Capítulo 02: Parte 03 (12-04-2024)
Pov Nadie:
Si bien la joven Laena había estado acostumbrada desde que era pequeña a estar cerca de Meleys y estar en varias ocasiones pasadas en los cielos montando a lomos de dicha dragona con su tía Rhaenys, eso había sido hace mucho y ahora estar en los aires a lomos de Syrax y con Rhaenyra sentada detrás de ella, rodeándola protectoramente con sus brazos mientras la guiaba para que ella misma aprendiera a manejar las riendas de un dragón, aquello simplemente se sentía como si fuera su primera vez volando y era glorioso.
Se sentía más que honrada de ser la primera persona aparte de Rhaenyra que estaba a lomos de Syrax, ya que sabía que la propia Alicent aún no había montado a la dragona para acompañar a la Princesa Heredera a volar, aunque sí se había hecho cercana a ella según le había contado la misma Princesa en cartas anteriores, y también por lo que ella misma había visto en el funeral de la difunta Reina Aemma, ya que había sido justamente Alicent la que había detenido a Syrax de casi prenderle fuego al Rey Viserys cuando éste casi rompe el rito funerario al acercarse a la pira mientras Rhaenyra y Rhaenys le daban el último adiós a la Reina, ya que como dictaba la tradición Valyria, quien fuera a dar el fuego funerario debía dar el último adiós y si alguien se acercaba estaría infringiendo dicha sagrada tradición.
Aemma había pedido tiempo atrás que si le llegaba a pasar algo quería que tanto Rhaenys como su hija Rhaenyra fueran quienes dieran el fuego funerario y el último adiós, por lo que todos habían guardado distancia mientras ellas hacían el rito y último adiós, respetando los deseos de la Reina pero el Rey en estado de ebriedad se quiso acercar y tanto Syrax como Meleys le impidieron llegar más lejos, sin embargo fue la dragona más joven quien casi lanzó su fuego hacia el hombre y de no haber sido por la Dama de la Princesa, el Rey hubiera perecido ese mismo día ante el fuego del dragón de su hija y se debía a su propia incompetencia e superioridad, ya que ningún Rey anterior había cometido tal idiotez antes.
El vuelo fue tranquilo y sin ningún tipo de inconveniente, Laena disfrutó mucho en todo momento del vuelo al igual que Rhaenyra, pero ésta última nunca respondió a la constante pregunta de la Velaryon acerca de a dónde se dirigían, tan solo diciéndole que era una sorpresa y que debía tener un poco más de paciencia ya que valdría la pena, por lo que luego de haber recibido un beso en la mejilla no volvió a preguntar y solo espero a llegar a su destino, disfrutando del calor que desprendía la Targaryen detrás de ella y contra su espalda.
Algunos minutos después Syrax comenzó su descenso hacia una isla que Laena no conocía, la isla era grande pero parecía deshabitada y sin ningún tipo de intervención humana, lo cual le llamó la atención pero supuso que solo era una isla remota que no había llamado el interés de nadie más, pero también le pareció algo raro que Rhaenyra las llevará justamente a ese lugar; una vez que Syrax aterrizó en una parte de la isla, la Princesa Heredera desató a la mayor de la silla y la ayudó a bajar con cuidado de la majestuosa criatura.
—Rhae ¿Qué hacemos en una isla remota? —preguntó una vez que ambas estuvieron en tierra firme, mirando a su alrededor con curiosidad, buscando alguna cosa que le diera aunque fuera una respuesta, pero no había nada más que naturaleza, así que solo se rindió de seguir buscando y fijó su mirada en la jinete, esperando una respuesta de ella.
—Bueno, lo de la isla remota fue cosa de Syrax pero es lo que me lleva a la primera cosa por la cual te saque un rato de Driftmark, Syrax me ayudó a localizar el objetivo —comentó luego de haber soltado una risita divertida por la clara curiosidad de la Velaryon y como no la quiso hacer esperar más, se acercó a ella y la tomó suavemente de la mano. En ese justo momento Syrax hizo una especie de vocalización desde su garganta y unos segundos después se escuchó una más fuerte y no muy lejos de donde estaban ellas.
