Quinta cosa: Empatía.

Estaba en el trabajo cuando mi celular sonó. Era John.

—Hey... ¿Pasa algo?

—Phil... ¿estás muy ocupado? —Hablaba completamente desesperado. Respiraba entrecortadamente y se oía al borde del llanto.

—Estoy en el trabajo... John, ¿estás bien? ¿qué pasó?

—Es Arthur. Tuvo un ataque de alergia en la escuela y estoy en el centro médico con él... Se lo llevaron, estoy aquí solo... E-Estoy muy asustado.

—Quédate tranquilo… Dime la dirección…

—Por favor, te necesito.

No tenía tiempo de derretirme ante el hecho de que quería que estuviera a su lado, cuando me dio la dirección, terminé abandonando mi trabajo y tomando un taxi hasta la dirección que había anotado.

Cuando llegué, John estaba sentado en la sala de espera, temblando por el frío y los nervios.

Retrasé un poco mi caminar mientras lo veía así. No sabía que hacer. Naturalmente cuando alguna emergencia pasaba con Arthur y nos quedábamos a esperar juntos, siempre nos tomábamos de las manos. Siempre tratábamos de calmarnos él uno al otro pero ahora parecía extraño hacerlo.

Pero seguíamos siendo un matrimonio, uno que pasaba por un momento difícil pero que seguía siendo un matrimonio.

Me senté a su lado y después de tomar una larga respiración, tomé su mano. Él pareció incomodarse un momento por eso, pero cuando su cabeza se apoyó en mi hombro, pude respirar con normalidad.

La empatía era una cosa muy sorprendente. El poder colocarte en los zapatos de los demás y entender lo que siente, es una de las cosas más hermosas en una relación.

Una de las más importantes también.

Ahí, tomando la mano de John, recordé lo poco empático que había sido con él a lo largo de los años. Cuando dejé de entender sus enojos, alegrías y tristezas. Cuando dejé de apoyarlo en sus momentos malos, cuando dejé de festejar sus alegrías y cuando dejé de hacerlo calmarse por sus enojos.

La felicidad de John era la mía. La ira de John era la mía. La tristeza de John era la mía. Y ahí, tomando su mano, escribí otra cosa en mi lista.

Arthur estaba bien. Era alérgico a las nueces y un compañero de clases le había dado una galleta que tenía nueces molidas. Cuando salimos del centro era muy tarde, los acompañé a casa y después de los pedidos de Arthur, terminé durmiendo en un cuarto de invitados debido a que era muy tarde.

Me senté en la cama, observando el suelo y mis zapatos. Pensando en que estaba tan cerca de mi familia y al mismo tiempo tan lejos. Cuando levanté la mirada, John estaba en frente de mí, recostado del marco de la puerta.

—Hola…

—No tienes que decir nada. —murmuré, tratando de no sonar como un tonto— Me iré en la mañana… Lo prometo. No quiero causarte problemas. No más de los que he causado...

—Tú nunca me das problemas. No siempre al menos. —dijo en respuesta, soltando un leve suspiro.— Descansa, Phil…

—No significó nada.

— ¿Disculpa?

—Mi infidelidad... No significó nada.

Sus ojitos me miraron. Una sonrisa amable se extendió en sus labios, y pude ver como algunas lágrimas aparecían en sus ojos.

—Para mí sí.

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