Capítulo 16: «Dejarte ir tuvo consecuencias»

  Mientras tanto, en Auradon, las cosas no estaban saliendo bien para una pequeña hada que había cometido muchísimos errores al estar bajo la influencia de un hechizo.

 Ben ya había tomado una decisión desde el momento en el que Jane pisó la oficina de su madre, pero luego de comunicarla ante sus padres, la traidora y el hada madrina; él había tenido que acceder a concretar una reunión con el Consejo Real debido a la insistencia de la directora de Auradon Prep y Bella.

  Afortunadamente –para la pequeña chica de ojos azules– los miembros del Consejo Real no podían reunirse en ese instante, así que el chico Bestia se vio obligado a reprogramarla para que se llevara a cabo al día siguiente.

 Esa reunión había durado toda la tarde y la mejor amiga de Lonnie no había tenido permitido asistir –lo cual le había parecido una completa estupidez ya que su futuro estaba en manos de los héroes y heroínas de Auradon– , pero finalmente se había tomado una decisión final.

  Jane corrió a su habitación en la residencia y cerró la puerta de un fuerte portazo.

— ¡Estúpido Benjamín! ¿¡Cómo se atreve a hacerme esto!? ¡Se cree mucho por tener una corona que le queda enorme! —Se quejó, frustrada, mientras sus ojos brillaban intensamente y dejaban de hacerlo debido a la furia e impotencia que sentía en ese momento. — ¡Todos los miembros del Consejo Real son unos imbéciles hipócritas! ¡Auradon no da segundas oportunidades! —Masculló, indignada, mientras caminaba de un lado a otro por su cuarto.

 Se detuvo frente al espejo de cuerpo completo que se encontraba en su habitación y suspiró hondo, pero no podía calmarse.

— ¡Yo no voy a dejar que él me humille así! ¡Prefiero perder mi magia antes que permitir que ese idiota me regrese a la Isla de los Perdidos! —Aseguró, dicho esto caminó hacia su armario y lo abrió, comenzó a buscar las prendas de cuero que pensó que jamás volvería a usar pero antes de que pudiera tomarlas; varios golpes en la puerta la interrumpieron. — ¡Lárgate, quien quiera que seas! ¡Estoy ocupada! —Gritó, pues solo tenía una hora para prepararse antes de que los guardias vinieran a buscarla para escoltarla hacia la limusina que la desterraría del reino para siempre.

— ¡No me hables en ese tono, jovencita! —Le recriminó el hada con magia blanca más poderosa de Auradon para acto seguido entrar al cuarto de su descendiente, suspiró hondo cuando su descendiente se volteó para mirarla. —Cariño, yo intenté convencerlos para que pasaras unos días en prisión, pero ellos no quisieron escucharme; lo siento tanto. —Dijo la mujer.

—No te atrevas a lamentarte ahora, ya es muy tarde para eso. —Habló la menor, cruzándose de brazos. —Después de hoy no volverás a verme nunca más, echaste a papá de nuestras vidas y ahora me vas a perder a mí.

—No quiero que nombres a ese hombre, él fue quien se marchó y yo me quedé contigo cuidándote durante toda tu vida. —Mencionó la directora de Auradon Prep, acercándose a ella, pero Jane retrocedió.

—Ese es el problema, mamá, él no estuvo aquí pero tú sí. Desearía que tú te hubieras alejado de mí. —Comentó la adolescente de ojos azules, sabiendo que sus palabras iban a destrozar el corazón de su progenitora, pero la pequeña hada también estaba herida pues lo estaba perdiendo todo. — ¡Prefieres que esté encerrada en una maldita celda! ¿¡Cómo puedes hacerme esto!? ¡Soy tu hija! —Alzó la voz, dolida.

—Jane, solo quiero lo mejor para ti, prefiero que estés encerrada en donde puedo visitarte en lugar de que estés rodeada de villanos peligrosos. —Se defendió el hada madrina.

— ¿¡No te das cuenta de lo egoísta que eres!? ¡Tú solo quieres controlarme! ¡Ni siquiera me dejas usar magia y ya me harté de vivir así! A partir de este momento voy a hacer lo que yo quiero, no me queda nada así que ya no tengo nada que perder. —Gritó la mejor amiga de Lonnie, sacó su varita de su zapatilla y se apuntó a sí misma. —No quiero seguir usando estos harapos, cambia mi aspecto y no olvides darme unos buenos zapatos. —Recitó el hechizo y su perfecto vestido celeste fue reemplazado por la ropa de cuero que se encontraba en su armario, al igual que sus zapatillas se transformaron en sus botas de cuero.

