Fin Del Juego
Parte IV
El pitido no dejaba de resonarme en los oídos, apenas dejándome escuchar el ruido del agua a mi alrededor, corriendo por mis alrededores, empapando mi traje de tal forma que, el poco aire que entraba desde un frío, dejaba mi cuerpo helado.
O al menos la parte superior de este, dado que mi parte inferior estaba atrapada bajo los escombros que habían caído por la explosión. Traté de mover la pierna, pero mi derecha había quedado debajo de la roca.
Golpeé el suelo con el puño, impotente, llevándome una mano al oído para encender el transmisor.
—¿Estáis todos vivos? — mi voz sonó ronca, rota por la desesperación que empezaba a crecer en mi garganta, formando un duro nudo que apenas me permitía tragar la impotencia.— ¿Steve?— esperé una respuesta, cerrando los ojos unos segundos— ¿Tony? — de nuevo sin respuesta, el otro lado del intercomunicador sin ni siquiera hacer un solo sonido— ¿Scott? — tercer silencio, mis labios empezaban a temblar.
No estoy segura si era por el frío que sentía por culpa del traje mojado o por el silencio al otro lado, por la soledad que me envolvía allí abajo, en la penumbra de una muerte prácticamente segura. No era como si no hubiera estado cerca de la muerte antes, pero la perspectiva de sucumbir bajo los escombros... Sin ver a mi familia... Simplemente me negaba a aceptarlo.
No podía acabar así, en una tumba de escombros.
Y por eso mismo decidí que actuaría de una vez, que dejaría atrás a la Kira que había tenido miedo a actuar por el puro temor a perder a alguien más, que si alguien tenía que hacer algo para proteger a quienes quería, sería yo. Y esta vez triunfaría donde antes había fallado. Ahora que las gemas los habían traído de vuelta.
Cerré los ojos con fuerza, concentrándome en todas las partes de mi cuerpo, siendo consciente de cada pequeño detalle sin importar lo ínfimo que fuera, porque sabía que cuanto más me concentrara, más fácilmente saldría de allí. Y si no lo conseguía, entonces podría salir a luchar con una pierna de menos.
Cuando me quise dar cuenta, me encontraba en las ruinas del que había el complejo de los Vengadores, ahora reducido a escombros. Me mantuve en pie lo mejor que pude, notando un dolor agudo subir desde mi tobillo hasta la cadera desde la pierna izquierda. Conseguí apoyarme de lado en una viga, observando como, más abajo tres figuras se acercaban a Thanos. En seguida descubriría que se trataba de Steve, Tony y Thor.
Me llevé de nuevo la mano al transmisor, esperando alguna señal de mis compañeros:
—¿Podéis oírme?— intenté de nuevo, cerrando los ojos en un silencioso rezo.
—Kira, tenemos problemas por aquí abajo.— la voz de Clint consiguió aliviarme un poco, al menos él debía estar bien hasta el momento.
—¿Qué ocurre?— empecé a moverme, buscando una forma a bajar.
—Tengo el guantelete, pero no estoy solo en las alcantarillas.— en su voz podía apreciar como estaba corriendo, quizá huyendo de algo.— Esas cosas son más rápidas de lo que parece.
—Estoy de camino, estaré en seguida.
No contestó, así que traté de ir más rápido, visualizando a Clint para materializarme de nuevo a su lado, sacando rápidamente una pistola para disparar a una de las criaturas. Deteniendo el intento al ver el gran número de ellas, siguiendo al arquero todo lo rápido que mi pierna herida me permitía.
—Tenemos que salir de aquí— anunció, sosteniendo el guantelete en ambas manos mientras me aseguraba de cubrirnos, buscando las granadas de mano en el cinturón.
No podía estar más de acuerdo con él en aquel momento, pero necesitaba ganar tiempo para poder materializarnos a los dos fuera de allí, no podía hacer tantos seguidos.
—¡Subamos!—le empujé con energía hacia unas escaleras de caracol a nuestra derecha, tratando de ignorar el chapoteo de las matas de aquellos seres horrendos.
