Obedéceme • jhs

Relato realizado para el libro de One Shots de 1001 noche de placer.

La habitación estaba oscura, no se escuchaba absolutamente nada, solo se veía una tenue luz que entraba por la ventana de cristal que cogía la mayor parte de longitud de la sala de estar, y lo vi.

Sentado en uno de los sillones junto al sofá, donde había una lámpara larga justo en el costado de la ventana, Jung Hoseok se encontraba esperándome. Tragué saliva y todo mi cuerpo se erizó con solo su presencia, ver que estaba aquí, en mi apartamento, me confirmaba que había visto las noticias de esta mañana, y me aterraba lo que podría recibir de mi Amo y señor.

Me deshice de los zapatos de tacón que traía dejándolos en la entrada de una manera desordenada y en cuanto crucé la línea completamente hasta la sala él encendió la luz dejando que esta alumbrara su hermoso y perfecto rostro, enseñándome sus increíbles facciones, y estaba serio, todo lo contrario a lo que era Hoseok, el chico que veía por el día, él que era mi mejor amigo y compañero que siempre traía una sonrisa que haría feliz hasta al más miserable, me estaba exigiendo una explicación con la mirada que ni yo misma sabía como justificarme.

Estaba jodida.

—Hola —su voz, a pesar de ser alegre la mayoría del tiempo debido a su tono muy poco común, se oía demandante, y yo me detuve antes de dar un paso mas cerca de él.

—Hola —saludé, un poco más tímida debido a su voz.

—Lana, creo que tienes algo que decirme. O mejor dicho, algo que explicarme —se puso de pié y yo miré hacía un costado, incapaz de mirarle a los ojos a pesar de ser una de sus reglas principales: mirarle a los ojos todo el tiempo sin queja alguna.

Me quedé callada, no sabía que decirle, no tenía una justificación que no fuera lo que él ya sabía, lo que había visto en las noticias que lo tenía de esta manera tan demandante y lo que hizo que viniera a verme, cuando claramente no era día de encuentro entre ambos.

Sus zapatos sonaron cuando avanzó hacia mi y yo intenté controlar el tembleque de mi cuerpo sin obtener éxito, solo tragué saliva y pegué mis ojos en sus zapatos cuando estos quedaron justo frente a mis pies descalzos.

—¿No vas a hablar? Te lo estoy ordenando, Lana, tienes que responder o sabes que tendré que castigarte —me estremecí de solo pensarlo.

Sus castigos, ya fueran azotes en el culo o torturas en mi piel con diferentes cosas en algún momento me daban mucho placer, pero también dolían, mi piel lo sabía cada vez que el cuero grueso de su cinturón estrellaba contra mi culo, dejándolo rojo y resentido, de tal manera que se me era imposible sentarme al otro día. O incluso cuándo lo hacía en mis manos. Pero había entrado a este "juego" con Hoseok porque quería, porque estaba tan enamorara de él que necesitaba tenerle cerca de una forma u otra, porque sabía qué no sentía lo mismo que yo sentía cada vez que lo veía que no fuera atracción física o sexual, así sin más.

—No voy a decir nada, todo está más que claro —respondí, él apretó su mandíbula.

—Ponte en posición inicial, Lana —me ordenó con voz demandante.

Yo no dije nada, solo solté un poco de aire por mi boca, y caí de rodillas al suelo, dejando mis manos encima de mis muslos y mirando ambas, así era como él quería verme, tan sumisa ante él que no podría resistirse.

—Bien, Lana —me apremió —¿Sabes lo enojado que estoy? No me dijiste que tus padres planeaban casarte con ese principito. Sabes que si haces eso, esto que tenemos se va a acabar —lo sabía mejor que él, pero no era una decisión que yo tuviera a la mano como para revertirla. Ya habían decidido por mi —Responde.

—Si, señor —obedecí como buena chica que siempre era, o casi siempre.

—Ponte de pie —lo hice, con solo unos minutos en posición de rodillas y ya las tenía resentidas.

Hoseok me miró a los ojos y ambos me enseñaron el deseo que tenía por mi, quería devorarme viva, quería arrancarme la ropa y penetrarme mientras me azotaba o me agarraba del cuello.

—Desnúdate para mi, Lana —sus ojos brillaron ante su propia orden.

Desabotoné mi camisa con lentitud, sabía que mi paciencia al desnudarme lo volvía loco, lo inquietaba hasta el punto de explotar, eso le daba mas morbo, verme quitarme la ropa con tanta paciencia mientras él observaba y estudiaba cada uno de mis movimientos.

Dejé caer la camisa blanca al suelo quedándome en sostén, lo mi lamerse los labios y tragar saliva, no había apartado mis ojos de él, en ningún momento, ni siquiera cuando llegué a la cremallera de mi falda que estaba en la parte de atrás y la bajé, y la falda cayó hasta detenerse en un círculo al rededor de mis pies descalzos.

—Completa, Lana, quitate todo.

Su voz había sonado ya mucho más grave, más deseoso, y mis ojos fueron al bulto que tenía en sus pantalones, tan apretado que gritaba ser liberado con urgencia. Llevé mis manos hacia el enganche de mi sostén y cuando lo zafé, este cayó, y sentí la fresca briza erizar mi piel, y mis pezones también la sintieron cuando se pusieron duros con el frescor. Solté un jadeo por la sensación.

Él no hablaba, pero su boca un poco abierta, me enseñaba sus jadeos, y su manzana de Adán no paraba de subir y bajar. Mis bragas quedaron atrapadas con la falda cuando las dejé caer igual, y quedé desnuda, ante él, tal y como le gustaba.

