Segundo Nudo: 전 정국

Daegu, Corea del Sur.
Siglo XIX (1800-1900)
La historia de Jeon Jungkook, un estudiante de 15 años, y su mejor amigo, Min Yoongi, de 15 años.

—La trigonometría es una rama de la matemática sumamente extensa, pero igualmente interesante, jóvenes. Además, les aseguro que no es complicada, para nada.
Todos sabían que eso era una cruel mentira.
Jungkook y Yoongi, sentados a la par, discutían lo ridículo que se veía el profesor con el durumagi (1) de ese horrible color, sin prestar nada de atención a las ecuaciones de segundo grado que eran resueltas por sus compañeros.
Recuperando la respiración después de reírse sin emitir ningún sonido, Jungkook habló:
—Yoongi, vamos al parque después de clases.
—No tengo dinero, Kook.
—No hace falta, vamos a hacer el tonto un rato. No quiero ir a casa.
Yoongi frunció el ceño.
—¿Discutieron otra vez?
—Sigue empecinado con que ya debo tener novia o pretender a alguna chica.
—Honestamente, estoy igual.
—¡Min y Jeon, sepárense!
Y ahí iban otra vez.
Después del escarmiento, los jóvenes se separaron y no pudieron hablar más en toda la clase; esto provocó que se hundieran en sus propios pensamientos.
Siendo dos muchachos adolescentes de buena posición, era de esperarse que empezaran a buscar matrimonio desde temprana edad. Debían conservar el nombre de sus familias, tener hijos, enseñarlos y que éstos continuaran así en el mismo ciclo. Conseguir una buena esposa, hermosa, eficiente en el hogar, inteligente (pero no demasiado) y educada que pudieran presumir en las reuniones y que les asegurara una buena madre para sus hijos era prioridad para las familias de ambos.
Sin embargo...ellos pensaban de manera diferente.
¿El matrimonio es realmente necesario? Si la respuesta es sí, ¿Es regla sagrada que el matrimonio sea solamente un negocio? ¿Enamorarse es de verdad una posibilidad tan lejana e inalcanzable? Tal vez sí, tal vez no. Son sólo dos chiquillos de 15 años que prefieren creer que tienen el derecho a elegir.
Pero una cosa es lo que uno prefiere creer, y otra completamente diferente es lo que es verdad.
—Oh Sehun, pase al frente a resolver el ejercicio F.
Sería una larga clase.

—¡Yoongi! ¡El agua está genial, entra!
—¡Ya te dije que no, hay demasiado sol!
Jungkook se quedó en silencio por un minuto.
—Son las 4:00 de la tarde.
—Ya lo sé.
—El sol que hay ahora ni siquiera es fuerte.
—Lo dice el señorito piel de canela, ¡entiende que yo respiro y ya parezco camarón!
—¡Eres un exagerado!—Jungkook salió del agua riéndose a carcajadas, mojando un poco a su amigo.
—Y tú un imbécil despreocupado—dijo Yoongi tirándole un poco de pasto húmedo.
Jungkook se sentó a su lado, y se quedaron en silencio un buen rato. Cuando estuvo lo suficientemente seco, el más alto se puso la camisa de nuevo y guardó la corbata en el bolsillo del pantalón húmedo.
A la luz del atardecer, Yoongi habló:
—Kook, pásame la tarea de ciencias sociales.
—Nah.
—No era una pregunta, mocoso.
Jungkook rió.
—No es porque no quiera—se detuvo un momento y giró su cabeza hacia su compañero—. Es que, sinceramente, ¿tengo cara de haber hecho la tarea de ciencias sociales?
—Repito, eres un imbécil.
Después de eso, simplemente se quedaron viendo al horizonte, secretamente maravillados por el reflejo naranja del sol en el agua.
En ese momento, y como siempre que estaban juntos, se sintieron en paz, libres, capaces de dejar de estar a la defensiva. Todos los problemas de casa, los del colegio, la presión que la sociedad ejercía sobre ellos para ser y actuar de cierta manera...se iban, no quedaba nada más que un agradable vacío que podía ser llenado con cualquier cosa que quisieran, usualmente un reconfortante consuelo mutuo.
Porque eso es lo que sienten los amigos, ¿no?
—Yoongi.
—¿Mhm?
—Vamos a tomar café mañana y hagamos la tarea de ciencias sociales juntos.
—Suena bien, Kook—miró a su amigo—. Suena bien.
Jungkook sonrió, de nuevo.
—Sí, suena muy bien.
Un silencio tenso los rodeó, pero no los incomodó; no, los hizo sentir extraños y en alerta. Para cortar esa sensación nueva, intensa y aterradora que ninguno de los dos quería ver completamente, Yoongi se paró y se montó en su bicicleta, dejando atrás a su mejor amigo.
—¡Espérame! ¡Yoongi!
—Ahí tienes la bicicleta, ¡apúrate si quieres alcanzarme!
Mientras anochecía, dos jovencitos de Daegu se alejaban del lago en sus bicicletas, gritándose groserías y riendo.

