3.

Naruto sentía que no podía ser más feliz de lo que era en ese momento, Hinata era todo lo que el quería en la vida y se lo demostraba en cada beso,  cada caricia y estaba a punto de demostrárselo de la manera que más deseaba.

Le quitó las bragas lentamente, dejando besos a lo largo de sus piernas hasta que quitó la pequeña prenda por completo, y luego volvió a recorrer su piel con besos desenfrenados.

Cuando el rubio intentó entrar en la Hyuga, ésta cerró las piernas de manera abrupta y lo apartó.

— Hinata— aclaró la voz— ¿Qué sucede?

Ella no respondió con palabras, y sin previo aviso con un puño suave bloqueó la red de chakra del Uzumaki.

Naruto cayó al suelo y con su mirada volviéndose borrosa lo último que vio fue a una hermosa chica saliendo semidesnuda de la habitación.

Jin tomó su ropa y luego huyó de ahí, se reprendió a sí misma por no haberse quitado desde un inicio a Naruto.

— ¿En qué demonios estaba pensando? — se dijo mientras iba dándose golpecitos en la cara.

—¡Cara de castor! — exclamó  apenas y audible su amiga que estaba escondida en la esquina de la calle.

Jin aún estaba bastante agitada pero no dudó ni un segundo en ir a donde Ayame se encontraba.

— ¿Qué demonios sucedió? ¿Por qué tardaste tanto? Y sobretodo ¿por qué estás vestida así?— preguntó Ayame quien estaba bastante confundida de ver a Jin de esa forma.

— Esto ha salido mal, debemos irnos, te contaré en mi casa. — dijo apresuradamente la Hyuga.

A la luz de la noche ambas chicas se fueron sin ser conscientes de que alguien las había estado observando desde las sombras, y se mantenía intrigado preguntándose  por qué esa chica que no era Hinata había salido de la habitación donde Naruto y su esposa pasarían su noche de bodas.

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Jin y Ayame al fin habían llegado a la casa de la peliazul y al cerrar la puerta ambas sintieron que el alma les había vuelto al cuerpo.

— ¡BakaJin! Sólo debías robar la ropa no ponértela.

— ¡Cállate taradita! Es que no entiendes, nuestro estúpido juego se arruinó porque Hinata y Naruto llegaron.— dijo sumamente exaltada y sintiéndose como delincuente.

Ayame la observó y notó como Jin respiraba demasiado rápido, estaba hecho un manojo de nervios.

— Haré un poco de té, no tardaré nada, mientras trata de hacer respiraciones profundas para calmarte ¿sí?

Jin se limitó a asentir con la cabeza.

Después de echar un vistazo en la cocina de su amiga Ayame volvió a los pocos minutos con una tetera de porcelana y un par de pequeñas tazas a juego. En un par de ágiles movimientos sirvió la bebida y se la extendió a la peliazul.

— Bebe un poco Jinnie— dijo mientras le daba una pequeña palmada en su hombro.

La chica sorbió el té de menta y sintió un calor reconfortante en ese trago. Miró a su amiga fijamente y tras tomar una bocanada de aire le contó con detalle lo ocurrido.

— Si no te viera tan afectada como lo estás ahora, pensaría que es un puto chiste.

— ¿Y ahora qué voy a hacer?— dijo escondiendo su rostro entre sus manos — Cuando se enteren empezarán a investigar y seré encarcelada por el delito más estúpido de la historia.

— Es que sólo a ti se te ocurre noquear a la novia y medio follarte al novio en su luna de miel.

Jin fulminó a Ayame con la mirada.

— Si lo dices así suena mal.

— Jin— rodó los ojos — no hay forma en que lo que te pasó suene bien.

Jin bajó la vista y escondió su  cabeza entre sus rodillas, odiaba a Ayame y odiaba no poder asesinarla "maldita cara de perro todo esto es tu culpa" pensó.

— Mira lo mejor es que vayas a dormir, Naruto va a diario a Ichiraku y mañana no será la excepción, cuando esté ahí haré que me platique lo que sucedió, y si planea hacer algo lo sabremos.

A Jin no le quedó más remedio que irse a la cama con todo el remordimiento martillando su consciencia, esperando que al día siguiente Ayame pudiera obtener información del estatus de su delito.
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—Naruto Kun, ¿puedes oírme?.

Naruto pestañeó varias veces para intentar adaptar su vista a la escasa luz que había, su cuerpo se sentía terriblemente débil y con dificultad podía concentrarse en las palabras que llegaban a sus oídos.

— Creo que debería llevarte al hospital.

— No— dijo apenas y audible el Uzumaki. — estoy bien sólo necesito descansar.

Luego de unos momentos Naruto se levantó aunque rápidamente buscó la orilla de la cama para poder sentarse.

Estaba aún tratando de asimilar la situación, cuando hinata lo abrazó de manera efusiva.

  — Me alegra que estés bien— soltó un gran suspiro — me tenías tan preocupada.

— ¿Qué me pasó?

Hinata se apartó del regazo de su esposo para luego adoptar una postura de preocupación.

— Al parecer alguien quería matarnos— dijo mientras su rostro se iba adornando de pequeñas lágrimas — primero el bandido me atacó en el baño y supongo que después te sorprendió a ti.

Naruto medito las palabras de la chica, y de pronto algunas imágenes de él a punto de follar volvieron a su mente de forma apresurada.

— ¿ Y por qué no nos mató ?— dijo para hacer evidente que esa teoría de un asesino era completamente descabellada.

