande a la vista, una mansión que no le tenía nada que envidiar a las que he visto hasta ahora.
La mansión de los señores de Vestevia.
Antes de entrar y saber que nos enfrentábamos a mi tipo menos favorito de zombis, albergaba la leve esperanza de poder encontrar a alguien con vida en ese lugar.
Pero ahora, me conformaré con que todos volvamos en una sola pieza.
Aunque hay un objetivo que no pienso dejar de lado, y es más importante para mí que cualquier otro objetivo o meta que me haya planteado hasta ahora.
Eliminar a cada uno de los zombis atrapados dentro de esta barrera, para que así el apocalipsis que se ha desatado en tantas otras historias, no suceda en este mundo.
Porque si no somos capaces de frenar esto aquí y ahora, no solo estas tierras, ni el continente Letoniano
Toda Éltera podría encontrar su amargo final.
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