Capítulo uno: Tony

Todo comenzó con un disfraz de Jack Sparrow y una botella de ron. Porque no había pirata sin su botella de ron. ¿Qué clase de bucanero sería si no?

Realmente, todo empezó gracias a la genial idea de Thor de celebrar una fiesta de disfraces para "festejar nuestras últimas y valientes batallas contra el cruento enemigo". Sus palabras, no las mías. En fin, poco importaba que apenas fuéramos seis personas, Thor parecía empecinado en organizar una fiesta llena de "festejos y bebidas espirituosas". Repito, sus palabras, no las mías.

Sospechaba que Darcy, la amiga de su novia terrícola, tenía algo que ver. Sin contarme a mí, era la única persona del entorno de Thor con una mente perversa y un intenso apetito para las fiestas. Podría incluir a Loki también en la lista, pero después de ver el tipo de vistas que al príncipe pitufo le gustaba montar, sobre todo en mi pobre torre, dudaba que tuviera algo que ver. Sin embargo, no había forma de saberlo. El gigantón nórdico estaba demasiado borracho para soltar prenda.

Era realmente divertido verle vestido de vestido de vikingo, bebiendo ávidamente desde su cuerno, el cual parecía asombrosamente real. Mantenía su manto de piel sobre sus hombros. El casco metálico con cuernos había completado su vestuario, hasta que decidió mandarlo lejos y romper un espejo en el proceso.

Thor danzaba al ritmo de la música pese a que sus pasos de baile poco tenían que ver con la canción. Pero él parecía feliz, con su sonrisa de bonachón ocupándole toda la cara y las mejillas totalmente enrojecidas. Intentó agarrar a Bruce, que iba de un Frodo con exceso de petit suisse en su infancia, y arrastrarle a bailar con él. El hobbit, que se había mantenido alejado del alcohol para que Hulk no saliera de fiesta en mi salón, se lo vio venir y logró esquivar su abrazo danzarín justo a tiempo. Bruce echó a correr mientras Thor le perseguía, causando la risa de todos los demás Vengadores.

Bruce se escabulló hacia el mirador circular que daba paso a la pista de aterrizaje, pasando por delante de Rogers, y ahí fue cuando la fiesta llegó a su momento más memorable. Quizás porque estaba demasiado borracho como para tener una larga persecución o porque solo quería una pareja de baile, pero Thor se limitó a encogerse de hombros y, antes de que nadie lo viera venir, arrastró al capitán a bailar.

Steve, vestido con un traje de vaquero —pantalones increíblemente ajustados al trasero, pistolas a las caderas y sombrero de cowboy— que parecía sacado de un videoclip de los Village People, lucía tremendamente desconcertado al ser llevado por el borracho dios.

Si la estampa de tener a los dos hombres más grandes y fuertes del equipo vestidos como un par de muñecos de Noche en el Museo no fuera suficiente, ver cómo el dios rodeaba a Steve por la cintura, lo agarraba de la mano y los movía bruscamente de un lado al otro pasando olímpicamente del ritmo de la música era sencillamente épico.

—Parece que se fueran a poner a cavar un hoyo en cualquier momento —bromeó Clint, haciendo referencia a sus manos unidas que ascendían y descendían en un movimiento en el aire prácticamente robótico.

—Con la fuerza que tienen, podrían —musitó Natasha, mordiéndose el labio, sin creerse lo que estaba viendo. Eso debía ser todo un logro, porque sorprender a Romanoff no era nada fácil.

—Más les vale que no, no quiero volver a remodelar la torre —aseguré, recordando horrorizado todo el proceso de reformas tras el ataque de Loki. Sin embargo, la amargura se me fue al volver a centrar mi mirada en el par que acaparaba toda la pista de baile—. J.A.R.V.I.S., graba eso —pedí a la IA, empezando a reír nuevamente—, ¡en todos los planos que puedas!

—¡Yo quiero ese vídeo! —saltó Clint, riendo al recibir una mala mirada del capitán.

El arquero, que iba vestido como un gángster —definitivamente era un disfraz, porque jamás había visto a ese hombre vistiendo traje y corbata y apostaba a que no lo había hecho en su vida— me robó mi botella de ron y bebió, haciéndose el desentendido. Romanoff y yo, en cambio, reímos aún más fuerte.

Bruce, suponiendo que estaba ya fuera de peligro, se acercó a nosotros. En todo momento cuidó de mantenerse alejado de la improvisada pista de baile, no fuera a ser que Thor quisiera iniciar un baile de tres.

Natasha, quizás compadeciéndose del pobre capitán, agitó la falda de su traje de novia cadáver y arrastró a Clint a bailar con ella. Aunque, por la cara de Clint, quizás solo quería fastidiarle. Eso me pegaba mucho más.

Al menos logré arrebatarle mi botella a Clint antes de que se fuera.

—¿Quieres? —invité a Bruce, pese a que sabía que no iba a beber.

Para mi asombro, cogió la botella y tomó un buche. Ante mi mirada sorprendida, se encogió de hombros.

—Sospecho que no aguantaré esta noche si no bebo algo —se justificó, mirando el espectáculo frente a nosotros.

—¿Hulk querrá unirse a la fiesta?

