Prólogo

EDWARD Y GAVRIEL se ocultan tras la maleza, estudiando al Emperador de Japón mientras da un largo paseo por sus enormes jardines. De vez en cuando, el viejo hombre se inclina para acariciar una flor o inhalar el aroma a flor. Hace calor hoy, las temperaturas superan los 32º a pesar de estar a principios de año. En la distancia, Edward puede escuchar todavía disparos y misiles volando.

Un joven chico corre hacia el anciano con un trozo de papel en su cabeza. "Señor, los enemigos se están aproximando," le dice en su lengua nativa, pero cada experimento sabe la mayoría de las lenguas del mundo. Se estremece al ver los inocentes ojos del chico abiertos de par en par.

Por lo que él y Gavriel han venido a hacer.

"Sí, me consta," contesta el hombre arrugando la nariz.

"Vienen por usted, señor."

El hombre ofrece al niño una pequeña sonrisas, apoyando una mano sobre su hombro. "Todo irá bien, chico."

"¿Y si no?"

"Lo que tenga que ser, será. No podemos cambiar el trascurso del universo."

"Pero señor, morirá."

"No le temo a la muerte, Akito. Déjame pasar mis últimos momentos en tranquilidad, por favor."

El chico parece al borde de las lágrimas, pero asiente a regañadientes. "Sí, señor."

Cuando el emperador está solo de nuevo, se pone de rodillas ante la fuente y coge agua entre sus manos. Suelta un suspiro pesado antes de cerrar los ojos, echándose el agua en la cara. Repite la acción tres veces.

Gavriel le da un codazo a Edward, indicándole que se mueva. Los experimentos estiran sus hombros y salen silenciosamente de la maleza, alzándose detrás del emperador. El emperador para, como si supiera que ya no está solo. Sus palmas se presionan contra la fuente ayudándose a levantarse, lentamente girándose para encararles.

Sonríe débilmente. "Sed piadosos," dice en un Inglés roto.

Gavriel es el que habla, como siempre. "No estamos aquí para matarle. A nuestro Maestro le gustaría reunirse con usted para negociar términos."

"He dicho todo lo que tenía que decirle," contesta el emperador. "No deseo encontrarme con él de nuevo."

"Mis disculpas, Emperador, pero sus deseos no significan nada. Le llevaremos a la fuerza o por su propia voluntad, lo que usted decida."

El anciano exhala otro suspiro. "Entonces supongo que deberé mantener mi dignidad. ¿Cuál es el camino?"

Gavriel inclina la cabeza respetuosamente, aunque si el doctor hubiera visto tal acción, le habría ejecutado. "Por aquí."

"¿Me daríais un momento?" pregunta el emperador, mirando a sus plantas con pena.

Gavriel frunce el ceño en confusión por cómo las flores podrían ser tan apreciadas, pero asiente y se echa a un lado.

El emperador mete la mano en su bolsillo. Edward escucha el ruido de cristal entre las uñas del emperador, pero no es lo suficientemente rápido. El emperador se bebe de una pequeña botella un líquido transluciente de un trago. Se sienta entre las rosas a pesar de las espinas, y comienza a desmayarse poco a poco. En breves momentos, se cae de espaldas.

Muerto.

Gavriel y Edward se quedan asombrados ante la escena, inseguros de lo que hacer.

"No le gustaba el doctor, ¿eh?" Gavriel intenta bromear, pero hay una oscuridad en sus ojos.

Edward traga, tensando la mandíbula. Recoge la botella del suelo y se la guarda en el bolsillo. "Ayúdame con el cuerpo."

Gavriel ayuda a sacar al emperador del rosar, su viejo rostro cubierto de espinas por la caída. Edward no sabe por qué lo hace, pero se las quita. Deja puntos rojos, pero la sangre se secará y dejará de fluir pronto. Alza el cuerpo fácilmente entre sus brazos mientras Gavriel empieza a dirigirse al campamento.

"¿Qué crees que hará?" pregunta Gavriel unos momentos después.

"Castigarnos," dice Edward fríamente en respuesta. "Deberíamos haber prestado más atención." Él no lo cree, pero el doctor lo hará. No había tiempo de parar lo inevitable, pero el doctor no estará de acuerdo. Deberían haber sido más rápidos.

"Latigazos, ¿crees?"

"Seis, por lo menos. Quizás cinto si está de buen humor."

"Eso es tolerable..." Pero Gavriel se estremece al decirlo.

