Capítulo 19: «Ser libres será una opción»
Carlos aún seguía mirando la puerta por la que el amor de su vida se había marchado, sin poder creer que la había besado y la había dejado irse, cuando sus tres mejores amigos aparecieron frente a él.
—Hey, vimos a Jane cuando salió de aquí. —Mencionó la chica de cabello morado, cerrando la puerta con seguro. — ¿Qué pasó entre ustedes?
— ¿La convenciste de que nos ayude a escapar? —Lo interrogó el ladrón del grupo, intrigado, mientras caminaba hacia el sillón de la sala y se dejaba caer sobre el mismo.
— ¿Le dijiste que se ve fantásticamente malvada con ese atuendo? —Cuestionó la princesa malvada para luego morder su labio inferior. —Es decir, no tan cool como nosotros, pero sí sabe lucir la ropa de cuero.
—Sí que es hermosa... —Dijo el descendiente de Cruella, pensando en ese tan anhelado beso que le había dado por impulso y que afortunadamente ella se lo había seguido en lugar de golpearlo por comportarse como un desubicado. —... pero sí hice que se diera cuenta de que no puede permitir que sus hermanas la alejen de Yen Sid, no después de todo lo que ha sacrificado por encontrarlo. —Añadió antes de sentarse al lado de su mejor amigo en el sofá.
—Eso no responde a mi pregunta. —Exclamó Jay con impaciencia.
—Lo intenté, les juro que traté de que comprendiera de que los cinco no pertenecemos aquí, le hablé de lo peligroso que es este lugar ahora que todos los secretos sobre nosotros han salido a la luz pero ella no quiere volver a Auradon; esa maravillosa hadita solo quiere pasar tiempo con su padre. —Respondió el menor de los VKs, decepcionado por no haber podido encontrar una solución a todos los problemas en los que se habían metido. —Pero nos ha perdonado por todo lo que le hicimos.
— ¡Eso es realmente magnífico! —Habló la ojiverde, sonriendo victoriosa al oír sus últimas palabras. — ¡Nos perdonó y no hemos tenido que hacer nada!
—Te recuerdo que yo sí me disculpé con ella, M. —Dijo la chica de cabello azul, colocando una mano en su cintura. —Nos perdonó pero tenemos que recuperar su confianza, eso nos llevará un poco de tiempo pero sé que podemos lograrlo.
—Y yo también le he pedido perdón... justo antes de besarla. —Comentó De Vil, encogiéndose de hombros. —No tenemos tiempo para hacer eso, E, estamos en peligro y en cualquier momento nuestros enemigos podrían atacarnos; o tratar de ir tras Jane.
— ¿¡La besaste!? —Repitieron sus mejores amigos al unísono, sorprendidos.
—Sí, lo hice por impulso y ella no me rechazó, en lugar de eso... me correspondió pero no hablamos de nuestros sentimientos aún. —Exclamó el joven de cabello blanco y negro, luego relamió sus labios. — ¿¡Y si ella se encuentra con mi madre!? ¡La dejé irse a hablar con su padre! ¡Debí haberla acompañado!
—Hey, relájate pequeño, respira hondo antes de que te de un ataque de nervios. —Dijo el descendiente de Jafar, tomando la mano de su mejor amigo y apretándola levemente para regresarlo a la realidad. Carlos no tuvo otra opción que obedecer al mayor. —Esa hadita no va a encontrarse con nadie en la calle, mucho menos con esa psicópata, pero si llegara a meterse en problemas... sabe cómo defenderse sola. Lo sé porque se escapó cuando traté de secuestrarla anoche.
— ¿¡Que tú intentaste qué!? —Gritaron sus mejores amigos, quienes estaban tan sorprendidos como indignados ante tal confesión.
— ¡No me miren así! ¡No quería hacerlo, pero había demasiada gente alrededor y no deseaba levantar sospechas, fue lo único que se me ocurrió para llamar su atención! ¡Y ni siquiera la dañé! —Se apresuró a defenderse el chico de cabello largo. —Además, eso es parte del pasado ahora, ¡perdona y olvida!
—Aún así, debes disculparte con ella personalmente. Al igual que tú, M. —Sugirió Evie, mirando al ladrón del grupo y a su novia. —Si queremos que ella se de cuenta de que ahora tenemos buenas intenciones, debemos demostrárselo.
