Capítulo 01: Parte 02 (04-06-2023)

Para los lectores de esta historia que recién comienza, si quieren conocer como lucen o lucieran los personajes de la historia, vayan a mi tiktok, dónde en minutos subiré el vídeo.

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Pov Nadie:

Después de lo que había sucedido en la sala del Consejo Privado, Rhaenyra caminó aún muy furiosa hacia el jardín donde Alicent debía de estar comiendo, necesitaba saber si su amada estaba al tanto de lo que se había anunciado, Otto seguramente le habría informado de que quería hacerla esposa del Rey ¿Verdad? Ella realmente esperaba que la Hightower no supiera nada porque si no era así y en cambio durante todo este tiempo lo había sabido y se lo había ocultado a ella, sería mucho peor que la traición de su padre, si Alicent era parte consciente y activa de aquella traición no podría soportarlo, estaría devastada pero tenía que escucharlo de su propia boca si era así.

Todos y cada uno de los sirvientes, guardias o incluso algún noble que se encontraba por el camino de la Princesa, se apartaban conmocionados, el olor de la chica había cambiado, las feromonas de enojo que estaba liberando eran potentes y hasta el más rudo se había arrodillado y mostrado su cuello en sumisión; quedaron sorprendidos al caer en cuenta de que la Princesa se había presentado no solo a temprana edad sino que lo había hecho como una Alfa y tal parece que una muy poderosa y dominante; tan pronto como la nueva Alfa desaparecía de sus vistas, los que habían presenciado aquello comenzaron a hablar entre sí y a contarles a otros las nuevas noticias, todo mientras la peliplateada llegaba al jardín, guiada por su olfato. Siempre tuvo un olfato muy desarrollado pero ahora parecía haber aumentado y estaba completamente centrado en el aroma de su Alicent, el cual sentía ahora más embriagador que hace unas horas, pero luego se preocuparía por eso, ahora tenía algo más importante que hacer.

Alicent por su parte se encontraba comiendo tranquilamente el desayuno, aunque preferiría que Rhaenyra estuviera allí con ella, pero entendía que la peliplateada debía hablar con su padre, ella misma le había dicho que fuera para ver si podían arreglar un poco las cosas, la Omega esperaba que cuando la Princesa fuera a su encuentro le dijera que todo estaba mejor con el Rey; mientras esperaba que su amada terminara de llegar, la Hightower recibió las dos porciones de pastel que había pedido para ambas, el pastel nunca podía faltar, además de que ayudaría a subirle los ánimos a la menor si la reunión no resultaba ir bien. Un tanto ajena a su entorno, la chica no se dio cuenta que los Caballeros que estaban allí para su protección se estaban comenzando a inquietar, solo lo hizo cuando se colocaron frente a ella con sus espadas desenfundadas y mirando los alrededores en completa alerta desde donde estaban.

—¿Qué sucede? ¿Qué... —preguntó entre asustada y confundida la Hightower, mirando inquieta a su alrededor, pero cuando iba a volver a preguntar algo, un aroma embriagador y fuerte llegó a su nariz, aquello la tomó por sorpresa y la confundió hasta que percibió que era el aroma de «¿Rhaenyra?» preguntó para sus adentros, buscándola con la mirada, era el aroma de su amada pero mucho más fuerte, dominante y embriagador que hace unas horas, segundos después de que el aroma llegara hasta ella, la Targaryen apareció en el jardín y se le veía muy molesta.

—Déjennos ¡Ahora! —habló con un tono autoritario y que no dejaba espacio a la oposición, dándoles una mirada dura a los Caballeros, los cuales casi se cayeron en su apuro por salir de la vista de la chica, pasando rápidamente junto a la Heredera mientras ésta caminaba hacia su Dama, la cual estaba un poco aturdida por la situación pero no estaba para nada asustada, incluso cuando parecía que debía estarlo, pero en cambio estaba sorprendida e hipnotizada al ver los ojos ahora de un rojo brillante de la Targaryen, además de su exquisito aroma, habiendo caído en cuenta por fin de que la menor se había presentado como Alfa.