—Si Thor intenta volver a sacarme a bailar, es probable.

Me carcajeé con gusto ante su honesta declaración. Intentaba bromear, pero sospechaba que había más verdad de la que él mismo intentaba contar. Aunque Bruce contaba con la paciencia de un ermitaño, la paciencia de Rogers en ese momento le había ganado la batalla. Al menos, ese fue mi pensamiento al ver como Thor dirigía a Steve por el salón.

—¡Cambio de parejas! —exclamé, alzando mi botella. A mi lado, Bruce empezó a reír, pese a que intentó taparse la boca con la mano.

Dicho y hecho, Thor siguió tomando el mando de la situación y empujó a Steve en dirección a Natasha y arrastró a Clint hacia sus brazos. Steve tenía la fuerza para mantenerle el ritmo mínimamente a un Thor poderosamente borracho, pero Clint directamente se convirtió en un muñeco de trapo. Al tiempo que Steve me lanzó una mirada agradecida, Clint me fulminó con la mirada.

—No entiendo como una fiesta de solo seis personas puede irse tanto de las manos.

Me hice a un lado en la isla de la cocina sobre la que estaba sentado y Bruce lo tomó como una invitación para sentarse a mi lado. Por eso nos llevábamos tan bien. Incuso estado borracho como una cuba, Bruce era capaz de comprenderme. Incluso sin palabras.

—Es una fiesta de Tony Stark, mi sabio amigo —aclaré, arrastrando las palabras —, y toda fiesta de un Stark que se precie, siempre se descontrola.

Sin darnos cuenta, Bruce y yo comenzamos a movernos sobre la encimera al ritmo de la música y a aplaudir rítmicamente, al menos hasta que terminó la canción, donde empezamos a aplaudir por encima de nuestras cabezas fuertemente. Incluso silbé.

Los demás, riendo, nos imitaron. Incluso Clint, aunque creo que él agradecía que por fin se hubiera terminado. Todos salvo el abochornado capitán, que sonreía sin poder creerse lo que acababa de pasar en esos últimos cinco minutos. Las fuertes palmadas de Thor en su espalda no parecían ser de mucha ayuda. Cómo se notaba que era el único realmente sobrio de la fiesta. Pobre.

—Deberíais habernos acompañado, mis brillantes amigos —proclamó Thor, recuperando su cuerno de un olvidado jarrón que había usado de posavasos—, os perderéis la diversión ahí sentados.

Era divertido sentir que prácticamente me estaba llamando aburrido cuando siempre había sido el alma de la fiesta, el que hacía siempre las mayores locuras.

—Solo quería disfrutar del espectáculo, mi buen y borracho amigo —contesté, lanzándole una mirada divertida a Rogers, el cual bufó—. Además, hay muchas formas de divertirse en una fiesta.

—No me digas —comentó Clint con ademán burlón—, ¿es hora del show, Stark?

Bebí un trago largo de mi botella de ron, el último que me quedaba, antes de responder.

—Ron, ron, es hora del ron —entoné en respuesta, antes de coger a Bruce de la túnica y plantarle un beso.

Aunque nuestros labios estaban en contacto, no se sentía como un beso real. A no ser que contáramos como real un pico sin nada de gracia. Así que dramaticé, imitando los exagerados besos de una telenovela, moviéndome con ímpetu pese a que nuestros labios estaban sellados. Lo más divertido llegó cuando Bruce me siguió la broma y plantó sus manos en mis mejillas. Lo que podía hacer en ese hombre un simple trago de ron.

Un par de silbidos se escucharon junto a una carcajada de Thor que retumbó en todo el penthouse. Bruce y yo nos separamos, riendo, y nos abrazamos por los hombros con camaradería.

Me fijé en que Rogers nos observaba con el ceño fruncido. Le lancé un beso volado, logrando que se sonrojara como un adolescente. Me reí ante su sorprendemente inocente reacción.

—Bailes tontos, besos robados... —enumeró Clint, yendo a la nevera en busca de una lata de cerveza fría—. Como sigamos así, acabaremos jugando a verdad o atrevimiento.

—¡Eso es! —exclamó Romanoff, señalándole—. Es hora de echar una partida, caballeros. 

¡Hola a todos, lindas flores!

Os traigo un nuevo proyecto. La idea me golpeó el otro día y no ha había manera alguna de quitármela de la cabeza. Al menos, hasta que me senté a escribirla. No será una historia larga, pero tampoco tan corta como El secreto de la manzana o Harley. 

Se nota que nuestros personajes estaban un pelín borrachos en este capítulo, ¿no? Sobre todo Tony. Mucha risa boba. Pero lo bueno se viene el capítulo que viene. Sobre todo cuando el ron le empiece a pegar a Tony con toda su fuerza.

En fin, al principio del capítulo puse una canción. Se titula Requiem del grupo Gran Banda Mandinga. No es necesario que la escuchéis para comprender el capítulo, pero me basé en ella para describir toda la situación. Quizás por eso quedó una escena tan happy y sinsentido jajajajaja.

En fin, espero que hayáis disfrutado de este primer capítulo.

Con esto y un bizcocho, ¡nos leemos en el próximo capítulo!

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