CAPÍTULO DOS

[ THE WOMAN OUT OF TIME ]

CAPÍTULO DOS

-este capítulo puede herir tu sensibilidad debido a su contenido violento y explícito. si eres una persona sensible, no recomiendo que lo leas-

❛en su cabeza todo el mundo gritaba, todo era un caos❜


    ERA UNA TORTURA. 

Todo.

Las condiciones en las que vivía -si es que a eso se le podía llamar vida-, el trato que recibía, los duros entrenamientos.

Una auténtica tortura.

Y se repetía una y otra vez.

Pero lo peor era la humillación, la vergüenza, la impotencia por no poder hacer nada.

Me desnudaron, a penas algo de ropa interior cubría mi cuerpo. Me ataron de pies y manos a unas tuberías, quedando totalmente expuesta ante aquellos desconocidos hombres. Hacía frío. Las baldosas de la estancia en la que me encontraba, seguramente un baño, estaban sucias, mugrientas. Una hilera de moho ascendía hasta las esquinas del techo, verde y húmedo. El suelo estaba encharcado de agua y mojaba mis pies.

Strucker estaba ahí junto a su equipo de científicos. Mi supervisor y un par de agentes más les acompañaban. Los ojos de estos últimos no se separaban de mí. Me sentía expuesta, intimidada. Me sentía una bestia que a la que exhiben para un show.

─Sujeto 1-3-1-13 listo -habló el primer doctor- Conductos hidráulicos preparados para su utilización.

─Sistema eléctrico cargado -añadió su compañero.

─¿Qué es esto? -grité sacudiendo las cadenas que me mantenían presa a la pared- ¿Qué vais a hacerme?

─Esto, querida, es una prueba para controlar tus habilidades -respondió Strucker desde el otro lado de la habitación, donde se encontraban protegidos por un muro de cristal.

─¡No soy vuestra maldita rata de laboratorio! -chillé haciendo sacudir las brias que me sujetaban.

─Doctor Herman, cuando quiera -cedió Strucker, sonriéndole y alentándole con una señal de su mano.

El susodicho asintió, presionó el botón de una extraña máquina que emitió un pitido y un puntero rojo y, a partir de ahí empezó lo que fuera que tuviesen en mente.

Un crugido resonó desde arriba, por encima de mi cabeza, llamando mi atención. Alcé la vista ante lo que parecía ser un disco metálico adherido al techo del cual, de pronto, empezó a caer agua. Al principio eran un par de gotas, pero estas fueron acrecentándose hasta llegar a calarme los huesos. La potencia del agua dolía como pequeñas piedras siendo disparadas hacia mi persona. Era agua, simple agua mojándome, pero dolía. Empezaron a dolerme los músculos, los cuales tensé por el frío. Me sacudí, intentando forcejear las cadenas, estas tintineando ante mis bruscos movimientos. No entendía qué pretendían, pero no estaba gustándome.

Aunque eso no era nada. De pronto, el suelo, mojado y encharcado hasta llegarme el agua más allá de la planta de los pies, empezó a iluminarse. Unas ramificaciones brillaron, haciendo destellar el agua también. Un zumbido se amplificaba por segundos y, justo cuando menos me lo esperaba, una descarga me atravesó la columna vertebral.

Arqueé mi espalda de dolor y grité con fuerza al sentir la electricidad en mi cuerpo. Sacudí los brazos con torpeza intentando romper los grilletes que me aprisionaban. La planta de mis pies vibraba punzante, pues era la zona que más contacto tenía con el agua.

─¡Canaliza la energía y aprende a controlarla- gritó uno de los científicos- Harás que la electricidad no afecte a tu sistema nervioso.

Sus palabras parecían chinas para mí. No podía controlarla, no podía hacer que parase. Simplemente tenía que aguantar, porque no me quedaba otra. Cada vez las descargas eran más potentes y el hecho de que el agua no dejara de caer no ayudaba para nada. El frío y el dolor no mejoraban la situación, no podía concentrarme.

