Eres mi misión parte III

Era casi el último día de su estancia en Moscú cuando ella seguía esperando sentada frente a la mesa, jugando con unas muñecas matrioskas que había encontrado hacía unos días. Hacía ya dos días que los adultos la habían dejado allí, sola, habían puesto como pretexto que si algo les pasaba ella lo sabría enseguida e iría en su busca. Era obvio que aquello había sido idea de Kira, que no quería que acabara dañada de ninguna manera, algo que le parecía innecesario, puesto que había participado en misiones mucho más.

Miró el reloj en la pared, sintiéndose inservible en aquel momento. Solo esperaba que las dos figuras que había visto desaparecer hacía días por aquella puerta volvieran pronto. Comió apenas unos mordiscos de los pocos víveres que les quedaban y se dejó caer en un catre, con la mirada fija en el techo.

Tenía una extraña sensación, pero echaba de menos a los otros dos, como sintiendo una especie de vacío que crecía día que pasaba, a cada hora que marcaba el reloj de la pared. No pudo evitar cerrar los ojos para evadirse de aquella situación, permitiendo que los brazos de Morfeo la llevaran.

Sabía que aquel sueño no podía ser real, al menos no podía tratarse de una evocación a algún momento de su pasado. Escuchaba los llantos de un bebé como propios y la voz de Kira a través de unas paredes que apenas apagaban el sonido. Se removió en la cama, llamándola a pleno pulmón, nadie la hacía caso, la arrastraban lejos de ella sin remedio.

–¡Mamá!– chilló despertando, con la respiración agitada, mirando a todas partes desesperada y desconcertada.

Sin saber muy bien en que momento había llegado allí, los brazos de Kira la habían rodeado, acercándola para acariciar su cabello y mecerla con tranquilidad. La muchacha mantuvo los ojos cerrados, dejando que la estrechara.

–Ya ha pasado– susurró la mayor en su oído– Todo está bien.

–Habéis vuelto– alzó la mirada, tardando unos pocos segundos en abrir los ojos para observarla, puesto que estos estaban rojos e hinchados debido al llanto– Todo está bien.

–Por supuesto, no íbamos a dejarte sola– el soldado se sentó al otro lado del camastro– Además, tenemos que recoger todo esto– la revolvió un poco el cabello blondo con su mano humana– Y no podemos dejarte aquí, por desgracia.– se puso en pie con una sonrisa divertida.

–¡James!– le reprendió la fémina, sorprendentemente estaba usando su nombre y no los extraños nombres que Hydra les obligaba a utilizar a los tres– ¡Es solo una niña!

A pesar de ello, la chica estaba tratando de esconder una sonrisa por la broma, cosa que hizo que el soldado se levantara, subiéndola sobre sus hombros en un gesto divertido.

–Venga, vamos a comer algo para celebrar que la misión ha ido bien.

–¿Shashlik?– rio la niña al ver una bolsa de plástico en la mesa, emocionada puesto que esta era su comida favorita.

–Exacto, con extra de cebolla para ti, además– se adelantó Kira, con una sonrisa de superioridad.

–Sois geniales, de verdad.– no pudo evitar abrir la bolsa, ansiosa por comer su plato predilecto.

...

No podía mirar, todas aquellas semanas con ellos, sintiendo que pertenecía a algún sintiendo que pertenecía a algún sitio, como si tuviera una familia... Y se lo arrebataban de nuevo. No era capaz de presenciar como los dos se olvidaban de ella, como todos los buenos recuerdos desaparecían sin que ella pudiera evitarlo, como el brillo de los ojos zarcos del soldado y los cetrinos de la agente se extinguían, dejando un pozo sin fondo de lagunas en su memoria, dejándoles como... Objetos, como armas de Hydra. No podía ver como sus ojos se apagaban hasta dejarlos sumidos en la oscuridad más profunda.

Tan pronto como ambos salieron de sus respectivas salas y se cruzaron con ella y entre sí, ni siquiera se dirigieron una mirada.

En aquel momento la pequeña tomó una decisión, no dejaría que la siguiente misión acabara como aquella y, usando su poder, logró introducir en la mente de los soldados que habían borrado la memoria a los otros la orden de entrar en la sala y borrar sus propios pensamientos. Nadie evitaría que mantuviera a su familia unida.

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