Primer Nudo: 김 태형

Palacio principal de la dinastía Joseon, Corea del Sur.
Siglo XVII (1600-1700).
La desconocida historia de Kim Taehyung, soldado real de 31 años, y su princesa, Jisoo de Joseon, de 31 años.

—Princesa Jisoo, con esto terminamos la lección. Puede retirarse.
—Gracias, Dawon. Hasta luego.
—Hasta luego, princesa.
La mujer salió de la habitación a paso apresurado, cuidando no tropezarse con su vestido y las zapatillas apretadas que llevaba. Llegaba tarde para su reunión diaria en el jardín; Taehyung seguramente ya llevaba media hora esperándola bajo el frío implacable del invierno.
—¡Taehyung!
—¡Princesa Jisoo! Pensé que no llegaría—río nervioso, abrazándose a sí mismo.
—Yo jamás te dejaría plantado, Tae.
El hombre se sonrojó y sintió sus latidos perdiendo estabilidad por un momento, mientras en su estómago se instalaba una sensación desagradablemente agradable. En ese momento, agradeció al frío por excusar su color rojo.
—Y yo esperaría por usted el tiempo que sea necesario, Princesa.
—Lo sé, Taehyung. Por eso eres mi más preciado amigo.
Y ahí estaba la palabra clave: amigo. Y es que no podía ser de otra manera; en realidad, él ya era sumamente afortunado de poder contar con la amistad de Jisoo. Porque él era sólo un simple guardia, un plebeyo de sangre común más que trabajaba para los Joseon. Era un estúpido, un solterón con demasiadas esperanzas. A sus 31 años, en su floreciente carrera como soldado, Kim Taehyung se hallaba perdidamente enamorado de la Princesa de Corea, Jisoo de Joseon. La amaba desde sus 17 años, cuando empezó a cuidarla dentro y fuera del palacio. No supo cómo surgió; un día cualquiera que no recuerda, se dio cuenta de que al verla se sentía abrumado e inmensamente feliz de poderla apreciar y tenerla cerca. No había palabras para describir lo mucho que la amaba, no había palabras suficientes en el coreano o cualquier otro idioma para poder describir la belleza de su princesa, tanto la interior como la exterior.
Jisoo era divertida, amable, preciosa e inteligente...y él solo era un raro perdidamente enamorado.
Y es que la autoestima de Taehyung no era la peor, pero tampoco la mejor. Abandonado por sus padres en las puertas del palacio, nunca tuvo a alguien que le brindara caricias o afecto durante su infancia; y todavía siendo un hombre adulto, muy dentro de él, estaba esa pequeña espina que lo hacía creer que no merecía amor, que era una persona horrible y débil.
Era un cobarde, con miedo de todo y todos, incapaz de decirle a Jisoo cuanto la quería, incapaz de servir para algo más que ser un soldado.
—Mire, princesa. Hace un tiempo ya que quería mostrarle unas nuevas flores que empecé a cultivar en la parte escondida del jardín. Son preciosas, muy difíciles de encontrar.
—Jamás me dejarás de sorprender, Taehyung. Eres muy delicado y cuidadoso...a veces me cuesta creer que eres un soldado—rio suavemente, medias lunas mostrándose en la silueta de sus ojos.
—Simplemente creo que ser fuerte no tiene por qué ser un impedimento para sentir o disfrutar la belleza que hay en el mundo.
La tomó de la mano, dirigiéndose hacia la parte más oscura de todo su jardín, el único lugar en donde no se preocupaba por las apariencias; el único lugar en donde podía estar con Jisoo sin ser tachado de pervertido, simplemente amándola.
Allí, cubriendo una esquina, estaban sus más preciadas flores, resplandeciendo. Una variedad muy rara y hermosa, que le costó demasiado encontrar, pero que había crecido majestuosa en su jardín.
—Taehyung...son preciosas—la mujer estaba sin aliento, con los ojos abiertos, atentos a cualquier detalle de las flores—. Eres el mejor jardinero que he conocido, en verdad tienes unas manos prodigiosas.
—No es nada, princesa. Sólo paciencia y dedicación, es todo...no hay que ser especial para lograrlo—bajó la mirada inconscientemente, sin querer enfrentar a su compañera.
—Tal vez no haya que ser especial para cultivar, pero tú eres especial, Taehyung. Eres el hombre más intrigante que he conocido. Todos los demás parecen cohibidos, cerrados, reprimidos por su propia "masculinidad"...tú, en cambio, me escuchas, compartimos conocimiento y temas que jamás serían permitidos entre otro hombre y yo, ¡vaya, contigo hablo hasta de lo que no hablo con mi doncella! Eres un gran hombre Taehyung, realmente único. No tienes por qué seguir negándote a creerlo.
El pelinegro sentía que iba a llorar, porque ahí, debajo de enredaderas tupidas y rebosantes de flores, con la tenue luz del sol de invierno alumbrando a través de las hojas, sintió cómo se enamoraba otra vez de Jisoo. Tan resplandeciente y sencillamente bella, con sus labios peculiares y sus ojos grandes, su cabello lacio atado en un moño y el hanbok cubriendo su delgado cuerpo, volvió a descubir que ella era la mujer más bella de todo el universo. Escuchando sus palabras suaves y llenas de cariño casi maternal, se dio cuenta de que estaba perdido en un precioso laberinto, del que quizás no quería salir.
—Princesa, usted es la mejor mujer de toda Corea, y no merece más que respeto y buenos tratos. Es muy inteligente, estoy seguro de que tendrá un buen futuro, y será una gran reina algún día.
Ella soltó un suspiro.
—Gracias, Taehyung. Eso espero.
Saliendo de la oscuridad, los dos volvieron a declarar el jardín como
su lugar, cuidándolo y hablando juntos hasta que la inevitable hora de volver llegó.