Abrió la estrecha y ostentosa puerta de su casa, quitándose los zapatos al mismo tiempo. Entró y trató de no hacer ruido para pasar desapercibido con sus pantalones húmedos y goteantes por los ruedos.
—Jeon Jungkook.
Oh, mierda.
—Buenas noches, madre.
—¿Se puede saber por qué llegas a esta hora y todo empapado?—su progenitora le dedicó una mirada filosa y fría. En verdad era un exagerada.
—No estoy empapado, madre. Sólo un poco húmedo—bajo la cabeza, temiendo el atrevimiento de contradecir a su madre en una discusión—. Llego a esta hora porque estaba estudiando con Yoongi. Llovió en el camino, y no tuve manera de mantenerme seco.
Al escuchar el nombre del mejor amigo de su hijo, la mujer frunció el ceño.
—Con Yoongi, ¿eh?—el menor asintió—. ¿No crees que ustedes dos pasan mucho tiempo juntos? Se distraen de lo que de verdad es sano e importante, Jungkook.
—Mamá, por favor déjeme cambiarme la ropa antes de que sigamos con esta conversación, por favor—la miró con ojos suplicantes y un semblante demasiado cansado para un joven de 15 años.
—Rápido, Jungkook—la mujer relajó la expresión al verlo dirigirse a su habitación. De verdad que su hijo la llenaba de compasión. El niño de sus ojos, la bendición más grande de su vida como mujer con dificultades para dar a luz, su bebé de oro...oh, pobrecito. Sin querer, un leve sollozo se le escapó. Rápidamente, rezando por que nadie la viera, se enjugó las lágrimas con la manga de su hanbok.
Más tarde, cuando el padre llegó y se sentaron a comer, tocaron el tema de las pesadillas de Jungkook.
—Hijo, debemos conversar—el señor Jeon bajó sus palillos y miró de frente a su único descendiente.
—Dígame, padre—"Denme un poco de sabiduría ahora y no me dejen estropear todo".
—Seré directo, Jungkook. El padre de Yoongi y yo estuvimos hablando en la tarde, y coincidimos en que ustedes dos están perdiendo el tiempo. Necesito que traigas una muchacha a la casa, o yo mismo te voy a presentar alguna soltera con madera de esposa y madre.
—Padre, con todo respeto, no me siento preparado para iniciar a escoger mujer—"la verdad no me siento preparado para siquiera darme cuenta de qué significa mi ausencia de interés en una esposa".
—Ya estás preparado, es hora. No me vas a hacer quedar en ridículo—golpeó la mesa. La madre bajó la cabeza y puso los palillos a un lado.
—Padre, no me voy a casar hasta tener 18 años como mínimo, hay 3 años todavía.
—¡No te vas a casar con una cualquiera que has conocido por 3 meses!
—¡Lo sé, pero eso no es lo que pretendo!
—¿Entonces qué pretendes, Jungkook?
"No lo sé. No me preguntes eso, te lo suplico"
—Yo soy el que se va a casar. Lo que pretendo es sentirme cómodo con mi decisión—dijo en un susurro, bajando la cabeza.
—Entiende, la comodidad no cabe en las primeras instancias del matrimonio. La comodidad viene con la costumbre, y la costumbre se convierte en amor. Así funciona, no te ilusiones con historias ficticias.
—¿En serio tengo que creer que la costumbre es lo mismo que el amor, padre?
—Así es, Jungkook, no es cuestión de creer o no. Es lo que hay—se levantó de la mesa, dejando medio plato—. No quiero más excusas sobre este tema. O me traes pareja en los próximos 3 meses, o yo te la consigo.
Jungkook no dijo nada.
Ya no tenía hambre.