—Basta, no empeores la situación. —Exigió la mujer, señalándola con el dedo, sin poder creer lo que estaba viendo. —Quítate eso ahora mismo. —Ordenó.

—Esto no puede empeorar, madre. —Se opuso su descendiente, negando con la cabeza mientras sus ojos continuaban brillando. Chasqueó sus dedos para guardar con magia algunas cosas en la mochila que se llevaría a aquella prisión que se convertiría en su nuevo hogar.

—Te lo advierto, chiquita. —Prosiguió la directora de Auradon Prep, seria.

— ¡Ya no soy una niña! ¡Ya no tengo seis años! ¡Deja de tratarme como si no pudiera cuidarme sola! —La interrumpió Jane, cansada de ser subestimada por su progenitora.

—No sabes lo peligrosa que es la gente de la Isla. —Insistió su madre, intentando desesperadamente hacerla entrar en razón.

— ¡Lo sé perfectamente porque allí intentaron matarme más de una vez y sobreviví, pero no fue gracias a ti! —Le gritó la chica de ojos azules, furiosa. —Ahora dime dónde mierda está papá, quiero verlo, necesito despedirme de él antes de que mi vida se arruine aún más. —Exigió, cruzándose de brazos.

—No vas a verlo, te lo prohíbo, él ya tomó la decisión de sacarnos de su vida. —Dijo el hada madrina.

— ¡Pues esta es mi vida y yo decido tenerlo de nuevo así que habla de una maldita vez! ¡Es lo último que te pediré en mi vida! —Suplicó la adolescente, quien estaba perdiendo la paciencia, se le estaba acabando el tiempo.

— ¡Te he dicho que no y es mi última palabra al respecto! —Alzó la voz la adulta, hartándose de la insistencia de su hija.

— ¡Vete al mismísimo infierno! ¡Te odio! ¡Ojalá nunca se hubieran conocido tú y mi padre! —Gritó Jane antes de guardar su varita en su bota y colocarse la mochila, entonces comenzó a caminar hacia la salida de su cuarto, pero cuando pasó por al lado de su madre; ella la tomó del brazo con fuerza, obligándola a detenerse.

— ¿A dónde crees que vas? —La interrogó aquella mujer.

—A buscar las respuestas que tú no quieres darme. —Respondió Jane para acto seguido soltarse bruscamente y retirarse sin siquiera mirar atrás.

  Ella sabía que la única persona que podría decirle la verdad era Yen Sid y es por eso que regresaría a la Isla de los Perdidos para buscarlo.

 Cuando la pequeña hada salió de la residencia, se sorprendió al ver a una persona que acababa de estacionar su motocicleta en la entrada, la recién llegada se quitó el casco que llevaba puesto.

— ¡Lonnie! —Exclamó aliviada la menor al ver a su mejor amiga que acababa de regresar de una práctica de R.O.A.R. —Necesito que me prestes tu moto, por favor, no hagas preguntas y di que sí. ¡Es una situación de vida o muerte! —Pidió, uniendo sus manos en señal de súplica.

—Me enteré de lo que pasó en la reunión del Consejo, déjame adivinar: ¿no vas a permitir que Ben te mande a esa prisión horrible, así que pretendes escaparte para irte allá? Eso no tiene mucho sentido. —Sugirió la descendiente de Mulán, observando el atuendo de su compañera de cuarto. —No debería prestártela... —Murmuró, insegura.

—Sí, eso es exactamente lo que planeo hacer. —Admitió la hija del hada madrina, sabiendo que su mejor amiga la conocía perfectamente. — ¡Mi vida está arruinada, no me importa si lo que hago tiene sentido! ¡Mamá no va a decirme dónde está papá y las dos sabemos que la única persona que puede darme las respuestas que necesito es Yen Sid! Por favor, necesito que hagas esto por mí. —Suplicó nuevamente.

—No me dejaste terminar de hablar, pequeña. —Exclamó Lonnie, suspiró hondo pues a pesar de que sabía que esa era una de las peores ideas que se le habían ocurrido a la menor, no podía abandonarla cuando ella más la necesitaba. Además, ella también deseaba que Jane finalmente supiera la verdad, y ya que la mujer con magia blanca más poderosa no estaba dispuesta a contársela; tenía que lograr que el hechicero le confesara todo. —No debería prestártela pero tampoco permitiré que vuelvas a la Isla de los Perdidos sola, así que súbete de una vez. —Añadió, ladeó su cabeza para indicarle que hablaba en serio.

