Capítulo VII

Le habíamos seguido la pista, gracias a la información que Sharon nos había proporcionado. Pero no teníamos mucho tiempo, los agentes alemanes no tardarían en llegar a Bucharest y encontrarlo. Sam estaba fuera del edificio junto con Lara, vigilando para avisarnos si los federales decidían aparecer antes de lo esperado.

El apartamento era sucio y pequeño, en el suelo había un colchón desnudo, solo con una manta sobre ella. La cocina y el salón eran prácticamente la misma habitación, el frigorífico era pequeño, las estanterías estaban cayéndose a pedazos. Me preguntaba como Bucky podía haber vivido tanto tiempo allí. Steve estaba ojeando un pequeño diario sobre el frigorífico mientras yo buscaba algún rastro de él. Ambos escuchamos un ruido, mi hermano dejó el pequeño libro en su lugar, sin ningún movimiento brusco. Nos giramos al unísono, encontrando la figura alta y fuerte de Bucky. Su cabello estaba más largo, ahora era una pequeña melena bajo una gorra, había dejado que le creciera un poco de barba, aunque no demasiada. Sus ojos azules nos escanearon a ambos, como si tratase de decidir si íbamos a hacerle daño o no.

Aparté de mi mente el deseo de abrazarlo, no sabía si nos recordaba o no, no podía arriesgarme a hacer tal tontería. Sin embargo… Tan solo por unos segundos, miré sus ojos, tratando de ver en ellos aquella chispa que había existido tanto tiempo atrás, pero esta había desaparecido.

–Nos conoces, ¿verdad?– Steve rompió el silencio, haciéndome salir de mi realidad.

–Tú eres Steve, hubo una exposición sobre ti,– pronunció, su voz sonaba como siempre– ella…– me miró, frunció el ceño levemente, como si se estuviera forzando a sí mismo a recordar– es Kira, tu hermana y...– sacudió la cabeza levemente.

–Estás nervioso– me atreví a decir, aunque mi voz flaqueo un poco– Es normal.

–¿Qué hacéis aquí?– se mantuvo en su sitio, aún con la actitud dubitativa.

–Los agentes alemanes vienen hacia aquí.

–Yo no hice lo de Viena.

A su vez, Sam nos avisaba a través del intercomunicador.

–“Están entrando, hay varios en la azotea”

Tragué saliva, tratando de permanecer tranquila, preparándome por si había que luchar.

–Ellos no piensan lo mismo.– admiraba como Steve se podía mantener serio y sereno, aparentemente, mientras la tensión aumentaba.– Y esto no tiene que acabar en una pelea.

Una mueca triste se dibujó en el rostro de Bucky mientras se quitaba un guante, descubriendo una mano metálica, plateada. Nos miró a ambos y torció el gesto.

–Siempre acaba en pelea.

Cuando terminó la frase, una especie de granada cayó desde la ventana empapelada con papel de periódico. Él la golpeó con el pie hacia Steve, quien la cubrió con su escudo, deteniendo la explosión. Saqué mi pistola mientras los agentes entraban por las ventanas, hice uso de mi poder para aparecer junto a la ventana y comenzar a pelear contra uno de ellos y quitarle su pistola, golpeándole con el mango de esta en la cabeza, dejándolo inconsciente. Otro de ellos, había comenzado a disparar hacía ambos, quienes se protegían con el escudo de Steve, de mi cinturón conseguí sacar un dardo, lanzandolo hacia él, para que cayera al suelo inconsciente.

–Tenemos que salir de aquí– esquivé un golpe de otro de los agentes, para tomarle del brazo y lanzarlo por el aire hasta el fondo del pasillo.

–Hecho.– asintió Steve, mientras un agente aparecía tras él.

Bucky lo alzó del suelo y lo lanzó hacia los agentes, haciendo que cayeran fuera, en el balcón. Sentí un golpe en el hombro y una bala pasando, rozando mi mejilla, haciendo un leve corte. Estaba a punto de girarme para golpear cuando sentí como una figura grande golpeaba a quien me había disparado. Cuando me giré encontré a Bucky junto al cuerpo inconsciente de mi atacante.

