Capítulo 02: Parte 01 (29-08-2023)
Pov Nadie:
Luego de los acontecimientos del día anterior, Rhaenyra y Alicent regresaron a la Red Keep casi al anochecer, importándoles muy poco si les decían algo pero de todas maneras no les dijeron nada y tampoco es como si se fueran a atrever luego de la inesperada presentación de la Princesa; hasta ahora solo se sabía en la Red Keep pero sería solo cuestión de tiempo para que todo King's Landing se enteraran y si la capital se enteraba, harían falta solo días para que todos los reinos lo supieran, después de todo la Princesa no solo se había presentado a temprana edad sino que además lo había hecho como una Alfa; algo que para quienes tenían sangre Valyria y seguían las tradiciones de la Antigua Valyria era algo que los llenaría de orgullo, después de todo Rhaenyra era la primera después de tantos años en ser una mujer Alfa, además presentarse a tan temprana edad y la segunda en toda la existencia, siendo la primera la mismísima Rhaenys I Targaryen.
Cuando regresaron de su escapada Rhaenyra se reunió con Corlys Velaryon, quien sería su futuro suegro; la peliplateada quiso cerciorarse de que la Serpiente Marina no hubiera informado ya a su familia y afortunadamente no lo había hecho aún, esperando justamente reunirse con ella para hablar y asegurarse que no había imaginado que la Heredera había dicho que se casaría con su hija menor; la Targaryen se lo reafirmó y le pidió que no dijera nada a su familia, ya que quería ser ella misma la que lo hiciera, hablar en privado con Laena y que ésta no fuera obligada a aceptar su propuesta si aquello no era lo que quería; Corlys aceptó y luego de decirle a la chica que se sentía orgulloso y honrado de que ella misma decidiera tomar en matrimonio a una de sus hijas, además de decirle que ella le daría orgullo a su antecesora Rhaenys la Conquistadora, ambos se despidieron y fueron a sus respectivos aposentos.
Aunque la peliplateada no durmió sola aquella noche, siendo acompañada por su amada Alicent, aunque no hicieron nada, simplemente se prepararon para la noche y durmieron juntas y abrazadas en la gran cama de la Targaryen; Alicent quería pasar todo el tiempo posible con su amada antes de que ésta fuera a pedir la mano de Laena Velaryon, su lado más posesivo saliendo a la luz para marcar con su olor a la joven Princesa, queriendo hacerle saber a la Velaryon que ella no dejaría ir a Rhaenyra tan fácilmente.
A la mañana siguiente fue la misma Hightower quien despertó a la menor cuando les trajeron el desayuno, habiéndolo pedido un poco más tarde para así dejar descansar un poco más a la menor, sabiendo perfectamente que el día siguiente a la presentación podía ser agotador; quienes llevaron el desayuno no les pareció raro que la chica Hightower estuviera allí, después de todo era muy normal y común aquello, tampoco que la despertara con suaves caricias y susurros, ya sabiendo que si fuera alguien más la Princesa los maldeciría, les lanzaría lo primero que se encontrara y si corrían con suerte fallaría, lo cual nunca pasaba; pero siendo Lady Alicent quien lo hacía y su forma tan cariñosa de traerla fuera del mundo de los sueños, la menor se despertaba de maravilla y quienes eran espectadores de aquella escena todas las mañanas la miraban con ternura. Lo que quizás si les llego a sorprender esa mañana fue el cambio en el olor de la peliplateada, lo que les confirmó que ésta efectivamente era una mujer Alfa, pero no dijeron nada, solo dejaron las cosas en la recamara y salieron en silencio, dejando a las chica a solas.