—¿Q-qué ha sido ese ruido, Rhaenyra? —preguntó un poco asustada, habiéndose acercado aún más a la Targaryen en busca de algún tipo de protección, mirando a todos lados en un intento de ver lo que había hecho ese sonido en lo que parecía ser una respuesta al de Syrax; ellas no habían visto a ningún otro dragón en el lugar por lo que no se explicaba aquello.
—Ese ruido ha sido de Vhagar, la dragona más grande entre todos los dragones vivos actualmente —respondió con tono afable, su rostro comenzando a mostrar una sonrisa que poco a poco se iba haciendo aún más grande al ver cómo es que Laena iba comprendiendo sus palabras.
—¿Q-qué? Pero ¿C-cómo es qué...? —cuestionó incrédula, mirando a la otra con completa sorpresa, apenas pudiendo asimilar que su prima y persona que tenía su corazón desde hace mucho, había encontrado al objetivo de su mayor fascinación, la dragona que había sido la compañera de batalla más leal de la Reina Visenya I Targaryen, la dragona más longeva hasta el momento, Vhagar.
—Es totalmente cosa de Syrax, yo solo le pedí buscar a Vhagar. Además supongo que no fue difícil puesto que cuando volamos hacia Driftmark, Vhagar voló sobre nosotras —le fue contando mientras la tomaba de la mano y la guiaba hacia donde se había escuchado a la dragona más longeva responder al llamado de la más pequeña, entrelazando sus dedos para darle algo de ¿Seguridad? ¿Valor? ¿Apoyo? Lo que sea que Laena necesitara de ella en ese momento —. Creo que ya es momento que Vhagar no esté tan sola ¿No crees, Laena?
En el justo momento en que Rhaenyra dijo aquello último, Laena vio con sus propios ojos a la gran dragona ante ella a solo unos pocos metros de distancia de ella, recostada pacíficamente en el suelo de la isla como si no estuviera perturbada por la presencia de ambas humanas, pero de igual forma mantenía uno de sus ojos atento a ellas y a sus movimientos, después de todo eran las primeras en muchos años que se atrevían a acercarse a ella o tan siquiera dar con su paradero, aunque también era cierto que ella dejó que la encontrasen al volar por sobre la Princesa y la joven Syrax y permitir que esta última la rastreara; Vhagar había sentido un tirón hacia la jinete de Syrax y por eso se dejó encontrar, ella quería confirmar lo que había estado rondando su cabeza desde que vio a la chica y captó su olor, y ahora que la tenía cerca lo supo, aquella joven Princesa era descendiente directa de su amada Visenya y no solo eso, sino que además podía ver en ella aquel espíritu guerrero y fuerte que solo había visto en su primera jinete, la chica parecía ser una Visenya I Targaryen renacida y aquello hizo sentir a la dragona que aquella pequeña sería una bendición para aquellas tierras que tiempo atrás había reclamado como suyas para los hermanos Targaryen, Visenya, Aegon y Rhaenys, surcando los cielos con su hermano Balerion y su amada Meraxes.
Siendo animada por la joven Princesa que tanto le recordaba a su Burning Perzys, Vhagar vio como la otra humana se comenzaba a acercar a ella sin miedo alguno pero con una evidente emoción que trataba de ocultar, llamando completamente su atención, curiosa por lo que haría aquella pequeña humana, pero en cuanto los vientos cambiaron de dirección y la dragona captó su olor, sintió cómo es que su corazón después de tantos años roto por las pérdidas de sus seres más preciados volvía a latir con vigor, al instante reconoció aquel sentimiento y supo que esa chica llamada Laena no era una humana normal, aquella chica estaba destinada a ser su nueva jinete y ambas los sabían ¿Pero realmente sería digna de serlo? ¿Podría aquella niña ser digna de ocupar el lugar que su Burning Perzys había dejado vacío luego de su muerte? Aquello estaría por verse hasta que lograra completar el vínculo entre ambas.