—Dime que no sabías nada sobre el compromiso con mi padre —habló con su tono algo desesperado y herido, después de que los Caballeros prácticamente salieran corriendo del jardín, tomando una de las manos de la mayor cuando esta se puso de pie y estuvieron frente a frente, mirándola directo a los ojos, queriendo ver la verdad o la mentira en ellos, los ojos nunca podían esconder nada aunque la persona lo intentara.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Tu padre se va a casar? —comenzó a preguntar con completo y genuina incredulidad, frunciendo el ceño luego de salir del estupor que le había provocado la llegada de la ahora Alfa, esperaba cualquier cosa menos aquello, no estaba enterada de absolutamente nada.

—Maldito bastardo...Tu padre convenció al mío de que te tomara como esposa...Te casarás con mi padre, Alicent —murmuró aquello primero con completo odio, soltando un gruñido luego de haberse alejado un poco de la otra chica, volviendo a hablar con su tono un poco más suave pero aun alterado, acercándose nuevamente a su Dama, soltando aquello último con dolor, provocando con sus palabras que la castaña la mirara completamente sorprendida y sin palabras, volviendo a confirmarle a la peliplateada que Alicent era ajena a todo aquello, cosa que la aliviaba pero también la ponía cada vez más furiosa porque Otto se la había dado en bandeja a Viserys.

—¿Q-qué? Rhaenyra dime que solo estas bromeando...Te juro por mi madre que no sabía nada de esto, Nyra. Ni siquiera estoy cerca de tu padre, por favor créeme —comenzó con algo de miedo y esperanza por igual, rezando porque solo fuera una broma de mal gusto, pero el dolor, la rabia y seriedad en los ojos de la más joven le hizo saber que no era ninguna broma. Luego de una pausa de unos segundos continuó un poco desesperada, tomando las manos de su amada entre las suyas temblorosas, su voz también temblaba por el miedo a que no le creyera, quería que viera que era absolutamente sincera en lo que le decía.

Ella no quería casarse con el Rey Viserys, no quería casarse con nadie más que no fuera Rhaenyra; desde que conoció a la joven Princesa y se hicieron cercanas, Alicent había decidido que si tenía que contraer matrimonio sería con la peliplateada y con nadie más. Cuando ella misma se presentó como una Omega, estuvo rezando todos los días a los Siete para que Rhaenyra se presentase como Alfa, así podrían casarse sin problemas; aunque hubieron días en que su parte racional le recordaba que no había nacido ninguna otra mujer Alfa desde la Reina Visenya Targaryen, pero ahora Rhaenyra se había presentado como una, después de tantos años de que no se hubiera visto a una.

Algunos decían que se debía a la maldición de Valyria y que los Targaryen la habían traído a Poniente con su llegada; otros que eran por las uniones incestuosas pero otros decían que se debía a que no había habido ninguna otra lo suficientemente digna para ser una mujer Alfa. Antes de la conquista, en Poniente eran asesinadas las mujeres Alfas tan pronto como se presentaban, porque no se aceptaba que alguien del sexo más "débil" fuera más fuerte, dominante y sensata que un hombre, les parecía aberrante y antinatural.

Cuando llegaron los Targaryen a lomos de sus dragones y conquistaron los Siete Reinos, todos quedaron atónitos al ver que Aegon no era el líder del trío, sino que en realidad lo era su hermana mayor Visenya, quien además se había presentado a una edad temprana, cosa que no se había visto nunca. Una de las primeras leyes que crearon los tres conquistadores fue que no volverían a asesinar a ninguna otra chica que se presentara como una Alfa, incluso si era una bastarda; y quien se atreviera a ir contra esa ley perecería ante los dragones de los conquistadores.