—Sí, eso podría funcionar. —Concordó la ojiverde, comenzando a caminar de un lado a otro por la sala de estar mientras pensaba en un plan. —Pero ¿cómo haremos eso?
—Ella finalmente va a entender por qué Yen Sid se fue de Auradon...—Murmuró De Vil, arrugando la nariz mientras pensaba en todo lo que había sucedido ese día, entonces recordó algo tan importante como extraño que los cuatro habían presenciado y habían pasado por alto. —... pero nosotros podemos averiguar por qué Facilier le hizo creer que él era su padre.
— ¡Eres un genio! —Anunció la princesa malvada, señalándolo. —Y solo conocemos a una villana que probablemente sabe sobre eso y estará dispuesta a hablar si le damos lo que quiere.
—Pero no podemos hacer esto solos. —Exclamó Mal, sonriendo con malicia. —Vamos a necesitar a Dizzy.
—Y afortunadamente sabemos dónde encontrarla. —Mencionó el hijo de Jafar, incorporándose del sofá.
— ¡Genial! —Comentó emocionada la chica de cabello azul. — ¿Podemos ir antes de que anochezca?
—Cuanto más temprano vayamos a la peluquería, será mejor para nosotros. —Habló el pecoso mientras se levantaba del sillón. —Así no nos encontraremos con alguien a quien no soportemos.
—Ser libres será una opción...—Empezó a hablar la descendiente de Maléfica, mirando a su pandilla. —...porque somos malos...
—De corazón. —Respondieron sus mejores amigos y su novia, sonriendo.
Tenían un plan que llevar a cabo y, si todo salía bien, pronto estarían fuera de la Isla de los Perdidos para siempre.
Mientras tanto, en la casa de un viejo hechicero, Valentina estaba en la sala de estar; limpiando su ropa –que se había ensuciado gracias a que su ex novio la había empujado a un charco de barro cuando estaba intentando impedir que se metiera en la pelea para defender a su pariente– cuando Yen Sid apareció.
— ¿Qué quieres? —Dudó la rubia, seria, mientras limpiaba su falda con un pañuelo.
—Saber si hablaste con tu hermana. —Respondió el hombre, metiendo las manos en el bolsillo de su pantalón.
—Con Sabrina, querrás decir, ¿no? —Masculló la primogénita de Yzma, sin siquiera dignarse a mirarlo. —Porque ella es la única hermana que tengo, aunque no hablé con ella, Brina se fue directo a trabajar pero yo vine para tratar de quitar esta mancha de barro.
—Los dos sabemos que eso no es verdad. —Dijo el profesor de Dragon Hall. —Sé que estas enojada conmigo porque no te conté sobre Jane, pero es que...
—Nos mentiste, eso es lo único que sabes hacer. —Lo interrumpió su descendiente, mirándolo con desprecio. —Estoy cansada de que me dejen de lado y me ignoren.
—Val, escúchame, no te conté nada para protegerte. —Aseguró el adulto.
— ¿Protegerme de quién, papá? ¿De los idiotas egoístas de Auradon? —Le recriminó la rubia, frustrada. —Estoy harta de los secretos.
—Sí, lo sé, pero eso no justifica que Sabrina y tú expusieran a Jane ante la mitad de la Isla en Dragon Hall. —Comentó Yen Sid, decepcionado. —Pensé que lo ibas a entender.
—No, no, sabes que no; no lo entiendo. —Se opuso la adolescente, negando con la cabeza. —Y cada día que pasa lo entiendo menos. Yo no pienso ser parte de esta farsa, de esta hermandad que quieres que seamos, esta familia esta rota por tu culpa.
— ¿De qué lado estás, Valentina? —Dudó el hechicero.
—No sé, papá. —Admitió la chica. —Lo único que sé es que estoy cansada de estar del lado equivocado.
— ¿Hasta dónde están dispuestas a llegar para evitar que mi primogénita sea feliz al estar conmigo después de 10 años? —Preguntó el profesor de Dragon Hall, serio. —No van a arruinar esto ahora que ella conoce la verdad.
