Desde que la Princesa Rhaenyra Targaryen conoció a Alicent Hightower, quien se convirtió en su Dama y más querida amiga, supo que algún día ella sería su Reina y que permanecieran juntas hasta el final de sus días, ella haría hasta lo imposible porque Alicent fuera feliz y sabía que lo sería estando a su lado.

Su madre Aemma Arryn siempre supo que ella sería una Alfa y ella le creía, siempre lo hizo; pero el reino pensaba distinto, ellos creían que sería una Omega y que el Rey tendría que buscar un hijo varón y Alfa para que fuera el próximo Rey, incluso cuando Rhaenyra terminó de presentarse como una Alfa, no aceptaban que ella tomara el trono, según ellos el Rey debería buscar un hijo varón y que además fuera un Alfa, para que fuera su sucesor «en toda regla», y que ella como mujer no podría gobernar el Reino como se debería, pero que equivocados estaban.

Rhaenyra como la Reina sería la bendición más grande para todos, ella cumpliendo con su destino evitaría las guerras y si las había, las ganaría todas y cada una de ellas; evitaría la destrucción de su casa, pero no todo es color de rosa, para poder llegar a la paz y gloria, tienen que pasar algunas cosas que serán dolorosas, pero solo servirán para que la Targaryen pelee por lo que es suyo con Fuego y Sangre, y no solo hablamos del trono.

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