Respiré entrecortadamente cuando noté cómo estaba por venir otra descarga. Intenté relajarme sabiendo que venía, esperándomela y no tomándomela por sorpresa. Recordé las veces que había podido usar mis habilidades antes de que me encerraran, del control que ejercía sobre ellas cuando estaba con Howard.

El cosquilleo de la electricidad seguía vibrando en mis piernas, mis brazos, mi pecho, pero ya no dolía. Era molesto, pero podía aguantarlo. Lloré, las lágrimas mezclándose con el agua.
Mi cuerpo ardía y mi cabeza zumbaba en un intenso pitido. Traté de concentrarme, de mantener el equilibrio y el control de la electricidad en mi cuerpo, de retener el filtro y no dejar que más energía me afectara. Me sumergí en los recuerdos de mi mente, en los entrenamientos con Howard para ayudarme a usar mis dones.

Howard.

Relacioné su presencia con Peggy, mi hermana, a la cual echaba de menos, al igual que mis padres. El dolor de las descargas eléctricas ahora eran lo de menos. La ausencia de mi familia, el separarme de ellos, eso, ahora dolía más.

Me desconcentré, rompiendo el filtro que evitaba colar más corriente a mi cuerpo. Las descargas atravesaron mis extremidades, mi pecho, mi espalda, enviando una ola de calor a mi cerebro que me hizo gritar de dolor. Ya no tenía fuerzas de soportarlo más, no podía controlarlo. De repente sentí como el agua dejaba de caer y la corriente se apagaba.

Escuché pasos acercarse y no hice nada para evitar que me tocaran, estaba tan cansada que no quería ni moverme. La presión de los grilletes en mis muñecas y tobillos desapareció y sentí mi cuerpo caer contra el suelo mojado. Jadeé, intentando recobrar la respiración.

Una mano cayosa y áspera acarició mi mejilla, aunque se sintió fría y dolorosa.

─Parece que la reina de Inglaterra no es tan fuerte.

Reconocí su voz. Era mi supervisor. Me dio asco sentir sus manos en mí, pero mi cuerpo no reaccionaba. Una ola de oscuridad me tragó y suspiré aliviada pensando que se acababa.

Eso era solo el comienzo.

No me dejaron descansar en cuanto recuperé el reconocimiento. Nada más despertar, me trajeron la típica bandeja de pan duro y agua y me arrastraron hasta el laboratorio para proceder con las pruebas rudimentarias y la inserción del suero. Sospeché que no sería el mismo al que nos sometimos Steve y yo, pero algo hacía, porque al momento me sentía más enérgica y espabilada.

Mi supervisor me llevó hasta la zona de entrenamiento y continuamos con los combates cuerpo a cuerpo. Los agentes que seleccionaba para pelear conmigo me sacaban dos cabezas y eran fuertes, duros y agresivos contra mí, pero sabía esquivar bien los golpes. Uno de ellos, el cual no pude parar, hizo que cayera de costado al suelo, escupiendo sangre.

─Levántate.

Jadeé. Tenía los brazos entumecidos y la prueba del día anterior había dejado mella en mí. Me ardía todo aquello que moviera y mi cabeza aún pitaba de dolor.
─He dicho que te levantes -rugió de nuevo, acercándose a mí al ver que no le hacía caso.

Vi sus pies delante de mi cara y alcé la vista ante él, el cual fruncía el ceño ante mí y el otro agente.

─No puedo más -admití, demostrado mi debilidad- No puedo soportarlo más.

─¿Ya no eres tan fuerte como decías el otro día, eh?

Su pie golpeó con violencia mi estómago, sacudiéndome en el suelo.

─Por favor -rogué encogiéndome de piernas y brazos, haciéndome una bola.

─¡Levanta! -gritó, pateándome de nuevo.

─¡Basta! -pedí llorando de rabia e impotencia.