Era una tarde de fin de semana y Yoongi y Jungkook estaban completamente libres. Quedaron de ir al parque como era costumbre.
—Te digo que no le encuentro el sentido.
—Yo tampoco—Yoongi lanzó una piedra al agua—. Mi padre me echó un discurso igual o peor...también me mencionó lo de la costumbre. Seguro habló con tu padre sobre ese argumento.
—Es estúpido. ¿Cómo va a ser lo mismo amar a estar acostumbrado?
—Jungkook, no puede ser lo mismo...creo. Igualmente, ¿qué sabemos nosotros del amor?—Yoongi suspiró y se dejó caer en el pasto.
—Yo tal vez no sea Confucio, sabes, pero creo saber que acostumbrarse a algo es aceptarlo, volverlo parte de una rutina, algo que haces o das por hecho casi por inercia. No te puedes acostumbrar a una persona, eso no es sano, eso no es amor. Además, nadie merece ser "la costumbre" de alguien. Creo que todos merecemos algo de amor real.
—Suenas muy sabio cuando hablas así, Kook—Yoongi sonrió perezosamente, cerrando los ojos—. Concuerdo contigo en todo eso...me niego a aceptar esa definición tan mediocre, conformista y burocrática del matrimonio.
Hubo un pequeño silencio.
—Yoon...
—¿Mhm?
—¿Tú crees amar a alguien, ya sabes, que no sea de tu familia?
Yoongi abrió los ojos y se quedó en silencio. Se enderezó y quedó sentado.
—Ya te dije, ¿qué sabemos del amor?
—Yo sí estoy seguro de que amo a alguien verdaderamente.
—Entonces supongo que no estás tan jodido.
Después de otros minutos, Jungkook volvió a hablar.
—Tengo miedo.
Yoongi lo miró, confundido.
—¿A qué...o a quién?
—Tengo miedo de mí y de toda esta mierda del matrimonio y la atracción y el amor—Jungkook cerró los ojos y volvió la cabeza, rascándose la nuca.
—Jungkook, sabes que siempre podemos ser sinceros, ¿sabes?
—Sí, lo sé.
—Honestamente, yo también estoy bastante asustado. Es demasiado...carajo, que ni siquiera tengo un título de secundaria.
—Yoongi, creo que en este momento lo que me da más miedo es tener que aceptar.
—¿Aceptar qué?
Jungkook desvió la mirada.
Y se lanzó al lago, jalando a Yoongi.
—¡Ah, maldita sea!
—Ya está, Yoon, ahora los dos recibremos un regaño por llegar empapados. Dulce ajuste de cuentas.
Viendo cómo Yoongi le gritaba improperios y medio se ahogaba abrazado por las ropas mojadas, Jungkook sintió ese miedo extrañamente dulce del que hablaba dentro de sí.

Tres de la mañana, hora en donde sólo los que están muy felices o muy desgarrados están despiertos aún.
Lamentablemente, Jungkook no estaba feliz.
Con la cara hinchada, roja y húmeda, con la garganta cansada de llorar en silencio, pensaba en todo lo que le estaba pasando.
Pensó en su padre, en todas las muchachas que lo pretendían, pensó en su futuro, pensó en sí mismo...y pensó en Yoongi.
Sentándose en el duro colchón, se abrazó a sus rodillas, metiendo su cabeza en el hueco que había entre su torso y sus muslos. En esa posición, débil como cuando era un niño pequeño descubierto en sus mentiras, se sintió expuesto. Expuesto consigo mismo, porque descubrió una verdad que había estado ignorando durante casi 5 años:
Él estaba enamorado de su masculino mejor amigo, Min Yoongi.