Sin dudarlo un segundo, los dos empezamos a correr escaleras arriba. Con toda la velocidad que me fue posible, saqué una de las granadas del cinturón, para lanzarla hacia atrás mientras corríamos, asegurándome de que explotara en el momento justo en que una de las criaturas pasaba a su lado, dejando las escaleras tan destrozadas como el cuerpo semihumano. La imagen de la explosión de aquella cosa aún me mantiene despierta por las noches.
Sin embargo, ganamos tiempo, un tiempo muy valioso que me ayudó a conseguir algo más de energía, aunque aún no tenía la suficiente. Lancé un dispositivo que Shuri había diseñado contra la salida de las escaleras tras nosotros, creando una especie de pequeñas y finas cuerdas de vibranium que franqueaban la salida para que las criaturas no pudieran salir.
Los pulmones me ardían por la larga carrera, pero aún así, sabía que no teníamos mucho tiempo antes de que llegaran más criaturas. Así que empecé a avanzar de nuevo, esta vez a paso rápido, sin correr.
—Dadme el guante, lo pondré a buen recaudo.— escuché la voz de Nébula antes de verla doblar una esquina a nuestra izquierda.
Clint suspiró aliviado por la ayuda de nuestra compañera, así que le tendió el guantelete. Pero, en el instante antes de que Nébula tomara el guantelete, se escuchó una segunda voz, proveniente de nuestra derecha.
—No lo hagas, está con Thanos.
Clint y yo en seguida nos quedamos tensos, era la voz de Nébula, sin embargo... No cabíamos en nuestro asombro cuando vimos a una segunda Nébula salir por nuestra derecha en la encrucijada.
—Clint...— susurré.
—Nébula, para esto.— una tercera voz -esta diferente a la de las otras dos- irrumpió en el espacio.— Sabes que esto no es lo que quieres.
Una mujer de joven, de rasgos finos, con cabello oscuro y puntas rojas y piel verdosa salió tras la Nébula de la derecha, pero la Nébula de la izquierda le arrebató el guantelete a Clint, apuntando a la mujer con su pistola.
—No lo entiendes, no lo entiendes porque eres su favorita.— la miró con un gesto duro, serio.
La otra Nébula sacó una pistola, al igual que la otra mujer. Al ver las armas, una alarma se disparó en mi mente, haciendo que, casi de forma automática, sacara mi pistola, apuntando a la Nébula de la izquierda.
Nadie se movió ni dijo nada, hasta que la Nébula de la izquierda hizo amago de disparar a la mujer, lo que provocó que la otra Nébula le disparara en el pecho, acabando finalmente con ella.
—Teniaís que haberla matado desde el principio.— nos espetó a los tres, acercándose para tomar el guantelete y pasármelo directamente— Sácalo de aquí, nosotros buscaremos una forma de salir.
Aferré el guantelete contra el pecho con fuerza, asintiendo con firmeza.
—Me lo llevaré lejos para que él no lo encuentre.
—Bien. Vamos, Clint, Gamora.
Cerré los ojos un instante para transportarme, encontrándome en seguida rodeada de gente de todo tipo, luchando contra las mismas criaturas de abajo, ahora por todas partes, luchando con cientos de personas. Algo aturdida saqué mi látigo, asegurándome de convertirlo en el modo de bastón de combate.
Escuché un grito tras de mí, así que afirmé el guantelete en mi cinturón para ponerme en guardia, girándome a toda velocidad. Pero, en lugar de un enemigo, encontré una joven de unos quince años, de largo cabello rubio, destrozando con una niebla azul al monstruo que me había estado acechando. Cuando su mirada se volvió hacia mí con un brillo, tragué saliva.
—¡Mamá!— escuché la palabra sobre el alboroto y los sonidos de la batalla.
No tuve tiempo para contestar, porque tuve que teletransportarme tras ella para golpear con el bastón a un enemigo, usando la cuchilla para atravesar su cabeza con un rápido movimiento.