— ¿De verdad estas dispuesta a abandonar tu vida perfecta en Auradon solo por mí? No tienes que hacer eso, jamás te pediría tal cosa, pero significa mucho para mí que quieras acompañarme y pasar el resto de tus días en la Isla conmigo. —Murmuró la joven de ojos azules, incrédula, sin embargo obedeció a la mayor. —Eres la mejor amiga del mundo.

—Mi vida nunca será perfecta si tú no estás en ella, estoy dispuesta a abandonar a cualquiera menos a ti. Quiero hacer esto, estamos juntas en las buenas y en las malas, tú eres mi relación extraordinaria y no voy a perderte. —Dijo la joven guerrera, se colocó su casco nuevamente para acto seguido entregarle uno extra a su chica. —Póntelo y vámonos de aquí.

—No sé qué hice para merecerte, Lo. —Admitió la pequeña hada, se colocó su casco y se aferró a la cintura de su persona favorita en todo el mundo, pero luego sacó la varita de su bota. —Espera un momento, no puedes ir así vestida, pero afortunadamente yo tengo la solución. —Dicho esto, recitó el mismo hechizo y el atuendo de su mejor amiga fue reemplazado por su ropa de cuero, también hizo aparecer una mochila llena de provisiones para la chica que sacrificaría todo solo para estar junto a ella. Guardó su artefacto mágico en su bota.

  La descendiente de Mulán puso en marcha el vehículo y en pocos minutos llegaron a la frontera, en donde ella nuevamente se detuvo.

— ¿Estas lista para comenzar una vida nueva, llena de riesgos, aventuras y algunos problemas? —Cuestionó la dueña de la motocicleta, observando la prisión que se encontraba en medio del mar, luego observó hacia atrás con nostalgia; pero no iba a arrepentirse. Ella quería conocer el mundo, luchar en batallas épicas y esta era la oportunidad perfecta para hacerlo, teniendo a su persona favorita a su lado.

—Estoy lista si tú lo estas. —Afirmó la menor, quien sacó la varita de su bota nuevamente. —Noble corcel, fuerte y capaz, a la Isla de los Perdidos nos llevarás; y si algún día lo deseamos a este reino perfecto nos regresarás. —Murmuró ella, apuntando hacia el vehículo para encantarlo, luego guardó el artefacto mágico en su bota.

—Este lugar siempre será parte de nosotras, nacimos aquí, nos criamos aquí, siempre podremos volver porque pertenecemos aquí. —Exclamó la joven guerrera para acto seguido acelerar hacia la orilla del mar. —Adiós para siempre, Auradon. —Añadió, ella supo que la magia funcionó debido a que comenzó a conducir por encima del agua y también pudo atravesar el campo de fuerza que rodeaba aquel pedazo de tierra.

 Una vez que llegaron a su destino, la mayor condujo por las calles y se detuvo en la esquina del negocio de Yzma, observó el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca.

—Son las 7:15, que suerte que me encontraste antes de que los guardias fueran a buscarte. —Dijo Lonnie, mirando de reojo a su acompañante. — ¿Estas segura de que quieres hacer esto? Ni siquiera sabemos si él está en su casa.

—Tenemos que encontrar un lugar en donde pasar la noche antes de que oscurezca aún más. —Comentó la chica de ojos azules, luego asintió con la cabeza. —Sí, confío más en ese hombre que en mi madre, y solo hay una manera de averiguarlo. Tenemos que ir allí.

—Pues haces bien en confiar más en ese hombre. —Susurró su mejor amiga, haciendo una mueca.

— ¿De qué hablas? —Dudó Jane, frunciendo su ceño al oír aquello.

—De nada, solo es algo que yo supongo. —Mintió la mayor, nerviosa.

  En ese preciso momento, una rubia que anhelaba ser emperatriz salió de una de las tiendas con una escoba en mano y comenzó a barrer la entrada mientras tarareaba una canción, pero se sorprendió al levantar la vista.

—No puede ser... Volvieron esas zorras. —Gruñó Valentina, sorprendida, inmediatamente corrió hacia el interior del negocio de Yzma y al encontrar a su hermana menor la tomó del brazo y la arrastró hacia la calle, a pesar de las quejas de la otra. — ¡Mira! —Exclamó, señalando a las hijas de heroínas que estaban solo a unos cuantos metros de ellas.

— ¿¡Qué carajo hacen aquí!? —Cuestionó la villana que estaba obsesionada con De Vil, furiosa.

—Si lo supiera, te lo diría. —Respondió la mayor mientras continuaba barriendo la entrada para evitar que su madre la regañara.

— ¿Vas a seguir siendo tan obvia? —Le recriminó Sabrina, observándola de reojo.

