Capitulo 02

El único ruido en las calles y en la profundidad del bosque era el de las cigarras, anunciando con una suave melodía que la media noche estaba completamente sobre la ciudad, los guardias mantenían en vigilancia las calles, y el palacio del emperador era custodiado por dos de los mejores guardias, pero, aunque la seguridad estaba totalmente reforzada, ni siquiera el más atento y con la mejor visión de los soldados, pudo percatarse de la presencia de una pequeña figura que ingresaba sigilosa por el borde de la gran muralla que rodeaba la entrada al palacio real.

Su cola se movía levemente de un lado a otro debido a sus tenues y sutiles pasos, sus cuatro patas ni siquiera hicieron ruido cuando se dejo caer del otro lado del palacio, sus orejas se movían, atentas ante cualquier ruido que proviniera de afuera o de dentro del palacio, sigiloso trato de agacharse lo más posible para poder continuar con su camino, leves gruñidos casi imperceptibles trataban de escapar por su hocico, pero no podía dejarse llevar por la furia que estaba sintiendo, el dolor en su corazón pesaba como si se hubiera tragado un puñado de piedras, y la horrible punzada en su pecho parecía una herida abierta, quería venganza, sus ojos azules brillaban en la oscuridad, siendo acompañados por el brillo de la luz de la luna.

Siguió su camino, adentrándose por los frondosos arbustos de aquellos jardines que rodeaban el palacio, sintiendo como las ramas trataban de arañar su piel que era cubierta por su abundante pelaje de color blanco y pintado de rayas negras, pero no le importaba si salía con raspones debido a esto, lo único que quería, era encontrar a lo más preciado de aquel gobernante, lo poco que sabía era que aquel hombre tenía un hijo, uno pequeño, Jimin lo veía como a un pequeño cachorro humano, sería fácil, un par de zarpazos con sus garras serían suficiente para asesinar a una criatura tan diminuta, su corazón estaba herido, y quería que esa misma herida fuera plasmada en aquel hombre, porque él le arrebato a su madre.

Un demonio tigre no puede sobrevivir sin su madre, siempre debían de estar acompañados por su madre hasta que cumplieran la edad de trece años, recordaba como su madre le decía con alegría que muy pronto se convertiría en un tigre mayor, pero que jamás dejaría de ser su pequeño cachorro, un gruñido escapo por sus fauces, su madre... si tan sólo el destino y los dioses pudieran regresársela, él sería feliz con eso, la quiere de vuelta, pero por más que lo desease, sabía perfectamente que algo así no pasaría, su madre estaba muerta, durmiendo por toda la eternidad, y eso era gracia a ese hombre que la mando a matar, pero claro, Jimin no se quedaría de brazos cruzados, ya no era un cachorro indefenso y llorón, no, ahora era un demonio tigre, no importa sino tiene la edad correcta, él ya se sentía con el suficiente valor y determinación para realizar sus acciones, pagaría con la misma moneda.

Salió de entre los arbustos, aunque no debió hacerlo, quizás había estado demasiado concentrado en sus propios pensamientos, porque justo cuando salió, logró escuchar como otro gruñido levemente fuerte se escucho cerca suyo, entonces detuvo sus pasos, sus ojos azules visualizaron a algo más, era uno de esos lobos entrenados por los humanos, su madre le dijo que los hombres hace mucho tiempo habían tratado de domesticar criaturas salvajes, y entre ellas se encontraban los lobos, quienes aceptaron estar con ellos a cambio de comida, aquella bestia era mucho más alta y mucho más robusta que él, y sus ojos marrones lo miraban esperando sus acciones, pero Jimin no tenía miedo, no dudo en gruñirle de vuelta, mostrándole sus dientes afilados en advertencia, sus orejas se acomodaron en su cabeza haciéndose hacia atrás, y su pelaje se erizo en el proceso, advirtiéndole de ese modo que atacaría sí es que hacía algo.

Jimin intento caminar sin apartar la mirada de aquel lobo negro, pero esa bestia le impedía el paso, los gruñidos siguieron entre ambos, y Jimin estaba harto, la noche podía ser larga, pero no demasiado, y estaba perdiendo su valioso tiempo al tener que estar tratando de evadir a ese perro de color negro que parecía molesto con su presencia, tenía que hacer algo, y no se le ocurrió más que sacar sus garras de las patas delanteras, atacaría, esa era la solución más viable, y estuvo a punto de hacerlo, de no ser por la voz de alguien más.

—¿Suk? —era un susurro, de una voz aniñada, Jimin dejo de gruñir y el perro lo hizo de igual forma, su mirada feroz había desaparecido en cuestión de segundos, y unos pasos se aproximaron, eran sigilosos, pero no tanto como los suyos—. Suk, silencio...

Y allí lo vio, Jimin distinguió una pequeña silueta en la oscuridad, la cual era cubierta por una suave manta ligera de seda blanca, era un niño, pero no era tan pequeño, o a menos no como Jimin lo imagino desde un principio, todos siempre hablaban del pequeño hijo del emperador, pero ese niño, no tenía nada de pequeño, Jimin podía calcularle, unos siete u ocho años, quizás nueve, no era un niño pequeño, no a su parecer. El niño de cabellos castaños se acerco hacia el perro y aquella bestia frente a él no dudo en ir hacia el niño.

—Suk, harás que nos descubran, tonto —el perro chillo al escuchar el regaño del niño, quien soltaba un suspiro, Yoongi no tardo y darle suaves palmadas en la cabeza a su mascota, y sonrió levemente—, ¿por qué estabas gruñendo? Sabes que, si Seokjin nos escucha, me regañará.