Alicent: «Nyra, es hora de despertar. Despierta dormilona...Aunque quiera pasar todo el día contigo aquí sin que nos molesten, tienes que ir a Driftmark para hablar con la chica Velaryon» murmuró con tono suave y afectivo, dejando pequeños besos en la espalda, hombros y mejilla izquierda de la menor, sentándose en la cama para estirarse un poco pero terminó soltando una pequeña risita cuando la Targaryen se recostó entre sus piernas, frotando su rostro en su regazo mientras la rodeaba con sus brazos por la cintura. Al ver que su amada aun no quería despertarse, volvió a hablar, esta vez con un tono desdeñoso, virando los ojos con irritación y molestia al recordar a su rival, soltando luego un pequeño bufido que no pudo detener, realmente no quería a su rival. (*Yo mejor no digo nada 👀*)
Rhaenyra: «¿Sabes lo tierna que eres cuando estás celosa?» preguntó con su voz algo ronca por el sueño, soltando una risita enternecida cuando levantó la cabeza y vio el rostro de su amada, la cual ahora estaba sonrojada por las palabras de la peliplateada.
Alicent: «Eres imposible, Rhaenyra Targaryen» dijo con fingida molestia, dándole un pequeño golpe en la cabeza a la chica en su regazo pero sus mejillas seguían sonrojadas; cada que la peliplateada le decía cosas así se avergonzaba pero su corazón no paraba de latir acelerado por lo que esas palabras le causaban, la menor sabía lo que causaba y se la pasaba haciendo y diciendo cosas para provocar a la castaña.
Rhaenyra: «Pero así me amas, Alicent Tyrell» dijo sonriente, incorporándose lo suficiente hasta quedar a la misma altura que la mayor, dejando un pequeño beso en sus labios luego de haber dicho el nombre que su amada prefería para ser llamada, el nombre de la familia de su amada madre, Alysa Tyrell.
La Princesa sabia cuanto la castaña quería ser solo una Tyrell en vez de una Hightower; siempre había sido más unida con su madre Lady Alysa, amaba pasar tiempo con ella en el jardín que esta había conseguido hacer florecer en un lugar tan hostil e infértil como lo era el Faro, Lady Alysa había conseguido hacer florecer un hermosos jardín poco a poco desde que fue tomada en matrimonio por Otto Hightower; separada de su hogar y de su amada familia; la madre de Alicent se la pasaba contándole a su hija hermosas historias, así como transmitiendo los conocimientos de plantas medicinales que tenía, queriendo que su hija también tuviera y desarrollara sus propios conocimientos, pero cuando Otto se daba cuenta de que su esposa hacia aquello se los prohibía, golpeándolas a ambas porque eso era pérdida de tiempo, las encerraba por separado por días para quitarles esos pensamientos, pero aun así Alysa lo hacía en secreto y a pesar de la pérdida de su madre, Alicent seguía obteniendo conocimiento en secreto con familiares de su madre, intentando que su padre no se entere, porque lo más probable es que la termine de separar de su familia materna.
Rhaenyra: «Cuando sea Reina, te prometo que dejaras de ser una Hightower y no volverás a estar vinculada a esa casa; así como tu madre serás una Tyrell» aseguró y prometió con tono suave pero serio, mirando a la castaña directo a los ojos para que viera que sus palabras eran verdadera. Ella cumpliría el sueño de ser una Tyrell a la mujer que tanto amaba.
La joven castaña no dijo nada y en cambio tomó de las mejillas a la peliplateada, acercándola más a su cuerpo y uniendo nuevamente sus labios en un beso, ambas queriendo transmitirle a la otra cuánto la amaban; se besaron un poco más hasta que el estómago de la más baja hizo acto de presencia, provocando que se separaran y rieran un poco, la jinete algo avergonzada y la Dama con ternura y diversión. Antes de que la Targaryen se lanzara a comer su desayuno, la Hightower la arrastró al baño privado y la ayudó a asearse como siempre hacía desde que se convirtió en su Dama; pensaron que ahora que sabían que el amor que sentían por la otra era correspondido, ese tipo de cosas serían incómodas pero fue como siempre, salvo por los besos que ahora Rhaenyra se atrevía a robarle sin miedo al rechazo, ya que eran más que bienvenidos y correspondidos por Alicent.
