━ three: this is berk.
CAPÍTULO TRES
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❝ ESTO ES BERK ❞
Hicupp decidió permanecer toda la noche cuidando Seren, aunque entre cabezadas, para que si ella despertaba de repente no se sintiese asustada al encontrarse sola en un lugar desconocido. Sin embargo, ella no abrió los ojos hasta el día siguiente cuando comenzó a sentirse un poco acalorada por las pieles con las que estaba arropada. Frunció el ceño y cerró los ojos de nuevo ante la molestia por la repentina luz que entraba en la habitación.
—Despertaste —escuchó decir a una voz masculina y pudo percibir cierto alivio en ella.
Volvió a abrir los ojos y recorrió la habitación hasta que se encontró con dos orbes de un verde que se le asemejaba a la esmeralda. Eran hermosos. El dueño de aquellos ojos tenía la piel pálida y a simple vista bien cuidada, su cabello era de color castaño y lucía algo desaliñado y descuidado, además, tenía unas pequeñas trenzas adornándolo en la parte posterior, su complexión era delgada, pero aun así fuerte, incluso sentado parecía ser bastante alto y para finalizar, tenía una pequeña cicatriz blanca justo debajo del labio inferior. Por unos segundos Seren se cuestionó quien era aquel joven de una edad tan similar a la suya hasta que vislumbró la prótesis en su pierna izquierda y supo de inmediato que era Hiccup Haddock, el jinete del Night Fury y el hijo de Stoick el Vasto. Sabía que era él por la prótesis debido a que Leif le había contado que había tenido un accidente con un dragón donde había perdido la pierna. Sin embargo, tras saber que era él, todavía le costaba creérselo, pues no era para nada como se lo había imaginado. Había esperado encontrarse con un vikingo de facciones toscas y pronunciadas, pero lo que había terminado encontrándose era un chico sorprendentemente atractivo.
—¿Quién eres? —cuestionó con voz suave mientras se incorporaba ligeramente sobre la cama, echando las pieles hacia atrás.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que estaba usando otras ropas a la que tenía con anterioridad, pero no le dio importancia, pues era lógico que si se rescataba a alguien de un naufragio, se le cambiase la ropa por una seca. Lo que sí se preguntó era si habría sido el castaño o alguien más quien se las habría cambiado.
—Ah, me llamo Hiccup Haddock —se presentó a la vez que se rascaba la nuca un poco nervioso porque aquellos orbes azules no dejaban de mirarlo—. Estás en mi casa por cierto, te traje aquí después de rescatarte del naufragio —le explicó para que entendiese la situación.
Y justo en ese instante era cuando comenzaba una de las partes del plan que menos le había gustado a Seren: fingir que tenía pérdida de memoria.
—¿Naufragio? —repitió ladeando la cabeza hacia la izquierda.
Hiccup parpadeó varias veces seguidas, confundido, pero simplemente pensó que ella estaba todavía desorientada.
—Sí, encontré el barco donde ibas hundiéndose mientras ardía y a ti flotando en el mar —respondió, esperando que aquello la hiciera situarse.
Seren apartó la mirada y la bajó hasta sus manos mientras permanecía poco más de un minuto pensativa. Cambio su expresión varias veces durante ese corto tiempo para intentar denotar nerviosismo y finalmente regresó a mirarlo a él, con ojos angustiados.
—Yo... no lo recuerdo —dijo entonces y la expresión del castaño mostró una gran consternación.
—¿No recuerdas el naufragio o...? —Dejó la pregunta en el aire, no atreviéndose a completarla, pues temía que si lo hacía, se haría realidad.
—Nada —musitó, apartando la mirada de nuevo y comenzando a mover los dedos de sus manos nerviosamente—. Yo no sé quién soy...
Hiccup tragó en seco mientras sus ojos permanecían muy abiertos observando a la contraria, sin saber qué era lo que debía hacer o que debía decirle, pues no había esperado aquella situación para nada. De repente, el hecho de que ella tuviera una cantidad elevada de cicatrices era la menor de sus preocupaciones.
Se levantó de pronto y se acercó hasta la cama, depositando con cierta duda una mano sobre uno de los hombros de ella.
—Tranquila, vas a estar bien —susurró cuando notó que ella parecía cada vez más inquieta.
