• Capítulo seis •

• Cartas o notas de amor •

Un pequeño suspiro salió de los apiñonados labios que estaba observando, se notaba la frustración en su acompañante y claramente no sabía que hacer al respecto.

Los últimos exámenes semestrales — Antes de las vacaciones navideñas — empezaban al siguiente día y ciertamente ambos habían evitado hablar de sus sentimientos al estar concentrados en repasar arduamente los temas que vendrían en sus evaluaciones.

"– Baji-san. — Lo llamó con la mirada cansada Chifuyu para hacer un pequeño puchero— ¿Me está haciendo caso?

– Lo hago Chifuyu. — Respondió frustrado al recargar la frente sobre la mesa del comedor del menor— ¿Estás bien?

– Si."

La respuesta tan seca lo hizo voltear inmediatamente, en el último mes las muestras de cariño habían crecido exageradamente, normalmente sus sesiones de estudios terminaban con ambos sentados en el sofá abrazados y viendo una película o con un paseo en moto que los llevaba al parque cercano para tomar un respiro.

Los "me gusta" eran diarios al igual que los almuerzos juntos en la escuela —Claro algunas veces con personas que no eran invitadas— pero al final del día nunca faltaba un momento meloso entre ellos.

También el acceso a estar varias horas tomados de la mano perdiéndose en la calidez del otro mientras comían en las escaleras se podría catalogar como su momento favorito de la semana.

"– ¿Todo bien? ¿Seguro? — Cuestionó al posar toda su atención en Matsuno mientras depositaba una pequeña caricia en la mano que tenía sobre la mesa— ¿Quieres que nos tomemos un descanso?

– No. — Río dulcemente el más bajo regresandole la tranquilidad— Pero podríamos hablar de algo.

– ¿Algo?

– Sobre la pelea de hoy en la parte trasera de la escuela, Baji-san."

El chasquido de su lengua fue lo único que resonó en el pequeño lugar, claramente sabía de que pelea hablaba pero en su defensa aquellos cabrones se lo habían buscado y más por hablar a las espaldas del rubio.

Ciertamente era impulsivo, salvaje y sobre todo violento, claro, con personas que lo merecían; pero simplemente escuchar como querían acorralar a Chifuyu fue lo único por lo que se guío.

"– Solo buscaron problemas. — Soltó a medias antes de regresar hacia el libro de álgebra— Fue tonto y realmente no tenía importancia.

– ¿Seguro?

– Bastante, ¿Te dijeron algo? ¿O...

– Tiene los nudillos vendados y Tora me llamó diciendo algo de "Se volvió salvaje" — Río endulzandole un poquito más la vida —"

La felicidad se podía definir en una manera y esa sin duda alguna era — para él— observar como su acompañante reía sinceramente, sin contenerse, dándole una clara advertencia de que se estaba adentrando tanto a él que no sabía si era su salvación o su perdición.

Matsuno lo conocía bien, evitando, la parte violenta que la ToMan conocía; no lo estaba ocultando pero no era algo que actualmente le gusta presumir, debido a todo lo que había hecho siendo capitán.

No podía sentirse más agradecido de encontrar a Chifuyu, de eso estaba seguro, pero la pequeña incomodidad de que en algún momento le temiera lo hacía abrumarse en malos pensamientos.

Kazutora tenía toda la razón al decir que había sido domado, porque, si no tuviera tardes de estudios con el menor estaría incendiando autos por doquier o si tuviera hambre no llamaría al más bajo para compartir unos fideos, al contrario golpearía a las personas adiestra y siniestramente hasta llegar a su hogar a satisfacer su necesidad.

"– Me gusta. — Escuchó el tenue susurro que había soltado el de iris azules—

– ¿El libro de álgebra? — Cuestionó con tono divertido mostrando una sonrisa socarrona— ¿O que te gusta Chifuyu?

– Baji-san me gusta."

Y ahí estaba precisamente el porque últimamente sentía que moriría, Chifuyu era honesto — o eso creía—, no resguardaba sus sentimientos y soltaba las cosas cuando quería; siendo tan directo que le causaba un ritmo cardíaco acelerado y una extraña inquietud que recorría todo su ser.

"– A mi me gustaría besarte. — Declaró perdiéndose en los iris azules que tanto le gustaban— Realmente quiero besarte Chifuyu.

– Puede hacerlo."

Un inaudible gruñido estuvo a punto de salir en el momento que se paró de la silla y se acercó rápidamente al dueño del lugar, sin dejar de ser observado.

Con delicadeza envolvió la muñeca ajena, jalandola para que el dueño de ella se parará y quedará frente a él.

Nunca había pedido permiso, exceptuando a su mamá, pero en ese momento dónde su mano tomo las sonrojadas mejillas de Chifuyu y su vista bajo a sus labios las palabras escaparon por si solas.

"– ¿Está bien que lo haga?"

La agitada respiración que chocaba contra la suya tuvo una aceleración radical sintiendo como las pequeñas y finas manos tomaban su playera y terminaban de culminar la Unión que tanto anhelaba.

¿Así se sentía el cielo?

Porque si era así, se comprometería a ser un buen samaritano con tal de entrar al aposento sagrado y compartir una eternidad con Matsuno.


Los labios de Chifuyu eran suaves, no había duda de eso, tenían un sabor dulce — que claramente le estaba encantando— y sabían acoplarse perfectamente a los suyos.

El ritmo era lento, tranquilo, suave.

Estaba perdido completamente, porque sin duda alguna no había terminado aquel beso y ya quería cien más; no importaba si fueran un simple roce o algo más pasional de cualquier manera los recibiría gustoso.

