Mi vecino • knj
Mi vecino era un amante de los libros, y eso me encantaba.
Cuando eras una amante de la literatura y estudiabas lo mismo por supuesto que ibas a fijarte en un chico tan intelectual como lo era Kim Namjoon. Mi vecino desde hacía...cinco meses. En si yo era su vecina, no él, yo era la que había llegado hacía cinco meses a este edificio por la universidad. Y vaya que me había gustado mi acompañante de al lado.
No podía pedir mucho más.
Incluso cuando al principio recordaba haber cruzado por accidente con él una vez que me equivoqué de habitación, por algo la llave no entraba y por algo él llegaba al mismo sitio que yo, ese había sido nuestro primer encuentro. Obviamente Nam, que era una persona educada y muy buena (demasiado diría yo) me sonrió y me indicó que me había equivocado. Un momento vergonzoso pero que me había ayudado a cruzar las primeras palabras con él.
El segundo encuentro fue dos días después de ese incidente que nos quedamos encerrados en el ascensor, las dos horas que esperamos a las personas de mantenimiento fueron suficientes para que nos conociéramos un poco más, nuestros nombres, donde estudiábamos (o en el caso de él donde trabajaba, y resultaba ser que era un escritor de una editorial cercana de donde vivíamos), creo que ese día me interesé mucho más por él.
Antes de cruzar la primera palabra con él solo lo miraba desde mi ventana, en la que él permanecía en la suya leyendo, recostado en ella y pasando una y otra página. Sin duda yo, que estudiaba literatura inglesa, quería leer y enterarme de lo que tanto leía.
Y me llegué a enterar, porque Nam y yo habíamos empatizado tanto que luego esas conversaciones simples se convirtieron en invitaciones para visitar el apartamento del otro, comer, tomar algo o ir a la cafetería que había cerca del hotel.
Claro, todo había cambiado, uno: porque yo estaba perdidamente enamorada de él y dos: porque desde la vez que nos besamos, las cosas tenían que cambiar, o para bien, o para mal. Y nosotros nos sentíamos bien con el otro, por eso esos besos habían aumentado, y luego dio paso a algo mucho más intimo, a roces, a caricias hasta convertirse en sexo.
Y lo disfrutábamos. Por supuesto que sí.
No sabía si el hacerme sentir tan bien tenía que ver con su lectura erótica, la cual le podía dar conocimientos al respecto de la materia, pero a este punto en el que estaba quería sacar a flote mis sentimientos de una vez. Ya no podía seguir fingiendo que no estaba perdidamente de mi vecino.
~*~
Sus labios apresaron los mios con rudeza, se veía más desesperado que hace unos días. Su boca de movió haciendo movimientos bruscos a los cuales no estaba acostumbrada a seguir porque no era como él lo hacía comúnmente. Casi siempre me besaba con delicadeza, explorando el sabor del otro. Pero este beso no tenía nada que ver.
Aún así lo dejé pasar. Su lengua se introdujo en mi boca explotando una oleada de calor en todo mi cuerpo que se detuvo justo en mi vientre bajo, encendiéndome.
Estábamos completamente desnudos ya, por eso fue más fácil sintir todo de primera.
Sus manos se unieron a la acción apretando mis muslos con fuerza, como si quisiera traspasar mi piel. Era placentero, y por eso lo dejaba pasar, pero me sentía también un poco extraña al respecto con su actitud. Nos tumbamos en mi cama quedando él encima y yo debajo.
Logró separar mis piernas para colocar su cuerpo entre ellas, para estar más cómodos y creo que solo sentirlo así me hizo humedecer. Su mano no detuvo las acaricias en mi muslo izquierdo, mandándome una y miles de descargas a todos los sitios de mi cuerpo, era como si sus dedos tuvieran la habilidad de pesar electricidad a través de mi cuerpo.
Su boca descendió de mis labios, soltándolos para tomar lugar en mi clavícula, pero besando esta vez hasta llegar a mi cuello, el cual no perdió el tiempo en besar, succionar y chupar con la humedad que mantenían sus labios a causa de nuestros besos, por mi parte, me estaba volviendo un desastre, suspirando y gimiendo con mis ojos cerrados, sintiendo el picor en mi intimidad crecer con anticipación.
—Nam —gemí cuando su rostro llegó hasta mi pecho.
Con sus dientes atrapó mi pezón, duro y receptivo desde el momento en que me besó, la verdad era que mi cuerpo se encendía con solo tenerlo cerca y de eso estaba más segura. Lo soltó y no perdió tiempo en meterse todo lo que podía de mi pecho en su boca. Succionando mi pezón en el proceso. No se olvidó del otro, sino que su mano lo atrapó para masajearlo mientras hacía un trabajo estupendo con su boca. Gemía dejándome la garganta en ella, sentía toda mi cara y cuerpo en un calor abrazador que parecía quemarme en mi interior, sin obviar lo húmeda que me encontraba y lo desesperada que estaba mi intimidad por recibir también los toques que Nam podía ofrecerme.
Moví mis caderas y sentí exactamente su miembro rozar mi clítoris y gemí, agudo y deseosa por más. Por su parte, gimió de manera ronca.