–Vas a matar a alguien así.

Me tiró al suelo, evitando que recibiera otro golpe, empujando lejos a su enemigo. Después, su mirada encontró la mía y su puño se dirigió hacia el suelo. Asustada, cerré los ojos, esperando el golpe, pero su puño metálico rompió el suelo junto a mí, de donde sacó una mochila, la cual lanzó con fuerza por la ventana.

–No voy a matar a nadie.

En seguida estuve en pie, lista para seguir luchando. Entre los tres dejamos fuera de combate a la mayoría de alemanes. Bucky había logrado saltar a la azotea del siguiente edificio, pero había llegado un nuevo problema. Estaba luchando contra alguien vestido con un traje de gato negro o algo así…

–¿Quién es ese tío?– preguntó Sam.

–No lo sé– reconocí, Steve estaba tomando una distancia prudencial para saltar a la azotea en la que estaba ocurriendo la lucha.

–En seguida lo sabremos– anunció él.

Saltó a la azotea mientras un helicóptero comenzaba a disparar hacia ellos. Conseguí transportarme hacia ellos, mientras Sam se lanzaba hacia el helicóptero en su traje de Falcon y lo desestabilizaba, haciendo que este cayera. Entre todos, conseguimos que Bucky lograra algo de ventaja al huir, sin embargo, no pudimos detener al tipo pantera. La persecución siguió en la calle, el de negro seguía a Bucky, a su vez seguido por Steve. Busqué la conexión que tenía con Lara mentalmente y le pedí que viniera para poder seguirlos.

Tres minutos después, ambas estábamos en la persecución junto con Sam. La niña estaba segura en el coche con Steve, o al menos eso pensábamos. Los coches de policía nos seguían de cerca, pero seguíamos adelante con nuestra persecución, hasta que un explosivo hizo que el techo cayera y el coche en el que Steve y la niña se encontraban quedase aplastado, por suerte, Lara creó un campo de fuerza a su alrededor, deteniendo los escombros el tiempo suficiente para que se alejaran del peligro.

Mi hermano se lanzó sobre la pantera para apartarlo de Bucky, pero en ese mismo instante nos vimos rodeados por las fuerzas de seguridad y James Rhodes nos apuntó a todos con las armas de su traje.

–Enhorabuena, Rogers, ahora son ustedes unos criminales.– pronunció en tono solemne.

El del traje de pantera se quitó la máscara, desvelando así su identidad. Rhodes lo miró e hizo una inclinación con la cabeza, muy leve.

–Excelencia.

Creía reconocerlo, según lo poco que sabía, él era T’Challa, el nuevo rey de Wakanda, un país de África que siempre había estado en las sombras.

Salí de mis pensamientos cuando sentí como me colocaban unas esposas, haciendo que Lara gritase por mí. La miré, tratando de infundirle una tranquilidad que realmente no sentía. Me sentía culpable por no haber protegido a Bucky, ¿cómo iba a protegerla a ella?

–Está bien, pequeña, no nos harán daño.

Sabía que era cierto para nosotros, para Steve, Sam, ella y yo, pero no para Bucky. Probablemente lo encerrarían, harían de su vida un completo infierno por algo que probablemente no había hecho. La niña trató de acercarse a él, evitando a los agentes, mientras él, en el suelo la miraba sin comprender del todo la situación. Era algo normal, puesto que no sabía que ambos guardaban un parentesco cercano. Nadie había sido capaz de pararla, apartaba a los que se interponían entre ellos con su magia, de modo que ninguno podía llegar a tocarla siquiera. La única forma de tranquilizarla, era yo.

–Ya está, cielo. No podemos hacer más por ahora.– logré acercarla a mí tras liberarme de quien me estaba agarrando.

Ella me miró, para después abrazarse a mis piernas con fuerza. Acaricié su cabello tranquilizadora, después les eché una mirada asesina a los federales.

No dejaría que nadie le pusiera la mano encima a mi familia.

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