—Lykiri, Vhagar...Has pasado tanto tiempo sin la compañía de un jinete, sé que nadie podrá comprarse con la Reina Visenya para ti; no creo ser tan digna de ser tu próxima jinete, pero si me lo permites, me gustaría mucho compartir los cielos contigo, Vhagar —para Laena fue más íntimo comunicarse con la legendaria dragona en su lengua materna, sabiendo que así habría una cercanía mayor entre ambas; en todo momento mantuvo un tono suave y respetuoso, manteniendo sus ojos fijos en aquel gran ojo que la miraba en todo momento, debería sentirse intimidada por el gran tamaño de la dragona, pero ella no sentía miedo, sentía fascinación y admiración por ella.
»Quiero ver las maravillas del mundo contigo como una vez lo hizo la Reina Visenya. Si me aceptas, prometo volverme digna de ti —en cuanto terminó de decir sus últimas palabras estiró lentamente su mano dominante hacia la majestuosa criatura, sus ojos brillando de emoción y anticipación ante lo que podría pasar.
La dragona que había luchado durante la conquista junto a los Conquistadores, su hermano y su amada, sintió como su corazón latía con fuerza ante cada palabra dicha por la pequeña humana, la cual al parecer a pesar de querer ser su próxima jinete, respetaba su unión anterior, dándole su lugar a quien fue su primera montura, algo que pensó que ningún humano haría, puesto que ese debilucho que ahora estaba en el trono que le había pertenecido a los tres Conquistadores, no había respetado la unión que Balerion tuvo con Aegon I; ya que a pesar de que "El Terror Negro" lo había rechazado tan pronto como se acercó a él, negándose a tomar un nuevo jinete después de la perdida de la Princesa Aerea Targaryen, Viserys quiso forzar un vínculo al intentar montar sobre el lomo de Balerion, diciendo en la lengua común que sería su nuevo jinete y que sería el mejor, algo que hizo enfurecer a su hermano y sin cuidado alguno lo lanzo fuera de él y emprendió vuelo solo, tomando la decisión de buscar sus últimos días alejado de Dragonpit, negándose a que otro idiota quisiera montarlo y forzarlo a tener un nuevo jinete.
La chica ante ella le hizo saber a Vhagar que aún había humanos respetuosos que se querían ganar el honor de unirse a ellos y no porque solo quisieran tener el poder que conllevaba ser jinete de dragón, por lo que la dragona de escamas verdosas supo que sí merecía ser su jinete, pero cuando vio que la chica levantaba su mano hacia ella vio una presencia justo detrás de ella, posando una mano en su hombro mientras le sonreía a la dragona de aquella manera que solo había sido reservada para su esposa Rhaenys y para la misma Vhagar; «Visenya» fue el pensamiento que cruzó por la mente de Vhagar al reconocer aquella presencia espiritual ante ella, su primera jinete la estaba animando a vincularse nuevamente, dándole el último empujón para que por fin aceptara a Laena, por lo que sin más y sin dudarlo Vhagar acercó su hocico a aquella diminuta mano, fijando sus ojos en los de la chica y volviendo a sentir aquella electrizante sensación recorrer su cuerpo, sabiendo por el pequeño jadeo que soltó la Velaryon que también lo había sentido, el vínculo se había formado y Vhagar tenía una nueva jinete, Laena Velaryon.
—¡Laena, debes emprender vuelo ahora mismo para finalizar la conexión! —se escuchó a Rhaenyra gritar desde la distancia luego de unos momentos en que dejó que el primer contacto pasara, habiendo permanecido en su lugar para no interponerse en nada.