En definitiva estaba deseoso por seguir embriagandose por la felicidad que le daba Chifuyu.

El frío que se colaba por la puerta del departamento empezaba a calarle los huesos, los nervios que había sentido horas atrás seguían a flor de piel mientras que el sabor de los labios ajenos todavía perdurará sobre su boca.

El beso que Keisuke le había dado horas atrás fue el desencadenante para otros más, sin mencionar que todavía seguía en su mente el último que había recibido al dejar al más alto en la puerta.

Los latidos de su corazón volvían a acelerarse cada vez que la imagen de Baji regresaba a su cabeza; observar como los ojos achocolatados eran empañados por el placer mientras que el mayor pasaba su lengua sin vergüenza sobre sus colmillos y mostraba una sonrisa divertida le quitaba el aire.

En definitiva todas las veces que salía con el azabache encontraba una razón por la cual un sesenta porciento de la población femenina de su escuela hablaba de él, pero esperaba — y rogaba a un ser divino— que ninguna de ellas hablara de sus besos.

"– Nos besamos. — Soltó acariciando su labio inferior para sentir la sensibilidad que tenía— No puede ser."

Las ganas de llamarle a Takemichi crecían conforme recordaba el momento, pero desistían al recordar que su mejor amigo le contaría a todos sus conocidos; no le molestaría, pero no sabía que opinión tendría el pelinegro si alguien lo mencionaba.

Recorriendo nuevamente la mesa del comedor, encontró el libro de álgebra que había dejado el más alto; sabía que su examen sería en unas horas y necesitaría el libro para repasar una última vez antes de hacerlo.

Una pequeña sonrisa se poso en sus labios antes de salir corriendo hacia su habitación con la mirada atenta de Peke J, estaba conciente que toda esa semana sería muy agitada para ellos y aunque quisieran no iban a tener la misma libertad para tomar un momento para ellos.

Ambos estaban aspirando para la misma universidad y salir bien en los exámenes era su prioridad; por ello habían pospuesto el tema de sus sentimientos — hasta ese día—.

Viendo entre su pequeño escritorio, encontró precisamente los post-it que acababa de comprar en la pequeña librería del distrito comercial.

Decidido a gastar la mayoría de notitas adornadas en una esquina con mininos, tomo nuevamente asiento en la silla del comedor; tratando de que la pena no lo absorbiera y terminará con el pequeño detalle que planeaba.

La caligrafía que empezaba a verse era bonita, limpia, sin errores y sobre todo sentimental; el cariño que tal vez no podrían expresar verbalmente esa semana lo intentaba plasmar completamente en el papel.

Pequeños párrafos eran pegados en cada esquina de los temas que recordaba, releyendo de vez en cuando las frases que había escogido aún fueran las más sencillas.

«Ánimo Baji-san» «Éxito en los exámenes» «Peke J le manda buenos deseos» «Usted puede», entre otras más que prefería no recordar debido a la pena que le generaba proponer citas sin ninguna respuesta aún.

Tal vez la frase de que por cada respuesta correcta obtendría un beso sería descartada si seguía haciéndolo sonrojar sin medida y ponerle la piel de gallina por las ansias de que sus exámenes tuvieran todas las respuestas correctas.

Acomodando lo mejor que podía, dejo aquel material de apoyo en el centro de la mesa con una pequeña nota que el día de mañana dejaría en un Bento que le daría en la mañana a Keisuke, para darle los ánimos en ese día tan pesado que se avecinaba.

No sabía si fueron los nervios, porque estaba seguro que en toda la noche solo pudo caer en los brazos de Morfeo un par de horas; pero aún con ello tenía todos los ánimos para levantarse y cumplir con su promesa — más que nada que se hizo a si mismo—.

La cama de arroz del lado derecho con un pequeño umeboshi —para poder conservar el platillo— en el centro le hacía reír por el contraste con la bandera de su país mientras que el pescado asado se acompletaba con las verduras salteadas que conformaban el lado restante; normalmente evitaba preparar algún almuerzo para la escuela pero aquella ocasión lo ameritaba para ambos.

Cuando ambos Bentos estaban listos solo puso la pequeña nota que había dejado preparada horas atrás, sonriendo ante el mensaje que había puesto.

« Buen día Baji-san, suerte en los exámenes.

Con cariño Chifuyu»

No importaba si para Keisuke no significaba tanto como para él pero la emoción que sentía por expresar lo que sentía no se lo iba a quitar nadie.

El pequeño golpeteo en su puerta logró que observar el reloj, faltaban aproximadamente diez minutos para que Baji llegará para que se fueran juntos y por ello se acercó a abrir con cautela.

Un pequeño ramo de flores impidieron que las palabras salieran, las rosas — del mismo color que su nombre — acompañadas de lirios blancos hicieron que un olor agradable llegará rápidamente a él mientras que un pequeño papel se acentuaba en la punta.

" Suerte el día de hoy.

Con cariño Keisuke."


Una ligera oleada de felicidad se presentó antes de tomar — con sumo cuidado— el obsequió que de le extendía para después depositar un pequeño y casto beso en los labios del azabache que lo sostenía.

Tal vez esa semana había comenzado demasiado bien...

Hola, hola personitas ❤️.

¿Cómo se encuentran el día de hoy?

Yo honestamente muerta jajaja.

Las rosas rosas (irónicamente) tienen diversos significados pero especialmente el que yo le estoy dando es la gratitud y la ausencia de sentimientos malos.

Los lirios blancos significan pureza, inocencia y belleza.

Espero les guste esto y una disculpa por andar publicando tan tarde.

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