• Capítulo catorce •
• A peina el cabello de B •
Los ronroneos del minino acompañado de la ducha era lo único que resonaba por todo el departamento de Matsuno, aún se podía sentir la incomodidad en la recámara y las frías palabras de la pelea anterior seguían presentes.
Paso de mala gana su mano sobre su cabello —aun húmedo debido al baño que lo obligó a tomar el menor—, mientras intentaba encontrar las palabras correctas para pedir una pequeña disculpa.
Aún podía ver la cara de preocupación de Chifuyu en cuanto llego al complejo y el lo esperaba en el estacionamiento, sabía que iba a hacer eso.
¡Diablos! Sabía que el más bajo haría eso porque no pudo contestar las jodidas llamadas, porque Kazutora aviso a los demás integrantes de la ToMan al decir que iban a moler a golpes a otra pandilla que no recordaba ni el puto nombre.
Maldita sea.
Parecía que el mundo estaba en su contra esos últimos días, estaban a una semana de irse a vivir juntos y él simplemente se metía en más problemas de los que debería; todo había empezado el martes cuando tuvo la pequeña disputa verbal con Mikey en la reunión mensual de la pandilla.
Los gritos entre ellos y uno que otro golpe fueron el detonante para que Draken y Mitsuya los separaran antes de que pasarán a peores, recibiendo, una mirada cargada de molestia por parte del dulce rubio que llamaba novio.
Claramente ese día desistieron a dormir juntos y por primera vez en diez meses, él había dormido en el sillón del departamento ajeno.
Lo segundo fue el miércoles —un jodido día después— dónde su estrés fue demasiado que terminó en una pelea con Kazutora en media carretera, terminando varados en medio camino porque su amada Goki lo decidió traicionar y dejo de prender.
Ese día no llego a dormir al complejo y el jueves obtuvo una reprimienda por parte de su madre y claramente Chifuyu por no dignarse a avisar.
Y el viernes, el puto viernes, hace unas cuantas horas.
Iban saliendo tan tranquilos de la universidad, todavía había decidido invitar a su mejor amigo por un café en modo silencioso de disculpa por lo del miércoles a pesar que Hanemiya ya había afirmado que todo estaba bien.
Todo iba bien, mierda, hasta que unos kilómetros antes de llegar a la cafetería cercana a la casa del chico del tigre tatuado los interceptaron.
Las burlas e insultos podían dejarse pasar con solo una advertencia, porque, a pesar de que los otros eran más no carecían de sentido común.
Eran los capitanes de la primera y sexta división de la Tokyo Manji y los rumores sobre ellos en los bajos mundos corrían tan rápido que a veces era preocupante.
Nadie con un poco de razón se atrevería a retar a Keisuke, sabiendo, que podía pelear contra cincuenta al tener varias costillas rotas — suceso que sucedió varios años atrás— y tampoco con Kazutora que normalmente daba solo un golpe de gracia.
Pero, solo basto un comentario para que el autocontrol que había conseguido saliera corriendo despavorido.
"Si él no va a hacer nada, el marica de su novio si" y claramente, a pesar de ya no estar en los años donde la homosexualidad era mal vista; esos cabrones si la estaban viendo así.
Lo último que recordaba era ver a todos tirados en el suelo y a Kazutora gritando algo parecido a un "detente".
El café quedó en el olvido, los chicos llegaron y él se fue; pasando por desapercibido aquel golpe con una piedra que le abrió la ceja y dejo un rastro de sangre suelta.
Los maullidos de Peke J, llamaron su atención; sintiendo como el pequeño minino quería traerle un poco de tranquilidad y paz.
El ruido del agua cayendo había cesado pero al parecer Matsuno no tenía aún las ganas de verle la cara, porque claramente escucho la bañera llenarse.
Sin pensarlo tanto, subió a la cama y se acomodó de costado para seguir viendo la puerta, esperando.
Quería estar con Chifuyu y si debía pedirle una disculpa de rodillas lo haría para después quitarle el enojo a besos.
Porque lo amaba tanto que en cierto punto lo entendía.
Si el rubio llegará con sangre saliendo de su cabeza, se sentiría a morir y buscaría a los causantes; a pesar de que su pareja probablemente ya se hubiera encargado de ellos.
Cuando Peke J se subió a la cama y se acomodó en sus brazos, sintió como la comodidad se aprovechaba de eso.
Y cuando menos lo pensó, Morfeo decidió tomarlo en sus brazos.
Las pequeñas caricias sobre sus mejillas eran lentas, cálidas, amorosas; como si su piel fuera a romperse si eran un poco más fuertes.