Laena y Vhagar se miraron y como si fueran una, mientras la chica se movía hacia el costado de la gran dragona, ésta extendió su ala izquierda para que pudiera escalar, siguiendo cada uno de sus movimientos para asegurarse de que no fuera a caer, pero afortunadamente con los consejos que le había dado la Princesa, la Velaryon supo cómo subirse a la dragona, además de que todo lo hizo por instinto como si no fuera su primera vez en montar por sí misma a un dragón (*No vale que subiera en Syrax, es algo diferente*), aquello se debía al vínculo de dragón/jinete que ahora compartían ambas; en cuanto Laena estuvo en la espalda de su dragona se acercó a donde terminaba su cuello para sujetarse lo más posible a sus escamas, puesto que no había silla debido a que cada jinete creaba su propia silla y una vez fallecido el jinete su silla era colocada en su pira funeraria como una muestra de respeto al fin del ciclo de su sagrada unión.
Una vez que la joven Velaryon se aseguró a si misma a lomos de Vhagar, ésta se comenzó a levantar del suelo y caminó hacia el borde del acantilado, sus movimientos haciendo temblar el suelo debajo de ellas y Laena comenzó a sentir su corazón latir como loco, la adrenalina de tomar su primer vuelo con su ahora dragona la llenaba de una emoción que nunca había sentido antes y cuando estuvieron cerca del borde supo que había llegado el momento que había estado esperando por tanto tiempo desde que tenía uso de razón.
—Sovēs, Vhagar —dijo con tono firme y seguro, pero igualmente emocionado, sintiendo como la dragona parecía vibrar debajo de ella antes de lanzarse por el acantilado y extender sus grandes alas, tomando entonces el primer vuelo con un jinete después de tantas décadas, volviendo a sentir aquella emoción de antaño al surcar nuevamente los cielos en compañía.
—Vamos con ellas —dijo en su lengua materna y con emoción la Princesa en cuanto escuchó el grito de absoluta felicidad de Laena y al mismo tiempo el rugido de Vhagar una vez que estuvieron juntas en los cielos; la Heredera se subió a lomos de su propia dragona y se aseguró en su silla, instándola a emprender vuelo también mientras tomaba las riendas y la guiaba hacia el acantilado —. Sovēs, Syrax.
Mientras tanto en el hogar de la Casa Velaryon:
—Ya era hora, vieja amiga —murmuró con una pequeña sonrisa en su rostro una bella mujer de cabello rojo brillante cual llamarada de fuego carmesí y de ojos dorados, mirando hacia una parte específica en el cielo, celebrando internamente al ver cómo es que después de tantos años, Vhagar volvía a los cielos en compañía humana; estaba feliz de que su amiga se hubiera vuelto a vincular como en antaño hizo con Visenya I Targaryen, aunque claramente no se podía comprar el vínculo de alma que se tenía con el primer jinete, igual se podía llegar a formar un vínculo igual de fuerte, tal como había pasado con ella misma y su segunda jinete.
—¿Qué ha pasado, Mel? —preguntó la Princesa Rhaenys mientras miraba a la mujer desde la cama donde estaba recostada, habiendo dejado de lado su libro por la curiosidad que le dio ver cómo es que la pelirroja mantenía su mirada fija en el cielo, muy seguramente habiendo notado algo que sus ojos humanos no podían y a veces sentía algo de envidia de esa cualidad que tenía su fiel compañera.
—Tu Byka Zaldrīzes, logró que Vhagar volviera a vincularse con alguien —respondió con serenidad, dando un último vistazo al cielo cuando perdió a ambas dragonas de vista, girándose luego hacia su humana para verla mejor mientras platicaban, como siempre disfrutando de poder conversar con ella en su forma humana —. Puede que por fin su corazón comience a sanar un poco.
—Me alegra escuchar eso, merece volver a tener algo de felicidad —comentó con una pequeña sonrisa en su rostro, realmente feliz de que la dragona mayor volviera a tomar un jinete y que este le fuera sido dado por su pequeña dragona de todas las personas; después de tantos años hundida en el dolor por la pérdida de su amada Meraxes, su jinete Visenya y luego su hermano Balerion, merecía tener alegría en su vida y estaba feliz de que Laena fuera quien se la pudiera traer. Sabía que lo siguiente que iba a preguntar podría ser duro pero quería saber la respuesta, por lo que luego de unos segundos volvió a hablar —. ¿Si yo me fuera tú tomarías otro jinete, Meleys?