—Seunghyun, llama a Taehyung—el hombre tenía el ceño fruncido, y las manos extendidas sobre un mapa amarillento—. ¡Rápido!
—¡Sí, su majestad!—así, el líder de las tropas reales, Choi Seunghyun, salió corriendo de la sala.
En otra habitación, Taehyung se encontraba de pie, sin moverse y sin expresar emoción, detrás de Jisoo. La Princesa estaba recibiendo clases de etiqueta, y él debía estar detrás de ella, sin interrumpir, atento a cualquier peligro.
De pronto, dos toques firmes sonaron en la madera de la puerta.
—¿Quién interrumpe?—contestó Jiwoo, la doncella de Jisoo.
—Soy el comandante Choi Seunghyun, vengo en busca del soldado Kim Taehyung, guardia personal de la Princesa.
Jiwoo abrió la puerta, con una expresión en blanco ante el hombre brusco que entró a penas pudo.
—Princesa Jisoo—se inclinó en dirección a la dama que permanecía sentada. Luego, volvió el cuerpo hacia Taehyung—. Soldado, el Rey solicita su presencia inmediata en la sala principal. Es de urgencia—dedicándole una mirada dura, le indicó que lo siguiera con un movimiento de brazo—. Gracias, Princesa, Doncella. Disculpen la interrupción.
Taehyung notó lo preocupada que se veía Jisoo, y discretamente, le dedicó una sonrisa y una pequeña seña con la mano. Así, le prometió silenciosamente que estaría para ella en el jardín a las 2:00 de la tarde, como todos los días.

Las puertas pesadas se abrieron, provocando que el poco polvo que había en el suelo se levantara. Por ella entraron dos hombres vestidos con armadura y con galante porte.
—Comandante, al fin llega.
—Siento la demora, su majestad. Taehyung estaba con la Princesa y tuve que interrumpir una clase.
El Rey solo desvió la mirada a Taehyung y luego al mapa.
—Soldado, lo tengo aquí por una razón desagradable—levantó la mirada, y Taehyung simultáneamente la bajó, en señal de respeto—. Los japoneses no detendrán su deseo de invadirnos, y ya vienen hacia Corea. Debido a su gran desempeño, he decidido que usted será quien nos brinde ayuda en las estrategias, desde el punto de vista de un combatiente de primera fila.
Taehyung se heló, sus pupilas se achicaron y empezó a sudar frío. Sin querer, pronto le faltaba el aire y se sentía mareado.
—Claro que sí, su majestad. A sus órdenes—sin embargo, su voz sonó firme y grave, como debía sonar.