— ¿Tú vas a seguir haciendo preguntas cuyas respuestas no sé? —Contraatacó su hermana, entonces su mirada se dirigió hacia las chicas que no pertenecían a ese lugar a pesar de que estaban vestidas con ropa de cuero. — ¡Ay, se están yendo! —Dijo al ver que las mejores amigas se estaban marchando en su motocicleta.

—Deja de reclamarme y vámonos. —Ordenó la rubia menor.

— ¿A dónde? —Inquirió la primogénita de Yzma, confundida.

—A un spa en Auradon. —Dijo la chica que estaba obsesionada con Carlos, aunque estaba siendo sarcástica. — ¡Obviamente que a seguirlas, tarada! —Exclamó como si no fuera lo más lógico del mundo.

—Pero si no sabemos a dónde van. —Murmuró la mayor, confundida.

—Entonces averigüémoslo. —Dicho esto, Sabrina comenzó a caminar en la dirección en la que se habían ido las chicas de Auradon, mientras que su hermana siguió limpiando la entrada de la tienda. — ¡Valentina! —La llamó al ver que la rubia no estaba detrás de ella.

— ¡Ya voy, pesada! —Gruñó la primogénita de Yzma, dejó la escoba dentro de la tienda y se apresuró a seguirla.

 Unos minutos después, las villanas se detuvieron para esconderse detrás de unos cestos de basura, pues las descendientes de heroínas habían llegado a su destino: la casa de Yen Sid.

  Las mejores amigas se bajaron de la moto, se quitaron los cascos y la pequeña hada golpeó la puerta, para su buena suerte el hombre no tardó mucho en abrirles.

— ¿Jane? ¿Lonnie? —Exclamó el hechicero, sorprendido, al verlas allí. — ¿Qué hacen aquí?

—Permíteme resumírtelo: Ben decidió enviarme de regreso aquí por traicionar al reino y quise escaparme antes de que lo hiciera, mi chica es tan leal que decidió acompañarme y aquí estamos ahora. —Respondió la chica de ojos azules.

— ¿Y por qué vinieron a buscarme, específicamente? —Las interrogó el anciano, confundido, pues creía que no volvería a verlas nunca más pero se había equivocado.

—Te encantará saberlo. —Afirmó la hija de Mulán, guiñándole el ojo.

—Vinimos para que me des las respuestas que mamá se niega a darme. —Añadió la menor, jugando con su cabello.

—Así que esto va a tardar un largo rato, ¿podemos pasar? —Pidió la joven guerrera, sonriéndole con amabilidad.

—Claro que sí. —Accedió el profesor de Dragon Hall, haciéndose a un lado para permitirles ingresar a su hogar, las chicas entraron velozmente. —Es más, pueden dormir aquí, las niñas se quedan en casa de su madre hoy así que no deben preocuparse por ellas. —Sugirió para acto seguido cerrar la puerta.

—Maldijo viejo con favoritismo. —Se quejó la villana que estaba obsesionada con De Vil, apretando los puños, mientras pensaba en una forma de arruinarle la vida a su insoportable  hermanita. —Oh, sí que van a preocuparse por nosotras. —Exclamó con una sonrisa llena de malicia.

—Entraré por la ventana de tu cuarto y le cortaré la garganta mientras duerme. —Dijo la primogénita de Yzma.

— ¡Valentina, no seas cínica! Ensuciarías mi cama para siempre, la sangre no sale jamás. —La regañó Sabrina, golpeándole el brazo. —Yo tengo un plan mejor.

—Pero las tenemos en nuestro territorio, ¡están en nuestra propia casa! —Prosiguió la mayor, tratando de hacerla entrar en razón, tenían otra oportunidad y no quería desperdiciarla solo por un capricho de su hermana.

—Te dije que tengo un plan. —Insistió Sabrina, quien no estaba dispuesta a dar el brazo a torcer. —Vámonos, Jane no es la única que tiene influencia en esta Isla. —Dicho esto, las dos se alejaron de aquella casa.

 Poco tiempo después, las hermanas se detuvieron cuando llegaron a la calle en la que se encontraba uno de los lugares más populares de aquel territorio: Dr. Facilier's: Voodoo Arcade.

— ¿¡Me sacaste del trabajo para venir aquí!? —Exclamó Valentina, shockeada.

—Esto es más importante que cualquier tarea que mamá te ha dado. —Se defendió su pariente mientras caminaban hacia la entrada del aquel negocio.

— ¿Puedo elegir a que jugaremos? —Suplicó la rubia mayor, ilusionada.

— ¡No vinimos aquí para eso! —Se opuso Sabrina, indignada. — ¡Concéntrate en lo importante!

— ¡Oh, vamos! —Prosiguió la primogénita de Yzma. —Diviértete un poco.