—No planeo perderte tan pronto a ti también, Issa burning perzys (Mi llama ardiente). Perdí a Alyssa muy temprano en su vida y a ti al igual que ella en su momento, te queda mucho por vivir —habló con tono serio pero suave, sentándose cerca de su humana en la cama, posando su mano dominante en la mejilla de la Targaryen y acariciándola con su pulgar con ternura, mirándola en todo momento a los ojos para que se grabara sus palabras —. Si es preciso que lo haga, yo misma daría mi vida por ti, Issa burning perzys.
La Princesa Rhaenys no dijo nada más luego de escuchar lo que su dragona y amiga le había dicho, puesto que no era la primera vez que le decía que moriría por ella para que pudiera seguir viviendo, y conociendo como de leales eran aquellos majestuosos seres, aquellas palabras no eran para tomarse a la ligera, ya que la lealtad que brindaba un dragón era para toda la vida que este portara, era un gran privilegio ser elegido para vincularse con uno y ella tenía el privilegio de ser justamente la segunda Targaryen en vincularse con Meleys "La Reina Roja", primera y única dragona que la Reina Alyssa Targaryen montó hasta su último aliento.
—Bueno, me asegurare de que eso no sea necesario, Meleys —murmuró mientras se acercaba más a ella, juntando sus frentes y uniendo su mano derecha a izquierda de la mayor, soltando un bajo suspiro al sentir como su cabello era suavemente acariciado por la mano que anteriormente había estado en su mejilla.
—Tu aroma está cambiando, pronto entraras en Rutina —le susurró pasados unos minutos en cuanto sintió el aroma de su jinete más fuerte que el día anterior y sabiendo lo que significaba bajó el hombro izquierdo de sus ropajes para dejar al descubierto aquella marca que le había dejado Aemma hacía más de quince años, fruto de la más pura y bella conexión que habían formado; a ella le dolía tanto sentir y ver el dolor que la muerte de la Reina había dejado en su jinete, verla pasar tanto dolor, soledad y agonía cada pocos días al mes cada tres meses —. Sabes que no es molestia para mí ayudarte.
De vuelta con Rhaenyra y Laena:
Después de haber tenido su primer vuelo para completar el vínculo, ambas jinetes y sus dragonas regresaron a la isla y aterrizaron tranquilamente, Rhaenyra fue la primera en bajar de Syrax y como siempre hacía se acercó a su cuello y lo acarició sin sus guantes hasta llegar a su hocico, ambas disfrutando del contacto directo de piel y escamas, sintiéndose así más cerca la una de la otra; Laena por su parte bajó con cuidado de Vhagar y se acercó a su cabeza, colocándose frente a su gran hocico, colocando ambas manos en él mientras miraba con cariño y admiración a la dragona mayor, la cual no pudiendo evitarlo comenzó a ronronear, disfrutando de las atenciones brindadas por su humana, provocando que ésta soltara un pequeño chillido de emoción al ver que Vhagar era receptiva a sus atenciones, sintiéndose completamente feliz de que la gran dragona la aceptara como su jinete.
Ver la clara felicidad que ahora compartían Vhagar y Laena enterneció mucho a Syrax y a Rhaenyra, las cuales admiraban la escena frente a ellas con sus corazones latiendo como locos en sus pechos, ambas fascinadas por lo que veían, se perdieron tanto en ello que no se dieron cuenta que la Velaryon se había acercado a ellas para hablar con la Targaryen, y cuando colocó una mano en el brazo de la menor para llamar su atención, pero tanto jinete como dragona soltaron un quejido de sorpresa, habiendo sido tomadas por sorpresa y cuando fijaron sus miradas en la otra (Dragona en dragona, humana en humana) se sintieron avergonzadas ¿Un dragón se podía sonrojar o se podía reír? Porque mientras Laena veía por unos segundos a la dragona de escamas doradas, pensando que si pudiera era probable que luciría un gran sonrojo como el que ahora tenía la propia Rhaenyra, y ciertamente lucia avergonzada ya que estaba mirando a todos lados menos a ella o su propia dragona, y por su parte Rhaenyra que había visto igual a la de escamas verdes, pensó que si pudiera posiblemente se estaría muriendo de risa en ese momento.