Seren giró y elevó la cabeza y sus azules orbes se volvieron a encontrar con los verdes ajenos, él apretó suavemente su hombro intentando reconfortarla y a ella, sin siquiera pretenderlo, se le escapó una lágrima. Tuvo que esforzarse para controlar su expresión para que no se percibiese la sorpresa que aquello le causó, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que había llorado e incluso había llegado a pensar que se encontraba seca y por eso ya no lloraba.
Entonces, el castaño hizo el amago de limpiar la lágrima con su otra mano, pero antes de llegar a entrar en contacto con la piel de la rubia, la retiró sintiéndose avergonzado.
Fue en ese instante que la puerta se abrió de golpe, entrando por ella un Toothless que no tardó en emocionarse al ver que la persona que habían rescatado estaba despierta. Intentó abalanzarse sobre la cama y Hiccup tuvo que ponerse en medio para detenerlo, mientras tanto Seren rápidamente se pegó contra la pared, pareciendo asustada, pero en realidad estaba más en guardia que otra cosa y si hubiera tenido su espada o alguna de sus dagas, definitivamente la habría sacado para mantener alejado al Night Fury. Ya que después de tantos años siendo cazadora de dragones, no podía evitar sentirse recelosa y desconfiada ante ellos.
—¡Estate quieto, Toothless! —Le pidió Hiccup a su compañero—. ¿No ves que la estás asustando?
El mencionado ladeó la cabeza para observar a la rubia unos segundos, pero siguió insistiendo en querer acercarse, por lo que el castaño no tuvo más remedio que empujarlo hasta que consiguió sacarlo fuera de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.
—Lo siento mucho, pero él no quería asustarte —se excusó Hiccup sin separarse de la puerta, pues Toothless estaba empujándola para volver a abrirla—. Seguramente solo estaba preocupado por ti, ya que él me ayudó a rescatarte.
Seren dudó sobre si lo que decía era cierto, para ella que un dragón sintiese preocupación por una persona le resultaba imposible, pero obviamente no podía decirlo.
—Supongo que debe resultarte extraño que tenga un dragón en casa —continuó diciendo y la rubia se limitó a asentir—. Sí, imagino que para cualquiera fuera de Berk lo es. —Incluso para su gente había sido extraño al principio—. Pero puedo asegurarte que no te hará daño, es buen chico, solo que un tanto inquieto.
Ella no dijo nada, pues no podía confiar así como así en un dragón y menos cuando se había enfrentado a decenas que habían intentado matarla, muchas veces incluso sin provocarlos.
—Voy a irme un momento, volveré en seguida, ¿de acuerdo? —añadió después.
Cuando vio que ella asentía, entreabrió la puerta con intención de salir, pero Toothless se interpuso en su camino y tuvo que volver a empujarlo para poder hacerlo. Seren esperó hasta que finalmente salió y en cuanto lo hizo, su expresión de angustia e inocencia, se transformó en una fría —la habitual en ella—. Se masajeó la sien durante unos segundos para luego deslizar la mano por su cabello suelto y suspirar. Como ya había intuido antes de comenzar el plan, tener que estar constantemente actuando iba a ser agotador.
Observó entonces la habitación en la que estaba y comprobó que las quemaduras que se había hecho aposta estaban debidamente tratadas. Después volvió a suspirar y rememoró en su cabeza el pequeño encuentro que había tenido con el jinete de dragón.
—Es un poco ingenuo —murmuró para sí. Lo cual, honestamente, le era conveniente.
Nada más terminar de hacer eso, la puerta se abrió de nuevo y por un instante su corazón se aceleró creyendo que había sido escuchada. Hiccup asomó por ella, cargando con una bandeja de madera en la que había un trozo de pan, mantequilla y un vaso de leche.
—Pensé que tendrías hambre —dijo mientras se lo entregaba y acto seguido, se volvió a ir.
Seren parpadeó varias veces seguidas perpleja, sacudió la cabeza y se dispuso a comer. Incluso si solía ser quisquillosa con lo de comer comida dada por un desconocido por si estaba envenenada, esa vez la comió sin examinarla, pues a pesar de que acababa de conocerlo, estaba cien por cien segura de que el castaño no era de la clase de persona que envenenaba, y además, simplemente estaba hambrienta.
Más de media hora después, escuchó fuertes reunidos fuera de la habitación y a una voz femenina preguntándole a alguien si se había hecho daño, pues al parecer ese alguien se había chocado o tropezado. Luego escuchó pasos acercándose hacia la puerta e Hiccup apareció por ella una vez más, pero esta vez acompañado de una joven y linda chica castaña y una pequeña y pintoresca anciana que cargaba con un bastón.
