Capítulo 10: «Regresando a casa»


  Era el momento perfecto para explicarle toda la verdad sobre su familia, para recordar el maldito pasado y redimirse por haberla abandonado.

 Y su hijita perdida lo escucharía, tal vez incluso estaría dispuesta a perdonarlo y permitiría que él la deshechizara, teniendo así que procesar todos los recuerdos que había olvidado por culpa del hada madrina; pero el profesor quería evitar que Jane siguiera sufriendo.

—Será mejor que le preguntes a ella cuando regreses a Auradon, pequeña. —Dijo el hombre, luego secó sus lágrimas. —Ya no llores por favor, alguien como Carlos no merece tus lágrimas.

—Estoy justo aquí, en mi propia mansión. —Les recordó el chico de cabello blanco y negro, intentando llamar su atención.

—Debo irme, tengo que encontrar la manera de volver a donde pertenezco. —Susurró la chica de ojos azules antes de separarse de aquel hombre, se quitó la prenda que se había colocado para cubrirse y se puso su remera, entonces volvió a colocarse la chaqueta y tomó su mochila; entonces Yen Sid le abrió la puerta y los dos se marcharon, aunque se fueron por caminos separados.

—Soy un idiota, ahora sí la perdí para siempre. —Masculló el pecoso, dolido. —Y los demás van a matarla si la ven, no puedo permitirlo. —Dicho esto, se vistió rápidamente y apagó la luz de la habitación antes de salir a la calle, tenía que encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.

  Pero la menor había tomado un atajo, ella caminaba mientras pensaba en lo ingenua que había sido, pero no podía permitir que nadie más le rompiera el corazón.

 ¿Cómo demonios me iré de aquí? No puedo dejar a Ben ni a Lonnie, pensó Jane, ¡Ella le robó las llaves de la limusina a Jay! El vehículo debe seguir en el garaje, así que debo ir hacia allá... a pesar de que eso signifique tener que enfrentarme a los VKs cuando pase por la guarida.

  La pequeña hada aceleró el paso, necesitaba alejarse de la Isla lo más rápido posible.

[...]

 Afuera de la guarida, las descendientes de villanas comenzaron a bajar las escaleras de su escondite.

—No puede ser que revisamos cada rincón y ese maldito no aparece, ¡es como si se lo hubiera tragado la tierra! —Se quejó la ojiverde, frustrada. —Pero Jane tiene razón, no puede haber dejado la Isla, debemos seguir con el plan.

—M, no pierdas la calma, lo vamos a encontrar; tal vez los demás han tenido más suerte que nosotras. —Intentó tranquilizarla su novia, quien mantenía una actitud positiva ante la situación en la que estaban.

—Ojalá tengas razón, E, pero si no es así te juro que...—Prosiguió la líder de los VKs, pero se calló cuando la chica de cabello azul le dio un golpe en el brazo, la primera levantó la vista solo para percatarse de que la mejor amiga de Lonnie acababa de regresar.

  Las villanas se apresuraron a bajar las escaleras y se acercaron hacia ella, preocupadas.

—Jane, ¿lo encontraste? —Dudó la princesa malvada.

—Un momento, ¿dónde esta tu novio? —La interrogó la chica de cabello morado, frunciendo su ceño.

— ¿Por qué estás llorando, linda? —Prosiguió su pareja al percatarse del estado de la joven que había sido hechizada.

—No, no lo encontré, ni siquiera lo buscamos; ¿y saben por qué? Porque lo seduje para tener sexo y ni siquiera puedo entender por qué fui tan estúpida. —Respondió la chica de ojos azules, ya harta de todos los engaños. — ¡Ustedes ya se robaron mis recuerdos y yo casi dejo que ese idiota continúe arruinándome la vida! Pero ya no más, me cansé de que me mientan en la cara, no finjan que se preocupan por mí porque sé perfectamente que lo único que quieren las dos es asesinarme. —Añadió, apenas terminó de hablar la descendiente de Maléfica la empujó contra la pared, encerrándola entre la misma y su cuerpo.

—No sé cómo mierda te enteraste de la verdad pero me estaba cansando de soportarte, si tienes algo que ver con la desaparición de Ben te conviene hablar o haré que desees estar muerta. —Gruñó la ojiverde, furiosa.

— ¿¡Cómo pude haber tenido algo que ver con su desaparición si yo he estado con ustedes en todo momento, estúpida!? —Le recriminó la hija del hada madrina. —Yo no sé dónde mierda está el rey de Auradon, pero si lo supiera tampoco te lo diría, ya arruinaste mi vida y no voy a dejar que sigas entrometiéndote en la de él.