Después de que Rhaenyra terminara de asearse salió del baño para que Alicent se aseara en privado sabiendo que la Dama era más reservada y tímida en ese aspecto, lo cual la jinete siempre ha respetado mucho y le daba su espacio sin dudarlo. Pasados unos minutos la castaña salió del baño completamente vestida y preparada para el día con un hermoso vestido azul; Rhaenyra por su parte se había puesto su ropa de montar y esperaba a su Dama sentada en la cama, terminando de colocarse las botas; cuando sintió la presencia de la Omega, la Alfa levantó la mirada y enseguida se puso de pie, admirando lo hermosa que se veía en aquel vestido que había mandado a hacer para ella con las mejores telas del reino, se lo había dado como regalo para su onomástico número dieciocho y rápida-mente se había convertido en uno de los favoritos de la castaña.
Luego de que la Alfa dijera lo hermosa que se veía y que besara sus nudillos con delicadeza, ambas se dispusieron a tomar su desayuno tranquilamente; el de Rhaenyra era algo más ligero pero igual seguía siendo un poco más que el de Alicent, después de todo como una jinete de dragón quemaba mucha más energía, además del entrenamiento que llevaba con Ser Harrold y su tío Daemon cuando este último estaba en la capital; sus comidas siempre procuraban ser bien resueltas para mantenerla saludable pero cuando debía volar tomaba algo ligero para evitar mareos o vomitar, cosa que hasta ahora no ha pasado pero igual tomaba precauciones. En cuanto hubieron terminado de comer todo, la chica Targaryen escoltó a la Hightower para que asistiera a su clase con la Septa Marlow, encontrándose fuera de habitación donde eran las lecciones a Ser Harrold; Alicent entró para su clase con la mujer mayor y cerró la puerta detrás de sí luego de despedirse de su amada.
Rhaenyra: «Ser Harrold, quédese cerca de Alicent en todo momento. No quiero que esté a solas con Lord Mano y mucho menos con el Rey, al menos no hasta que yo regrese de Driftmark» ordenó con tono serio, por un momento casi soltaba un gruñido al mencionar a su padre y a su perro faldero, aunque muchas veces (Para no decir que muchas) Viserys era el que parecía el perro faldero de Otto, lo cual era vergonzoso; Viserys era igual de manipulable que Jaehaerys, si no es que más.
Ser Harrold: «No se preocupe, Princesa. Lady Alicent será cuidada en todo momento y no será molestada» aseguró con tono sereno y solemne, inclinando un poco su cabeza y colocando su mano dominante cerrada en un puño en el pecho de su armadura. La palabra de la Princesa era su comando y él era su Caballero jurado, el más leal a ella y a quienes apreciaba.
Dejando la seguridad de su amada en buenas manos, la Heredera se en-camino entonces fuera de la Red Keep, saludando cordialmente en su camino a los sirvientes que se encontraba, recibiendo a cambio sonrisas suaves y genuinas, junto con inclinaciones de cabeza respetuosas hacia la Princesa de los Siete Reinos; cuando llegó al patio escuchó en el cielo el rugido de Syrax, la cual estaba descendiendo a su encuentro; para cuando la dragona aterrizó tranquilamente, Rhaenyra escuchó entonces la voz de su padre detrás de ella, éste estaba como siempre acompañado por Otto. No teniendo tiempo para ineptitudes, la Alfa los ignoró y se acercó a su fiel dragona, quien al instante cubrió a su jinete con su cuerpo y rugió a los dos Betas para que no se acercaran más.
Viserys: «¡Rhaenyra, tenemos que hablar ahora mismo! ¡Te prohíbo salir de King's Landing en este momento!» vociferó con algo de exasperación al ver a su hija prepararse para subirse en su dragona, quiso acercarse a ella pero Syrax volvió a rugir amenazadoramente haciéndolo retroceder algo asustado, molesto por no poder hacer que su propia hija lo obedeciera.
