• Capítulo veintitrés •

• Mudanza •

Las cajas repletas de sus pertenencias cubrían todo el piso de la estancia, los maullidos de Peke J y Horchata mientras conocían todo el lugar eran el único sonido que resonaba por el lugar.

Era el segundo departamento que compartía con Chifuyu — Tercero si contaba que vivía más con él en la preparatoria que en su propia casa—, era más grande, más extenso, más colorido.

Ya no contaban nada más con tres habitaciones, ahora, podían agregar otra extra y un baño más; la estancia era el doble de grande que la anterior y su nueva estufa tenía dos parrillas más que la vieja.

Todo estaba cambiando, porque ahora su nuevo hogar era compartido con el local que abriría apenas empezará el siguiente año junto a Kazutora.

Se despediría de la escuela y por fin podría trabajar en lo que siempre había soñado.

"– Kei, estoy muy seguro que no necesitamos otra cama. — El comentario de su pareja lo hizo alzar una de sus cejas y dirigir toda su atención al rubio— Estamos muy bien con la cama matrimonial.

– Estoy muy seguro que mi cuerpo y el de nuestros hijos piden una cama más grande, Chifuyu.

– ¡Pero no la más grande Keisuke!"

Bueno tal vez no todo había cambiado, Chifuyu aún tenía un serio temperamento escondido cuando se trataba de su hogar; los platos siempre estaban bien apilados en su lugar, la alacena estaba acomodada por orden y cada una de las cosas eran puestas en recipientes específicos que Matsuno había escogido.

Las sábanas se cambiaban cada semana y la ropa siempre se encontraba bien doblada y colgada en el armario y cajonera; la limpieza del estudio era quincenal y el quitar el polvo de sus libreros era semanal.

Desempolvar — irónico porque nunca tenían una pizca de eso— los cuadros que tenían con sus fotos era algo de cada sábado por la mañana y acomodar el estante del baño sucedía todos los miércoles.

Chifuyu era la persona más organizada que existía, a excepción de sus mangas.

Podía encontrar un tomo de Horimiya en el escritorio, otro de Nana en la cama y uno de Ao Haru Ride en la barra de la cocina.

"– Kei, ¿Puedes ayudarme a poner los portaretratos?"

Si también el rubio era de lo más detallista en ese sentido, tenían bastantes fotos que en algún momento no sabían dónde ponerlas y los álbumes no eran la opción correcta según el ojiazul.

Y por ello en medio de su estancia, estaban un cuadro de fotografías en collage que habían ido agregando conforme las revelaban.

El cumpleaños de Mikey, la fiesta de Pah, las noches de películas con Kazutora, las cenas constantes con Tachibana y Hanagaki, las salidas a los bolos con Draken y Emma y sus citas dobles con Mitsuya y Hakkai; sus primeras fotos con la primera división de la ToMan, los años nuevo que habían pasado juntos, sus disfraces en conjunto y Miles de recuerdos que habían agrupado en esos años.

Estaba seguro que para terminar el año todavía agregarían más fotografías, las de su boda, con sus familiares, la siguiente y última escapada como novios para visitar una cabaña y claramente su despedida de solteros.

Tantos momentos por compartir y tanto tiempo que les esperaba juntos lo hacía feliz.

Con pasos lentos, empezó a colocar todos los cuadros que venían organizados en la caja de cartón; en la mesa de centro de la sala, en los espacios vacíos de los libreros, en el escritorio del estudio y claramente en su habitación.

Todos los recuerdos pasaban rápidamente frente a sus ojos, hasta que, la dulce risa que lo tenía embelesado se escuchó a sus espaldas.

"– ¿Qué te parece nuestro nuevo departamento? — Un ligero siseo de molestia salió de sus labios al saber que el rubio le pediría algo— ¿O no te gusta?

– Al grano Matsuno, ¿Qué crees que falta? — También claramente él no tendría la paciencia para adivinarlo— Puedes ser honesto."

Los labios apiñonados que se encargaba de besar cada vez que podían fueron ocultados cuando su dueño formó una línea con ellos, estaba nervioso y para que Chifuyu se pusiera de tal manera era algo serio.

Con lentitud se sentó en la cama y palmeo su regazo para darle la seguridad a su prometido de seguir con lo que diría.

El suspiro de tranquilidad que sintió en su cuello cuando el de ojos turquesa se acercó fue lo único que necesitaba.

"– Quiero estar contigo, hemos estado mucho tiempo juntos y nunca hemos pasado de las caricias."

La confesión le robó el aire y el sentido común, lo sabía muy bien, llevaban casi tres años juntos y lo más íntimo que habían hecho era tener un orgasmo juntos al masturbarse una mañana.

"– Debemos comprar las cosas para que sea algo bueno, no quiero que alguno de los dos terminé con una mala experiencia. — Comentó al repartir efímeras caricias con su nariz en la blanca mejilla de Chifuyu— Déjame planearlo.

– Estoy a su cuidado Baji-san."