—No te conviene hacerla enojar, Jane, no puedo controlarla cuando ella se pone de esta manera. —Le advirtió Evie, colocando una mano en el hombro de su novia.

—Te mataría ahora mismo, pero eso no sería divertido. —La amenazó Mal, entonces la tomó de la chaqueta y la golpeó contra la pared nuevamente, logrando que la menor gimiera de dolor. —Si Bennyboo sigue preocupándose por ti después de que lo traicionaste, entonces nos encargaremos de que se entere que corres peligro y el muy imbécil vendrá a buscarte.

—Hay una falla en tu plan, Carlos no va a permitir que me dañen así que si vas a matarme te conviene hacerlo ahora, porque ustedes no van a controlar el reino mientras yo siga con vida. —Dijo con seguridad la mejor amiga de Lonnie, que no iba a dejarse intimidar por nadie.

—Chicas, ¿qué hacen aquí afuera? —La voz de Jay detrás de las villanas hizo que las tres se sobresaltaran. —Creí que estarían buscando al chico Bestia.

—Lo estábamos pero Jane sabe lo que le hicimos. —Respondió la princesa malvada, seria.

—Pues ya era hora. —Exclamó el chico de cabello largo, aliviado por ya no tener que ocultar aquel secreto.

—El problema es que ella no se enteró por nosotras. —Informó la ojiverde.

— ¿Y entonces por quién lo supiste? —Cuestionó el ladrón del grupo, confundido, pero luego todo tuvo sentido. — ¿Fue por Lonnie...? —Sugirió, frunciendo su ceño.

  Ninguno emitió palabra alguna, Jane no podía creer que ese idiota realmente había tenido el valor de exponer a la chica de la que estaba enamorado, pero estaba segura de que –si lograba salir de ésta con vida– se las pagaría muy caro.

— ¿¡Lonnie!? —Repitieron las descendientes de villanas, después intercambiaron miradas de confusión.  — ¿¡Y cómo mierda se enteró ella!? —Dudaron al unísono.

—Perfecto, ahora son tres a los que hay que matar. —Dijo Mal con una sonrisa cínica.

— ¡No metan a mi mejor amiga en esto! —Intervino la pequeña hada, tan furiosa como desesperada. — ¡Carlos me lo dijo!

— ¿¡Qué!? —Gritaron los VKs al unísono, sintiéndose tan furiosos como traicionados por uno de los suyos.

—Parece que él es más leal a mí que a ustedes, eso les debe doler eh. —Prosiguió la chica de ojos azules, intentando mantenerse tranquila y despreocupada, aunque la verdad era que realmente temía por su vida.

— ¡Voy a matar a ese pecoso! —Gritó el descendiente de Jafar, completamente enojado, se acercó rápidamente hacia la chica a la que habían hechizado. —Pero primero me encargaré de ti, no sabes cuánto esperé para poder dañarte. —Añadió, acariciando su mejilla, luego la arrojó al suelo de manera brusca y sacó un cuchillo del bolsillo de su chaqueta.

— ¿¡Le vas a romper la hermosa ropa que yo le diseñé!? —Chilló la hija de Grimhilde, llena de indignación, avanzando hasta interponerse entre su mejor amigo y la pequeña hada que les había causado tantos problemas. — ¡Ay no, que horror! No quiero ver esta masacre. —Prosiguió para acto seguido cubrirse los ojos con las dos manos.

—No es momento para eso, E. —Gruñó su novia, que estaba perdiendo la paciencia, no comprendía por qué era tan difícil completar un simple plan. —Quítate de en medio si no quieres que te obligue a hacerlo. —Le advirtió, cruzándose de brazos y fulminándola con la mirada.

—Tu ropa no sufrirá ni un rasguño, aunque espero que la sangre salga... —Intentó tranquilizarla Jay, pero fue en vano.

— ¡Eso no sale, idiota! —Se quejó la chica de cabello azul, que no estaba dispuesta a moverse.

— ¡Basta, Evie! —Alzó la voz Mal, acercándose y tomándola del brazo con fuerza para apartarla del medio. — ¿¡Por qué mierda pones excusas tan estúpidas!? ¿¡Acaso no quieres que terminemos con ella!? —Le recriminó, sin comprender la actitud de la joven.