Rhaenyra: «Sōvēs, Syrax» dijo en alto valyrio con tono ronco tan pronto estuvo asegurada en el asiento, mirando fijamente a quien desgraciadamente era su padre; el odio que sentía por él desde la muerte de su madre se había vuelto cada vez más intenso desde que decidió tomar como esposa a la chica que amaba, y todas las emociones negativas que ahora sentía por él se hicieron notar al mostrar el cambio de sus ojos a un rojo intenso, provocando que tanto Otto como Viserys retrocedieran unos pasos.
Obedeciendo el comando de su jinete, Syrax alzó vuelo rápidamente, levantando polvo y provocando que algunos puestos que estaban cerca junto con otras cosas salieran volando y cayeran desparramadas, ambos Betas tuvieron que cubrirse los ojos y sostenerse mutuamente para no terminar cayendo al suelo, pero de igual forma se tropezaron, sosteniéndose el uno al otro por poco, cuando volvieron a abrir los ojos y vieron al cielo, la dragona y su jinete ya no estaban a la vista, lo cual frustró al dúo, quienes no tuvieron más remedio que volver a entrar. Por su parte Rhaenyra hizo que Syrax tomara vuelo hacia Driftmark, el clima aquel día estaba fresco por lo que no hubo necesidad de ir por sobre las nubes, así que la chica aprovechó de disfrutar las vistas como siempre, tarareando una canción de cuna que recordaba siempre le cantaban su madre Aemma y su querida prima mayor Rhaenys.
Rhaenys había estado muy presente en la infancia de la pequeña Rhaenyra, a quien protegía, cuidada, enseñaba e amaba como si fuera su propia hija, la nombrada «La Reina que nunca fue» había asistido en el nacimiento de la pequeña, algo que su propio padre se había negado a hacer, prefiriendo embriagarse con su Mano y otros miembros del Consejo Privado, según ellos en «celebración» por el Heredero. Luego de haber golpeado a Viserys y dejarle un ojo morado casi negro y romperle el labio, la Targaryen mayor fue con la Reina, limpiando ella misma el sudor de su frente, refrescando su cuello y pecho con paños de agua fría, soportando sin queja alguna y gustosa los fuertes apretones de Aemma en sus manos y ropas, subiéndose detrás de ella para ser de apoyo cuando la joven Reina estaba debilitada. Algo que solo sabían las matronas, Rhaenys y Aemma fue que tan pronto se escuchó el primer llanto de Rhaenyra, la mayor lloro de completa felicidad y alivio, por orden de la propia Aemma, Rhaenys fue la primera (Además de la matrona que había sostenido a la bebé cuando nació) en sostener a la nueva miembro de la familia Targaryen, tan pronto como estuvo entre sus brazos, la inquieta bebé se calmó y abrió sus ojos, mirando directo a esos parecidos; aun sin salir del shock por la niña entre sus brazos, la peliplateada mayor tomó asiento junto a la menor y ambas se quedaron admirando a la bebé con grandes sonrisas en sus ojos, ambas llorando de completa felicidad y amor.
Desde el día de su nacimiento, Rhaenyra siempre fue más cercana a Rhaenys que a su propio padre, prefiriendo pasar tiempo con la mayor y con su madre, sintiéndose completamente vinculada a ellas y solo a ellas; en ningún momento quiso la atención de Viserys, el cual en gran parte la ignoraba porque no era un varón, prefiriendo mil veces la atención de La Reina que nunca fue, quien gustosa se la daba en todo momento. Posterior a la muerte de Aemma, Viserys prohibió a su hija visitar o siquiera hablar con Rhaenys luego de un altercado que los Targaryen's mayores habían tenido, pero a pesar de la orden del Rey ella seguía enviando cartas a su prima mayor, nunca han dejado el contacto pero ese día iba a ser el primero en que se veían desde la muerte de la Reina, Rhaenys la vería como una Alfa ahora, y la Princesa se admitía a sí misma que estaba nerviosa por la reacción de la mujer que tanto admiraba y quería como una madre.