—Lo haré cuando esté en Auradon, ahora cállate. —Masculló la menor cuando llegaron a la entrada del negocio, en donde vieron a una niña de cabello magenta oscuro con un pequeño sombrerito, tratando de llamar la atención de la gente.

— ¡Vengan todos los que estén dispuestos a conocer su futuro! ¿¡Quieren saber qué habría pasado en sus otras vidas!? ¡Pues han venido al lugar indicado! —Gritó Celia Facilier, entusiasmada. — ¡En el Arcade pueden jugar y presenciar magia voodoo! ¡Pasen, pasen antes de que cerremos por hoy!

— ¿Sabes qué veo en tu futuro? —Inquirió la chica que estaba obsesionada con Carlos, acercándose hacia la joven. —Veo mucho dinero si nos dices dónde está tu hermana.

— ¿Ah si? —Mencionó con ilusión la pequeña estafadora. — ¡Freddie! ¡Hay dos chicas que han venido a buscarte! —Alzó la voz, buscando con la mirada a su pariente.

— ¡A esa no, inútil! —Se opuso Sabrina, negando con la cabeza.

—Pues deberías ser más específica la próxima vez. —Le recriminó Celia, alzando una ceja. —Ella está adentro, leyendo el futuro.

—Genial, vamos, tenemos una cita con el destino. —Exclamó Valentina, se dispuso a comenzar a caminar pero la pequeña empleada se interpuso en su camino.

—Alto ahí, rubiecita. —Intervino la pequeña estafadora, cruzándose de brazos mientras las observaba con seriedad. —Primero ustedes tendrán que pagarme, son cincuenta dólares por cada una. —Exigió, extendiendo su mano derecha.

—Ya la oíste, dale el dinero. —Masculló la rubia menor, mirando a su hermana.

— ¿¡Qué!? —La primogénita de Yzma la observó, incrédula. — ¡Pero si fue tu idea venir! —Protestó.

—El arcade cierra en 5, 4, 3... —Insistió con impaciencia la hermana menor de Freddie.

— ¡Ok! —Accedió de mala gana Valentina, metió la mano en su bolso y sacó varios billetes. —Toma esto y quédate con el cambio. —Dijo, entregándoselos a la joven de mala gana.

—Si es falso, no saldrán de aquí con vida. —Les advirtió Celia, mientras contaba el dinero.

—Sí, lo que tú digas, ahora llévanos hasta donde está nuestra amiga. —Ordenó Sabrina, seria.

— ¿Me ves cara de guía turística o qué? —La pequeña estafadora las miró para luego reír sin gracia. —De ninguna manera lo haré, a menos que me den algo a cambio.

—Lo que veo es que te ahogaré en uno de tus juegos de porquería si no haces lo que te digo. —La amenazó la villana que estaba obsesionada con De Vil, señalándola con el dedo.

—Haz lo que te pide, no está de buen humor. —Le aconsejó la primogénita de Yzma, haciendo una mueca.

—Denme 30 dólares más por cada una y lo haré. —Pidió la descendiente de Facilier, sonriendo con picardía.

—Eres una chiquilla malcriada. —Masculló Valentina, sin poder creer que estaba siendo extorsionada por una niña de quince años, sin embargo sacó más dinero de su bolso para acto seguido entregárselo. La villanita contó los billetes antes de guardárselos en su chaqueta y comenzar a caminar hacia el interior del arcade.

—Síganme, no sean tímidas; están en mi mundo ahora, no en el suyo. —Dijo la pequeña empleada, esperando a que las rubias le hicieran caso. Una vez que estuvieron dentro del negocio, se dirigió hacia una puerta y abrió la misma para acto seguido dejarlas pasar. —Ari, te traje visitas inesperadas. —Anunció.

—Es raro verlas a las dos en mi trabajo. —Admitió la castaña, que se encontraba sentada en una mesa, jugando con algunas cartas. —Siéntense y díganme para qué han venido. —Ordenó, entonces las hermanas tomaron asiento frente a ella, mientras que Celia se quedó parada al lado de la puerta que había abierto; sin molestarse en cerrarla, mientras miraba sus uñas.

—Necesitamos tu ayuda para deshacernos de alguien. —Habló Sabrina.

— ¿Ah, si? ¿Quién crees que soy? ¿Tu sicaria personal? —Ariana levantó la vista del mazo de cartas con el que jugaba para mirarlas y reírse sin gracia, luego negó con la cabeza. —No me hagas perder el tiempo.

—No es cualquiera, es la hija del hada madrina. —Exclamó la primogénita de Yzma.

— ¿Ella no estaba en Auradon? —La castaña frunció su ceño al oír aquello, confundida.

