Nada es lo que parece
En busca de una reina, el propio Rey Arturo habia oido hablar de la belleza de una de las princesas del estanque, mas aya de sus dominios se encontraba aquella diosa de deslumbrante presencia y proclamada en miles de pedidas de mano. El Rey Arturo se habia vuelto arrogante, y en busca de poder y dominación como ultima meta se propuso unirse en matrimonio con aquella que llamaban Ginebra. Reuniendo en la corte a sus caballero mas cercanos comenzo a exponer sus deseos que esperaban fueran cumplidos. El primero en hablar fue un equidna rabioso.
—Nosotros somos los guerreros mas sangrientos y preparados de la corte—se levanto de la silla siendo visto por todos los componentes de la sala—y estamos a tus ordenes claramente pero ¡no somos malditas niñeras! —gruño las ultimas palabras
El erizo azul miraba con desde presidiendo la mesa como sus caballeros se levantaban a apoyando a quien era uno de sus mejores amigos, todos hablaban y gritaban molestos de sus propios deseos salvo un erizo asabache que en silencio miraba al rey.
—¿En que consistiria?—aquella ruda voz resono en el cuarto y detubo la algarabia que habia, el erizo azulado miro a su mejor amigo y sonrio
—Tienes que ir a buscar a la princesa, convencerla de que venga a casarse conmigo
—¿Y si ella no quiere? —ambos erizos se miraban con algo de rivalidad
—Quema su pueblo, me da igual como lo hagas, pero hazlo, la quiero Lancelot
La sonrisa de ambos erizos pronto se hizo presente, y aceptando el encargo el erizo asabache se encamino hacia el lugar mas alla de los dominios de su rey, donde se creia que los encantamientos, las brujas, los seres magicos eran los dominantes en los pueblos.
Aunque ambos erizos pensaran diferentes, Lancelot sabia que su propio rey perdia la cabeza pero tambien era verdad que era mas conveniente darle aquello que mas deseaba. Aun en su camino, cabalgando bajo la lluvia, el frio y la nieve termino por pararse ante un estanque helado, aquel estanque que se le denominaba la separación de ambos mundos, cuando él levanto la mirada bajando de su caballo logro ver en el otro extremos a una verdadera diosa.
Una eriza rosada, timida sentada sobre el frio suelo, su traje de finas telas celestes y blanco resaltaban su tono de piel y aquella magnifica vista embauco al mas fiero de los caballeros, el cual no pudo hacer mas que guardar en su memoria lo que sus ojos no dejaban de admirar. Como un llamado la eriza alzo la mirada dejandole ver al erizo su mirada jade, ambos interconectando su mirada, hipnotizados el uno con el otro pasaron varios minutos de aquella manera, pero cuando Lancelot quizo acercarse a aquella dama esta solo pudo salir corriendo. Mientras el erizo la veia desaparecer en la maleza sonrio radiante
— Quizas sea hora de sentar la cabeza
Con aquel ultimo comentario el erizo asabache volvio a subir a lomos de su corcel cabalgando nuevamente en direccion al reino donde procedia aquella mujer.
Quizas el destino es caprichoso y unió aquellas almas incluso antes de conocerse.
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