—No dejaré que te cases con mi padre. Nos iremos de aquí lo antes posible —sentenció con tono serio, colocando su mano dominante en la mejilla de la mayor con suavidad, luego de haberse acercado más a ella y sentir como la castaña colocaba sus manos en su cintura, mirándose directo a los ojos. La mirada de la peliplateada reflejaba su decisión mientras que la de la castaña mostraba sorpresa por lo que la otra había dicho.

—¿Qué? Rhaenyra no podemos hacer eso, tu eres la Heredera al trono —habló con algo de incredulidad en su tono, mirando a la otra con completa sorpresa, negando ligeramente mientras la veía a los ojos. No podían hacer eso, sería traición, además de que los Siete Reinos no se podían quedar sin su Heredera, sería un total caos, y ellas jamás estarían tranquilas, siempre serían perseguidas para que regresaran.

—Me importa una mierda el trono ahora, no voy a dejar que mi padre se case contigo, ni él ni nadie más —replicó con tono serio y lleno de cólera, soltando inconscientemente un gruñido al pensar en alguien más desposando a su amada Alicent. No podía permitir que eso pasara, poco le importaba dejar todo en ese mismo momento y simplemente llevarse a la Hightower lo más lejos posible; nadie merecía estar enlazado a la mayor de esa manera, ni siquiera ella misma, pero sabía que nadie más amaría tan profunda e incondicionalmente a la Omega como ella.

—Por más que quiera y desee aceptar irme contigo ahora mismo, y los Dioses saben que es así. No podemos irnos, eso sería traición, Rhaenyra...Tú eres la única hija del Rey, la única Heredera, no tendrás mayor consecuencia ¿Pero yo? Mi padre no descansará hasta encontrarme y me mandará a matar por haber avergonzado a nuestra casa; correría el mismo destino que mi primo Adam —comenzó a hablar con tono suave y sincero, mirando a la menor con todo el amor y cariño que le tenía, queriendo que viera la verdad en lo que decía, negando ligeramente y con pesar; luego de una pequeña pausa continuo hablando pero su tono cada vez se puso más bajo y algo temeroso, temblando un poco ante el recuerdo de haber visto cómo habían perseguido durante tres años enteros a su primo Adam, lo que él vivió luego de ser encontrado y regresado a Oldtown, dejó a Alicent con traumas y no quería pasar por eso, cualquier cosa menos eso.

—Jamás dejaría que algo así te pasara, Alicent. Mataría a cualquiera que tan siquiera se atreviera a intentar acercarse a ti con la más mínima intención de lastimarte —dijo rápidamente y con su tono completamente serio, sintiendo su sangre hervir con el simple pensamiento de que alguien se acercara a su Alicent para lastimarla como lo habían hecho con Adam Hightower. Ella acabaría con todo y todos si la castaña llegaba a salir lastimada de alguna manera.

—De eso no tengo ninguna duda, Nyra. Así como yo te necesito, el reno te necesita; los Siete Reinos necesitan a su futura Reina —comenzó a hablar con una pequeña sonrisa en sus labios y su tono suave; acercándose más a la menor y juntando sus frentes. Ella sabía y sentía que Rhaenyra sería una gran Reina que le traería mucha prosperidad al Reino.

—Tal parece que solo tú y mi madre creían en mí para gobernar —murmuró con tono bajo y un poco sombrío al recordar la última noche que había pasado junto a su madre antes de que se pusiera de parto y muriera por culpa de su padre. Aemma le había vuelto a decir que ella era lo que los Siete Reinos necesitaban, ella tenía todo lo que se necesitaba para reinar verdaderamente, como una vez había sido en la era de los Conquistadores.

—Tu madre era una mujer muy sabia...Pero nosotras no somos las únicas que creemos en ti, tienes a muchos que no dudaron en doblar la rodilla y jurarte lealtad, cuando llegue tu momento estarán ahí para ti —comentó aquello primero con una pequeña y cariñosa sonrisa, recordando con nostalgia los momentos que había pasado con la Reina Aemma; siguió hablando con afecto y seguridad, colocando su mano debajo de la barbilla de la Targaryen y levantándola con suavidad para que la mirara a los ojos.