—Si quieren ir a discutir, pueden ir a la guarida o pueden arreglar esto en la cama como siempre lo hacen, pero necesito disfrutar esto ¡y no puedo hacerlo si ustedes están peleando, idiotas! —Intervino el ladrón del grupo, ya harto de oír sus discusiones, suspiró y alzó la mano dispuesto a terminar con la descendiente del hada madrina de una vez por todas, pero entonces una espada voladora apareció de la nada e hizo que el cuchillo terminara clavado en una de las paredes junto a la espada. — ¿¡Y ahora qué!?

—Aléjate de ella, Jay, o te las vas a ver conmigo. —Exigió aquella voz que los cuatro inmediatamente reconocieron, los VKs voltearon solo para encontrarse con la descendiente de Mulán, con otra espada en mano; lista para hacer cualquier cosa para salvar a su compañera de habitación. — ¿Me extrañaron?

—Miren quien finalmente ha dejado de ocultarse, ya era hora, casi empezaba a preocuparme por ti. —Exclamó el chico de cabello largo, mirándola con seriedad. —No me malinterpretes, bonita, aquí el único villano que va a hacerte daño seré yo.

—Yo no soy de las que se esconden, eso es lo que hacen las ratas callejeras como tú que no tienen el valor para confesar sus sentimientos ni sus errores. —Replicó Lonnie, sonriendo divertida. Cuando lo vio apretar los puños, supo que estaba logrando hacerlo enojar pues le había dado justo en el ego. —No me malinterpretes, bonito, aquí la única guerrera que te pateará el trasero antes de que me pongas un dedo encima seré yo. —Lo distrajo, viendo como su mejor amiga se levantaba del suelo lentamente.

—Discúlpenme por interrumpir su patético coqueteo que me da asco, pero ¿acaso van a seguir provocándose por mucho tiempo más? —Dudó la chica de cabello morado, alzando una ceja. —Porque si es así, perderé la paciencia y te enviaré de regreso a casa en un ataúd junto con las sobras que nos mandan los imbéciles de Auradon. —La amenazó, comenzando a acortar la distancia que las separaba, pero su mejor amigo colocó una mano en su hombro para detenerla.

—Ni lo sueñes, M, ella es mía. —Musitó el ladrón del grupo, sonriendo con cinismo y superioridad. —Si quieres torturar a alguien, entonces encuentra a tu Bennyboo y encárgate de él, pero no te metas con lo que es mío. —Añadió, Lonnie simplemente observaba a su alrededor mientras ideaba un plan, entonces vio un palo cerca de Jane y le hizo una señal con la cabeza para que lo tomara; afortunadamente la menor comprendió rápidamente y la obedeció.

— ¡Hey, imbécil, nadie trata a mi chica como si fuera un objeto! No la mereces ni ahora ni nunca, ni sueñes que voy a dejar que la toques. —Gruñó la hija del hada madrina para luego golpear la nuca del villano con el palo. —Eso fue por secuestrarme, por jugar con mi mejor amiga, por querer robar la varita y por intentar asesinarme más de una vez. —Dijo, seria, vio como el chico se mantuvo de pie por unos cuantos segundos y entonces cayó al suelo.

— ¡Jay! —Gritaron sus mejores amigas al unísono, sorprendidas y shockeadas, ambas corrieron hacia él para intentar hacerlo reaccionar. — ¡Despierta, idiota!

 La joven guerrera corrió hacia donde estaba la chica de ojos azules y tomó su mano rápidamente.

—Vámonos antes de que él se recupere. —Murmuró la mayor. — ¡Ahora!

—Larguémonos de esta maldita Isla de una vez por todas. —Chilló Jane, las dos comenzaron a correr sin siquiera mirar atrás, no deseaban saber si estaban siendo seguidas; eso simplemente las pondría más nerviosas. —Sabía que aparecerías, siempre estas cerca cuando más te necesito.

—Soy tu mejor amiga, no iba a dejarte sola en esta prisión, no importa cuanto me gritaras o rogaras; yo jamás me iría sin ti. —Respondió Lonnie, agitada, mientras corría velozmente. — ¡Faltan pocas calles para que lleguemos a los túneles, no te detengas!

—Supiste lo que me pasaba y yo no estuve dispuesta a oírte, lo siento, estaba cegada por mi sed de venganza. —Se disculpó la menor, arrepentida. — ¿En serio crees que tengo intenciones de parar y arriesgarme a ser atrapada?

— ¿Qué te parece si lo hablamos cuando estemos a salvo, eh? —Sugirió la descendiente de Mulán. —Hace unas horas tenías intenciones de dominar Auradon. —Le recordó.