—No juegues, Yoona —sonrió y sentí su mano descender por mi vientre, me entraron escalofríos en todo el cuerpo. Su mano al llegar a mi intimidad, se mojó inmediatamente de mis fluidos.
Logré llevar mis manos a su cabello, logrando tirar de él hasta el punto de hacerlo quejarse cuando sus dedos comenzaron a acariciar mi clítoris de forma circular. Abrí mi boca porque necesitaba gemir alto para que él aire no me faltara, porque ahora mismo estaba demasiado sensible. Los dedos de Namjoon se movían con maestría encima de mi botón y yo por mi parte me retorcía de puro placer ante él.
Su boca volvió a tomar lugar a donde pertenecía, es decir, junto con la mía, besándome con unas ganas que parecía querer devorarme. Su otra mano me acarició todo lo que pudo, mis caderas, mis muslos, y se detuvo en mi pecho masajeandolo sin detener sus dedos encima de mi clítoris. Solté un gritillo amortiguado por su boca cuando comenzó a entrar uno de sus dedos en mi interior masajeando con su pulgar mi clítoris, sin desatender lo. Comenzó a entrar su dedo hasta sentirlo completamente dentro.
Volví a gemir.
—Para —siseé. Él dejó mis labios para mirarme.
—¿Porqué?
—Porque... estoy muy... cerca —dije, con la respiración entrecortada.
—Vale —y así acató mi petición, sacando su dedo de mi interior y apartando su mano de mi intimidad.
—Necesito que...
—Lo se, ya voy, Yoona —sonrió un poco al ver mi desespero.
Tenía la respiración demasiado agitada y se me era imposible hablar mucho más de lo que lo había hecho. Por eso me detuve a apreciar sus movimientos, como se separó completamente de mi para buscar en su pantalón que estaba tirado en el suelo un preservativo, y también como lo abrió y no perdió tiempo en colocárselo en su miembro más que erecto.
Volvió a colocarse encima de mi y nos miramos a los ojos.
—Yoona, necesito preguntarte algo —me dijo, antes de introducirse en mi.
—¿Qué pasa? —logré preguntar. Un sentimiento de nerviosismo se instaló en mi.
—¿Recuerdas la escena de aquel libro en donde eran amigos con derecho y ambos acabaron enamorándose? —sus ojos brillaron. Asentí, sintiendo un peso en mi pecho esperando a que siguiera —Creo que...creo que me está pasando lo mismo contigo —mencionó y yo como una tonta, no pude evitar sonreír de pura felicidad, ni siquiera tuve que hablar.
—Me pasa lo mismo, Nam —completé, él sonrió mostrando sus hoyuelos de una manera hermosa —¿Pero puedes metermela ya? Se me va a bajar el calentón.
—Claro claro.
De golpe se introdujo en mi y me quedé sin aire. Joder, eso había sido brusco.
—Dios... Nam...
—Lo siento —se disculpó.
Él salió de mi lentamente y esta vez entró con más delicadeza y certeza en mi. Vi estrellas, incluso pensé que el techo no existía y estaba al aire libre cuando lo hizo. Esto era distinto. Y entendía su actitud cuando empezamos. Estaba nervioso, al igual que yo.
Llevé mis manos a sus glúteos y los apreté, mandándole la señal de que volviera a moverse. Él lo acató al instante y volvió a salir y a entrar con certeza. Me estaba volviendo loca, incluso cuando comenzó a tomar un ritmo constante, entrando y saliendo de mi me sentí en las nubes mismas. Su boca se apoderó de mi cuello, chupando y me sentí desfallecer cuando entre sus dientes agarraron el lóbulo de mi oreja. Su respiración era agitada, la mía para que decir. Gemíamos el uno con el otro sintiendo como nuestras intimidades se hacían uno, incluso sentí como sus testículos impactaban más abajo, o como su punta cuando salía y volvía a entrar rozaba mi clítoris.
Sus movimientos aumentaron, me agarré de sus brazos porque parecía que iba a salir despendida en cualquier momento debido a sus movimientos. Estábamos sudados, y sentía mi orgasmo a flor de piel, muy cerca, y también supe que estaba cerca porque él mismo me lo dijo, muy agitado.
—Estoy...cerca...Yoona —mi nombre en sus labios aumentó el nudo en mi vientre.
Gemí, tan fuerte y agudo y temblando cuando me deshice, llegando al orgasmo más intenso que había tenido nunca, expulsando cada gota de mi excitación al rededor de Namjoon, apretándolo con mis paredes mientras mi cuerpo sufría espasmos continuos.
Él siguió penetrándome unas cuantas veces más hasta que gimió corriéndose. Nos mantuvimos un rato recuperando nuestras respiraciones normales.
Nam después se colocó de pie yendo al baño y volvió unos minutos después con sus bóxer puestos, yo también me había puesto mis bragas y su camisa que estaba en el suelo.
Como nunca antes, se acostó a mi lado, abrazándome.
—Esto es decir que somo...¿novios? —temí al instante en el que hice la pregunta de que me dijese que no.
—¿Tú quieres ser mi novia?
—Me encantaría —respondí sincera.
—Pues entonces yo también. Así que sí, somos novios —y me besó.
Me había enamorado locamente de mi vecino, el chico de los libros.
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