Durante su vuelo la joven Alfa fue sacada abruptamente de sus pensamientos cuando fue cubierta por una gran sombra y al escuchar un fuerte rugido sobre su cabeza, sorprendida miró hacia arriba y fue entonces cuando vio a Vhagar, la dragona más longeva entre los dragones de la casa Targaryen, por un momento la chica temió un enfrentamiento pero ambas dragonas rugieron ligeramente y Vhagar desapareció nuevamente, dejando a la peliplateada atónita por haber visto tan de cerca a semejante criatura; apenas unos minutos después fue que pudo salir de su estupor e instantáneamente ideó un plan, esperando que pudiera llevarlo a cabo con éxito, aunque el haberse encontrado justamente con Vhagar podía tomarse como una buena señal, por lo que habiendo dejado de lado el enojo causado por Viserys y Otto, animó a su dragona a llegar cuanto antes a su destino y apenas unos pocos minutos después avistaron el hogar de los Velaryon.
Mientras se iban acercando la peliplateada pudo divisar a la «Reina Roja» Meleys, el dragón hembra de Rhaenys, actualmente el dragón más rápido que se ha conocido hasta ahora; Rhaenyra y Syrax tenían una buena relación con Meleys así como con su jinete, después de todo la Targaryen mayor había sido quien acompañó a la menor a montar por primera vez a su propio dragón, aunque se podría decir que esa fue la segunda vez que Rhaenyra montó un dragón, puesto que días después de su nacimiento, con la aprobación (En realidad petición) de Aemma, las tres montaron a Meleys en un corto viaje por el reino, cumpliendo la tradición Targaryen de llevar a los bebés con sangre de dragón a volar, para que así formen vínculos y se acostumbren a aquellas majestuosas criaturas. Viserys se había enfadado mucho por aquello cuando se enteró, Daemon anteriormente antes del nacimiento de su sobrina le había dicho que él como el único jinete entre ambos podría cumplir la tradición de la familia, ya que el familiar más cercano (hermano o primo) con un dragón podía hacerlo cumplir si los padres no podían, cosa que el mayor aceptó pero cuando se supo que era una niña, el Beta dijo que ella no merecía cumplir la tradición porque no era un varón, ocasionando que el Alfa se enojara con él.
Según Viserys la tradición solo podía hacerse con los hijos varones y al Rhaenyra no ser uno, no podía hacerlo, algo que era una completa estupidez ya que desde la Antigua Valyria se llevaba aquella tradición, no importaba el sexo del bebé, pero Viserys estaba muy metido con tener un hijo varón que le quería negar las cosas a su hija. A pesar de que el Beta había prohibido que su hija fuera parte de aquella tradición, la madre Omega la hizo cumplir, formando ella misma parte de aquel hecho; aunque él quiso arremeter por la clara desobediencia, Rhaenys lo hizo callar y retirarse cual perro con la cola entre las patas cuando lo amenazó con Meleys y su propia espada, logrando que se retirara y no dijera nada mas al respecto.
Recordar cada ocasión en que su padre la ha rechazado por la ilusión de tener un hijo varón e incluso llegar a lastimarla por el simple hecho de ser mujer le afectaba a la joven Alfa aunque lo quisiera ocultar, aunque desde hace años no le afecta como al principio; de pequeña quería que su padre la viera y reconociera por las cosas que sabía que podía hacer a pesar de su sexo «débil» como siempre le dice, había querido tanto hacerlo sentir orgulloso pero nunca pudo. A la joven edad de cinco años la Princesa le había pedido a los Dioses que su padre la quisiera pero cuando se dio por vencida por fin, empezó a pedir ser hija de otros, de quienes han demostrado quererla y valorarla, verla por quien realmente es y puede ser sin importar su sexo, entre quienes había pedido ser hija estaban su tío Daemon, Ser Harrold y Rhaenys, esta última era por quien mas había pedido poder ser hija, aunque sabía que algo así no podía pasar a menos que renaciera, ella seguía queriéndolo, todo sería tan diferente si no fuera hija del Rey Viserys I Targaryen.