—¿Vez esa mesa, cariño? Vas a pegar tus hermosos pechos en ella y vas a levantar tu culo hacia mi dirección, ¿entendido? —arqueó una ceja.

—Sí, señor —caminé hacia mi mesa del comedor y me incliné vacía delante en ella.

El frío cristal me hizo gemir al instante. Mi culo quedó a su disposición.

Sentí sus pasos caminar, pero no llegó a mi en primer momento, fue a algún lugar y luego si que sentí sus pantalones abultados en mi culo, restregando su erección contra mi, y me sentí húmeda, a tal punto que podría chorrear por el interior de mis muslos.

—¿Sientes lo duro que estoy? Siempre me pongo así cuando te desnudas para mi, Lana. Ahora vamos a jugar un rato.

Cuando el sonido de un vibrador hizo echo en la habitación, abrí mis ojos expectantes. Luego lo sentí en mi espalda desnuda y las vibraciones hicieron estremecer cada centímetro de mi cuerpo. Me mordí el labio, no tenía permitido hablar de nada si no era por su orden.

Las vibraciones del aparato fueron bajando lentamente haciendo la curva de mi espalda. Hoseok me hizo levantar una pierna, colocándola encima de la mesa para que quedara más abierta y cuando el vibrador recorrió mi culo presionándose en mi entrada anal, me contuve para no gritar, y mis fluidos se hicieron más pronunciados, estaba empapada.

—¿Te gusta esto? A mi me encanta ver como tiemblas con cada vibración, Lana —apreté mis manos en puños y cerré los ojos.

El vibrador descendió y cuando llegó a mi vagina, lo entró de golpe y me arqueé completa, sintiendo temblar mi cuerpo al mismo tiempo en que vibraba el puto aparato.

—¿Cuál es la palabra de alerta? —preguntó, agitado. Lo estaba disfrutando. Se me fue imposible contestar al instante al sentirme muy cerca, esto era mucho más estimulante que cualquier cosa, por eso me nalgueó —Contesta —espetó.

—R-Ro...jo —respondí a duras pena.

—¿La vas a decir?

—N...no —por supuesto que no la iba a decir cuando esto se sentía tan bien a pesar de que necesitara otra cosa, como su pene.

—Vale, perfecto, ahora te voy a follar hasta dejarte sin aliento, Lana —sacó el aparato vibrador de mi interior y solté un suspiro tan largo que dejé a mis pulmones sin aire.

Se sintió su ausencia durante unos minutos hasta que sentí su cinturón estrellar contra el suelo y me preparé, dispuesta a todo de él.

—Gírate —y lo hice.

No me dio tiempo a mirarle porque su boca estrelló contra la mía, lamiendo y devorando mi boca, metiendo su lengua hasta la campanilla de una, su pene, al descubierto, chocó contra mi intimidad tona húmeda y preparada para él y se frotó, solté un gemido en su boca al igual que él un gruñido.

Sus manos apretaron mis pechos con desesperación, estaba al borde y yo necesitaba que me follara de una.

Me subió a la mesa quedando con las piernas entorno a su cintura, soltó mi boca y me hizo chocar la espalda al frío cristal, no me gustaban sus posiciones porque siempre lograba apartarme de él de algún modo, a pesar de que tuviera prohibido tocarle, me gustaba su calor.

Alineó su punta con mi entrada y me penetró de una, cada centímetro mi cuerpo lo sintió con un temblor que me hizo encoger los dedos de los pies. Intenté no gritar, lo necesitaba pero estaba bajo las órdenes de mi amo y señor.

Me miró a los ojos en todo momento, cuando salió y volvió a entrar desgarrando mi interior arqueé mi espalda. Él abrió la boca y gruñó.

Sus embestidas eran fuertes, sensuales y profundas, todo lo que era Hoseok, tan sensual y perfecto. Su ceño estaba arrugado, sus dientes apretaban su labio inferior con fuerza, soltaba gruñidos de desesperación y deseo.

—Joder, Lana, estoy muy cerca —mi cuerpo se tambaleaba a su ritmo, cada vez que entraba y salía de mi interior bajaba más mi orgasmo, pero me faltaba. Y él lo sabía.

Agarró el vibrador en sus manos nuevamente y lo entendió, todo sin dejar de penetrarme una y otra vez, cuando lo colocó encima de mi clítoris tan hincado temblé, quise cerrar mis piernas porque no lo aguantaba, mi abdomen se contrajo, mis piernas temblaban.

Hoseok no se detuvo hasta que ambos explotamos en una sintonía perfecta, ambos a la vez, y mi cuerpo sufrió pequeños espasmos debido al orgasmo, mis ojos se retorcieron de alivio.

Salió de interior y me ayudó a sentarme, entones pegó su frente a la mía, y sus ojos me observaron, este no era mi amo y señor, este era mi mejor amigo Hoseok.

—No lo hagas, Lana, no te cases con él —sentí en su voz...tristeza.

—Hobi...

—Se mi novia, quedate conmigo, te necesito a mi lado —su declaración hizo que mi corazón se acelerara, y sentí muchas cosas, y se que me brillaban los ojos.

—Yo también te necesito a mi lado, Hobi —su sonrisa se hizo estiró en sus labios y me besó.

¿Cómo podía decirle lo contrario cuando siempre había estado perdidamente enamorada de él? Claro que lo necesitaba a mi lado, siempre.


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