Ambas chicas se miraron directo a los ojos durante unos largos segundos, inconscientemente se fueron acercando poco a poco; Alicent incluso cerró los ojos ante el posible y claro beso que se avecinaba, pero cuando sus labios estuvieron a punto de rozarse por fin, escucharon pasos apresurados y pesados, junto con el crujir de una armadura. La Targaryen y la Hightower se separaron rápidamente y la primera se giró para ver al intruso, gruñendo enojada por la interrupción, casi dispuesta a arrancarle la cabeza a quien fuera el desafortunado, pero Alicent la agarró del brazo y la detuvo al ver a Ser Harrold llegar y acercarse a ellas.

—Princesa, lamento mucho la interrupción, pero Lord Otto Hightower está buscando a Lady Alicent —informó Ser Harrold con su voz un poco agitada por la carrera que había tenido que dar, también llena de disculpa y arrepentimiento por haber tenido que interrumpir a las chicas, pero era mejor que él lo hiciera a que fuera alguien más que muy probablemente comenzaría a difundir rumores.

—Que se joda y se vaya al carajo...Ven conmigo, necesitamos hablar sin interrupciones —soltó lo primero con enojo apenas contenido, gruñendo ante la mención de la Mano de su padre; no lo quería cerca de ellas en esos momentos, quería privacidad pero allí no la tendría, por lo que luego de una pausa pequeña, tomó una de las manos de su Dama con cuidado y delicadeza, diciendo aquello último con tono suave.

— ¿A dónde iremos, Nyra? Sabes que no tenemos mucha privacidad aquí en el castillo —comentó un poco confundida, su ceño ligeramente fruncido mientras se dejaba guiar por la Alfa, la cual las fue encaminando fuera del jardín, siendo seguidas por el Caballero, el cual las seguía de cerca pero igual a una distancia prudente, siempre cuidado de la Princesa y su Dama.

—Por eso saldremos del castillo un rato. Necesito hablar contigo en privado y sin molestias de tu padre —respondió rápidamente, conduciendo a la castaña por uno de los pasadizos que su tía Rhaenys le había enseñado años atrás, pasadizos que usaba la Targaryen mayor para sacar a la difunta Reina Aemma del castillo, ni siquiera el propio Viserys tenía conocimiento de ellos.

No pasó mucho tiempo para que el trío llegara al final del túnel en el que estaban, la peliplateada subió una escalera que estaba contra una de las paredes, con cuidado empujando y moviendo el techo falso, cuando quedó libre el espacio termino de subir, una vez fuera le tendió la mano a la castaña para ayudarla a salir, por su parte Ser Harrold cuidaba que no se fuera a caer, luego subió él mismo; después de que los tres estuvieran en el exterior y el hombre volviera a colocar el suelo/techo falso en su lugar, vieron su entorno, dándose cuenta de que efectivamente estaban fuera y un poco apartados del castillo, estaban rodeados de árboles y el lugar estaba bien oculto.

Tanto el caballero como la Dama Hightower fueron tomados por sorpresa cuando escucharon un crujido no muy lejos de ellos, él se puso alerta hasta que vio a dos caballos esperando en el lugar, se acercaron a los equinos cuando la menor les hizo señas para que la siguieran; las chicas compartieron uno y el hombre tomó el otro; Rhaenyra los guió hacia su destino y luego de unos minutos por fin llegaron, era una hermosa pradera llena de vida y que irradiaba paz y serenidad, además de que estaba bien oculta, brindando la privacidad que necesitaban en ese momento. El trío desmontó los caballos y los dejaron pastando cerca; Alicent se alejó de ambos Alfas, mientras que Rhaenyra aprovechó aquello y rápidamente le entregó el pequeño saco donde estaban las piedras preciosas a su Caballero Jurado, dándole instrucciones de llevarlo al mejor joyero para que fabricara los anillos y los collares, y que ella misma se reuniría con él para decirle cómo los quería.