¿?: «Pequeña dragona, cuánto has crecido» dijo en Alto Valyrio Rhaenys con tono alegre y cariñoso cuando estuvo lo suficientemente cerca de la menor y la dragona dorada, viendo cariñosamente como la chica desmontaba y se acercaba al instante a ella en cuanto escucho su voz y la vio, ambas uniéndose en un fuerte y añorado abrazo, sintiéndose ambas completas que cuando estaban separadas; mientras las jinetes se abrazaban, las dragonas de estas tomaron vuelo y se fueron a cazar algo.
Rhaenyra: «Te he extrañado tanto» murmuró con tono suave y algo amortiguado por haber escondido su rostro en el hombro de la peliplateada mayor, abrazándola con fuerza mientras inhalaba aquel aroma que la hacía sentirse tan segura y como en casa; si fuera por ella no se alejaría nunca de la Beta, se quedaría con ella donde fuera que estuviera.
Rhaenys: «Lamento tanto no haber ido a verte antes, no quería que Viserys se pusiera a hacer una escena mientras estaba tan reciente la... lo de Aemma» se disculpo con tono bajo y arrepentido, colocando su mano dominante en la cabeza de la más baja; por un momento su voz se apago ante la mención de la muerte de la Reina, aun era algo delicado recordar la muerte de la amiga que tanto había apreciado, si tan solo el estúpido de su primo no se hubiera obsesionado tanto con tener un hijo varón y no hubiera prohibido su entrada en la habitación quizás la Reina aun estaría con vida.
Rhaenyra: «Lo entiendo y aunque no pudiste estar físicamente, me has apoyado mucho más de lo que él ha hecho. Ni siquiera le importa lo de mamá, no le tembló la mano ni un segundo para decidir tomar una nueva esposa» dijo lo primero asintiendo ligeramente, sabiendo que la mayor se hubiera quedado con ella desde el primer día pero el Rey había prohibido que se vieran o estuvieran en contacto, sin embargo todos los días han intercambiado cartas. Hizo una pequeña pausa y luego volvió a hablar, revelando el nuevo hecho que quizás se comenzaría a dar a conocer dentro de nada a todos los reinos.
Rhaenys: «¿Qué? ¿Cómo que va a tomar otra esposa? Ya te nombró como su Heredera ¿Para qué busca más?» cuestionó con molestia, separándose con cuidado de la chica, sintiendo como poco a poco su enojo y odio hacia su primo iba creciendo con cada segundo que pasaba. Buscar una nueva esposa era buscar más hijos, un varón al cual poner como Heredero por sobre su ya nombrada Heredera, si el Rey llegaba a tener un hijo y más si este era Alfa, sería una clara amenaza para el reclamo al trono de la chica.
Rhaenyra: «Ayer llamó a una reunión con el consejo y dio a conocer que se casaría con Alicent. Ella ni siquiera estaba allí y mucho menos estaba enterada de nada» contó con seriedad y evidente molestia, viendo como ésta apretaba la mandíbula, soltaba un gruñido apenas contenido y por unos segundos sus ojos destellaron en dorado, mostrando su condición de Beta, pero segundos después tomó una bocanada de aire para calmarse.
Rhaenys: «Supongo entonces que eso fue lo que hizo que te presentaras. Eres una Alfa, tal como tu madre y yo dijimos» luego de tomarse unos momentos para calmar sus emociones volvió a hablar, esta vez con suavidad, colocando una mano en la mejilla de la más baja, acariciándola con el pulgar, mirándola con gran orgullo; ella se había dado cuenta tan pronto la olio cuando la abrazo.
Rhaenyra: «¿Estás orgullosa?» preguntó tímida y algo insegura, sintiéndose nerviosa porque ella la fuera a rechazar o algo, pero sus miedos se disiparon cuando la Beta le dio un beso en la frente.
Rhaenys: «Estoy muy orgullosa de ti desde el día en que naciste, no me importa que seas pero sí, estoy orgullosa de ti, pequeña dragona» habló con cariño y orgullo, sonriéndole maternalmente cuando vio como la tensión desaparecía de los hombros de la Alfa cuando ésta escuchó sus sinceras palabras.