—¡¿Qué haces aquí!?— fue lo único que conseguí articular, espalda contra espalda con ella.
—¡Yo también me alegro de verte!— recibí como respuesta, mientras ella se ocupaba de los enemigos que llegaban desde su lado—¡Strange nos ha traído a todos!
No dije nada más, asegurándome de mantener lejos a los enemigos con las pistolas. Sí, hacía cinco años que no la veía, pero la guerra aún no había acabado y no podía arriesgarme a perderla de forma definitiva.
—¡Kira! ¡Pásame el guantelete!— al mirar en la dirección de la voz encontré a T'Challa, con su traje iluminado con un brillo morado.
Con un movimiento rápido, tomé la muñeca de Lara, haciéndonos aparecer a ambas sobre el pequeño montículo junto al rey, a quien le pasé en seguida el guante, observándole alejarse para volver a ponerme en guardia.
—¿Dónde está tu padre?— le pregunté sin dejar de disparar, usando el bastón contra los enemigos que se acercaban más de la cuenta.
—¿Aparte de buscándote?—replicó con cierta ironía en la voz, lo que provocó que alzara una ceja.— Destrozando aliens.
Negué con la cabeza para mí misma, golpeando sin parar, escuchando tras de mí como Lara destrozaba los cuerpos enemigos usando la niebla del color de sus ojos, algo a lo que me había acostumbrado con el tiempo.
Los minutos pasaban como horas mientras las dos luchábamos espalda con espalda, codo con codo. Y cuantos más enemigos llegaban, más lento parecía pasar el tiempo. Sin embargo, cuantos más monstruos había en el suelo, más joven me sentía, como si hubiera necesitado aquello durante mucho tiempo.
Pero nuestro montículo de tierra no fue seguro por mucho tiempo, porque en seguida empezaron a llegar disparos desde las naves en el cielo, que provocaros que tuviéramos que movernos para no ser el blanco de una de ellas.
Avanzábamos con seguridad la una al lado de la otra, hasta que casi me alcanzó el fuego amigo. O quizá no, porque iba dirigido a una figura tras de nosotras, pero en seguida me giré hacia la forma del francotirador responsable, algo más alto que nosotras. Se había recogido la melena castaña para que no le molestara al disparar.
—¡De nada, señoritas!— un nudo en lo más profundo de mí se aflojó al escuchar su voz de nuevo.
—¡Casi nos matas!— me giré para atacar a otra criatura, escuchando la leve risa de Lara tras de mí.
—Tenéis que confiar en vuestro francotirador.— le escuché recargar el arma tras de mí, así que adivine que estábamos en formación de combate.
—Las viejas tradiciones nunca se pierden, supongo.— me limité a decir, restándole importancia mientras me encogía de hombros.
Pero por supuesto, ellos dos sonreían mientras disparabámos y alejábamos al enemigo, trabajando como uno solo.
Y no sabía como había podido estar tanto tiempo trabajando sin ellos.
. . .
No sabía cuanto tiempo había pasado, pero el tiempo pareció detenerse. Un pesado silencio cayó sobre el campo de batalla, un silencio que conocía muy bien. Me encontré a mí misma girándome para verlos a los dos, como si parte de mí sintiera que se estuvieran convirtiendo en polvo. Pero nada pasó, ellos seguían allí, mirándome con confusión. Todo era igual.
Excepto que nuestros enemigos estaban desapareciendo en polvo como antes lo habían hecho nuestros seres queridos.
Las naves se precipitaban al suelo, sin llegar a tocarlo, convertidas en polvo, dejando el campo de batalla en un silencio sepulcral.
La única que se atrevió a hablar fue Lara:
—¿Qué ha pasado?
Dejé caer las armas a los lados, atrayéndolos a ambos contra mi con toda la fuerza que me fue quedaba en el cuerpo, sin saber si era yo quien se apoyaba en ellos o ellos en mí:
—Eso era el fin del juego, ahora todo ha acabado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top