Con lentitud sintió su cuerpo empezar a despertar, degustandose, con el olor a vainilla de su pequeño novio.
"– Kei, despierta, debes comer algo para darte las pastillas. — Escucho, el pequeño susurro de la melodiosa voz de Matsuno— Kei...
– Cinco minutos. — Pidió volviendo a restregar su mejilla sobre la palma que se había posado en ella—"
El efímero sonido de una risa llegó a sus oídos, dándole la dicha de despertar por ello y encontrarse con los bonitos ojos turquesa que le transmitían tantas cosas.
La bruma de felicidad estaba presente en el brillo de los grandes iris, pero, en menos de un segundo cuando el menor paso con delicadeza si dedo índice sobre su sien se esfumó completamente.
"– Tan imprudente como siempre Baji-san. — Comentó, con desgane Chifuyu sin percatarse de la manera en la que lo dejo sin aire— Puedo saber ¿Por qué?
– Porque nadie tiene derecho de hablar de ti. — Musitó antes de tomar la mano que tenía sobre su sien y llevarla a su pecho— Nadie tiene el derecho de decir algo de ti y mucho menos frente de mi."
El bonito sonrojó que empezaba a bailar en las blancas mejillas de Chifuyu lo hizo reír, dejando a un lado el mal rato y disfrutando de todas las reacciones que ocasionaba en el más bajo.
"– A cenar Kei. — Ordenó con fingida molestia Matsuno al recuperarse de la vergüenza— Después de eso vendremos a dormir."
Una sonrisa llena de burla fue lo único que pudo enseñar, mostrando, sus caninos y observando con cautela que tal era el humor de su pareja.
La simple pregunta que tenía podía ser tomada para bien o para mal dependiendo del ánimo que tuviera su adoración.
"– Ni se te ocurra Keisuke. — Bufó con molestia clara — Y la respuesta a eso es, si, volverás a dormir en el sillón."
Sintió como las comisuras de sus labios bajaron y su sonrisa se perdía ante ello, bien, la idea de cuestionarle si hoy dormiría en la cama se esfumó mucho antes de ser dicha.
Sus huesos sonaron rápidamente cuando se sentó, acomodándose, para final terminar siendo un ligero dolor de articulaciones; los golpes que — escasamente— le habían dado empezaban a doler y estaba seguro que el día de mañana tendría moretones en los lugares donde fueron plasmados.
Antes de ir tras su pareja, se tomó el tiempo de verse en el pequeño espejo que se encontraba en el escritorio de Chifuyu; su pómulo derecho tenía un ligero color violeta y estaba seguro que en su ceja iba a quedar una cicatriz.
La loca idea de restregarle en la cara a Mitsuya que el corte de su ceja sería permanente y no tendría que retocarlo cada vez que empezará a desaparecer lo hizo reír, porque, claramente lo haría el lunes a pesar de que eso desviará un poco su camino a casa.
Estirando sus brazos y tronando su espalda, recorrió el pasillo que lo llevaba al comedor; observando que el ojiazul ya había dejado sus platos sobre la mesa y lo esperaba con los brazos cruzados.
"– Pensé que te habías quedado dormido. — Comentó al verlo sentarse — Voy por el cepillo.
– ¿No vas a cenar? — Cuestionó antes de que el rubio saliera de su campo de visión— No puedes huir de las comidas, Chifuyu."
En muchos de los casos se sentía completamente extraño de decir el nombre de su pareja, cuando, literalmente todo el tiempo se la pasaba pronunciando “Fuyu” con devoción como si el mencionado fuera la única religión que podía profesar.
Sin obtener su respuesta, gruño por la bajo y musitó un casi inaudible agradecimiento por la comida; tomando los palillos y empezando a degustar el plato de fideos caseros que había preparado su acompañante.
Perdiéndose en el sabor y analizando la tranquilidad del lugar se dejó llevar, en unos cuantos días literalmente, compartiría todo con Chifuyu.
Ya no iba a tener que regresar al departamento de su madre y al parecer a su progenitora le encantaba esa idea al ayudarlo desde esos momentos a meter sus cosas dentro de cajas para que no se atrasara según ella.
La inmobiliaria les había entregado formalmente el departamento el lunes en la mañana, pidiendo permiso con algunos de sus profesores para ir a recoger las llaves.
Su nuevo departamento se encontraba justamente en el centro de ambas escuelas — literalmente—, contaba con una cocina más amplia y una habitación más que los departamentos donde vivían.