Una sonrisa orgullosa se dejó ver en los bonitos labios que le encantaba saborear, si, él lo cuidaría siempre.

Realmente amaba con todo su corazón a Chifuyu.

Lo amaba a las tres de la mañana que se despertaba por un vaso de agua y por inercia él se despertaba por el movimiento, lo amaba las siete de la mañana que empezaban a hacer el desayuno y obviamente lo amaba a las cinco de la tarde donde faltaban un par de horas para volver a verse.

Pero había una pequeña parte de él, muy mínima, que aborrecía a Matsuno en ocasiones como esas; dónde le hacía trampa en los juegos de vídeo distrayendolo con besos y caricias o hasta comentarios con tal de no pagar el Peoyung Yakisoba que se acababa.

"– Lo siento Kei, en este caso ya sabemos quién es el mejor. — Honestamente también amaba su lado burlón, ese que le restregaba con una sonrisa altanera esas situaciones— ¿Quieres que te acompañe a comprarlo?

– Eres un cabrón Chifuyu. — Bufó con indignación antes de abandonar el control de sus manos y pararse del suelo de la sala— Pero no, ya que yo iré por eso, tú te quedarás a recibir a los niños que vengan a pedir dulces.

– ¿Y si no son niños y son realmente fantasmas de niños Baji-san?"

Maldito Matsuno Chifuyu y su siempre habilidosa manera de seducirlo al decirle «Baji-san», realmente no sabía de que manera lo decía pero algo en su interior se revolvía cada vez que lo escuchaba.

"– Dejas que te jalen los pies y ya después huyes. — Se burló al tomar la sudadera que estaba en el sillón— No tardo, y si tienes tanto miedo puedes llamarme.

– ¡Puedes quedarte viudo antes de casarte!

– Correré el riesgo, te amo."

Los pequeños comentarios de Chifuyu antes de salir lo hicieron reír, bajando por las escaleras que se encontraban a un costado de su nuevo hogar y empezando a caminar por la transitada calle.

Habían pasado tres años desde que Chifuyu se le confesó en la fiesta de Pah, aún lo recordaba y le causaba el mismo nerviosismo que en ese entonces.

Si en un momento alguien le hubiera dicho que se quedaría con el niño bonito que vio al regresar de su suspención, se burlaría y les diría que eran estúpidos al pensar eso; que él no estaba interesado en una relación amorosa y estaba bien solo y concentrándose en la ToMan.

El sonido de la puerta de la tienda de conveniencia, lo hizo analizar que estuvo caminando más de diez minutos lejos de su entorno, perdiéndose en el mismo pensamiento de siempre.

Chifuyu.

Tomando una pequeña canasta metió un par de paquetes de Yakisoba clásico, porque no iba a salir nuevamente a altas horas de la noche la siguiente vez — aparte de que quería evitar perder contra Matsuno—.

Cuando menos lo espero ya se encontraba en la parte de abajo de su nuevo hogar, escuchando risas en la puerta principal y la voz de Chifuyu halagando lo que suponía eran los disfraces de los niños.

Subiendo las escaleras a paso rápido, pudo observar como el rubio entregaba dulces a un limitado grupo de niños que se reían.

"– Usted es muy bonito. — Una sonrisa sobresalió en los labios de su pareja al escuchar eso— También sus ojos son demasiado lindos.

– Muchas gracias, tú también eres preciosa. — Contesto con amabilidad Chifuyu antes de despeinar levemente la melena castaña de la niña — ¿Van a seguir pidiendo dulces?

– ¡Si!"

Con diversión siguió su camino hasta quedar detrás de los niños, deleitándose con ver a Matsuno siendo feliz en esas fechas.

La loca idea de que en algunos años ellos estarían acompañando a un niño  o niña a ver su disfraz para después ir por las calles juntos a pedir chucherías lo hizo feliz.

"– ¿Y su disfraz Baji-san? ¿O piensa que le daré dulces como si nada? — Por dios ese hombre lo volvería loco de amor en cualquier momento—

– Lo he olvidado, Matsuno. — Murmuró enseñando sus colmillos y pasando su lengua por la punta del canino izquierdo— Pero, podemos tener una cita ya sabes con palomitas, fideos y películas en la recámara.

– Eso suena mejor que comer dulces."

Sosteniendo con una mano la bolsa donde venían sus compras y revisando que todos los niños se hubieran retirado tomo la nuca del rubio para poder saciarse de aquella necesidad de probar los labios ajenos.

Movimientos lentos, tranquilos con la misma sintonía y con los sentimientos saliendo cada vez que sentía como las finas manos de Chifuyu se aferraban a su pecho.

Jodido infierno, si, habían pasado tres años pero lo único que sabía era que amaba con locura a Matsuno.

Y en su nuevo departamento empezarían una nueva etapa, estaba seguro de ello.

Hola, hola personitas ❤️.

¡Me estoy volviendo loca!

Tengo tantas ideas de estos dos que ya no se qué hacer, me encantan demasiado 🥺✨.

Pero bueno, gracias por estar aquí son lo más bonito de la vida.

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