Capítulo XIV
Al abrir los ojos tuve que cerrarlos inmediatamente, puesto que una gran luz me había cegado. Me sentía perdida, puesto que lo último que recordaba era un golpe fuerte en la cabeza.
Traté de abrir los ojos de nuevo, mirando en derredor con preocupación, sintiéndome desorientada.
Alcancé a ver un pequeño catre de metal pegado a la pared sobre el cual había un fino colchón. A un lado había un cristal protector, con unas barras de metal en el otro lado de este. Una especie de armario de metal ocupaba la zona de mi derecha, pero supuse que no habría nada dentro de estos.
Me puse en pie rápidamente, estaba encerrada. Miré a través del cristal, el ritmo de mi respiración acelerando por segundos por la sensación de encierro.
No podía, no quería, no debía, estar allí. Lo único que veía a través del cristal eran otras celdas, en una de ellas pude distinguir a Wanda, atada a la pared con una camisa de fuerza, era horrible verla así, con la mirada perdida y los ojos remarcados por unas profundas ojeras.
Eso me llevó a preguntarme cuánto tiempo llevábamos allí metidos. Supuse que nos habíamos metido allí a todos, de modo que no habían logrado escapar.
Me tensé al instante en el que no sentí aquella conexión de aura que tenía con Lara, o al menos, no la sentía cerca. Golpeé el cristal, desesperada, gritando su nombre esperando una respuesta por su parte, pero lo único que escuché fue la voz de Sam al otro lado de la pared, tratando de tranquilizarme, repitiendo como no habían encontrado a la pequeña, diciendo que había visto cómo había huido con Steve y con Bucky.
Suspiré, dejándome caer en el catre, estaban a salvo.
Me cubrí el rostro con las manos, sin poder ocultar una pequeña sonrisa. Si se encontraban lejos de las garras de Ross aún había esperanza.
Me bastaba saber que los tres iban a acabar con todo esto, que nadie los haría daño después de acabar con aquel falso doctor que quería despertar a los demás soldados.
Me incorporé en seguida, tensa, si aquellos soldados estaban despiertos serían muy peligrosos, no podrían vencerlos ellos solos. Me llevé las manos al cabello, musitando en voz baja:
–No pueden haber despertado, seguro que están bien. Los tres van a salvarse...
Comencé a morderme el nudillo del pulgar, nerviosa y asustada por la posibilidad de que ninguno de ellos pudiera escapar con vida de este destino que la vida nos había puesto por delante.
Por supuesto que sabía que los tres eran poderosos a su modo, pero ellos eran solo tres, los otros les superaban en número y ya eran fuertes por sí mismos.
Había cámaras, lo había sabido desde el momento en el que había despertado. No les iba a dar la satisfacción de verme rota en pedazos, por mucha necesidad que tuviera de llorar no pensaba darle a Ross lo que quería. Me senté recta en la cama, apoyando la espalda en la fría pared mientras dejaba las manos reposar sobre mis muslos. Muy despacio, apoyé la cabeza en la pared, cerrando los ojos con un suspiro mientras trataba de contener aquella ira que tantos años había reprimido.
Esta vez no sería una marioneta.
. . .
Cuando quise darme cuenta, Tony estaba frente a mi celda, diciéndome algo que no llegaba, o no quería, escuchar. Tardé unos instantes en alzar la mirada hacia él, hostil. Estaba claro lo que había venido a hacer y me negaba a decir una sola palabra para que los encerrase como a nosotros.
–No voy a decirte donde están, Stark.– me puse en pie para darle la espalda, escuchando unos pitidos, ya debía de estar usando sus aparatos.
–Escucha, Kira, acabo de desactivar su audio y video, tardarán por lo menos unos treinta segundos en saber que no está funcionando.– miré hacia la cámara, frunciendo el ceño para después girarme hacia él– Si quieres salvar a tu familia esta es tu única oportunidad para hacerlo. Sé que Barnes no es culpable, así que si me dices donde están...
–Está bien1 lo interrumpí, cruzando los brazos– Pero cuando vayas, debes ir como amigo y prometer que no les harás daño a ninguno.– el asintió, esperando con atención.
Le di la ubicación exacta del lugar al que habían acudido para acabar al fin con aquella difícil misión que se nos había puesto por delante.
Si había una sola posibilidad de salvarlos, aunque esta posibilidad implicara que Tony acudiera en su ayuda, pondría todas mis esperanzas en ella.
Cuando terminé me miró y asintió seriamente, para apartarse en seguida y salir de allí a toda prisa, llevándose consigo parte de la esperanza que aún albergaba. Solo esperaba que ellos sobrevivieran.
. . .
No sabía cuanto tiempo había pasado, quizá un par de horas, unos pocos minutos, una semana o meses. La monotonía del lugar era cada vez más horrible, había tratado de escapar de allí usando mis poderes, pero me había sido imposible utilizarlos.
Todo lo que había hecho había sido caminar de un lado a otro sin descanso mientras me mordía el nudillo. Me sentía completamente impotente por no poder ayudarles, por no poder estar presente en algo tan importante... Era consciente del paso del tiempo, pero no lograba centrarme en otra cosa que fuera lo retorcida que era la vida, haciendo que nuestros caminos se separasen continuamente, sin darnos una sola oportunidad para cambiar nuestras circunstancias.
Me encontraba tumbada en la cama, si es que siquiera podía llamarse así, cuando escuché como la puerta frente a mi celda se abría. Sin embargo no me giré, no miraría de nuevo a Ross. Vi un poco una forma grande al otro lado y me puse en pie, sin poder evitar llevarme las manos a la boca al verlo, estaba herido, su mirada era cansada, pero supe que había removido tierra, mar y aire para venir hasta aquí. Al fin y al cabo era mi hermano y nunca me habría abandonado, mucho menos sabiendo lo que Ross habría hecho con nosotros.
Solté una risa nerviosa, aliviada al verlo vivo, sintiendo como las lágrimas de alivio empezaban a resbalar por mis mejillas. Empecé a sentir unas ganas impresionantes de abrazarlo, de huir lejos de allí con todos, había estado esperándolo durante días, sintiéndolo como años... Y ahora lo tenía allí de nuevo, devolviéndome la esperanza.
–Kira.– pronunció simplemente, pero escucharle decir mi propio nombre me hizo sonreír como una niña.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top