La renta era accesible al ser divida entre dos y a pesar de que sus progenitoras decidieron ayudarlos la beca que tramitaron en la universidad se acoplaba al día que les tocaba el arrendamiento.
Cuando sintió los largos falanges pasarse por su cabello, bajo los palillos y dirigió la mirada hacia Chifuyu el cual sonreía con una de sus ligas en los labios.
Un ligero suspiro escapó de su boca, últimamente, el rubio se dedicaba a hacerle peinados que veía con Inupi en sus tiempos libres; dándoles una tortura a Koko y a él por dejarse el cabello largo.
Pero, a pesar de terminar con dos coletas, moños altos y trenzas demasiado apretadas disfrutaba eso.
Disfrutaba el cuidado con el que el contrario cepillaba su cabello y repartía ligeras caricias al acomodar sus mechones; se sentía encantado cada vez que Chifuyu terminaba y repartía ligeros besos en su rostro como compensación.
"– ¿Terminaste Kei? — Preguntó con lentitud el menor al verlo dejar sus palillos a un lado— ¿Vamos al sofá?
– Seguro."
El ligero asentimiento que se dejó ver en Chifuyu lo hizo sonreír, parándose de la silla de caoba para dirigirse al sillón para dos personas.
Cuando tomo asiento, recargo totalmente la espalda en el respaldo del sofá, dejando su cabello caer sin quedar aprisionado.
Justamente, antes de hablar, su aire fue robado al sentir como el rubio se sentaba sobre su regazo — colocando las piernas al lado de su cintura—.
El cepillo empezaba a pasar sobre su cabello mientras el sostenía la cintura de su pareja y se aseguraba de recorrer cada gesto que hacía el chico que tenía en sus piernas.
La liga seguía aprisionada entre los apiñonados labios de Chifuyu y sus ojos solo estaban atentos en el movimiento del peine.
Podría quejarse pero, más que nada, guardaba silencio porque en esos momentos su mente estaba en todo menos en algo sano.
Cuando, al final el las bajo termino colocando la liga y regalandole una sonrisa; el hambre llegó a él.
"– Este me gustó. — Murmuró con cariño Chifuyu al acomodar los mechones que dejó libre en su frente— Te ves increíblemente bien.
– Si, yo creo que tú te ves mejor."
Musitó antes de tomar la nuca de Matsuno y unir sus labios en un lento vaivén.
Los belfos ajenos eran demandantes — como siempre que empezaban un osculo así— marcando un ritmo más acelerado que les robaba el aliento y les dejaba las piernas temblando.
Las constantes caricias que estaban en su nuca fueron descendiendo por su cuello hasta terminar en sus hombros, como si fueran el soporte que Chifuyu necesitará para no caer; mientras que sus palmas ya estaban grabando con fervor la cintura marcada de su persona favorita.
En el momento que el aire les exigía entrar a sus pulmones se separaron, deseando que por una vez aquella necesidad fuera más un capricho.
"– Tengo hambre. — Murmuró antes de empezar un pequeño camino de osculos por el cuello del rubio—
– Pu... Puedo servirte... Algo de comer. — Balbuceó entre jadeos Chifuyu, encajando sus uñas en sus hombros tal vez por inercia— Todavía quedaron fideos.
– De ti. — Acompleto, pasando su lengua en la manzana de Adán de Matsuno—"
El gemido que escucho después de ello, llegó a la punta de su miembro — el cual intentaba ignorar—; sintiendo como aquel sonido era gloria, como si estuviera a punto de cometer el mejor pecado y dios estuviera conciente de ello.
"– Kei, no..."
Un pequeño gruñido fue su única respuesta, antes de clavar sus dientes en la curvatura del cuello ajeno; escuchando un pequeño gritó del contrario y como sus hombros sufrían las consecuencias del fuerte agarre.
"– Vamos a dormir. — Soltó con diversión al alejarse de aquel lugar y observar la marca de sus dientes—"
La cara de confusión del menor al momento de quitarlo de su regazo le causó cierta risa mientras intentaba descifrar que pensaba.
"– Vamos."
Y con eso, había perdido la batalla y ganado un gran problema dentro del pantalón.
Hola, hola personitas ❤️.
La verdad no tengo palabras para decirles porque publique tan tarde solo que Dios cree que entró entre sus mejores guerreros y pues la neta no sé ni porque jajaja.
Metí un poco del ámbito sexual porque claramente quiero narrarlo, mis anteriores lectores saben que el smut es algo que quiero practicar jajaja.
Bueno, esperen un ratito para la siguiente actualización 😜.
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