Tres meses es un tiempo relativamente corto cuando quieres prepararte para hacer algo que toma mucha valentía, pero a Jungkook se le acababa el tiempo.
Antes de que su padre lo llevara a la capital—como habían acordado un día de esos—para buscarle una pareja con sus socios, él debía confesarse a Min Yoongi. Tenía miedo, sí. Porque se sentía asqueroso, como un error de la naturaleza, alguien que está sucio y desviado de lo que es normal. Los hombres no se enamoran de los hombres, Jungkook. ¿Verdad? Eso es lo normal, él está mal. Así lo quieren todos. Así es.
Pero no podía seguir acallándolo, no podía irse sin decirlo, no podía comprometerse sin haber sentido cómo era expresar el amor verdadero por alguien, aunque fuera en un pedazo de papel; de la manera más cobarde que se le pudo haber ocurrido.
A parte de enfermo, cobarde. Ja, qué grandioso eres, Jeon Jungkook.
Como sea, ahí estaba. Sentado en el parque, con una pluma y su cuaderno del colegio en las manos, derramando todos sus sentimientos en una carta para su mejor amigo.
Se la daría mañana, ya que empezarían a empacar, y sabía muy bien que la señora Min no dejaría salir a su hijo hasta el último día, para la despedida. En ese entonces enfrentaría a Yoongi, pero esa ya era otra historia, porque a Yoongi no le tenía miedo...sólo vergüenza por causarle tantos problemas.
Así que, bajo la luz de la luna, releyó el
final de su carta:

"...Y créeme, lo lamento muchísimo, Yoongi. Lamento muchísimo los problemas y el asco que te voy a causar, porque, como tú, tengo muy en claro que esto es anormal y no debe ser así...lo lamento, sobre todo porque este soy yo y no puedo cambiarlo, aunque sepa que está mal. Pero, antes de poner lo último con lo que quiero despedirme, para no dejar esta carta siendo una mezcla entre una apurada y seca confesión y una disculpa, te quiero advertir que estás en tu derecho de no leerlo. Lo voy a escribir, sólo porque necesito sacarlo de mi pecho, pero no te sientas obligado a aguantar más de mis tonterías.
¿Recuerdas cuando te pregunté si creías amar a alguien verdaderamente? Bueno, Yoongi, tengo 15 años...pero yo sí sé de amor. Tú, Min Yoongi, eres la única persona que convierte cualquier cosa en mi vida en algo bello. Y eres al único a quien he amado verdaderamente. Gracias por dejarme descubrir ese sentimiento.
Con muchísimo amor (del real, no del que es costumbre), Jeon Jungkook."

Y una pequeña mancha de tinta se corrió al poner el punto final.

Luego de deslizar la carta por debajo de la puerta del cuarto de Yoongi y despedirse de él, Jungkook volvió a su casa, en donde todo fue normal.
Sin embargo, lo que le sucedió más tarde en esos días nunca lo consideró posible.
—¡Dongsun! ¡Jeon Dongsun!—el padre de Min Yoongi gritaba a la puerta de su socio, con voz colérica.
—¿Qué demonios te pasa, Choi?—abrió la puerta con expresión molesta.
—Me pasa que tu hijo es un maricón enfermo—escupió, tirándole una carta arrugada.
—Escúchame bien, no voy a permitir que digas tales cosas en mi...—se vio interrumpido.
—Lee la maldita carta, y no me hago responsable de lo que pase después. Ya no quiero que el desviado de tu hijo se junte con Yoongi, nunca más, sólo eso pido—el señor Min hizo una mueca de asco—. Prepárate para tener la decepción más grande de toda tu vida, Dongsun.
Sin más, se fue, dejando a Jeon Dongsun, padre de Jeon Jungkook, con la carta de confesión en las manos.
Entonces, comenzó a leer.

