Años (1/3)
Era un hermoso día en Duckburg, a diferencia de hace mucho se veía..... Cambiado. Había locales de celulares (arreglo y accesorios), restaurant con televisión a la vez que había conexión inalámbrica a igual que en los parques.
A pesar de que la tecnología había llegado a la ciudad aún conservaba espacios de flora y fauna en algunos sectores. Lo único que seguía en su lugar era aquel edificio con forma de caja fuerte, quien rumores dicen que le pertenecía al pato más rico y aventurero del mundo; desde hace más de 30 años no se supo más nada de él ni de sus riquezas, lo último que se supo por rumores es que el pato había decidido dejar de lado sus negocios para luego desaparecer.
Sus aliados a igual que sus enemigos lo buscaron sin cesar pero fue en vano, no hay rastros de Scrooge McDuck. Mientras que su familia, su sobrino y sobrinos nietos siguieron sus vidas; siendo los mejores en sus áreas laborales, el único que sigue el negocio familiar del viejo fue Louie Duck quien se casó con una pata de ascendencia británica quien tuvo gemelos, tienes muchos socios como enemigos a igual que su tío abuelo.
Dewey Duck se volvió el mejor piloto y más joven que tuvo la armada aérea, capaz de ir a más de 180 km/h era los ojos en el cielo para dar las ubicaciones de los contrarios; luego a sus 25 años se embarcó de aventuras buscando tesoros y misterios ocultos, hoy en día sigue haciendo lo que lo apasiona con su esposa, con quien tuvo un hijo varón.
Huey Duck es un excelente científico quien a sus 20 años descubrió la cura de una extraña enfermedad que destruía el sistema inmunológico; fue premiado con un premio de medicina. A igual que su tío Donald fue un padre sobreprotector con sus tres hijas a quienes ama con todo su corazón a igual que sus nietos. Actualmente trabaja en una universidad siendo profesor de biología patológica.
Mientras que el sobrino de Scrooge, Donald Duck, a los 36 años se casaría con su amada novia con quien tendría una hija un año después. Dieciocho años después Donald increíblemente volvería a tomar la decisión que jamás se le ocurriría cruzar su cabeza: Volver a la Naval.
Sucedieron muchas cosas para que haya tomado ésa decisión de volver a aquellos lugares de peligro extremo que nunca quiso pisar sus patas de nuevo; siendo un marinero veterano en un momento de suma urgencia en donde los rivales iban a atacar a los soldados y a las personas inocentes que estaban en medio de ése conflicto el pato dirigió la tropa como si fuera un gran comandante a su pelotón; guiaba a túneles a igual que advertía los ataques del enemigo. Después de una ardua batalla lograron salvar a todo un pueblo a igual que los rivales levantaron banderas blancas de rendición.
Después de vuelta en su país para su sorpresa les dieron ropa nueva dejando atrás su ropa de marinero y en una ceremonia en donde asistió el presidente de U.S.A. y el alcalde de Duckburg se lo ascendió a teniente de navio. Toda su familia a igual que su tío Scrooge estuvieron allí para felicitarlo por su logró.
– Y así es como conseguí éste uniforme. — terminaba con una sonrisa el pato anciano, a la vez que uno de los cuatro pequeños patitos le entregaban una foto en donde el tenía un traje blanco con varías medallas y portaba un sombrero. — Tiempo después me retiraría pero aún ayudó para planes de tácticas o para cualquier duda que tenga algún joven marinero.
– Wow tío Donald, éso fue increíble; nunca creí que fueras tan asombroso — decía un patito con flequillo al costado con una chaqueta y camisa de color rojo. — es más creí que eras....
– Aburridooo — volteaba sus ojos otro patito con un suéter de color azul y con las plumas de su cabeza alborotado — ya tío para cuando vamos a tener más aventuras y peligros — decía con una sonrisa a la vez de hacer movimientos de pelea con sus puños.
– Uy si como si fueras a hacer lo que sea, la última vez saliste huyendo cuando apareció ésa cosa extraña parecido a ése cantante muerto de los años 80' — respondió con burla el patito de color rojo. Al instante ambos se pusieron a pelear entre ellos por lo que el pato mayor tuvo que parar el parloteo con un fuerte golpe en el suelo de su bastón.
– ¡Jack, Phill es suficiente! Les dije que se comporten; al menos que quieran ir al trabajo de sus abuelos — los dos patos se quedaron callados y se sentaron de nuevo en su lugar.
Lentamente tomaba de su hombro una pequeña patita de cabellos blancos con rodetes y un vestido verde — u-uh ¿Tío Donald?.
El anciano quitó su cara de molestia en cuanto miró a la pequeña por lo que (como pudo) se inclinó hasta su nivel de estatura — Oh, ¿Qué ocurre pequeña Wendy?.
La pequeña movía sus patas con timidez por lo que no pudo conseguir hablar; un patito un poco más mayor de estatura a los otros tres patitos con un peinado hacía atrás, chaleco marrón y una camisa de color violeta se percató de aquello y la alentó a hablar mientras le sonreía — vamos Wendy, dile lo que me dijiste.