—No nos detendremos hasta que recuperemos lo que nos pertenece. —Contestó la rubia mayor, levantándose del sofá y tomando su bolso, justo cuando la puerta principal se abrió y la pequeña hada entró; pero ninguna de las dos personas que estaban en la sala se percataron de eso. — ¿Sabes qué? Tienes razón, no tiene sentido que tratemos de arruinar todo entre ustedes, así que sé feliz ahora que recuperaste a tu hija favorita; pero te conozco y sé que no tardarás en volver a engañarla. —Añadió antes de voltearse para irse de allí justo cuando la recién llegada ingresó a la habitación.
—Tratá de entender, Val. —Suplicó Yen Sid, ocasionando que la villana se diera vuelta mientras colocaba una mano en su cintura, viendo como la ex novia de Carlos se acercaba hacia su padre para colocar su cabeza en su hombro. —Todo es difícil para todos, pero especialmente para Jane.
Al escuchar aquello, las dos adolescentes se sorprendieron, la recién llegada se separó de su progenitor.
— ¿Para Jane? ¿Difícil, dijiste? —Repitió la joven que anhelaba ser emperatriz, incrédula. — ¿Qué es lo difícil para ella? —Dudó antes de acercarse a su hermana perdida.
— ¿Te vas a quedar con mi cuarto también? ¿Me vas a echar de la casa? —Prosiguió la rubia, la chica de Auradon avanzó unos pasos y el hechicero colocó una mano en su hombro para demostrarle que estaba de su lado. —Contame, ¿qué vas a hacer ahora que sos la dueña de todo?
La pequeña hada no emitió palabra alguna.
—Contéstame, Jane, ¿me vas a echar? —Insistió Valentina.
— ¡Claro que no! ¡Yo jamás haría algo así! —Se defendió la chica de ojos azules, armándose de valor. — ¡Además esta también es tu casa!
—Chicas, ahora somos una gran familia, espero que lo entiendan. —Intervino el hechicero.
—Nosotros no somos una gran familia y nunca lo vamos a ser. —Se opuso la descendiente de Yzma. —No hace falta que mientan, ¿ok? yo tampoco tengo ni un poco de ganas de quedarme acá.
—Cariño, nadie quiere que te vayas, ¿sabes?; no sé por qué dices eso. —Aseguró el adulto antes de suspirar. —Val, lo más importante en este momento es que estemos juntos para darnos fuerza. Todos sufrimos mucho pero tenemos que mirar para adelante. Hay que estar feliz por el reencuentro. —Prosiguió, intentando hacerla entrar en razón, luego le sonrió a Jane.
La rubia se cruzó de brazos, seria.
—Había perdido a una hija y ahora tengo tres. —Habló Yen Sid, feliz. — ¿Qué les parece si tenemos una cena familiar esta noche para recuperar el tiempo perdido?
—No cuenten conmigo ni con Sabrina. —Exclamó la villana que anhelaba ser emperatriz. —Le prometí a mi hermanita que la ayudaría en su turno en la tienda de mamá así que hasta luego, inútiles. —Dicho esto, la joven se retiró dando un portazo.
—Eso fue incómodo. —Admitió Jane para luego morderse el labio inferior. —Papá, es hora de que me des las respuestas que necesito.
Por otro lado, cuatro VKs ingresaron a Curl Up & Dye –a pesar de que el salón de belleza aún no estaba abierto– solo para encontrarse con una pelirroja que estaba limpiando mientras escuchaba música con sus auriculares.
— ¡Dizzy! —La llamó la princesa malvada, logrando que la menor se percatara de su presencia y se quitara los auriculares.
— ¡Chicos! —La descendiente de Drizella les sonrió mientras dejaba a un lado la escoba que estaba usando. —Recuerdo que E reservó un turno para esta noche pero aún es temprano.
—Sabemos que aún no es horario de atención al cliente, pero hemos venido porque te necesitamos. —Empezó a hablar Carlos.
— ¿Porque soy la única que no los odia con toda su alma después de que literalmente confesaran que Auradon los cambió drásticamente? —Sugirió la pelirroja, colocando una mano en su cintura. —Honestamente me sorprende que hayan salido de su guarida, considerando que toda la Isla quiere sus cabezas.