Luego de eso la Alfa se acercó a la Omega, quedándose embobada por un momento al ver lo hermosa que se veía admirando las flores que estaban en la pradera; un rato después salió de su ensoñación y se terminó de acercar a la Omega, la cual al instante sintió su presencia y se giró hacia ella con una pequeña sonrisa en su rostro; al momento de sus miradas encontrarse, ambas chicas sintieron como si fuera la primera vez que se estuvieran viendo, a pesar de que ya habían pasado ocho años de haberse conocido, el vínculo que tenían se había formado aquel día y con el paso del tiempo de fue haciendo cada vez más fuerte; ambas poco a poco fueron descubriendo lo que realmente sentían por la otra pero decidieron callar por el miedo al rechazo y por lo que significaría para ellas si Rhaenyra se presentaba como una Omega como ella. Sin embargo eso ya no sería un inconveniente, ambas sabían que amaban a la otra más no sabían si eran correspondidas, y ahora estaba el tema de que Alicent estaba prometida al Rey Viserys, la Hightower no se podía negar a es. Mucho menos si su padre ya había aceptado aquello, pero había algo que si se podía hacer, y Rhaenyra ya lo había decidido, solo faltaría que Alicent estuviera de acuerdo.

—Esta no era la manera en que quería decirte esto, realmente quería algo diferente y más íntimo, pero si no lo digo ahora, después será demasiado tarde...Alicent yo estoy enamorada de ti incluso antes de saber lo que era el amor, contigo tengo la mejor conexión que se podía tener con una persona que realmente te complemente y te haga mejor persona. Antes de presentarme estaba segura de mi amor y devoción por ti, pero ahora es mucho más fuerte, más intenso; simplemente estoy enamorada de ti, Alicent Hightower, te amo con todo de mí, lo hago como sé que nadie más podría hacerlo —comenzó a hablar con su tono suave y algo nervioso, mordiéndose el labio inferior por unos segundos para tomar algo de valor para seguir hablando y cuando Alicent la tomó de las manos y le dio una pequeña sonrisa para que prosiguiera y así lo hizo, derramándole su corazón a la mayor.

La castaña se quedó en completo silencio y escuchando atentamente cada palabra de la Targaryen, sintiendo su corazón latir rápido y con fuerza en su pecho, mordiendo su labio con fuerza para evitar sollozar, pero no pudo evitar que sus lágrimas bajaran por sus mejillas, al contrario de lo que pensaba la jinete, esas eran lágrimas de completa felicidad. La Omega estaba más que feliz por la confesión de la Alfa, tanto que no pudo contenerse cuando la otra termino de hablar y rodeándole el cuello con sus brazos, redujo el espacio que las separaba y la besó por fin.

Al principio el beso fue un poco torpe, puesto que Rhaenyra no correspondió al instante por el estupor en el que se encontraba pero unos segundos después si le correspondió, rodeándola por la cintura con suavidad y acercándola más a ella, sus cuerpos quedando al ras. Solo con ese beso ambas chicas se sintieron completas como nunca antes, sus corazones latían con fuerza en sus pechos, uno contra el otro como si fueran uno.

—Por si mi beso no fue suficiente...Yo también te amo, Nyra. Estoy perdidamente enamorada de ti desde que te conocí, incluso si en algún momento llegué a intentar negar lo que siento por ti, simplemente no pude hacerlo porque lo que siento por ti es mucho más fuerte que mi propio raciocinio, incluso más que mi propia fe. Tú lo eres todo para mí, Rhaenyra Targaryen —murmuró aquello primero luego de separarse del beso, dejando un pequeño pico en los labios de la jinete, la cual la miraba embobada; luego de unos segundos confesó sus propios sentimientos por la menor, esperando sonar lo más sincera posible porque Rhaenyra era su todo, así como ahora sabía que ella lo era para la peliplateada.