—Gracias por haberme ayudado a encontrar a Vhagar, Rhae —le agradeció completamente risueña, mirando a la más baja con afecto, optando solo por tomarla de las manos a pesar de que su primer pensamiento para agradecerle había sido besarla con todas las ganas que tenía pero no se atrevió a hacerlo, temiendo ser rechazada.
—No tienes que agradecerme nada, Laena, fue un gusto —comentó con una sonrisa entre tímida y satisfecha, sintiéndose feliz por haber ayudado a cumplir el sueño de la otra chica de tener su propio dragón; luego de una pequeña batalla consigo misma sobre qué hacer o no hacer, terminó decidiendo por levantar una de las manos de Laena hasta acercarla a sus labios, dejando un casto pero tierno beso en los nudillos, viéndola a los ojos en todo momento —. También quería aprovechar de hablar a solas contigo.
—¿Y qué sería eso que quieres hablar conmigo? —quiso saber con tono entre curioso y nervioso, mirando a la otra peliplateada, sintiendo su corazón latir como loco en su pecho ante lo que quería hablar la Princesa de los Siete Reinos con ella y de paso a solas.
—Quería hablar a solas contigo sin ningún tipo de interrupción porque quiero que la decisión sea absolutamente tuya —comenzó a hablar un poco nerviosa pero aun tomando el valor de iniciar aquella conversación con Velaryon que tenía su corazón junto con la Hightower —. Quiero tu entera honestidad en esto.
—Está bien, seré completamente honesta contigo, lo prometo —aceptó al instante y sin dudar, preparándose mentalmente para lo que se venía.
—Yo no quería que esto pasara de esta manera tan apresurada y poco romántica pero tenía y quería decírtelo yo misma y en persona, para que no solo te enterases por tu padre o alguien más —comenzó a hablar con tono nervioso pero suave, habiendo tomado unos segundos más para confesarse por fin, dando un paso más cerca de la Velaryon y mirándola a los ojos en todo momento.
»Laena, yo estoy enamorada de ti desde hace mucho, mucho antes de presentarme ya sabía que te amaba con todo mi corazón y que esto no era solo por ser Alfa, ser ahora una Alfa solo hizo que todo lo que siento por ti se intensificara y se hiciera más fuerte con cada momento que pasa; simplemente estoy enamorada de ti desde que éramos más pequeñas, Laena Velaryon quiero que sepas que te amo con todo lo que tengo, te amo como nadie más podría hacerlo ni como realmente te mereces —ella solo expuso su corazón frente a la otra chica, rezándole a todos los Dioses Valyrios que la ayudasen.
Mientras la menor hablaba o más bien, se le confesaba, Laena se quedó callada para no hacer que la otra se pusiera aún más nerviosa de lo que ya estaba, pero también debido a que cada palabra que escuchaba la dejaban estupefacta, puesto que no se esperaba en ningún momento que le confesara su amor por ella, mucho menos cuando sabía que Rhaenyra era muy cercana a Alicent Hightower y ambas tenían sentimientos la una por la otra; ella no era ciega y para ella era muy evidente la conexión que tenían ambas y sabiendo aquello se había llegado a resignar sobre tener alguna oportunidad con la chica que amaba, pero ahora esa misma chica estaba frente a ella confesándole a corazón abierto sus sentimientos y al estarla viendo directamente a los ojos Laena notó que todo lo que le decía era sincero y profundo, Rhaenyra Targaryen estaba enamorada de ella y se lo había dicho.
—Antes de que digas algo necesito decirte algo más... Laena Velaryon, para mí sería un honor que me concedieras el placer y honor de convertirte en mi esposa, que te unas a mí bajo las tradiciones de nuestras Casas —lo primero salió con tono un poco más agudo de lo normal debido al tremendo nerviosismo que sentía en ese momento debido a la falta de respuesta de la ahora jinete de Vhagar; luego de aclararse un poco la garganta volvió a hablar, sintiendo su corazón en la garganta.