—Sí pero no. —Respondió la chica de cabello morado, encogiéndose de hombros pero arrugó la nariz al escuchar su último comentario. —Nos odian muchísimo pero no vamos a escondernos, no somos ratas escurridizas, no escapamos de nuestros problemas; nosotros los creamos.
—El odio que toda la Isla siente por ustedes no es el único problema del que deberían preocuparse. —Dijo la menor, acercándose hacia la líder de los VKs. —Tienes las puntas demasiado abiertas, M.
—Eso no es lo único que tiene demasiado abierto, si puedo decirlo. —Se burló el descendiente de Jafar, recibiendo un codazo por parte de la princesa malvada.
— ¡Jay! —Lo regañaron sus mejores amigas.
—No hagas ese tipo de comentarios frente a Dizzy, no queremos que perviertas a esta pequeña alma inocente. —Intervino el pecoso antes de darle un golpe en la nuca.
—Oh, por Lucifer, soy consciente de que las dos rompieron muchísimas camas desde que se conocen. —Confesó la pelirroja, tomando de la mano a la hija de Maléfica y guiándola hacia una de las sillas, en donde la ojiverde se sentó. —Te arreglaré las puntas abiertas gratis, porque no soporto verte así, es horroroso. —Añadió antes de acercarse a su mesa de trabajo para tomar unas tijeras, se volteó para ver a la descendiente de la emperatriz del mal con una sonrisa pícara en su rostro.
—Me encantaría que lo hicieras pero no vinimos por eso. —Masculló la chica de cabello morado, haciendo una mueca. —Tú quieres salir de aquí tanto como nosotros, ¿verdad?
— ¿Me están pidiendo formalmente que me una a su pandilla? —Los interrogó la nieta de Lady Tremaine, alzando una ceja. —Porque eso sería realmente genial.
—Algo así... —Exclamó el chico de cabello largo. —... pero vas a tener que demostrarnos que mereces estar con nosotros.
—He esperado que llegara este momento desde el día en que los conocí. —Chilló la pelirroja, emocionada. — ¿Qué tengo que hacer? ¿Ofrecerles dulces robados? ¿Trenzar el cabello de Jay? ¿Beber el café horrendo que hacen los duendes?
—No exactamente. —Se opuso el pecoso. —Es algo un poco más complicado que eso, pero nos beneficiará a los cinco si lo logras.
— ¡Pero sí quiero que me trences el cabello! —Pidió el ladrón del grupo, sentándose en la silla que se encontraba al lado de la de Mal. El resto de su pandilla lo miró seriamente. — ¿Qué? Es muy relajante.
— ¿Puedes concentrarte por una vez en tu vida? —Le recriminó la ojiverde, negando con la cabeza mientras tomaba un chicle que se encontraba encima de la mesa de trabajo de Dizzy y lo sacaba de su envoltorio para acto seguido llevárselo a la boca. —Puedes encargarte de él después, querida, pero ahora necesitamos que nos prestes atención y hagas exactamente lo que te pedimos.
—Dejen de hacerse los misteriosos y ya hablen de una vez. —Suplicó la menor con impaciencia, mientras dejaba la tijera en su mesa de trabajo. —Y puedo escucharlos mientras hago trenzas, soy una chica muy eficiente.
—Mereces mucho más que esta vida de miseria, pequeña. —Aseguró Evie, mirándola con admiración. — ¿Qué estarías dispuesta a hacer para escapar de la Isla de los Perdidos?
—Eso ya lo sé pero después de lo que hicieron ustedes, no creo que el rey Ben nos de oportunidades a más VKs. —Habló Dizzy, encogiéndose de hombros mientras se colocaba detrás de Jay para comenzar a trenzar su cabello. Alzó una ceja al oír aquella pregunta y sonrió pícaramente antes de contestar —: Haré lo que sea necesario para salir de aquí de una vez por todas.
En la casa de Yen Sid, padre e hija se encontraban sentados en el sofá de la sala de estar, los dos estaban nerviosos pues habían soñado con esto desde hace mucho.
— ¿Por qué te fuiste de casa? —Cuestionó Jane, rompiendo el silencio incómodo que se había formado entre ambos. — ¿Fue mi culpa? ¿Yo hice algo malo que te obligó a renunciar a tu vida perfecta en Auradon?