La patita toma valor y quita detrás de su espalda un portaretrato — ¿Q-Quienes son ellos dos tío?.
El pato lentamente toma el portaretrato y se vé a tres aves; un loro de color verde con un sombrero de color amarillo, un saco amarillo con y moño de color negro quien sostenía en una de sus manos enguantadas un paraguas de color negro; un pato blanco como la nieve misma de ojos azules, con camisa y sombrero de marinero de color azul y un moño de color negro quien lo cubría una clase de alfombra de colores primarios y secundarios; y un gallo de color marrón casi rojo, con una chaqueta y pantalones de color rojo, a los costados de esos pantalones traía dos pistolas y tenía un sombrero gigante en su cabeza. Los tres sonreían a la vez que unos fuegos artificiales estallaba detrás de ellos.
El pato sonrió con nostalgia y respondió — son unos buenos amigos; se llaman José — señalaba al loro — y Panchito — para luego señalar al gallo. — los conocí después de volver de la guerra, para mi cumpleaños. José es de Brasil y Panchito de México.
– ...¿B- Brasil?...¿México? — se preguntaba con extrañeza a la vez que el pato mayor asentía por lo cual sus ojos se iluminaron por la emoción — ¿Conociste toda sus culturas y más en esa época?.
– Sí, ése mismo día ambos me dieron una clase de tour por los lugares que ellos conocían; me enseñaron sus tradiciones y bailes.
Los cuatros patitos se quedaron boquiabierto — ¡¿Bailaste?!.
– Oh sí, pero no es nada niños. Después de una aventura en la que no estaban sus abuelos no los volví a ver.
El anciano pato había bajado su cabeza con nostalgia a la vez de tristeza; los niños no pudieron evitar sentir algo de pena por ello. El patito con chaqueta marrón decidió romper aquella tensión con una pregunta.
– Oye abuelo — el anciano levantó su mirada para verlo — ¿Te acuerdas alguna aventura con ellos?.
El miró por un momento al frente hasta que una pequeña sonrisa salía de su pico por lo que indicaba un Si.
Escena en retrospectiva
– ¡LES JURÓ QUE LOS VOY A DESOLLAR POR ENTROMETERSE!
Un sujeto con un sombrero amarillo (casi asemejandose al dorado) los estaba amenazando con una pistola.
– Q-Que bonita vista — decía con sarcasmo mientras se aferraba a la madera de las vías del tren.
El mercenario había robado la plata que Panchito había encontrado en una iglesia antigua enterrada bajo tierra; lo anduvieron siguiendo con el infernal 313 hasta una de las locomotoras, por lo que bajaron del vehículo para enfrentarse al bandido; mientras intentaban detenerlo el pato había caído del vagón, justo antes de caer al vacío se había agarrado de las vías del tren.
– ¡Mi amigo, Donald ha caído!
– Creo que nuestro amigo ahora está bajo tierra.
- U-Uh no — sus manos resbalan para luego caer — Waaak!!! ¡Daisy si has escuchado lo que han dicho los chicos lamento todo éso aunque éso es mentira!.
~Un momento... – interrumpe la pequeña patita — tío, ¿Hiciste algo malo a tía Daisy?.
Vió por detrás de los otros dos patitos azul y rojo al de chaqueta marrón quien hacía gestos de no decir nada; el pato anciano volvió a ver a la pequeña quien lo veía con inocencia, después de tanto meditar dijo
– No le compré bombones de chocolate. Y sí le decía éso ella se iba a molestar.
La miraba serio pero en su interior rogaba por Walt que se queden con ésa respuesta por lo que la pequeña patita respondió.
– Que malo eres tío Donald, debiste haberle comprado — inflo sus cachetes y lo miraba con cierto enojo — le hubieras dicho la verdad
– Tranquila Wendy — dió palmaditas en su cabeza — ya le expliqué y aunque se enojó al principio ya no está enojada por éso, en fin ¿Donde estaba? Oh si.....
El pato caía al vacío, sintió que era su fin hasta que sintió que cayó sobre alguien; estaba aturdido cuando escuchó las voces de sus amigos.
– ¡Donald ha vuelto a la acción! — decía alegre el gallo.
– ¡Rapido Panchito hay que ayudarlo! — decía el loro a la vez que murmuraba algo que no alcanzó a escuchar.
En ése momento sintió algo filoso posar sobre su pico, el bandido lo tenía acorralado en el suelo; sin escapatoria sólo lo miraba.
– ¡No sé que maldita suerte tienen pero ésto se acaba ahora! — De la nada le vuela en su rostro un paraguas negro en la cara; intentaba quitárselo pero se dirigió a su sombrero para luego mandarlo a volar a quien sabe donde.
– ¿Y ahora que hacemos? — preguntaba Jose.
– Debemos buscar una forma de detener el tren — decía Panchito.