—Sí pero volvió para arruinarnos la vida, no podemos permitirlo. —Comentó la villana que estaba obsesionada con un pecoso miedoso.

— ¿Y quieren matarla? —Repitió la hija mayor de Facilier, incrédula. —Ay, que básicas, pensé que eran más inteligentes.

— ¡Hey! No vine aquí para ser insultada, estamos perdiendo el tiempo porque ella no nos ayudará. —Se quejó Valentina, indignada, antes de levantarse de su asiento y tomar la mano de su pariente. —Vámonos, Sab. —Insistió, entonces la rubia menor se levantó y se voltearon para dirigirse hacia la salida.

—No creo que esa sea la decisión correcta. —Se opuso la pequeña villana que las había guiado hasta allí, negando con la cabeza. —Nadie sale de aquí a menos que nosotras lo deseemos. —Añadió, sonriendo con malicia.

  Antes de que las descendientes de Yzma pudieran reaccionar, Ariana chasqueó sus dedos y la puerta se cerró mágicamente, ella no iba a dejarlas escapar ahora que habían llamado su atención.

— ¿Por qué van a matarla cuando pueden adueñarse de su vida? —Inquirió la castaña.

 Cuando escucharon aquello, las hermanas intercambiaron miradas y se sonrieron antes de voltearse al mismo tiempo para ver a su amiga.

—Y si me apodero de su vida entonces podré robarle la moto, escapar a Auradon, hurtar la varita y liberarlos. —Exclamó Sabrina, sonriendo con malicia, miró a su pariente cuando ella aclaró su garganta.

— ¿Disculpa? ¿No te estás olvidando de alguien? —Intervino la rubia mayor, alzando una ceja.

—Solo tenemos una oportunidad, y yo soy la mejor, sin ofender. —Alardeó la chica que estaba obsesionada con Carlos, jugando con su cabello.

— ¡Eso es ofensivo! —Se quejó Valentina, indignada. — ¡Yo soy la mayor!

— ¡Cállense! —Gritó Ariana, quien no estaba de humor para oír discusiones. —Son insoportables, pueden ir a pelearse a otro lado.

—No lo harán si están encerradas. —Dijo su hermanita. —Si quieres que se marchen ya sabes lo que debes hacer.

—No voy a dejar que se vayan hasta que yo consiga lo que quiero. —Replicó la castaña, seria. —Además a ti nadie te habló, chiquita entrometida, no sé ni por qué sigues aquí.

—Porque cerraste la puerta con magia y tengo que llevarlas a la salida para ganar más dinero. —Contestó Celia para acto seguido guiñarle el ojo de forma cómplice.

— ¡Un momento! ¡Lonnie vino con esa hadita, así que yo le robaré su vida! —Anunció la primogénita de Yzma, sonriendo con malicia.

—En fin, si quieren apoderarse de las vidas de esas dos miserables entonces van a necesitar algo que yo tengo y solo se los prestaré porque si no cumplen con esta misión voy a entregar sus almas a mis amigos del Otro Lado. —Puntualizó la descendiente mayor de Facilier.

—Sí, lo que digas. —Murmuró Sabrina, sin prestarle demasiada atención. —Basta de misterios y muestra lo que sea que tengas.

—Deberías escucharla, rubia. —Le advirtió la pequeña estafadora, mientras su hermana sacaba un pequeño cofre y lo abría para sacar de su interior dos collares voodoo, entonces se los mostró a las chicas.

— ¡Eso no está a la moda! —Se quejó Valentina, recibiendo un codazo por parte de su pariente.

—Esto es todo lo que necesitarán para transformarse en esas dos chicas de Auradon, pero solo funciona si cada collar tiene la sangre de cada una. —Les explicó Ariana, mirándolas con seriedad.

—No hay problema, Jane comparte la mitad de nuestra sangre. —Exclamó la primogénita de Yzma, encogiéndose de hombros.

— ¡No seas estúpida! No creo que eso sirva, idiota, se refiere a que debemos lastimarlas y usar eso a nuestro favor para que estos accesorios funcionen. —Masculló Sabrina, tomando los collares y guardándoselos en su bolso. —Fue un placer hacer negocios contigo​, Ari. —Añadió, incorporándose y tomando la mano de su hermana para marcharse.

—Espera, ¿y cómo evitaremos que Jane se entere de quién es su padre para que nuestro plan salga bien? —Cuestionó la rubia mayor, confundida.