—Me parece un buen plan. —Accedió la chica de ojos azules, sin detenerse en ningún momento, miró hacia atrás para ver si estaban siendo perseguidas. —Hace unas horas me estaba comportando como una persona egoísta y... ¡cuidado! —Gritó al ver que un cuchillo venía directo hacia ellas, las mejores amigas se agacharon y aceleraron el paso.

— ¡Eso estuvo muy cerca! —Mencionó la mayor, negando con la cabeza. — ¡Rápido, no mires atrás, solo corre! ¡Allí están los túneles! —Alzó la voz, señalándolos.

— ¡Ya casi llegamos! —Exclamó Jane, corriendo más rápido, al llegar a los túneles ella entró primero. — ¡Lo, ni se te ocurra intentar distraerlos de nuevo! —Le advirtió, asustada, al ver que su mejor amiga se había quedado del otro lado de los túneles; entonces la joven guerrera la siguió hasta salir del túnel y corrió para abrirle la puerta de la limusina.

— ¡Entra, rápido! —Gritó, la pequeña hada simplemente la obedeció y se colocó el cinturón de seguridad, mientras intentaba normalizar su respiración.

—Ahora sí me necesitas, ¿no? —La voz del rey de Auradon, que se encontraba sentado en el lugar del conductor, logró sobresaltarla; la mayor subió al vehículo y cerró la puerta con seguro.

—No es momento para reproches, cállate y conduce. —Intervino la joven guerrera, observando al castaño con una expresión seria, entonces se colocó el cinturón de seguridad.

—Como tú digas. —Accedió Ben de mala gana, luego le hizo caso y el vehículo comenzó a moverse.

—En verdad lo lamento, debí haberte oído cuando me lo pediste, pero en vez de eso no estuve dispuesta a escucharte y te eché sin siquiera oír los motivos por los que habías venido a buscarme. —Murmuró Jane, que ni siquiera tenía el valor para mirarla a los ojos, así que observó sus pies.

—Lo único que me importa es que estás a salvo. —Dijo la descendiente de Mulán, con sinceridad. —Pensé que iba a perderte cuando vi a Jay a punto de dañarte. Tuve mucho miedo por ti.

—Yo también tuve mucho miedo, te lo juro. —Admitió la chica de ojos azules, se estremeció al oír gritos y volteó solamente para ver por el vidrio que Mal, Jay, Evie y Carlos –quien había aparecido de repente, la pequeña hada supuso que él la estaba buscando para pedirle perdón por todo el daño que el villano y sus amigos le habían ocasionado desde que la habían conocido– estaban intentando alcanzarlos. — ¡Nos están siguiendo de nuevo! —Chilló, desesperada.

— ¿Sabes por qué los VKs querían dañarte? —Cuestionó su mejor amiga, quien tenía la pequeña esperanza de que la menor supiera absolutamente toda la verdad, entonces maldijo entre dientes al oír la preocupación y desesperación en la voz de su compañera de habitación. — ¡Ben, acelera! ¡Tenemos que hacer algo! ¡Ellos no pueden seguirnos hasta Auradon! —Gritó, pero a pesar de que intentaba mantener la calma, no podía.

— ¡No le alces la voz a tu rey, yo sé perfectamente qué es lo que hago! —Mencionó el hijo de Bella y Bestia, pisando el acelerador.

—Sí, me enteré, pero no por ellos. Yen Sid me lo dijo, él me mostró la grabación en tu celular, esto te pertenece. —Respondió la chica que había sido hechizada, metiendo la mano en su chaqueta y devolviéndole el objeto a su dueña, quien lo guardó en su mochila. — ¡No le hables así a Lonnie, de no ser por ella tú estarías muerto! —Le gruñó al chico Bestia, indignada, pero entonces se dio cuenta de que en el bolsillo de aquella prenda que había sido diseñada por Evie tenía una de las bombas de humo que aún no había usado y se le ocurrió una idea.

— ¿Solo eso te dijo? —Preguntó la joven guerrera, desilusionada. — ¡No es momento para discusiones, es momento de actuar! —Intervino, seria.

—Creo que él tenía la intención de decirme algo más pero no estoy segura, pero sí sé una cosa...—Habló Jane, luego bajó la ventanilla del auto y vio a los cuatro villanos que corrían detrás del vehículo. —... ¡Traidores, no merecen salir de aquí! —Gritó antes de arrojarles la bomba de humo, que explotó en medio de la calle, entonces volvió a subir la ventana.

—Bien pensado, hermosa. —Comentó su mejor amiga, guiñándole el ojo. —Ya casi llegamos a la frontera, cuando salgamos de aquí, toda esta pesadilla terminará.