El perro parecía entender las palabras del humano, porque no tardo en girar su cabeza en dirección a Jimin, para después soltar un gruñido mucho más fuerte, Jimin enterró sus garras sobre el césped del jardín, preparado para cualquier movimiento de parte de esa bestia, pero al ver como el niño tomaba el hocico del perro dejo de enterrar sus garras.

—Ya basta, Suk —menciono el niño en voz baja—, no vuelvas a hacer eso, harás que Seokjin despierte —y esta vez los ojos del niño se dirigieron hacia Jimin—, ¿qué es eso?

Jimin no se movió, el aroma de ese niño era reconocido por su pequeña nariz, olía a ese palacio, y sobre todo olía un poco al hombre que había dado muerte a su madre, lo que lo hizo sentirse totalmente asqueado, miro como el niño se acercaba hacia él. Yoongi estaba intrigado, aunque no podía dejar de mirar a esa pequeña criatura que se encontraba en la entrada trasera del palacio, Yoongi se había escapado de su habitación para comer un poco de fruta, se había quedado con hambre, pero no quería molestar a Seokjin, ni a su padre, así que había decidido ir por su propia cuenta, lamentablemente había sido descubierto por la mascota fiel de su padre, pero sabía que Suk no haría nada para delatarlo, y más si le regalaba un pequeño trozo de carne —lo cual ya había hecho—, el perro es inteligente, Yoongi lo sabe y sabe perfectamente que esta muy bien entrenado desde cachorro. Pero ahora, lo que más le intrigaba a Yoongi, era la presencia de ese pequeño felino, aunque no podía decir que era pequeño, Yoongi podía ver que ese animal era un poco más grande, como el tamaño de dos gatos domésticos adultos juntos, su pelaje era tan blanco como la nieve misma, y era adornado por hermosas rayas de color negro, sus orejas eran esponjosas y sus ojos tan azules como el mar, no pudo evitar soltar un pequeño grito de asombro, pero de inmediato llevo sus manos a sus labios para guardar silencio, no podía hacer eso, lo descubrirían.

A pasos lentos pero seguros, se fue acercando más hacia aquel felino tan elegante que estaba a pocos pasos de él, y en cuanto lo hizo, no dudo en colocarse de cuclillas frente a él, pero Jimin en cuanto vio esa cercanía sabía que estaba en peligro, no podía morir, no allí, tenía que defender su causa, y sin más se mostro de inmediato arisco ante la presencia del niño.

—Eres muy bonito —menciono Yoongi, pero al ver como el felino le mostraba los dientes filosos que se guardaba se sintió levemente temeroso, pero sabía que era normal ese comportamiento, después de todo se había acercado demasiado a su espacio—, perdona, pequeño.

Jimin no apartaba la vista de Yoongi.

—¿Estás perdido? —Yoongi con confianza acerco su mano hacia la cabeza de Jimin, de algún modo, el pelaje esponjoso y blanco del animal lograba tentar a Yoongi, pero el felino al ver que esa mano se acercaba con la intención de tocarlo, no dudo en sacar sus garras y propinarle un fuerte zarpazo—. ¡Auch!

Yoongi se echo hacia atrás, haciendo que terminase sobre el césped y dándose un buen golpe en su trasero, pero eso no le dolía tanto, no como ese arañazo, todavía podía sentir las filosas garras enterradas en su piel, quemándole por completo, miro su mano, percatándose de la profundidad de la herida y como la sangre comenzaba a emanar de la misma, miro al felino que todavía se mostraba a la defensiva.

—No te asustes —comento Yoongi y le regalo una pequeña sonrisa, no estaba seguro de si ese felino podría comprender lo que decía, pero esperaba que sí, mientras que Jimin no podía entender la razón por la que ese humano no corría o gritaba por ayuda, era extraño—, no te haré daño, yo...

—¿Yoongi? —el niño al escuchar su nombre sintió miedo, de forma rápida miro al felino allí y no dudo en ponerse de pie para darle la espalda al felino—. ¿Príncipe Yoongi?

—No te vayas, quédate allí y no hagas ruido —menciono Yoongi al felino antes de mirar a Seokjin, quien venía por el pasillo.

—Príncipe, ¿qué es lo que hace vagando por el palacio a estas horas? —preguntaba Seokjin mientras se acercaba al niño.

—P-perdón, yo... —apretó levemente sus labios.

—Sabe muy bien que debería descansar.

—Lo sé, pero... —Seokjin soltó un suspiro—, me dio hambre, así que baje por un pequeño bocadillo.

—Príncipe, me hubiese dicho desde antes.

—Lo lamento, Seokjin —Jimin estaba esperando el momento perfecto para escapar, pero no podía dejar de admirar la situación—, ya voy a dormir.

—¿Gusta que lo escolte a sus aposentos?

—N-no es necesario —menciono Yoongi en respuesta.

—¿Esta seguro? —Yoongi dio un asentimiento en respuesta—. Bien, regrese a la cama, y duerma, no más bocadillos nocturnos.

En cuanto Seokjin se dio media vuelta para irse, Yoongi se sintió más tranquilo, y volvió a mirar a donde el pequeño tigre se encontraba, Jimin no podía creer lo que acababa de presenciar, ¿por qué ese niño no dijo lo sucedido? Es el hijo del emperador, debió hablar, pero no lo hizo, era tan extraño.

—Ya se fue —Yoongi miro al tigre de nuevo—, te ves hambriento —y no estaba equivocado—, ¿quieres que te traiga algo, pequeño?

Jimin no dijo, ni hizo nada, sin embargo el niño no dudo en llevarle un poco de carne para que comiera, y para Jimin ese niño no podía dejar de ser más extraño.

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