—Agh, se me olvidó ese insignificante detalle. —Susurró la villana que estaba obsesionada con Carlos De Vil, haciendo una mueca. —Debemos distraerla hasta que podamos salir de aquí, tenemos que engañarla de alguna manera... Y engañar es uno de los pasatiempos favoritos del Hombre Sombra. —Exclamó, mirando a la castaña con una sonrisa llena de malicia.

— ¿Estás sugiriendo que hable con papá para que él le haga creer a esa estúpida que es su progenitor? —Preguntó Ariana, la rubia asintió, la castaña supo que podría funcionar ya que Yen Sid y Facilier eran poderosos hechiceros; así que tenían la oportunidad perfecta y debían aprovecharla. —Bien, se lo pediré y les haré saber si aceptó cuando nos veamos en Dragon Hall mañana. —Accedió antes de chasquear sus dedos, entonces la puerta de aquella habitación volvió a abrirse.

  Sabrina y Valentina se retiraron junto con Celia, quien las escoltó hacia la salida del arcade no sin antes pedirles más dinero, las descendientes de Yzma le pagaron bastante bien para comprar su silencio y se marcharon hacia el hogar de su madre.

 Muy pronto serían libres y se desharían de esa insoportable hadita de una vez por todas.

  Mientras tanto, en la casa de Yen Sid, los secretos estaban a punto de ser descubiertos.

—La última vez que nos vimos dijiste que mi madre no es tan buena como me ha hecho creer así que explícate. —Exigió la adolescente de ojos azules, cruzándose de brazos una vez que entró en la sala de estar.

— ¿Por qué no nos ponemos cómodas? —Intervino Lonnie, se sentó en el sofá y su mejor amiga la imitó, quitándose la mochila. —Prosigan.

—Ok, sinceramente pensé que este día no llegaría, que no volvería a verlas jamás pero aquí están. —Empezó a hablar el hechicero, nervioso, mientras caminaba de un lado a otro por la habitación. Se detuvo para quedar frente a su hija. —Y mereces saber la verdad, pequeña.

— ¿Y cuál es la verdad? —Dudó Jane, arrugando la nariz.

—El hada madrina te mintió durante toda tu vida, ella se encargó de borrar la mayoría de los recuerdos "malos" que tienes con tu padre después de que él saliera de sus vidas, te ha estado controlando desde que tenías seis años. —Admitió el anciano, temiendo la reacción de la adolescente ahora que sabía eso, quien se quedó shockeada por varios segundos al oír aquello.

—Ella me dijo que él era una mala influencia para mí, es por eso que yo no tenía que volver a verlo jamás. —Murmuró la pequeña hada, tratando de procesar lo que acababa de averiguar.

—Un momento, ¿te dijo eso? —Cuestionó el profesor de Dragon Hall, frunciendo su ceño, estaba más que ofendido con su ex esposa por llenarle la cabeza a su hija con ideas erróneas sobre él.

— ¡Ni siquiera puedo recordar su rostro por culpa de ella! ¡Esa mujer arruinó mi vida, no mi padre! —Prosiguió la chica de ojos azules, furiosa, entonces su compañera de habitación la abrazó.

—Te juro que quería decírtelo porque se me rompía el corazón cada vez que te veía llorar por él. —Susurró la joven guerrera, entonces Jane la miró extrañada.

— ¿Qué significa eso? —Preguntó la menor para acto seguido separarse de ella velozmente. — ¿¡Tú lo sabías!? —Exclamó, levantándose del sofá.

—Sí pero no me correspondía a mí decírtelo. —Confesó Lonnie, bajó la mirada debido a que le avergonzaba haberla engañado pero lo había hecho por una buena causa.

— ¡No te justifiques! ¡Te quedaste callada durante años! —Le recriminó la menor, indignada.

—Nena, tu madre solo te hechizó a ti. —Dijo Yen Sid.

— ¿¡Todo Auradon sabe quién es mi padre menos yo!? —Gritó la descendiente del hada madrina, apretando los puños, luego miró a la descendiente de Mulán. — ¡Creí que eras mi mejor amiga!

— ¡Soy tu mejor amiga! —Replicó la última, dolida por las palabras de su chica.

—No, ¡las mejores amigas no se ocultan cosas! —Se opuso Jane, seria. —Me viste sufrir durante años y jamás fuiste capaz de ser sincera conmigo.

— ¡Quería protegerte! —Se justificó la joven guerrera.

— ¡No me mientas más! ¡Creí que yo te importaba pero no es así! —Alzó la voz la pequeña hada.

— ¡Sí me importas! —Aseguró Lonnie, incorporándose del sillón para acercarse a ella y tomar sus manos. —Jane, sacrifiqué todo por ti. Arriesgué mi vida por ti, ¡claro que me importas!

