Capítulo VII: Utopía

Lo primero que vi al abrir los ojos fue una expresión de preocupación.

Lo segundo, una escena similar a la última que había visto antes de aquel tiempo de sueño.

Me soltaron las correas con gesto solemne, muy lentamente, como si quisieran atrasar el momento en el que debían dejarme ir.

–¿Qué ocurre?– sentí mi voz sonar ronca, tratando de dar unos pasos hacia ellos.

–Te necesitamos, Kira.– pronunció Buck, ayudándome a salir de la cabina de criogenización.

Habría preguntado si me habían echado de menos si no hubiera sido por sus expresiones serias y la postura de todos ellos.

–¿Q-qué? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?– los miré a los tres con confusión.

–Hay algo que deberíamos contarte.

. . .

–No, y sobre todo, no.– negué, caminando al otro lado de la habitación– Y vosotros tampoco lo haréis.

Estábamos en el salón del piso que el rey le había ofrecido a nuestra familia, era un gran lujo comparado con la pequeña choza a la que pudimos llamar hogar durante un tiempo. Teníamos nuestras habitaciones, baño, cocina y comedor, un verdadero hogar para nosotros.

–Kira, tenemos que hacerlo, nos necesitan a los tres.– se mantuvo sentado en el sofá de la sala, con los dedos masajeándose la sien– Sé que quieres protegernos pero toda la ayuda que podamos prestar será valiosa. Somos super-soldados, estamos entrenados para esto...

–No, ya no nos dedicamos a eso, somos una familia, eso es lo que somos y lo deberíamos ser.– me giré hacia él– Y no quiero que se repita aquello que ocurrió hace ochenta años, dijiste que te unirías al ejército, que volverías, pero estamos aquí, los tres, décadas después, con prácticamente la misma edad que entonces.– me acerqué, señalando a Lara– Y si tenemos una hija, es porque tuvimos suerte.

–Kira, no podemos cambiar el pasado, pero es nuestro deber hacer las cosas bien ahora.– tomó la mano con la que estaba señalando a Lara, quien nos observaba sentada en el sillón– Y, por favor, no metas a Lara en esto, fue una decisión de ambos y si está aquí ahora es porque ambos estuvimos de acuerdo.

–¿Y si Hydra hubiera decidido que ella no era...?– empecé, soltando su mano en un gesto lento, sin ser brusca.

–¿N-no era que, mamá?– se puso en pie Lara, mirándonos a ambos– ¿P-por que ellos quisieron entrenarme...?

–Por favor, Lara, ve a tu habitación– susurré, cerrando los ojos, no quería que nada de lo que nosotros dijéramos le afectara o le hiciera daño.

–Pero mamá...

–Por favor.– la miré, suavizando la voz y el gesto– Ve a tu habitación.

Ella se puso en pie y nos miró unos segundos, cierto miedo en sus ojos, pero asintió y salió del salón sin mirar atrás. La conversación estaba tomando un tono que realmente podría dañarla.

–¿Qué intentas hacer, Kira?

–Qué no intento hacer, querrás decir-le corregí, girandome hacia él– Si vamos a empezar a dañarnos, que no sea delante de ella.

–No voy a decir nada que te dañe, ni a ti ni a ella.– su tono se suavizó, empezó a hablar más bajo.

–Sólo quería asegurarme de que no le hacemos daño... Pero aún así...– aparté la mirada de él.

–¿Crees que diría algo para hacerte daño?– se cruzó de brazos, torciendo el gesto, su mandíbula viéndose mucho más afilada.

¿Por qué cuando discutíamos me tenía que parecer mucho más atractivo?

–Lo has hecho antes, ¿no?– aparté la mirada para evitar la tentación.

–¿Me estás echando en cara errores que cometí hace décadas? ¿De verdad, Kira?

–Aún así los cometiste tú, ¿o no es verdad?

–Actúas como una niña, aquello ya ha pasado y no somos las mismas personas que entonces.– miró hacia otro lado, apretando la mandíbula en un gesto que me hizo cuestionar mis propios argumentos en aquella discusión.

–Quizá no seamos los mismos, pero si lo son nuestros sentimientos.– me acerqué un solo unos centímetros– El motivo por el que no quiero luchar no es porque tema por mí, sino por vosotros, no quiero perderos de nuevo.

Su mirada azulada volvió en dirección a mí y su gesto se relajó por completo, mientras dejaba escapar un suspiro de pesar.

–No nos perderás, esta será la última vez.– su mano humana acarició mi rostro en un gesto agradable.– Después viviremos nuestra vida, los tres, sin ninguna guerra ni nadie que nos separe.

–Eso es una promesa, Buck, recuérdalo.

–Siempre voy a recordar las promesas que te he hecho.– acarició mi labio superior con el pulgar.

Le miré con una sonrisa que apenas podría notarse. Si no me conociera, no habría sabido que le estaba sonriendo. Muy lentamente, empezamos a acercarnos el uno al otro, entrecerrando los ojos al vernos cada vez más cerca, a punto de llegar al beso, sin poder ver nada más que el uno al otro, como un burbuja en la que sólo estábamos nosotros.

Sólo quedaban unos milímetros hasta que...

–¿Eso significa que no vais a dejaros el uno al otro?– escuchamos la voz de Lara en la puerta del salón.

Dejé escapar una pequeña risa, al ver el beso frustrado, de modo que abrí los ojos.

–Sólo íbamos a hablar de si participaríamos o no en la guerra.– me giré hacia ella, sin separarme un solo centímetro de Bucky.

–¿Y qué habéis decidido?– se asomó un poco más, aún con cierta inseguridad.

–Iremos, pero después volveremos a casa y no habrá más contratiempos, irás a clase, incluso.– Buck se acercó a ella, levantándola del suelo.

–¿A clase?– Le miró frunciendo el ceño– ¿Donde van los niños por la mañana?

–Básicamente, sí.– la sujetó boca abajo, con una media sonrisa– Pero tienes que practicar y darle sangre a esa cabezita que tienes.

–¡Oye!– pataleó ella.

Con una pequeña risa, traté de acercarme para separarlos, pero él empezó a correr por la casa con Lara aún colgada boca abajo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top