En cuanto la Dama terminó de hablar, la gran y radiante sonrisa que la Princesa tenía ahora en el rostro, plasmaba un poco la felicidad tan grande que sentía en ese momento; rápidamente tomo a la castaña entre sus brazos, levantándola del suelo y haciéndolas girar unas cuantas veces, ambas chicas riendo alegremente hasta que volvieron a su posición inicial. Rhaenyra colocó con delicadeza sus manos en las mejillas de la mayor y la volvió a besar, esta vez ambas correspondieron el beso con un poco más de confianza y menos nerviosismo; Alicent colocó su mano izquierda en el medio de la espalda de la jinete y la otra fue a su nuca, acariciando con ternura esa zona, pero cuando la Targaryen le mordió el labio y tiró un poco de él, la Hightower adentró sus dedos en el cabello platinado y jalándolo un poco, ambas soltaron un suspiro contra los labios de la otra, sintiendo como sus mejillas se calentaban con cada segundo que pasaban besándose, era muy probable que ambas estuvieran sonrojadas en ese punto.

Unos segundos después se separaron, teniendo la respiración algo agitada? Sus labios estaban algo rojos e hinchados, pero las radiantes y embobadas sonrisas que ahora tenían no tenían comparación, se sentían muy felices de saberse correspondidas por la persona que más amaban y de haber compartido por fin un primer beso, y no solo un tímido y accidental roce de labios como había pasado tres años atrás, los besos que habían compartido ahora si eran verdaderos besos, besos que demostraban lo que sentían la una por la otra. Unos momentos después la jinete de Syrax se alejó de su amada, diciéndole que esperara un poco, rápidamente se acercó a los caballos y tomo las cosas que Ser Harrold le tendió, dándole una pequeña sonrisa orgullosa y feliz a la chica, la cual le sonrió devuelta, con un pequeño sonrojo en sus mejillas, luego regresó junto a la castaña, la cual la miraba atenta, viendo como preparaba una manta en la yerba y la ayudaba a sentarse, segundos después también tomó asiento y saco algunas frutas que había traído en un saco bien amarrado; las chicas pasaron un buen rato solo comiendo las frutas y dándose pequeños besos en los labios, mirándose directo a los ojos, estés reflejando siempre el amor que se tenían y profesaban, estaban pasando un agradable rato solo ellas dos, pero Rhaenyra tenía que hacerle saber a Alicent sobre su plan.

—Alicent, quiero proponerte algo, la decisión es completamente tuya por supuesto...Antes de que te cases con mi padre, cásate conmigo bajo la tradición Valyria. Concédeme el honor de convertirte en mi esposa, Ali —dijo aquello primero con algo de nerviosismo pero en sus ojos se notaba su decisión y esperanza, tomando una de las manos de la Dama y dejando un pequeño beso en el dorso; luego volvió a hablar esta vez un poco más segura, mirándola a los ojos en todo momento, sintiéndose más que nerviosa por la respuesta de su amada.

— ¿Podemos hacer eso? ¿Podemos casarnos aunque yo este prometida y me tenga que casar con el Rey? —preguntó entre confundida, sorprendida y esperanzada luego de haber escuchado las palabras de la Alfa. Si había algo que Alicent quería más que nada en el mundo desde que descubrió y acepto sus sentimientos por la Targaryen, era poder casarse con ella, pero con la posibilidad de que ambas fueran Omegas y ahora que ella había sido prometida al propio padre de su amada, su deseo se veía cada vez más empañado, hasta ahora.