─Se te va la fuerza por la boca, ¿no? -preguntó retóricamente, acercándose a mí e intentando cogerme de las manos para levantarme y seguir luchando- Eres muy valiente amenazando pero después eres la primera en caer. ¿Qué pasa? Con tu Capitán eras más fuerte.

─¡Cállate! -rugí intentando evitar que sus manos me tocaran.

─¿Qué ocurre? ¿No soy como tu Capitán? ¿No soy tan guapo?

Consiguió agarrar mis manos y las colocó por encima de mi cabeza, reteniéndome con solo una de sus manos, presionando mis muñecas con fuera.

─¡Suéltame, hijo de puta! -me sacudí ante su cuerpo, el cual estaba encima del mío.

Él carcajeó, su risa haciendo eco en mi cabeza. Se acercó a mi rostro y pasó la lengua por mi mejilla mientras su cadera se clavaba en mi pelvis. Cerré los ojos sintiendo las náuseas.

─¿No te gusta esto? ¿No te gusta que toque? -su mano libre pasó desde mi cuello hasta mi vientre- Claro, no soy tu Capitán.

─Nunca serías como él.

─Claro, él está muerto -dijo- Y tú lo estarás también si te pones en nuestra contra.

─Ya lo estoy -rugí intentando aparentar ser dura, aunque las lágrimas y la debilidad en mi voz no ayudaban mucho.

─En ese caso -alentó- Si no vas a serle de ayuda a Strucker, lo serás para mí. Carl, sujétala.

El agente a su lado lo miró dudoso, pero al ver que le presionaba entre gritos, cedió y se acercó a mí para sujetarme los brazos y así impedir que me moviera. Foreceé contra él e intenté patalearle, pero eran más fuertes que yo.

La escoria sobre mí empezó a reír y a desabrocharse el pantalón ignorando mis llantos y gritos. Carcajeó de nuevo, erizandome la piel, rompiendo la tela de mis pantalones.

─Vas a aprender a obedecer -murmuró aplastándome, su cara en mi mejilla. Aparté mi rostro de él bruscamente, pero me sujetó por la barbilla obligándome a mirarlo- ¿Crees que lo de ayer fue una tortura? ¿Crees que fue dolor?

─Por favor, basta -lloré.

Él sonrió y se movió sobre mí, sintiendo entonces un intenso y agudo dolor en mi entrepierna. Siguió moviéndose, su respiración en mi oído, haciéndome enloquecer de dolor y miedo. Luché y pataleé para apartarlo, pero eso sólo hacía que fuera peor.

─Vas a ser la nueva arma de Hydra -rugió con la voz ronca contra mi cuello- Vas a ser su juguete. El mío.

─Para -rogué, pedí, supliqué- Por favor.

─La chica de América, la súper soldado, la compañera del valiente y puro Capitán América -número, siguiendo con las embestidas contra mí sin compasión alguna- humillada por el enemigo.

Grité. Grité de impotencia, de rabia, de dolor. Y cuánto más me quejaba, cuánto más rogaba y lloraba, más disfrutaba él.

─¿Qué pensarían de ti, eh? -preguntó irónicamente- El héroe de la nación muerto y la compañera violada.

Y con una última sacudida, presionó más fuerte su agarre en mi barbilla y besó mis labios con fuerza. Aparté la cara bañada en lágrimas y él, sonriendo, se alejó de mí.

─Esto era sólo un aviso -dijo.

Se rio al ver que no contestaba y, subiéndose los pantalones, se marchó, dejándome sola. Lo agradecí, pues no soportaría nunca más tenerlo cerca de mí. Escuché la puerta cerrarse y mis defensas se debilitaron.