—Mi amor, hace bastante tiempo que mi vida en el reino había dejado de ser perfecta, pero tú no tuviste nada que ver con la decisión que tomé. —Respondió el hechicero, acariciando la mejilla de la menor. —Amaba a tu madre, ella siempre fue muy correcta, nunca quebró una ley... pero yo sí.
—Ya sé de dónde heredé mi lado rebelde. —Exclamó la chica de ojos azules para luego reírse.
—Cuando el rey Bestia decidió prohibir la magia, se justificó diciendo que toda la magia era peligrosa, por lo tanto los seres mágicos teníamos dos opciones: ceder o desaparecer para siempre. —Explicó el profesor de Dragon Hall. —La magia es un don, no una maldición, pero él nunca lo vio de esa manera.
—Pero han pasado años desde esa proclama, las cosas tienen que cambiar. —Se quejó la mejor amiga de Lonnie, cruzándose de brazos. —Nuestros poderes nos hacen especiales.
—La magia es una herramienta que puede utilizarse para hacer el bien o el mal, nosotros decidimos como usarla. —Prosiguió Yen Sid. —Como te estaba contando, algunos se adaptaron a no utilizar sus poderes, pero yo no pude. Yo no quería renunciar a la magia, por lo tanto la usaba cotidianamente, a pesar de que al hada madrina no le gustaba que yo lo hiciera. Esa era una de las razones por las que discutíamos tanto cuando eras pequeña.
—Yo no recuerdo eso. —Confesó algo avergonzada la chica de Auradon, jugando con un mechón de su cabello.
—Creí que tu cerebro bloqueó esas situaciones horribles como mecanismo de defensa, pero ahora estoy seguro de que tu madre te hechizó para que olvidaras todos esos malos momentos... justo después de que ella me echara de nuestro hogar. —Dijo el hechicero, nervioso.
— ¿¡Ella me estuvo controlando durante toda mi vida!? —Gritó la pequeña hada, shockeada. —No puedo creer que mamá me hiciera esto, ¡además se atrevió a criticar a los VKs cuando le conté que ellos me hechizaron pero ella hizo exactamente lo mismo hace años! —Se quejó, indignada.
—Al llegar a esa conclusión, me sentí tan decepcionado como furioso con ella, porque yo me marché para que ustedes pudieran tener una vida normal; sin magia tal y como el hada madrina quería, pero luego me di cuenta de que los dos hicimos lo que creímos que era mejor para protegerte. —Habló el adulto, tomando las manos de su primogénita y entrelazando sus dedos. —El Rey Bestia me había propuesto un trabajo estable en la Isla de los Perdidos para ser profesor en una escuela para la nueva generación de jóvenes villanos, y luego de la pelea con tu madre, supe que allí tenía que ir. Si no podía ser un ejemplo para ti, quería serlo para estos chicos.
— ¿Y no pensaste en la posibilidad de traerme aquí contigo? —Preguntó Jane, arrugando la nariz.
—Sí, eso fue lo que quise hacer, pero tu madre no iba a permitirlo. —Admitió el profesor de Dragon Hall. —La Isla de los Perdidos era peligrosa para cualquiera, incluso lo fue para mí hasta que logré adaptarme, no podía arruinar tu vida al criarte en esta prisión cuando sé que desde pequeña siempre deseaste conocer el mundo que te rodeaba. Además, tú tenías pesadillas con villanos, jamás te obligaría a adaptarte a esta vida.
—Así que permitiste que ella se encargara de mí durante dieciséis años.... —Murmuró la chica de ojos azules, intentando procesar tanta información. —... sin pensar en lo difícil que fue para mí crecer sin mi padre.
—No sabes cuanto lamento haberme perdido tu infancia, cariño, pero hice lo que creí que era lo mejor para todos. —Exclamó Yen Sid. —Si pudiera regresar el tiempo para evitar todo el sufrimiento que te he causado durante años, lo haría, pero aquí no debo usar mis poderes... a menos que sea completamente necesario.
—Por favor, no hagas eso. He sido hechizada dos veces, considero que eso ya es suficiente, no quiero pasar por eso de nuevo. —Suplicó la menor. —Es horrible no ser dueña de mi propia vida.