– Uh ¿Cuanto dijiste que construyeron estás vías? — Preguntaba temeroso el pato por lo que sus amigos lo vieron señalar hacía el otro lado que visualizan un cartel de "Fin del camino" que terminaba en un barranco.
Los tres caballeros pensaban un plan rápido para escapar de la perdición, por lo que Donald pensó un plan en el que hacía funcionar su auto en sentido contrario al que iba el tren; primero descarriaron el vagón con la plata, ya hecho ésto subieron rápidamente al 313.
– C'mon, funciona por favor — intentaba funcionar su auto mientras sus amigos se subían al auto; después de varios intentos logró que arrancará — Gracias 313 — decía con alivió, alivio que le duró poco.
– Uh no podrías apurar a que arranque — preguntaba su amigo mexicano quien señaló el hecho que el tren ya estaba cayendo al precipicio.
– Funciona, funciona, funciona, funciona, funciona — suplicaba el pato para que arrancará rápido el auto.
En un momento inesperado su auto anduvo como si tuviese un cohete en sus ruedas.
– ¡Wow, ¿Qué le pusiste a mi auto?!
– ¡Chiles habaneros, demasiados picantes!. — Gritó el gallo.
El auto salió disparado del último vagón del tren justo antes de que el tren cayera en su totalidad para perderse en ése cañon, milagrosamente el auto logra aterrizar en las vías del tren.
– ¡Lo logramos, viva el 313! — Gritaba con alegría el loro brasileño.
– Fueron los mejores chiles habaneros que pude haber comprado — lamentaba el gallo mientras que el pato expulsaba todo el aire que había retenido.
Después volvieron al lugar donde quedaron los barriles de plata, en cuanto abrieron vieron que se había hecho líquido; su amigo brasileño iba a tocarlo pero su amigo mexicano le quitó la mano rápidamente del barril, explico que hace mucho la gente para que la plata y las monedas no perdieran su brillo eran rociados con....
– ¡¿Mercurio?! — preguntaban impactados los cuatro patitos por lo que el pato mayor asintío.
– Fue la broma del centenio para ser honesto — levantó sus hombros con una pequeña sonrisa.
– ¿Y cómo reaccionaron ustedes? — preguntó con curiosidad el patito de azúl. El pato sonrió de sólo recordar.
– ¡¿Entonces todo lo que pasamos fue por nada?! — preguntó angustiado el pato mientras que los otros agacharon la mirada con tristeza.
Al instante levantaron sus miradas para luego tener pequeñas sonrisa para luego carcajear por lo sucedido; tal vez fue una broma del destino, pero aquello logró reunirlos una vez más.
– Y éso es todo niños, ya nos vamos al templo de los grillos — el anciano pato se levantó de su asiento y con su bastón se dirige a la puerta cuando...
– ¿Los extrañas? — se volteó a ver quien preguntó de los pequeños y fue su nieto quien habló y sus tres bisnietos lo miraban expectante. El pato suspiró con nostalgia y dijo.
– Por supuesto, ellos son mis mejores amigos — les dirigió una sonrisa para luego proseguir — y ya iremos de aventuras a uno de ésos países para que los conozcan.
Los patitos festejaban con alegría mientras brincaban; era emocionante el viajar a otros países con su tío bisabuelo, Donald no pudo evitar reírse por la reacción de los pequeños; pero así siempre fue el pato, amaba con locura a su familia, desde sus sobrinos, hija, esposa hasta sus nietos y bisnietos.
Y ése mismo cariño atesora a aquellos que ha amado y querido y que ya no están presentes pero aún siguen viviendo en su corazón. Ése mismo cariño le tiene a sus dos mejores amigos quienes ganaron un lugar más en su inmensa familia.
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Hola chic@s. Por como verán esta historia está dividido en tres partes, el primero es Donald 💙
Me base en el Headcanon de Lady Skeleton; me encantó la idea de Donald contándole historias a sus nietos y bisnietos 💙♥️💚❤️
Y como dice la imagen, Donald en este OS tiene 84 años (85 esté año) está bien veterano pero su espíritu paterno y aventurero sigue en su lugar.
Y para recalcar:
Jack 💙 (suéter azúl): Nieto de Dewey, edad: 10 años.
Phill ♥️ (chaqueta rojo): Nieto de Huey, edad: 10 años.
Wendy 💚 (pequeña con vestido verde): Nieta de Louie, edad: 8 años
Los tres serían los sobrinos bisnietos de Donald 💙♥️💚.
Ethan 💜 (Chaqueta marrón y camisa violeta): Nieto de Donald, edad: 12 años.
(Perdonen si no los dibujé pero no sé me da 💔 soy nivel Donald dibujando (?)
Y si, Donald además de heredar una buena parte de la fortuna de Scrooge, heredó su bastón y la primera moneda de su tío; por el aprecio y cariño que le ha tenido a su sobrino a pesar de casi nunca decírselo. Donald guardó la moneda en un lugar donde hasta hoy nadie sabe donde esta ubicado.
Faltan dos más para terminar con éste OS 💚♥️.
Sin más que decir, nos vemos la próxima.~
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