Eight
Esto era perfecto, era tan perfecto. Aún no lo creía, el chico que he amado toda mi vida está allí parado, hablándome.
Nana no estaba, limpie perfectamente todo, acomode mi sala. Estaba lista para la llegada de Jade, me bañé y busque un atuendo, decente, hermoso y perfecto.
El timbre de repente sonó, corrí abrir, exhale e inhale, los nervios cubrían mi cuerpo entero. Abrí la puerta con cierta inseguridad y allí lo vi, vi a Ian Somerhalder.
¡¿Qué?!
¿Qué hace el aquí?
¡Oh, Rayos!, la novela.
— Sr. Halder.
— Tengo unas estupendas ideas, te van a encantar.
— Maestro... —no sabía que decir, me encontraba entre la espada y pared, o al menos así me sentía—. E-h.
No podía articular alguna palabra, allí me encontraba, pensado que decir, Jaden no podía saber que Ian y yo trabajamos juntos, nadie.
— ¿Puedo pasar? —cuestiono con los papeles en mano.
— E-h... —el me miro esperando alguna respuesta—. Si, claro.
El entró, se dirigió a la mesa y sé sentó.
— Maestro... —tenía que decirle que se tenía que ir, no encontraba la palabra. Me dirigí a la cocina y saqué la jarra de agua.
— Ten, espero y te gusté —me dio una hojas. De repente se me cayó el agua y la hojas.
— ¡Mierda! —maldije para mi.
— ¿Estas bien? —preguntó mientras me ayudaba a recoger aquellos vidrios.
— Si —su cercanía incómodo mi ser, mi piel se desplomó—. Lo-lo lamento —dije y cogí las hojas que estaban totalmente arruinadas.
— Esta bien.
— No, no esta bien, lo arruine y no sé que decía.
— Sólo decía... —lo mire fijamente, perdiendo la noción del tiempo y el espacio, el mundo y el universo—. El tomo su mano, la miro fijamente, no lo evitaba, el la amaba. Estaba perdidamente enamorado. No quería aceptarlo pero lo hizo, miró sus ojos cafés, se acercó lentamente a ella y la... —mientras hablaba, se acercaba más a mi—besó.
Ding, Dong.
El timbre había sonado. Me separe de el, recuperando la noción de todo, sabiendo que estoy aquí, presente, real, viva pero inconsciente.
— Charlotte...
— Debo ir a ver...
Llegue a la puerta, ¡Jaden!
Allí lo vi parado, viendo con esa sonrisa perfecta, su cabello rubio, totalmente el.
— ¡Charlotte! —comentó alegre.
Cerré la puerta inmediatamente.
Quede totalmente paralizada.
— ¿Quién es? —voltee rápidamente y allí estaba Ian.
No sabía que decir o como decirlo.
— ¿Charlotte? —llamó Jaden desde afuera.
— Sr. Halder. Debe irse —dije sin más.
— ¿Qué?
— E-h debería irse —repetí bajó pero audible.
— ¿Quién es?
— Jaden Holt.
— El chico que te habló hoy, ¿no? —cuestionó, no encontraba ninguna expresión en su rostro. Nada.
— Si.
— De acuerdo... —dio media vuelta, tomó sus hojas.
— Salga por aquí —dije con tal nudo en la garganta.
Corrí a la puerta de la entrada, abrí y allí seguí Jaden.
— Lo-lo lamento, debía hacer algunas cosas —dije con una sonrisa.
— De acuerdo... Oye, ¿acaso ese no es el auto del Sr. Halder?
— ¿Qué? ¡No!
— Se parece.
— Quizá, pasa —dije y mientras este entraba, note con el Sr. Halder subía a su auto.
(...)
Las horas se iban como agua en las manos, tan rápido que no lo creía aún, allí sentada en la mesa con Jaden, a solas.
— Estoy peliando con Petula.
¿Qué?
¡OMG!
De pronto cambió el tema, ¿será esa una esperanza, una posibilidad? ¿Algo significativo?
— Digo, no sé que decirle...ella, estaba coqueteando, lo sé. No me ha hablado.
— ¡Oh! —¿sólo eso? ¿Un ¡oh!? Di más ¡Charlotte!—. Mándale un mensaje —¡espera! ¿Qué? ¡No! No lo hagas.
— ¿Será?
— ¡E-hh! Sólo digo, no sé.
— Lo haré.
¡Perfecto!
Lo volviste a arruinar todo Chart.
— Le mande un hola —dijo entusiasta.
— Si —sonreí falsamente y agaché la mirada.
— ¡Contesto! —dijo, allí empezó a escribir mientras yo terminaba la tarea—. Chart, Petula quiere que nos veamos, quiere arreglar las cosas.
— Si, genial.
— Mmm...
— ¿Qué es? —el me miro obvio— ¿qué? ¿Ahora?
— Si. ¿Puedes terminar la tarea?
— