Lloraba en voz baja para que nadie pudiera escucharme, por eso me sobresalté cuando Klaus me habló.

- ___________, ¿qué ocurre? - preguntó a mi espalda.

Me sequé las lágrimas con la manga de mi sudadera antes de girarme para responderle.

- Nada, nada. Todo va bien.

- ¿Por qué me mientes?

- Yo no....

- ¿Es por Ian? - me interrumpió.

Al escuchar su nombre no pude mantenerme firme.

- No es malo llorar - me recordó en un susurro.

- Lo sé, es que no quiero llorar por él.

- Era tu hermano.

- Era un gilipollas - le corregí.

- También, pero era tu familia y después de todo lo que pasasteis entiendo que te sientas así.

Le abracé, necesitaba su contacto.

- Sé muy bien lo que es pasar los problemas solo y no quiero que tengas que hacerlo tú.

- Gracias Klaus.

- Me tienes para lo que necesites, ya lo sabes.