Edward arruga su nariz. "Probablemente nos los demos nosotros."

Gavriel se desanima por completo.

El resto del trayecto es en completo silencio aparte del ruido de las ramas de los árboles por el viento. Caminan por el bosque, dejando atrás los constantes disparos y bombardeos. Mientras se aproximan, observan cautelosamente el suelo en busca de trampas que podrían activar. El sudor corre por la frente de Edward debido al calor, su ropa se pega a su cuerpo molestamente.

A un par de pasos del campamento, los dos experimentos paran. Ninguno quiere afrontar las consecuencias por las acciones que no podían prever. Sin embargo, ambos se obligan a continuar sabiendo que no tienen otra opción. No hay ningún lado al que huir. No hay donde esconderse. El doctor les iría a buscar hasta el fin del mundo sin importar donde quieran ir.

Es 752--o como se había llamado recientemente, Micah--quien les ve aproximarse. Mira el cuerpo muerto en los brazos de Edward con asombro. "Idiotas," gruñe. "Habéis arruinado la misión. ¿No podéis hacer nada bien?"

Gavriel entrecierra los ojos. "No te olvides de quién perdió el temperamento y mató al primer ministro la semana pasada, Micah."

Micah gruñe en voz baja y se gira.

Los dos caminan hacia la tienda del doctor. Gavriel inspira profundamente, entonces le llama. Un momento después, asoma la cabeza. Edward no puede mirar al doctor a los ojos, así que mira al emperador. Saca una botella de su bolsillo con una mano para que el doctor entienda lo que pasó.

Cuando no habla, Edward casi pierde los nervios y sale corriendo. Planta los pies con firmeza en el suelo, apretando el agarre en el emperador esperando a que el ataque de ira estalle.

"Explica," dice finalmente en voz baja, amenazante.

Gavriel se aclara la garganta. "Iba a venir por su propia voluntad, pero antes de que 748 o yo pudiéramos cogerlo, se bebió el veneno. Hizo efecto casi al instante."

El doctor se calla y Edward se atreve a alzar la vista. Abre la tienda para permitir que los experimentos entren, lo cual es un horrible signo. No le gusta que haya gente dentro.

Mentalizándose, entran.

"Déjale ahí," dice el doctor y Edward obedece. El segundo en el que se gira, su mejilla duele por el bofetón que el doctor le da. Hace lo mismo a Gavriel, quien no intenta evitarlo sabiendo que no puede.

"Idiotas, ¿entendéis lo que habéis hecho?" dice, intentando mantener el tono de voz bajo. "¡Japón podría haber sido nuestro mayor aliado y ahora se pondrán en nuestra contra!"

Ninguno habla, saben que sólo causaría más daños. Los dos agachan la cabeza avergonzados.

El doctor maldice en voz baja y les pega de nuevo con frustración. Golpea el cuerpo del emperador como si fuera a volver a la vida. Después de un par de minutos de ira, gruñe y se yergue, recomponiéndose. Se gira a los experimentos una vez más.

"Habéis arruinado mis planes. No puedo dejar que se sepa. Mantendremos este secreto para nosotros, pero nunca olvidaréis el error que habéis cometido. ¿Entendido?"

"Sí, Maestro," dicen a la vez con las cabezas aún agachadas.

"Venid conmigo."

El estómago de Edward se retuerce mientras se alejan del campamento, entrando al bosque muerto donde el sol brilla más, hace más calor. En el medio hay cuatro postes de madera con cuerdas atadas. Gavriel mira a Edward como si las piezas empezaran a conectarse en sus mentes.

El doctor tiene la audacia de mirarles con simpatía y decir, "Camisetas y botas fuera."

Hacen lo que les dice.

"De espaldas a los postes."

Hacen lo que les dice.

El doctor les ata a la madera, el sol ya arde en sus pieles desnudas. Con sus brazos sobre sus cabezas y sus tobillos atados juntos, ambos están terriblemente incómodos, por no mencionar la madera clavándose en sus espaldas. Ninguno tenía idea de que ésta fuera otra opción de castigo. Ninguno había sido castigado antes.

"Le diré a los demás que habéis salido a una misión. No vais a libraros. Os quedaréis aquí y pensaréis en vuestro error. Nunca cometeréis el mismo error otra vez. Os liberaré en dos días."

El doctor se aleja.

Gavriel y Edward hacen lo que les dice--se quedan quietos.

☆☆☆☆

Novela original escrita en inglés por juliaxwrites

All the love, A.

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