6. Diego y Hazel

Entré en el comedor y al ver la escena solo pude ahogar un pequeño grito.

— ¡Diego para!

— Ha venido a por nosotros.

— No, solo ha venido a hablar.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque es mi padre.

— Hola cariño — dijo este limpiándose la gota de sangre que le corría por la nariz.

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