—Yo jamás te rompería el corazón de nuevo, mi amor, jamás me lo perdonaría. —Dijo el hechicero. —Mientras estés conmigo, estarás a salvo, hija.
—Todos cometemos errores pero solo las personas más valientes son capaces de admitir que se equivocaron. —Habló Jane. —Te perdono, papá. —Dicho esto, ambos se dieron aquel abrazo tan esperado.
[...]
En la tranquilidad de la noche, una escurridiza brujita ingresó a Curl Up & Dye tal y como siempre lo hacía, con el fin de pasar un rato divertido con su mejor amiga mientras que la última trabajaba.
— ¡Te juro que amo ser VK! —Anunció la recién llegada al entrar al salón de belleza con una sonrisa maliciosa en su rostro. — ¡No hay nada mejor que haber nacido de esta manera!
—Hola Lia. —Exclamó la descendiente de Drizella, quien se encontraba arreglando las uñas de Evie. —Parece que estás teniendo una noche fantástica.
— ¡Obviamente! —Afirmó la pequeña estafadora, dejándose caer en una de las sillas que se encontraban desocupadas. —Engañé a Gil por décima vez en la semana con mis lecturas de tarot, le dije que si comía una manzana podrida tendría la fuerza suficiente para ganar su próxima competencia de fuerza, ¿¡y sabes cuánto dinero le pedí esta vez!? ¡75 billetes! —Se burló para acto seguido soltar una carcajada malvada.
—Eso sí es un robo. —Habló Jay, quien estaba molestando a su mejor amigo con un secador de cabello.
— ¿Y tú qué sabes de eso, rata callejera que le dio la espalda a la maldad? —Le recriminó Celia Facilier, haciendo una mueca al percatarse de su presencia. — ¿Por qué no regresas a Auradon y te vas a jugar al Tourney con esos príncipes inútiles?
—Sé más que tú ya que soy el mejor ladrón de la Isla, por lo tanto en vez de criticarme deberías seguir mis consejos, 75 billetes es muy poco dinero. —Replicó el descendiente de Jafar. —Me encantaría hacerlo pero en el Tourney debes seguir un millón de reglas estúpidas y es difícil recordar cada una de ellas mientras los príncipes te piden disculpas por golpearte accidentalmente.
— ¿Tú? ¿El mejor ladrón de toda la Isla? —Repitió la brujita, incrédula, para luego reírse. —Claro, por eso huías de tu padre hace unos días, porque no eres más que un cobarde.
—Mira mocosa, si no estuviera en presencia de señoritas educadas y si no tuviera al menos un poco de respeto por cada una de ustedes, te golpearía ahora mismo; así que te aconsejo que no me provoques. —Le advirtió el villano, señalándola con el dedo.
—Claramente Auradon no cambió sus problemas de ira, la gente buena no hace milagros... no sin magia. —Intervino el pecoso, arrebatándole el secador de cabello a su mejor amigo.
— ¿Respeto? —Dudó la hermana menor de Freddie, alzando una ceja. —Si sigues diciendo tantas estupideces, voy a vomitar encima de esa cosa horrenda que usas a la que llamas chaqueta.
—No sigas, Lia. —Habló Dizzy, quien terminó de arreglar las uñas de la mano derecha de la princesa malvada. —No puedo concentrarme en mi trabajo si empiezas a molestar a mis clientes, así que te dejaré comer todos los dulces que hay en mi mesa de trabajo si me prometes que te vas a callar. —Sugirió, aunque las únicas personas que se encontraban presentes era la pandilla de Mal, la pelirroja y la hija de Facilier.
—Sí que sabes como convencerme. —Admitió la pequeña estafadora, incorporándose de su asiento para caminar hacia la mesa de trabajo y tomar un caramelo, lo abrió y se lo metió a la boca; también se guardó varios chicles en el bolsillo interior de su chaqueta, entonces volvió a sentarse en su silla giratoria mientras contaba el dinero que Gil le había dado.
—Cariño, ¿qué opinas de mis uñas ahora? —Cuestionó la descendiente de Grimhilde a su pareja, quien se encontraba sentada a su lado, mostrándole su mano derecha. Al oír su comentario, la chica de cabello morado dejó de leer una revista que había allí y le prestó atención.