—Ella es Kaira, la persona que te atendió ayer —la presentó Hiccup señalando a la castaña— y ella es Gothi, la curandera del pueblo y su maestra.
—Es un placer —dijo Kaira con una leve sonrisa—. Me alegra ver que ya estás despierta.
Ambas mujeres entraron seguidas de Hiccup, quien se mantuvo alejado mientras ellas procedían. Gothi tomó el mentón de Seren sin previo aviso y tirando de él para que moviera la cabeza de un lado a otro, comenzó a mirar si tenía algún golpe.
—Hiccup nos ha contado que no puedes recordar —mencionó la castaña y la rubia asintió—. No me pareció ver ayer que tuvieses algún daño en la cabeza, así que es un poco extraño... ¿Ves algo, maestra Gothi? —inquirió mirando a la anciana quien rápidamente negó y soltó el mentón de Seren.
—Si no hay nada, ¿cómo ha podido perder la memoria? —intervino Hiccup, preocupado.
—Probablemente se daba al trauma por lo ocurrido —respondió Kaira para luego mirar a Gothi buscando su aprobación ante su suposición.
—¿Pero la recuperará? —inquirió ahora el castaño.
Seren se dedicó a mirarlos alternadamente, mientras se contenía para no soltar nada, pues nunca le había gustado que la gente hablase sobre ella como si no estuviese delante.
—Hm —Kaira miró a Gothi y ambas asintieron—. No lo sabemos, podría recuperarla en un día, una semana o un año, o podría no hacerlo nunca —contestó, haciendo que Hiccup hiciese una mueca porque las expectativas no eran las mejores—. Lo lamento, no podemos hacer nada —añadió apenada mientras miraba a Seren.
—No os preocupéis y gracias por lo que habéis hecho —dijo la rubia intentando animar a la contraria, aunque en realidad no podía importarle menos.
Hubo un gran silencio entre los cuatro tras aquello que se vio interrumpido cuando alguien más apareció en la habitación. Se trataba de un hombre bastante alto y corpulento, de cabello y barba pelirrojos, que transmitía una sensación un poco intimidatoria y que rápidamente Seren reconoció como Stoick el Vasto.
—¿Qué sucede? —cuestionó mientras miraba de reojo a la rubia.
Hiccup le explicó brevemente la situación y cuando terminó, el mayor suspiro.
—Ya veo, pinta mal —murmuró volviendo a suspirar—. Ni siquiera podremos saber su nombre de esta manera.
Fue justo cuando Stoick mencionó lo de su nombre que Seren comenzó a pensar cómo podría hacer para que alguno de ellos viese la inscripción de su collar, porque lo que menos le apetecía era ser llamada de una forma completamente diferente. Sin embargo, antes de que si quiera pudiera darle una vuelta a cómo hacerlo, observó como la anciana señalaba el collar y le costó la vida no mostrar sorpresa.
—¿Qué pasa, maestra? —preguntó Kaira y Gothi solo señaló más el collar.
Entonces, tanto Kaira como Hiccup llevaron la vista hasta allí.
—Seren Vinter —leyó Hiccup en voz alta y Seren sintió que algo en su interior se removió por la forma tan dulce en la que había pronunciado su nombre.
—¡Ese debe de ser su nombre! —exclamó Kaira entusiasma y luego miró a Seren—. ¿Te suena de algo?
—Me... resulta familiar —respondió la rubia tras dudar, haciendo que una sonrisa enorme apareciera en los labios de la contraria.
—Oh, ese es un buen nombre —alabó Stoick mientras asentía a sus propias palabras.
—Es bonito, me gusta —confesó Hiccup, sorprendiendo ligeramente a Seren, y una vez más, verde y azul chocaron—. Encantado de conocerte, Seren —dijo con una radiante sonrisa.
Hasta ese momento, Seren había considerado que la parte que más le llamaba la atención y que más atractiva le parecía de Hiccup eran sus ojos esmeraldas, pero en cuanto vio aquella encantadora y bonita sonrisa que hacía remarcar sus hoyuelos, eso cambió y encandilada, no pudo evitar sonreír también, aunque no lo hizo tan ampliamente como él.
Fue Hiccup quien ahora se sorprendió, ya que a pesar de que era una sonrisa pequeña era su primera vez viéndola sonreír y sin duda, se veía más hermosa de lo que ya era mientras lo hacía. Su propia sonrisa se terminó ampliando mientras la observaba y un ligero rubor cubrió sus mejillas al darse cuenta.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —inquirió Stoick, rompiendo el contacto de miradas entre el castaño y la rubia.