—Sé que estás como si fueras a tener un ataque pero si no hablas o haces algo en este momento, la que va a tener un ataque es ella —de repente Laena escuchó en su cabeza una voz femenina, suave pero igualmente se le notaba lo dominante, la cual le habló en un alto Valyrio fuerte y claro, algo que obviamente la tomó por sorpresa pero centró su atención en la Princesa Heredera y al ver cómo es que sus hombros caían, rápidamente se acercó a ella, coloco sus manos en las mejillas de la menor y junto sus labios en un beso algo tímido y torpe debido a su propia inexperiencia.
Durante los primeros segundos en que sus besos se unieron, Rhaenyra no correspondió debido a que pensó que sería rechazada pero entonces cuando la Velaryon la beso, eso la dejo en shock, pero después de salir de su estado de sorpresa la rodeo por la cintura y la acercó más hacia sí, correspondiendo con emoción el beso, sintiéndose en la gloria por estar besando a Laena por fin; Laena era unos cuantos centímetros más alta que Rhaenyra pero eso no les impidió besarse, ellas solo se dejaron llevar por lo que sentían por la otra y se besaron con todo el amor que se tenían, por fin actuando en consecuencia de lo que habían estado callando desde hace años.
Ambas chicas se habían metido tanto en su pequeña burbuja que no se dieron ni cuenta cuando Syrax se alejó de ellas y se había quedado junto a Vhagar, la dragona adolecente miraba a la ya adulta dragona con emoción, admiración y en el fondo (aunque no lo supiera) amor; por su parte la dragona de escamas verdosas la miraba de reojo, sintiendo la clara emoción y admiración de la más joven por ella, y ahora que sus jinetes estaban comenzando una relación, ellas como sus dragonas tendrían que hacerse más cercanas, Vhagar posiblemente sería quien enseñara a Syrax cómo cambiar de forma para que lo comenzara a controlar, y así poder cambiar a voluntad y no cuando sus emociones estuvieran alteradas, después de todo no sería nada bueno sí sucedía en pleno vuelo.
Para cuándo las jóvenes jinetes se separaron por fin ambas tenían la respiración agitada, estaban sonrojadas y sus labios algo hinchados, además de que por las mejillas de Laena también bajaban lágrimas de felicidad y cuando Rhaenyra las vio, se aseguró de limpiarlas con suavidad con sus pulgares, dejando después un pequeño beso en sus labios, sonriendo un poco embobada por ser correspondida por la Velaryon menor.
—¿Eso significa que me correspondes y aceptas mi propuesta? —preguntó luego de unos segundos, su tono era algo nervioso pero quería asegurarse de que aquello no había sido solo un producto de su imaginación.
—¡Claro que sí, tonta! ... Yo también te amo, Rhae. Te amo con todo mi corazón desde hace mucho tiempo; siempre has sido tú quien ha estado en mi mente y en mi corazón, incluso habiendo la posibilidad de ambas presentarnos como Omegas yo te amaba, solo que no tuve el valor de confesarme «Menos sabiendo que Alicent Hightower también siente algo por ti» —respondió al instante, soltando una pequeña risita por cómo estaba la otra a pesar del beso que habían compartido hace tan solo unos segundos atrás; pero después se puso totalmente seria y se confesó ella misma, sintiendo como es que sus mejillas se calentaban un poco.
Pensó aquello último para sus adentros, acariciando los labios algo hinchados de la menor con su pulgar, preguntándose si Alicent había tenido la oportunidad de probarlos también, claro que el pensamiento la hacía ponerse celosa pero también prefería que esa pequeña experiencia que parecía tener la Targaryen fuera gracias a la otra chica, ya que podría ser más llevadero que si hubiera sido con alguna otra.
—Incluso si hubiéramos sido Omegas, te hubiera pedido que te casaras conmigo —le dijo sincera con una pequeña sonrisa antes de dejarle un beso en la mejilla.