—Si podemos, una boda Valyria es más fuerte y tiene mucho más valor que una boda Westerosi por todo lo que conlleva. Tu matrimonio con mi padre no valdría porque estaríamos unidas en muchos más sentidos y mucho más fuertes. La tradición Valyria tiene mucho más poder que cualquier otra tradición o cultura, un lazo que fue sellado en sangre, magia y bajo los Dioses Valyrios, jamás podrá ser roto a diferencia de las uniones Westerosi's —explicó entre serena y emocionada, tanto porque la castaña pareciera que podría aceptar y por hablar sobre las tradiciones de las Casas de la Antigua Valyria, principalmente de su propia Casa; viendo como la chica mayor prestaba suma atención a cada una de las palabras que decía. A la Dama le gustaba mucho escuchar a la jinete hablar de las tradiciones y de la cultura de su Casa y todo lo que sabía de Valyiria.

A pesar de que Rhaenyra no había siquiera nacido durante el Feudo Franco de Valyria, desde muy pequeña ella ha estado adquiriendo los conocimientos de los libros y que habían sido traídos de la Antigua Valyria, además de lo que los Targaryen, Velaryon y Celtigar mayores le habían estado enseñando que ellos mismos aprendieron de otros; como ellos mismos le habían dicho «Lastimosamente la cultura se está perdiendo, se está olvidando y dejando de lado» pero afortunadamente Rhaenyra tenía otros familiares y amigos cercanos de la familia que se complacían de enseñarle a los miembros más pequeños, la primera en la lista era siempre su tía, la Princesa Rhaenys Targaryen.

—Claro que aún no tengo un anillo pero lo tendré en poco tiempo, y cuando lo tenga te pediré de una mejor manera que te cases conmigo. Y durante estos días podrías pensarlo bien, yo esperare tu respuesta ese día —dijo rápidamente algo avergonzada, maldiciéndose internamente por no tener un anillo para una buena propuesta; pero nuevamente, la ojivioleta no se esperaba todo lo que había sucedido después de su vuelo matutino, mucho manos pensaba confesarse y proponerle matrimonio a Alicent tan pronto, pero no se arrepentía de todo eso, de lo único que si se arrepentía era de no tener un anillo adecuado para la ocasión.

—Nyra, yo no tengo que pensar mucho mi respuesta porque te puedo asegurar que será la misma respuesta hoy y siempre...Sí, si me quiero casar contigo, quiero ser tu esposa, Rhaenyra —murmuró risueña mientras negaba ligeramente y se acercaba un poco más a la ojivioleta, colocando su mano en la mejilla derecha de ésta y acariciándola con ternura, terminando de darle la respuesta a su propuesta.

Tan pronto como Alicent termino de hablar y Rhaenyra procesó la información, se le acercó y nuevamente la volvió a besar, esta vez un poco más intensamente, siendo correspondida con la misma intensidad; poco a poco se dejaron llevar por el beso y Alicent terminó recostada en la manta, mientras la ojivioleta se elevaba sobre ella, manteniendo su peso en su antebrazo izquierdo, mientras su mano derecha acariciaba el costado de la ojimarrón. Estuvieron besándose en aquella posición durante unos minutos más, el beso cada vez se iba haciendo más intenso y ambas chicas se iban sintiendo con ganas de mas, en el fondo ambas querían dejarse llevar por sus instintos y lo que sentían pero no era el momento ni el lugar, así que con esfuerzo Rhaenyra rompió el beso, dejando en cambio pequeños y dulces besos en las mejillas, la nariz y la frente de la mayor, la cual soltaba pequeñas risitas por los besos que recibía; luego de eso las dos solo se quedaron en la misma posición solo riéndose, admirando la belleza de su amada, ambas fascinadas solo por eso y sus ojos reflejaban el amor y devoción que sentían la una por la otra; un rato después la peliplateada se incorporó, sentándose nuevamente.

—Sé que esto que te diré te va a molestar mucho pero... Después de que te cases con mi padre, yo me casaré con mi prima Laena posiblemente cuando tengamos diecinueve onomásticos —comenzó a hablar luego de haber tomado una gran bocanada de aire como para darse valor para decirle de una vez a Alicent lo que había decidido en la reunión del consejo privado.