-¡Ya llegué!—anunció la voz juvenil de Jungkook, quitándose los zapatos y colocando su bolso en el sofá.
Sintió algo raro en el ambiente, y tuvo un horrible presentimiento en la boca de su estómago.
—Tú, pequeño maricón.
—¿Padre?—observó todo cuidadosamente, viendo a su padre furioso, con un papel arrugado entre las manos...y se dio cuenta de la pequeña mancha de tinta después del punto final. Entonces, Jungkook quiso morir.
—Jungkook, Jeon Jungkook...ya no mereces si quiera llevar mi apellido.
—Papá, yo...
—¡Tú nada!—gritó fuertemente, arrojando la carta al suelo, deshaciéndola—. Todo está muy claro. ¡Eres una vergüenza, una deshonra! ¡No entiendo qué coño hicimos mal para que terminaras siendo un fenómeno! Eres la causa de mi desgracia, Jungkook, y eso no se permite en mi familia.
Sin notarlo, el niño comenzó a llorar silenciosamente, estático, sin poder respirar correctamente. Sudaba frío, estaba asustado.
—Yo no voy a correr el riesgo de que en mi familia hayan enfermos. Ya podré hacer que la estúpida de tu madre sirva para algo y me dé otro hijo.
—Oiga, ¡no hable así de mi madre!—soltó en un chillido, tomando valentía. A la distancia escuchó el sollozo de una mujer, y vio a su madre en la puerta de la cocina. Ella lloraba, y le dedicaba una mirada de cariño que Jungkook agradeció.
—A mí no me ordenas nada, niñita. Eres peor que una vieja, Jungkook. No podías haber dado más asco.
Y a partir de ahí, todo fue demasiado rápido.
Jungkook sintió golpes, dolor punzante en todo su cuerpo. Como pudo se defendió, como pudo devolvió unos cuantos puñetazos y algunas patadas. Era un niño indefenso, debajo de un animal violento e insensible.
No supo cuánto duró la pelea, no supo qué fue de su madre que en algún momento paró en una esquina llorando por el golpe que recibió al tratar de defenderlo. No supo cuántos golpes recibió, ni como pudo pararse.
—¡Me avergüenzo de ti! ¡Eres una desgracia de hombre!
—Pues fíjate, papá...—hablo, dejando escurrir sangre de su boca—. No me arrepiento de nada, y si tuviera que escoger, escogería amar a Yoongi de nuevo...
Otro golpe, y terminó en el suelo. Vio la silueta amenazadora de su padre, la vio tan grande como uno de esos gigantes mitológicos. Sin embargo, continuó:
—Y, créeme, cobarde frustrado, soy mucho más hombre que tú.
Todo se volvió negro para Jungkook, y escuchó un pitido agudo en su cabeza. Cuando lo negro se tornó rojo intenso, pudo distinguir entre el pitido la voz de Yoongi, que le decía:

"Eres un imbécil despreocupado".

Acostado en el suelo de su casa, un niño de 15 años, llamado Jeon Jungkook, murió golpeado a manos de su padre, en silencio, recordando a su primer y único amor insultándolo bajo el resplandor naranja del sol.

Más tarde, cuando los señores Jeon se fueron a la capital, siendo una pareja sin hijos, Yoongi no llegó a despedirse.
Detrás de un bosque en el parque de su ciudad, Yoongi lloraba a mares mientras leía los pedazos de una carta.
Con muchísimo esfuerzo, enterró el cuerpo de su mejor amigo (y quizás algo más), que encontró en el lugar en el que sabía que el cínico de su padre lo dejaría; él solo, siendo el único que se preocupó por lo que quedaba del pequeño y amable Jeon Jungkook.
Dejando el girasol que encontró escondida en una esquina de su cuarto sobre la tierra amontonada, se despidió discretamente de Jungkook.

"—Ahora yo también puedo aceptar que sé que es el amor, Jungkookie. Gracias por dejarme descubrir ese sentimiento."

Justo así, Min Yoongi se fue, dejando a quien fue la única persona que lo entendió, descansando en paz.

La verdad que no fue contada en la vida de Jeon Jungkook, fue la única verdad completamente segura que tenía:
amaba con profundidad a su mejor amigo Min Yoongi, y cuando tuvo que darse cuenta, vio que no se arrepentía de ello.
Lamentablemente, esa verdad se fue con él a la tumba, gracias al miedo y a los infortunios del tiempo.

"¿Cuál es tu nombre? ¿Tienes lugar adonde ir?
Oh, ¿podrías decirme?
Me di cuenta de que estabas escondido en este jardín.
Sabes que no puedo entregarme a ti, no puedo mostrarme ante ti. No te puedo enseñar un yo tan débil...Así que usaré una máscara de nuevo e iré a verte.
Pero aún te sigo queriendo.
¿Qué puedo hacer?
En este jardín, en este mundo, hago florecer una hermosa flor que se parece a ti. Sigo viviendo como sabes que siempre lo he hecho.
Pero te sigo queriendo.
Te sigo queriendo."

1. Durumagi (두루마기): variedad del po, sobretodo del hanbok. Por lo general, se usa sobre el jeogori y el baji. Durumagi significa "cerrado de todos lados".

¡Gracias!

~LJN.

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