Quizás en Westeros y en otros lados de las tierras conquistadas por los tres hermanos Targaryen era visto como una aberración que dos Omegas o dos Alfas estuvieran juntos, pero en el Feudo Franco de Valyria aquello era normal, y ellas al ser descendientes de Valyrios de sangre pura no se hubieran negado a lo que querían, y ellas querían estar juntas, menos se hubieran negado si sus destinos estaban entrelazados como lo estaban aunque ellas no lo supieran aún, pero Vhagar si lo sabía, y a través de los pensamientos de Syrax y el olor de la Princesa, sabía que también había otra Omega que tenía su destino entrelazado con el de ellas ¿Sería posible que las tierras que ella ayudó a conquistar volverían a tener una triada gobernando pero esta vez sí por un amor que no fuera solo fraternal? ¿Podría significar que la gloria volvería a estar en aquellas tierras? Solo esperaba que la posible rivalidad inicial no sea perjudicial para las tres futuras Reinas, aunque algo le decía que más temprano que tarde se darían cuenta que estaban hechas la una para la otra.
—Prometo que en cuanto tenga un anillo adecuado y merecedor de ti, te propondré matrimonio de manera correcta, Laena —habló con tono serio y solemne, mirándola a los ojos mientras tomaba las manos de la mayor y las acariciaba con ternura; cuando vio que iba a protestar negó ligeramente y volvió a hablar —. Y si, es necesario, te mereces un anillo perfecto para ti.
»Laena, quiero decirte esto antes de que unamos nuestras vidas para siempre, porque quiero que lo nuestro comience desde la honestidad y confianza —comenzó a hablar después de una breve pausa, al igual que había hecho con Alicent, ella le tenía que decir a Laena lo que planeaba hacer, después de todo la Velaryon era parte fundamental de todo aquello, sabía que podría ser el detonante para que la rechazara pero realmente esperaba que al ser completamente honesta desde el inicio podría hacerlo más llevadero —. No quiero que te sientas menos ni nada por el estilo.
»Mi padre planea casarse con Alicent antes del verano y yo tendré que casarme después de él, pero retrasare la boda todo lo posible hasta que tú te presentes y además estés lista de querer casarte conmigo; pero también hay algo más...Antes de la boda de mi padre yo planeo tomar a Alicent como mi esposa también bajo nuestras leyes y tradiciones.
—¿Nos tomarías a las dos como tus esposas? ¿Así como Aegon a Visenya y Rhaenys? —preguntó lo más serena que pudo pero en su interior estaba comenzando a sentir inseguridades, pensando que su matrimonio con Rhaenyra sería solo por pura fachada, que solo sería un matrimonio político como el de Aegon con sus hermanas.
—No quiero un matrimonio político con alguna de las dos, las quiero a las dos como mis iguales, como mis esposas y como mis Reinas —respondió al instante, queriendo aclararle de una vez lo que quería realmente, puede que ahora no fuera simple de entender, pero ella se encargaría de hacer que sus dos futuras esposas siempre se sintieran amadas; ella las quería a ambas y no podía ver su vida sin ninguna de las dos —. Quiero tenerlas a las dos en mi vida.
—Sabes que va a ser un tanto difícil porque ambas te amamos, no soy ciega para negar cuanto te quiere Hightower, pero si así lo deseas estoy de acuerdo con ser tu segunda esposa. No dejaré que ella te tenga solo para ella —habló luego de asimilar las palabras de la menor, soltando suavemente sus manos del agarre de la otra para dejar una en el hombro derecho, mientras la otra la colocaba en la mejilla izquierda, mirando aquellos labios con anhelo pero antes de poder probarlos nuevamente soltó una pequeña risita un poco amarga al captar algo.
»Aun no me he presentado y aun así puedo percibir su olor en ti, al parecer ambas somos muy posesivas contigo —murmuró antes de tomar aquellos labios en los suyos nuevamente, acercando a la más baja hacia sí y enredando la mano que había estado en la mejilla ahora en su cabello, queriendo mantenerla cerca al menos para que algo de su propio olor se impregnara en ella.
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