—Seren podría quedarse con nosotros, ¿no? —le preguntó su hijo a la vez que se giraba para mirarlo—. Ya que no tiene un lugar a donde ir —explicó y antes de que su padre respondiera, miró de vuelta a la rubia—. Acaso que a ti te resulte incomodo estar sola con dos hombres y un dragón. —El susodicho dragón estaba asomado en la puerta y siendo detenido por Stoick para que no entrase en la habitación—. Si es así, podrías quedarte con Kaira —miró a la mencionada mientras lo decía y ésta asintió— o con una amiga mía a la que seguro que tampoco le importará —terminó refiriéndose a Astrid.
Por supuesto, Seren ya tenía clara su respuesta. Lo primero era que para nada le importaba estar sola con hombres, pues estaba acostumbrada ya que entre los Dranters había pocas mujeres. Lo que sí no le hacía tanta gracia era tener a un dragón cerca, pero por el bien del plan no le quedaba más remedio que acostumbrarse. Porque claro estaba que si quería cumplir su misión con éxito, le convenía más estar en casa del jefe de Berk.
—¿Puedo quedarme con vosotros? —preguntó con fingida inocencia—. Preferiría quedarme aquí, si puede ser.
—¡Claro que sí, no hay problema! —respondió Hiccup sin siquiera conocer la opinión de su padre, pero realmente a Stoick no le molestaba.
Después de aquella conversación y de que Kaira y Gothi cambiasen sus vendajes, ambas mujeres se fueron e Hiccup le propuso a Seren mostrarle la casa. Aceptando la propuesta, la rubia se levantó de la cama y se quedó atónita cuando observó por primera vez la ropa que llevaba puesta con detenimiento, nunca había visto tanta calavera junta y eso que a Ylva le gustaba bastante llevar siempre alguna como accesorio. Hiccup se rio nervioso mientras se rascaba la nuca al darse cuenta.
—Lo siento, quizás la ropa no sea de tu gusto —murmuró—. Una amiga me la prestó para que pudiéramos cambiarte.
—Está bien, estoy agradecida con que me la haya prestado —respondió sin más. Aunque tenía curiosidad sobre qué clase de persona sería la chica a la que le gustaban tanto las calaveras.
—Bueno, este es el salón como puedes ver —le indicó Hiccup cuando hubieron salido de la habitación—. La cocina está por allí —dijo señalando en frente, al fondo de la instancia—, la habitación de mi padre está por esa puerta de ahí —señaló ahora hacia su izquierda— y la mía se encuentra arriba, puedes subir siempre que quieras.
Esa era una sugerencia muy interesante y conveniente para Seren. Quizás podría subir pronto para averiguar posible información sobre la isla y los dragones que tenían en su poder.
Hiccup continuó indicándole donde estaba el resto —que no era mucho más— y enseñándole alguna de las estancias hasta que finalmente la condujo al exterior. Allí, Seren quedó asombrada por el bello paisaje que se extendía ante sus ojos. Podía ver el pueblo, el bosque, los ríos y el mar al fondo, todo el conjunto le dio una sensación sobrecogedora.
—Es hermoso —dejó escapar sonriendo levemente.
—Esto es Berk —indicó Hiccup sonriendo también—. Nieva nueve meses del año y graniza los otros tres, pero espero que puedas sentirte como en casa.
La sonrisa de Seren se amplió mientras llevaba la mirada hasta él y era una sonrisa genuinamente honesta. Por alguna razón, las palabras de Hiccup le habían agradado y habían conseguido llegar un poco a su congelado corazón.
—Lo intentaré.
Incluso si todo aquello no era más que parte de un plan y por lo tanto no debía acomodarse demasiado ni mucho menos tomar algún tipo de cariño al lugar o a las personas, al menos iba a intentar disfrutar del tiempo que estuviera allí, alejada de los crueles Dranters y rodeada de gente inesperadamente amable, como lo era Hiccup Haddock.
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Ahora sí que sí, Hiccup y Seren se han conocido. ¿Qué os ha parecido? ¿Cómo esperáis qué vaya a ser su relación de aquí en adelante?
Y... no tengo mucho más qué decir, así que simplemente espero que os haya gustado el capítulo. ♥
Marie Weasley.
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