Pasaron semanas, todas sin mayor interrupción. Taehyung pasaba su día detrás de Jisoo, sin hablar y sin expresión, hasta que a las 10:00 de la mañana se retiraba a la sala principal para hilar estrategias junto a Seunghyun, el Rey y otros soldados. A la 1:00 de la tarde regresaba al lado de Jisoo para comer, y luego se retiraba al jardín, a esperar pacientemente a que ella terminara la lección sobre historia coreana. Pasaban el rato, se reían, conversaban, cuidaban de las flores...y a veces lloraban, compadeciéndose de la tierra que los vio nacer y el rudo futuro que le esperaba. Y tal vez, sin decirle a nadie, lloraban por la posibilidad de ser separados.
Sabiendo muy bien que no solo sería estratega, sino combatiente, Taehyung temía la posibilidad de morir. Estuvo semanas batallando consigo mismo y todos (absolutamente todos) sus miedos. Entre pensamiento y pensamiento, se le vino a la mente que debía confesarle su amor a Jisoo. Y se odiaba por lo que iba a hacer; se odiaba por causar tantos problemas a su Princesa.
Esa tarde, Taehyung preparó un ramo con todas las flores favoritas de Jisoo, y escribió en un trozo de pergamino robado todo lo que quería decir pero no podía por el nudo de sentimientos en su garganta.
—Princesa...Jisoo, tengo algo que decirle.
—Oh, Taehyung...—ella se abrazó a sí misma, para luego quitarse el moño y todos los adornos metálicos que lo adornaban—Me temo que yo también—y comenzó a sollozar.
—Jisoo, ¿qué te sucede? ¿Por qué lloras?—preocupado, y olvidándose del ustedeo, Taehyung vio todos los adornos en el suelo y el cabello marcado por los amarres cayendo sobre el rostro de la mujer. Con sus manos duras y grandes se dedicó a secar con delicadeza el suave rostro de Jisoo.
—Es que...voy a tener que irme, Tae—sintió sus extremidades fallar, y no pudo contener la mueca de miedo que se instaló en su rostro—. Los japoneses vienen, y mi padre está preocupado. Me comprometió con un hombre extranjero, para que me pudiera sacar de Corea...—la Princesa rompió en llanto, apegándose al pecho de Taehyung.
Y Taehyung, pobre hombre, ya estaba llorando junto con ella, desvistiendo su alma y mostrando su debilidad en la manera más enterrada por los hombres: las lágrimas. Abrazándola con mucha fuerza, se desahogó y la consoló al mismo tiempo. Y una vez que abrió lo ojos hinchados...miró su ramo de flores y la carta, entonces supo que eso no podría ser.
Llegó el anochecer, y esa fue la última vez que el jardín los vería juntos.

Taehyung estaba parado atrás de Jisoo, otra vez recto y sin expresión, como todos los días. Sólo que esta vez, quien fuera observador podría notar que tenía los ojos llorosos y que su espalda no estaba tan rígida como de costumbre.
—Y ahora te entrego la mano de mi hija, y te doy mi bendición. Que la sangre real coreana corra por las venas de tus vástagos, y que cuides del honor de la Princesa Jisoo de Joseon, quien a partir de este momento es la Reina Jisoo de Joseon, esposa de Liu.
Con notable tristeza y frivolidad, Jisoo se movió arrastrando la cola de su atuendo de bodas, para posarse al lado de su esposo. Mirando a Taehyung y despidiéndose con la mirada, le dijo un millón de cosas que quizás ninguno de los dos entendió completamente.
Esa noche, Taehyung lloró en el jardín que antes era únicamente un lugar de alegría.
Esa noche, Jisoo salió de Corea.

—¡Ahg! ¡Maldita sea, eres un hijo de puta!—rodando por el suelo, un soldado de 32 años, llamado Kim Taehyung, gritaba y se desgarraba la voz en alaridos, mientras perdía sangre rápidamente. La espada incrustada en medio de su estómago lo hacía escupir sangre mezclada con saliva; y poniendo los ojos en blanco, lo último que pensó antes de morir fue que en su otra vida deseaba ser un príncipe extranjero, para despertar todos los días al lado de una hermosa Princesa coreana, llamada Jisoo de Joseon.

"—Taehyung, eres la persona más querida para mí.
—Princesa, usted es la única persona en mi vida que convierte cualquier cosa en algo bello.
—Nunca dejemos el jardín, ¿está bien?
—Está bien."

Más tarde, cuando encontraron su cuerpo, Seunghyun lo envió a ser enterrado en el jardín que, todos descubrieron más tarde, fue el lugar más íntimo de Taehyung.

La verdad que no fue contada en la vida de Taehyung, fue la única verdad segura que tenía: amaba a Jisoo de Joseon con toda su alma, y deseaba hacerla feliz siempre.
Lamentablemente, esa verdad se fue con él a la tumba, gracias al miedo y a los infortunios del tiempo.

"Lleno de soledad, este jardín ha florecido. Me he quedado atrapado en este castillo de espinas.
Estoy asustado, estoy agotado, tengo tanto miedo de que al final tú me dejes también.
Usaré una máscara de nuevo y te iré a ver."

¡Gracias!

~LJN.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top