— ¡No te pedí que abandonaras tu vida perfecta! —Le recordó la menor, soltando sus manos, sus ojos empezaron a brillar. —Eres una traidora, como mi madre, como los VKs, como todos los que conozco. —La acusó.

—No, no me digas eso porque no es verdad, no soy como ellos. —La hija de Mulán negó con la cabeza rápidamente. —Yo sí te aprecio por quien eres, yo sí deseo tu felicidad.

— ¡Si desearas mi felicidad me hubieras dicho todo, pero no lo hiciste! —Insistió la chica de ojos azules, molesta. —Ya no quiero que estés en mi vida.

—Pequeña, no digas cosas de las que te puedes arrepentir. —Exclamó el hechicero, colocando una mano en el hombro de su descendiente.

— ¿¡Por qué no le dices eso a tus hijas, eh!? —Sugirió Jane, mirándolo de reojo.

—Yo creo que ya se los ha dicho bastantes veces. —Dijo la joven guerrera, luego mordió su labio inferior.

—Silencio, no estoy hablando contigo. —Gruñó la pequeña hada. —Lárgate. —Ordenó para acto seguido señalar la puerta principal.

— ¿Qué? —Murmuró Lonnie, tan sorprendida como shockeada ante aquella propuesta, tardó unos segundos en reaccionar. —No puedes pedirme eso.

—Claro que puedo. —Insistió la hija del hada madrina. —Vete ahora mismo.

— ¡Estamos encerradas en una Isla llena de villanos! ¿¡A dónde mierda quieres que me vaya!? —Cuestionó la descendiente de la mujer que había salvado China.

—Ya no eres tan valiente ahora, eh. —Se burló Jane, soltando una risita. —No es mi problema a donde te marches, solo quiero que te alejes de mí.

—No le hables así a Lonnie. —Habló el dueño de aquella casa, serio.

— ¡Pues si ella no se va entonces yo sí! —Anunció la pequeña hada, ya harta de estar cerca de tantos traidores, tomó su mochila del sofá y se la colocó para acto seguido dirigirse hacia la salida y retirarse dando un portazo. Pero a los pocos segundos volvió a abrir la puerta. —Pero regresaré para cenar si no te molesta. —Exclamó, dirigiéndose hacia Yen Sid, quien asintió con la cabeza.

— ¡Jane! ¡No puedes huir de tus problemas siempre! —Le recriminó la joven guerrera, pero la única respuesta que obtuvo de su ex mejor amiga fue que ella se marchara dando otro portazo. —Tengo que ir a buscarla, debo solucionar las cosas con ella. —Dijo, comenzando a caminar hacia la salida, pero el hechicero se interpuso en su camino.

—Esa chica no va a escucharte, está muy molesta. —Replicó el profesor de Dragon Hall, con sinceridad. —Será mejor que esperes hasta que se calme y regrese para que puedan hablar tranquilas. —Le aconsejó.

—Agh, odio que tengas razón. —Gruñó Lonnie, dejándose caer en el sofá de mala gana y tomando un almohadón para acto seguido arrojarlo al suelo con furia. — ¿Qué tan difícil era decirle "yo soy tu padre"?

 Por otro lado, la descendiente del hada madrina caminaba por las calles de la Isla de los Perdidos mientras maldecía entre dientes, sus ojos brillaban y dejaban de hacerlo pues la furia corría por sus venas.

—Todos en Auradon son unos malditos traidores. —Afirmó la chica de ojos azules, apretando los puños. — ¡Debí haber matado a Benjamín cuando tuve la oportunidad de hacerlo!

  Tal vez, si no hubiera estado tan perdida en sus pensamientos, se habría dado cuenta de que al tratar de alejarse lo más posible del hogar de Yen Sid; lo único que había logrado fue llamar la atención de los villanos que vagaban por las calles.

— ¡Jamás debí haber confiado en la hija de Mulán! —Alzó la voz Jane, pateando varias piedras que estaban en la calle, ocasionando que varias personas la miraran –entre ellos un joven de cabello largo y más fuerte que Gastón–; pero él fue el único que la reconoció. — ¡No puedo creer que me mintiera durante años! —Prosiguió, ignorando que aquel adolescente la estaba siguiendo.

—Sabía que tarde o temprano regresarías, pequeña estúpida. —Dijo Jay, ocasionando que la menor se paralizara del miedo al reconocer su voz, en un rápido movimiento él la rodeó con sus brazos para así inmovilizarla. Se acercó a su oído para acto seguido murmurar: —Ahora, déjame contarte lo que va a pasar: vas a venir conmigo, me vas a hacer un último favor y cuando ya no me sirvas más; voy a matarte por traidora. 

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