Ella sabía perfectamente que lo que diría no sería en absoluto del agrado de su amada y en su propia voz se notaba un poco el nerviosismo por la reacción de la Hightower pero también se notaba su decisión y seguridad, ella no se arrepentía de haber tomado aquella decisión.

—¿¡Qué!? ¿Cómo que te casaras con Laena Velaryon? —exclamó con completa incredulidad puesto que las palabras de la jinete la habían tomado desprevenida, no se esperaba aquello pero luego de procesarlas un poco, terminó preguntando con algo de furia en su voz, sintiendo su sangre hervir por el solo hecho de imaginarse tal escena, sentándose nuevamente y mirando a su amada directo a los ojos.

Su molestia no era solo por la noticia, sino porque ella estaba más que segura de que la Velaryon no dudaría en aprovechar aquello, para Alicent era más que obvio que estaba enamorada de la Targaryen; y entre ella y otras que también sabia o intuía que también gustaban de su Alfa, ella sentía que Laena si podía ser una rival por el afecto de la Princesa Heredera.

—Elegí casarme por mi propia voluntad con Laena, mi padre y el tuyo querían que me casara con Jason Lannister, incluso antes de presentarme. Preferí casarme con alguien de mi propia elección —argumentó con serenidad, tensando un poco su mandíbula cuando dijo lo que Viserys y Otto habían planeado hacer, pero terminó por negar un poco para alejar la cólera que le provocaba aquello, para ella Laena era la única candidata para contraer matrimonio.

La peliplateada siempre tuvo el pensamiento de que las harían contraer matrimonio en algún momento para unir nuevamente a ambas familias, ella nunca sintió que eso fuera alguna obligación porque si no se hubiera enamorado de Alicent lo habría hecho de Laena, era la única aparte de su Omega con la que sentía una conexión, además de que también tenía sentimientos por ella, aunque no lo supiera del todo.

—Sabes que ella no me gusta, Rhaenyra...Pero entre ella y Jason Lannister, supongo que ella es más pasable —dijo con hastío, cruzándose de brazos a la vez que hacia un mohín, tomando una pausa de unos segundos y luego termino de hablar, aceptando que entre uno y otro, ciertamente la mejor opción era la Velaryon pero igual no le agradaba aquello, y era más que notorio para la jinete.

—Mi amor, sabes que a ti no te gusta que ninguna mujer u hombre esté cerca de mí —habló con un tono divertido, acercándose a la castaña y dándole un beso en el puchero que estaba haciendo, queriendo que quitara aquella expresión de molestia que cargaba. Antes besaba su mejilla para que cambiara la expresión, pero ahora podía besar directamente sus labios como siempre quiso.

—Pues claro que no me gustan, porque tú eres mía así como yo soy tuya...Espera, me dijiste amor —respondió con su tono algo aniñado pero también serio, su ceño ligeramente fruncido al recordar a todas los que han estado intentando llamar la atención de la Princesa; si las miradas pudieran matar, todos y cada uno de los "pretendientes" estarían metros bajo tierra. El beso la hizo callar y al instante sonrío un poco tímida, sus mejillas ahora ligeramente sonrojadas, unos segundos después dijo aquello ultimo luego de que su cerebro procesara que su amada la llamara así.

—Pues eso eres, eres mi amor, mi vida. Eres mi todo, Alicent Hightower —respondió con ese tono sincero y amoroso que solo le daba a Alicent, mirándola con amor, colocando su mano suavemente en la mejilla de la otra, acariciándola con el pulgar con ternura.

La castaña entonces se sentó a horcajadas en el regazo de la peliplateada, rodeándole los hombros con sus brazos después de haber colocado los de la menor alrededor de su cintura; una vez estuvieron en una posición cómoda, Alicent beso a Rhaenyra con amor y pasión, queriendo transmitir que sin importar lo que pasara en los próximos meses o años, ellas seguirían amándose, porque su amor era más fuerte que cualquier cosa.

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