—Creo que se te ven fantásticas, ese azul francia te beneficia bastante. —Respondió la ojiverde con sinceridad. —Pero me van a agradar más cuando me las estés met...
— ¿¡Pueden irse a otro lado a hablar sobre eso, ratas adictas al sexo!? —Las interrumpió Celia, frunciendo su ceño. —Ni siquiera sé cómo les da la cara para venir aquí luego de que nos hayan traicionado, hipócritas.
—Yo voy a decirle lo que quiera a mi chica en cualquier lugar, si no te gusta oírnos ese es tu maldito problema. —Exclamó Mal, levantándose de su asiento para acercarse a la menor junto con el resto de su pandilla. —En vez de quejarte por todo lo que hacemos, ¿por qué mejor no nos cuentas la razón por la que Facilier le mintió a Jane diciéndole que es su padre?
—Yo no le doy información a traidores, lo siento. —Dijo la pequeña estafadora, encogiéndose de hombros. —Y mucho menos si no me dan algo a cambio.
—Lo único que te voy a dar será una dolorosa paliza si no empiezas a hablar en este preciso momento. —La amenazó el chico de cabello largo, apretando los puños.
—O podemos marearte hasta que abras la boca. —Sugirió De Vil, sonriendo con malicia. —Vas a decirnos la verdad por las buenas o por las malas.
—Hagan lo que quieran, no me asustan sus mentiras, yo no voy a hablar. —Aseguró Celia, cruzándose de brazos.
—Que linda, crees que no somos capaces de torturarte hasta que nos digas lo que queremos oír...—Evie soltó una risita, negando con la cabeza. —... pero eso no va a ser necesario porque te comiste un caramelo mágico que inhabilita tu capacidad de mentir. Ahora, cuéntanos todo lo que sabes sobre la hija del hada madrina y por qué el Dr F. la engañó.
Mientras tanto, dos rubias se encontraban en la frontera de la Isla de los Perdidos, tan ansiosas como nerviosas.
— ¿Estas segura de que tienes todo lo que necesitamos? —Susurró Sabrina, mirando a su acompañante. —Porque no vamos a volver a pisar este basurero nunca jamás.
—Ya te dije que sí, tomé todas las pócimas de mamá que aún sirven. —Respondió la mayor, mostrándole la mochila en la que había guardado todo lo que usarían para dominar Auradon. —Solo espero que tomemos la correcta para salir de aquí, no quiero convertirme en una gata, ellas no nadan.
—Han pasado años y aún sigue etiquetándolas mal, nuestra madre jamás aprenderá de sus errores. —Bufó la villana que estaba obsesionada con Carlos, negando con la cabeza. —Sí beberemos la correcta porque me la guardé yo, así que nada puede salir mal.
—Ella falló pero nosotras seremos emperatrices. —Aseguró Valentina con una sonrisa llena de malicia. —Sí que has pensado en todo.
—Por eso yo soy la más inteligente de las dos. —Presumió la rubia menor antes de sacar el collar voodoo del bolsillo de su chaqueta y colocárselo, su hermana imitó su acción y las dos no tardaron en transformarse en sus enemigas. Sabrina sonrió antes de sacar la varita mágica de su bota y apuntó hacia la cúpula con una sonrisa siniestra en su rostro. — ¡Ya me harté de ser infeliz, abre la barrera mágica de la Isla de los Perdidos para que yo pueda ser emperatriz! ¡Bibidí babidi boo! —Recitó aquel encantamiento y, para sorpresa de ambas, el campo de fuerza que las mantenía encerradas se rompió.
El suelo no tardó en comenzar a temblar pero eso no las detuvo, ambas corrieron hacia el puente mientras que la descendiente menor de Yzma guardaba el artefacto mágico en su bota y sacaba una pequeña botellita para acto seguido abrirla y beber un poco del líquido que la misma contenía. Se la pasó a la rubia mayor y ella también bebió, dejó caer la pequeña botella cuando ambas llegaron al final del puente y saltaron mientras la poción les hacía efecto y sus piernas eran reemplazadas por hermosas colas de sirena.
Las dos cerraron los ojos mientras descendían en picada hacia el mar y no tardaron en hundirse en el agua, entonces comenzaron a nadar hacia su nuevo destino.
Pronto, un nuevo día empezaría y Auradon caería para siempre.
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