Temblé, de frío, de miedo y de rabia. Me abracé a mí misma, intentando mantener la calma, pero seguía sintiendo el ardor en mi cuerpo, su respiración en mi cuello, sus ojos clavados en los míos. No podía alejar esa imagen de mi mente. No podía siquiera pensar en nada más que no fuera él. No podía consolarme el recuerdo de Peggy, de Howard o de Steve. Los tres me conducían a lo que acababa de pasar. No podía mencionar siquiera la palabra. Yo, violada. Sollocé, ahogándome con mis propias lágrimas y tiritando. Me dormí, o no sé, quizá volví a caer inconsciente. Pero aún así permaneció el dolor en mí.

No sé cuánto tiempo tardaron en encontrarme, pero cuando lo hicieron me llevaron de vuelta a mi celda y me dejaron en ella como se tira un trapo sucio. Allí donde tocaban, mi cuerpo reaccionaba ardiendo y temblando. Sentía pequeñas chispas eléctricas pinzar mis brazos y piernas, seguramente relacionadas a mi estado de ánimo descontrolado. En mi cabeza gritaba todo el mundo. Todo era un caos.

El caso es que todo siguió su curso. Entrenamientos, sueros, pruebas. Entrenamientos, más sueros y más pruebas. Cada vez que me tocaba volver a verlo mi interior se descalabraba. Volvía con violencia las imágenes de los días anteriores y no podía completar mis ejercicios, por lo que actuaba castigandome de nuevo.

Lo peor era que seguía aguantando esa tortura porque de no ser así atacarían a mi familia, acabarían con ellos. Pero cuando esa basura me ponía las manos encima y decía que iba a ser el juguete de todos, pensaba, ¿y si se habían estado riendo de mí todo este tiempo? ¿Y si estaban manipulándome cuando en realidad ya habían ido a por Peggy desde hacía tiempo? Mi interior rugía con fuerza. No tenía por qué soportar una doble tortura, la de Hydra y la de mi familia siendo castigada por ellos.

─Lanza el cuchillo allá donde éste el enemigo. Si te equivocas habrás matado a un inocente.

La voz de mi supervisor empezó a darme órdenes desde el intercomunicador. Cuando me colocaron ese chisme en mi oreja no supe si quiera de qué se trataba, pero estábamos hablando de Hydra y su tecnología, la cual era notoriamente avanzada. Suspiré, asintiendo ante el mandado del jefe, y presioné el botón para responder.

─De acuerdo.

Si ya era raro que un pequeño trasto me hablara en la oreja, que yo pudiera responderle era un misterio. Sí, volvíamos al tema de que era Hydra, pero estas cosas... Eran demasiado avanzadas.

Una risa resonó desde el otro lado y supe que era él. Su voz me daba escalofríos. Ya no era suficiente con tener que recordar su respiración en mi cabeza, ahora tenían que ponerme una máquina en mi oído con la que pudiera hablar con él.

Parpadeé para tratar de centrarme en la prueba. Si no la completaba o superaba, habría castigo.

Frente a mí habían dos cortinas negras de satén. Tras ellas se encontraba un maniquí simulando ser aliado o enemigo. Tenía que concentrarme, usar mis dones y saber a quién atacar.

Fruncí el ceño, esto iba a ser complicado. Si fueran personas podría centrarme en sus pensamientos y saber qué rol ejercían, pero al parecer habían ideado unos chips que inutilizaban mi don contra ellos. Se las habían arreglado para que no pudiese oír sus pensamientos, por lo que eso ya no funcionaría.

Visualicé los muñecos que se ocultaban tras la tela y mi cerebro empezó a idealizar la imagen. Mi cabeza palpitaba ante el esfuerzo y unas gotas de sudor frío bañaban mi frente. Pero valió la pena el esfuerzo.

En mi cerebro pude retratar la apariencia de los maniquíes y pude ver que el de la derecha vestía un uniforme de Hydra y el de al lado uno de Shield, al parecer el enemigo. Su vestuario era azul y con un logo de un ave en la parte superior del pecho. Tenía que lanzar el cuchillo a ese último.