La joven Alfa quiso decirle que ojala y fuera su hija en vez de la de Viserys, que si así hubiera sido las cosas serían tan diferentes, pero cuando iba a decir algo fue detenida por la voz del joven Laenor de trece onomásticos, el cual venía agitado y muy nervioso, gritando el nombre de la mayor entre ambas, verlo así enseguida alertó a ambas Targaryen pero en especial a Rhaenys puesto que ese día justamente había ido un hijo del Señor del Mar de Braavos para pretender a su sobrina menor; algo debía haber pasado para que Laenor estuviera así, por lo que el chico no necesito seguir acercándose más porque ellas corrieron hacia él y entonces les contó que la reunión que estaba teniendo su madre Saelanys con el hombre que había venido con el pretendiente se había tensado de repente y que Rhaella lo había mandado discretamente a buscar a su tía para que fuera con ellos o que fuera a buscar a Laena, ya que esta última estaba a solas con el hombre de Braavos.
Rhaenys miró a Rhaenyra y esta no necesito mas, se alejo de ellos y fue en busca de su prima, mientras que el chico y la mayor iban con Rhaella y Saelanys; guiándose por su olfato obtuvo rápidamente el rastro del aroma de su prima pero junto con este estaba el de un Alfa, el cual tenía claras intenciones de mas que un simple cortejo, la joven Alfa se sintió enfadar porque este tipejo quisiera cortejar a Laena, ella no podía permitirlo. Pasados unos pocos minutos pudo encontrar el lugar y escucho unas voces algo lejanas, las cuales claramente estaban discutiendo, así que rápidamente se fue acercando, atenta y lista para atacar y defender a la Velaryon a como diera lugar.
¿?: «Vamos, te has puesto ese vestido para provocarme, sé que quieres que te monte , si me das una buena mamada quizás me piense el marcarte» se escuchó la voz del hombre que se supone había venido a cortejar a la joven Velaryon, su tono era completamente lascivo y arrogante; tan solo eso le bastó a la Princesa para querer darlo de comer a Syrax pero fue cuando vio cómo el desgraciado tenía a la chica sujetada por las muñecas contra una pared y se restregaba contra ella, la peliplateada luchaba contra él pero el tipo era más grande que ella y al ser un Alfa la superaba en fuerza.
Rhaenyra vio rojo con la escena que estaba presenciando y enseguida se lanzó hacia ellos, tomando al Alfa por la parte de atrás del cuello y del antebrazo izquierdo, clavando con fuerza sus uñas en la piel, aquello lo tomó por sorpresa y este soltó a Laena rápidamente, la cual angustiada miró sorprendida como la Princesa alejaba a aquel hombre de ella y lo tiraba al suelo como si nada, luego se puso protectoramente frente a la Velaryon y le gruñía amenazante al Alfa, el cual cuando salió del shock inicial se levantó y desenvaino su espada y cargó contra ella; Laena gritó ante esto puesto que la jinete no tenia espada, estaba desarmada pero aun así se enfrentó a él esquivando los ataques de su espada y en cambio golpeándolo a puño limpio y con furia, terminó desarmándolo luego de unos momentos cuando le pateó la mano, una vez desarmado fue tirado al suelo nuevamente y Rhaenyra se subió encima de él, sujetándolo por el cuello de la camisa mientras lo golpeaba sin reparo con su mano libre.
Aquella escena fue la que presenciaron Saelanys, Rhaella, Laenor y Rhaenys cuando llegaron al lugar, detrás de ellos venía el acompañante el cual al ver aquello se puso a gritar que iban a tener problemas por ese ataque pero ante el grito de Laena de que el hombre se había querido aprovechar de ella y que su prima solo la estaba defendiendo, Saelanys dijo que quienes estaban en problemas eran ellos; Rhaenys se acercó a la joven Alfa mientras la familia Velaryon se reunía con la menor de las gemelas.