— No lo sé algodoncito, no lo sé; quizás porque esto solo es un aviso.

El chico repasó las escenas en su mente una y otra vez, luego vio detenidamente a Hinata, aún llevaba la ropa de boda, pero en sus recuerdos la mujer con la que estuvo jugueteando en la cama tenía un babydoll, no lo entendía, algo no cuadraba en eso.

— Y- y-y —balbuceó— ¿viste si no han robado algo? Quizás se han metido a robar.

— Lastimosamente sí terroncito, el asesino es un completo degenerado que se llevó la ropa interior que iba a usar para ti esta noche.

Hinata no pudo contenerse más y empezó a hacer un drama, se puso a llorar y luego se tiró al suelo lo cual desconcertó mucho a Naruto, él jamás imaginó que su esposa tuviera actitudes de una chiquilla de 5 años.

— Tranquila— se aproximó a donde estaba ella — No pasa nada.

Naruto la abrazó tiernamente y dejó que se desahogara en su pecho, al tenerla tan cerca se dio cuenta que su aroma era diferente al que había notado cuando la tuvo en la cama.

El ojiazul sentía que faltaba algo para hacer encajar todo esto, y de pronto su respuesta apareció en la esquina de la habitación, eran las bragas que le había retirado a su esposa.

— Hinata, ¿eso quiere decir que tu... nisiquiera te cambiaste de ropa cuando te atacó?

Hinata lo miró cruzandose de brazos y haciéndole puchero.

— Es obvio que no, ¿Qué clase de pregunta tonta es esa?

Y fue justo en ese instante donde Naruto se dio cuenta de todo, había besado a otra mujer, estuvo acariciando la piel de otra mujer, casi le hizo el amor a otra que no era su esposa.

— Necesito tomar aire— dijo apresurándose a ponerse unos pántalones de chándal para luego salir de la habitación.

El rubio recorrió todo el lugar intentando encontrar a alguien, pero no había ninguna otra persona en el sitio más que él y Hinata, cansado y confundido se sentó un momento en el césped.

Aunque trataba de no pensar en lo que había sucedido, su mente le mostraba las escenas que tuvo con aquella chica una y otra vez.

Sólo podía pensar en el sabor de sus labios, en la mano de ella  dentro de su bóxer, en el aroma a miel y vainilla que desprendía esa mujer. El sólo recuerdo de ella lo estaba enloqueciendo.

— ¿Quien demonios eras?— preguntó al aire.

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Al día siguiente Naruto quiso hacer algo normal para poder olvidar el mal rato que había pasado anoche, y para comenzar bien su día se dirigió al sitio que más quería en la aldea ¡Ichiraku!

— Buenos días— saludó amable y sonriente como siempre.

— Naruto, buen día, ¿va a ser lo de siempre? ¿Ramen con extra de  carne?

El rubio asintió feliz, adoraba el trato que Ayame y su padre le brindaban en Ichiraku.

— Aquí tienes — le extendió Ayame el tazón — disfrútalo.

Naruto empezó a degustar los fideos y tras unos minutos comenzó a charlar de cosas ordinarias con Ayame.

— Oye no me has contado nada— la chica enarcó una ceja de manera pícara — ¿Cómo te fue anoche? Dicen que la primera noche es la más importante en un matrimonio.

Naruto se sorprendió tanto por la pregunta de la castaña que escupió el sorbo de soda que había tomado.

— ¿Po-po-por q-que lo-lo pre-preguntas? —balbuceó.

— Simple curiosidad.

Ayame se le quedó viendo expectante, sabía que Naruto era pésimo mintiendo y que con la presión adecuada iba a terminar diciéndole.

— Pues ha estado bien. — tomo nuevamente sus palillos y siguió comiendo su ramen.

— ¿Bien? Vamos Naruto uno no dice solo "bien" cuando se trata de su noche de bodas. — insistió Ayame.

Naruto vio a todos ladoa asegurándose de que no hubiera nadie cerca para poder hablar con confianza.

— Te contaré, pero por el momento es secreto. Ayer Hinata y yo no, tú sabes, no pudimos intimar.

Ayame se llevó las manos a la boca, fingiendo una falsa sorpresa.

— Lo siento tanto, ¿Y fue por ti o por ella que no sucedió?

— Sinceramente, no fue problema de ninguno, alguien nos atacó anoche y nos dejó inconscientes.

Ayame repitió su falsa sorpresa de hace unos instantes.

— ¡Por Dios! A lo que llega la delincuencia hoy en día.

— Ni me lo digas, pienso hablar con el hokage, con la ayuda de Kakashi será más fácil dar con el responsable.

—¡No!— dijo Ayame entrando en pánico.

El grito de la joven hizo sobresaltar a Naruto.

— ¿No?

— No, no... No deberías molestar a Lord Kakashi con algo así, además no te paso nada. — finalizó la frase con una risita nerviosa.

— Claro no me pasó nada pero quiero encontrar al responsable.

— Pero si lo piensas ni siquiera vale la pena Naruto, tal vez solo fue una muchacha desequilibrada que se asustó. — dijo la chica de forma muy rápida.

Naruto vio con rareza a Ayame y luego se acercó a ella desafiándole con la mirada.

— Yo no mencioné que fue una "muchacha" — esta vez el Uzumaki tenía la vista clavada en Ayame.

— Yo... Yo ... Yo... — vaciló nerviosa.

— La conoces ¿no es verdad?— espetó Naruto con una tormentosa calma. — Dime Ayame ¿Quién es ella?

Hasta aquí el tercer capítulo ¿Les gustó?
















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