No conocía lo que hacía Shield, no sabía si sería peor que Hydra, pero las dos eran mis enemigas al parecer. Podía atacar Shield y quedar bien ante mí supervisor y los doctores que testaban los dones otorgados por el suero, pero también podía provocarlos y atacar a Hydra para que supieran que seguía sin ser su juguete.

Apreté los dedos en torno al mango del cuchillo y apunté hacia la derecha. Estaba retándolos y seguramente por mucho que los desafiara y aparentara no importarme, su castigo sería letal y acabarían conmigo no sólo física si no emocionalmente. Pero era eso o dejarme humillar. Me habían avergonzado de la manera más horrorosa que podría existir, habían violado mi privacidad y mi libertad. Me habían violado en todos los sentidos y querían hacer de mí una máquina de guerra.

Estaba harta.

Lancé el cuchillo, clavándose con fuerza en el maniquí oculto por la cortina.

El supervisor se acercó y arrojó la tela al suelo, revelando el muñeco al que había atacado. Arrancó el cuchillo de su agujero y lo sostuvo sonriente, revelando el desgarro que había hecho en el uniforme.

─Muy bien hecho -halagó, pasando por ni lado y tendiéndole el arma mientras que con la otra mano libre acariciaba mi cabello. Contuve la respiración, aguantando las ganas de gritar y salir corriendo ante su tacto- Shield no sabe a lo que se enfrenta.

Carcajeó, abandonando la sala y dejándome a solas junto al par de agentes que se encargaban de recoger el equipo. Uno de ellos se acercó al maniquí de uniforme azul al que había perforado.

Una vez más había dejado que Hydra me manipulara.

Quizá tenían razón, quizá era su arma.

Me estaba convirtiendo en ella y pronto terminaría por corroborarlo.


__________

Hoy es viernes, y como cada viernes, nuevo capítulo.

Para empezar quiero disculparme si esto ha ofendido o herido a alguien, puesto que el tema que he manifestado en el capítulo es muy delicado y personal. Pero a ello sólo puedo decir que si conocéis a alguien que haya sufrido esto o esté pasando por algo parecido: actuad. No hace falta llegar a estos extremos para considerarlo "violación". Si alguien os está o está obligando a quien sea a hacer algo que no quiere, ya se considera abuso.

Tengo que aclarar el por qué de este capítulo. Bien, como ya avisé en la anterior temporada, en esta nueva tendríamos a una Sharon diferente, una totalmente distinta a la que conocíamos en The First Woman. Están muy bien las novelas en las que retratan a la mujer de súper poderosa, súper fuerte, pero siempre viene bien reflejar sus debilidades.

Sharon es débil y lo está demostrando cuando llora la muerte de Steve, cuando la secuestran y amenazan con matar a su familia y sobre todo cuando el supervisor la está violando. Ya no es sólo el hecho de que la estén sometiendo, estén abusando de ella o la estén maltratando, si no que están humillándola, que es lo peor que puedes hacer para herir el autoestima de una persona.

Esto es lo único que le hará falta a Sharon para saber qué Hydra la ha doblegado a su voluntad y que pueden hacer de ella lo que quieran, porque esta era la peor manera de hacer sufrir a una mujer.

No ha sido fácil escribir este capítulo porque ponerte en una situación así no es sólo complicado por el hecho de que -por suerte- me es completamente ajena, si no porque es realmente duro tener que imaginarte algo así.

Para ello, insisto, la violación no es sólo cuando llegan al acto sexual en contra de tu persona, si no cuando te obligan a hacer algo que está en contra de tu propia voluntad. Así que di no, di no a lo que no quieras y actúa con decisión. Pide ayuda a quién sea y cuando sea, porque lo importante y lo único que importa eres tú.

Con esto me despido y espero que os haya gustado el capítulo. Muchas gracias por vuestra atención y todo el apoyo recibido.

Nos vemos el próximo viernes. Besos a todos.

PD: La canción en multimedia es Till it happens to you, de Lady Gaga.

-Mina Vega, XX

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