Rhaenys: «Rhaenyra... ¡Rhaenyra!...Ya debe estar muerto, no vale la pena gastar más energía» fue necesario que usara una especie de voz de comando Alfa que ella tenía a pesar de ser una Beta, no solía usar aquello pero sabía que era necesario porque sino la chica no pararía y al instante en que la escucho se detuvo y la miró, sus ojos estaban ahora de un rojo brillante y algo oscuro, reflejando su condición como nueva Alfa y el enojo que tenía en ese momento.
Mientras que los Velaryon ni se inmutaron al escuchar que el Alfa podía estar muerto, su acompañante jadeo sorprendido y corrió hacia el cuerpo de su señor, revisando por si mismo si estaba muerto o no; Rhaenyra ya se había separado del tipo y se dejó calmar por la mayor, la cual le susurraba que todo estaba bien y que había hecho lo correcto, lastimosamente el Alfa gorjeo y escupió sangre, tomando algo de aire mientras se intentaba levantar, pero estaba tan golpeado que no tenía fuerzas.
¿?: «Maldita puta...¡Me las voy a coger a todas!» maldijo a duras penas con cólera, escupiendo sangre en el suelo, viendo como algunos de sus dientes caían junto con la sangre, aquello lo enfureció más y gritó aquello último mientras miraba a las mujeres ante él; había sido humillado por una chiquilla y nadie había hecho nada para hacerla pagar.
Rhaenyra: «Dijiste que querías una mamada ¿No? ¿Por qué no te la das tú mismo?» habló con tono serio y oscuro, acercándose a donde estaba tirada la espada del tipo, la tomó como si nada, dándose cuenta que era una simple burla, no pesaba nada y apenas tenía filo, solo era de adorno para aparentar algo que no era. No le serviría a ella para lo que necesitaba hacer por lo que al primer guardia que estuvo cerca de ella le quitó la espada y se encaminó nuevamente al intento de Alfa.
En cuanto los visitantes vieron que tomaba la espada del guardia y se les acercaba con ella en mano se quisieron alejar, pero fueron detenidos por otros dos guardias los cuales los levantaron del suelo y los agarraron con firmeza; Rhaenys al ver aquello se acercó a su hermana y sobrinos y les dijo que no vieran aquello, Saelanys cubrió los ojos de sus hijas mientras Laenor fue tapado por su tía, pero ambas adultas se quedaron viendo la escena, no era la primera vez que veían una acción así. Rhaenyra tomó un pañuelo que le fue ofrecido por uno de los guardias ya que ella no tocaría al tipo sin protección en su mano, este en cambio fue despojado de su pantalón delante de la Princesa, la cual se posiciono de costado y blandió la espada rápidamente, cortando al instante el miembro flácido, este cayó al suelo y en segundos la herida comenzó a sangrar a borbotones, los gritos del Alfa se podían escuchar por todo el lugar pero segundos después fue silenciado cuando su propio miembro fue puesto con fuerza en su boca, haciéndolo atragantarse y tener arcadas, no pudo escupirlo por la forma tan brusca en la que fue introducido.
El sirviente traumado y el cuerpo sin vida del «Lord» fueron escoltados fuera del lugar por los guardias y llevados al barco en el que habían llegado con la advertencia de que el Señor del Mar de Braavos se enteraría de aquello y habría consecuencias. Cuando la familia estuvo a solas, Laena se acercó a su prima y la abrazo con fuerza, la más baja al instante al rodeo con sus brazos y la hizo sentir segura en ellos y rodeada de su protector aroma, si bien aún no se había presentado, el aroma Alfa de Rhaenyra la tranquilizaba de una manera que no había sentido antes.
Rhaenyra: «Nadie te volverá a tocar sin tu consentimiento. Mataré a quien se atreva a hacerlo» juró con absoluta seriedad y sinceridad, apretando un poco sus brazos alrededor de la chica más alta pero sin lastimarla, manteniéndola lo más cerca posible, completamente ajena al hecho de que estaba cubriéndola con su aroma.
Las gemelas mayores intercambiaron miradas ante aquello, ellas sí podían notar y oler lo que estaba pasando ¿Podría ser que la Princesa se había imprimado de la menor de las gemelas Velaryon?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top