  Nadie habló por unos pocos minutos, cada vez estaban más cerca de su ansiada libertad.

—Hasta nunca, horrible Isla. —Dijo el descendiente de Bella y Bestia, presionando el control remoto que abría la barrera mágica, cuando la limusina comenzó a cruzar por el puente él cerró la cúpula. — ¡Estamos vivos, estamos vivos! —Anunció con felicidad.

—Adiós para siempre, am... Carlos De Vil. —Susurró la chica de ojos azules, una lágrima descendió por su mejilla y ella la limpió, no podía extrañarlo. No debía extrañarlo. Tenía que encontrar la manera de arrancárselo de su cabeza y de su corazón, así que sacó el artefacto mágico de su bota. Se apunto a sí misma. —Ya no quiero olvidar lo que veo, necesito recordar mi última noche en el museo. —Recitó aquel encantamiento y agitó su varita, inmediatamente todos los recuerdos la invadieron. No pudo soportar tanto dolor, entonces las lágrimas volvieron a caer, Lonnie se percató de esto y la rodeó con sus brazos.

—Tranquila bonita, ellos ya no pueden hacerte daño, ¿si? —Susurró la joven guerrera, mientras acariciaba su cabello lentamente y permitía que la menor se desahogara, ya que sabía que eso era lo que ella más necesitaba. —Ya estamos a salvo, cuando lleguemos a casa todo volverá a la normalidad, no dejaré que nada malo te pase. Vas a estar bien, pequeña, todo será como antes.

—Me obligaron a traicionar a todo el reino, ¡mamá jamás me perdonará por todo lo que hice! —Sollozó la hija del hada madrina. — ¿¡Y si ella, Bestia y Bella deciden enviarme a la Isla por mi mala conducta!? Tengo miedo, no puedo volver allí, no dejes que eso pase. —Pidió, llena de angustia e impotencia.

—No seas paranoica, hermosa, tu madre te ama y es por eso que te perdonará. —La tranquilizó su mejor amiga, quien odiaba verla sufrir tanto. —Nadie va a enviarte a ese lugar horrendo, no lo voy a permitir, el hada madrina jamás sería capaz de hacer tal cosa. No eras consciente de lo que hacías, ellos te estaban controlando, la culpa es de los VKs; no tuya. —Añadió, aunque la verdad era que Lonnie no estaba segura de lo que esa mujer era capaz de hacer, no podía confiar totalmente en ella luego de lo que Yen Sid le había contado.

 Cuando la limusina con banderas llegó al otro lado de la frontera, la menor aún seguía llorando.

— ¿Las llevo a mi castillo o a la residencia, señoritas? —Murmuró el castaño, quien mantenía la mirada fija en la carretera.

—A la residencia. —Respondió inmediatamente Jane.

—Cariño, ¿no quieres ver a tu mamá? —Dudó la joven guerrera, observándola atentamente mientras secaba sus lágrimas, ella no quería presionarla después del infierno que su compañera de cuarto había pasado.

—Aún no estoy lista, Lo, temo que reaccione mal. —Se excusó la pequeña hada, nerviosa.

—Si fuera ella, yo reaccionaría mal y te encerraría en la prisión más pequeña y oscura del castillo. —Intervino el rey de Auradon, a quien nadie le había pedido su opinión.

— ¡Benjamín, cierra la boca, idiota! —Lo regañó la mayor, furiosa por la manera en la que él se estaba desquitando con su amiga, el chico jamás la entendería. —Llévanos a la residencia de una vez. —Exigió, luego apretó el botón que separaba la parte delantera de los asientos traseros y una pequeña cortina separó ambas partes.

[...]

  Una vez que llegaron a su destino, el castaño detuvo el auto y las chicas desabrocharon sus cinturones de seguridad. Jane guardó su varita en su bota nuevamente y ambas tomaron sus pertenencias, la mayor abrió la puerta y las dos bajaron del vehículo.

 Sin decir ni una sola palabra más, las adolescentes entraron a la residencia y subieron las escaleras hacia el piso en el que se encontraba su habitación.

—Ha sido una aventura muy larga e intensa, ¿no lo crees, pequeña? —Habló Lonnie mientras ambas caminaban hacia su cuarto.

—Claro que lo creo, estoy tan agotada que lo único que quiero hacer es dormir por toda la eternidad. —Comentó la chica de ojos azules una vez que llegaron a su habitación, ella abrió la puerta y encendió la luz, entonces se percató de que el hada madrina estaba sentada en su cama con el semblante serio. —Demonios, estoy metida en un gran problema. 

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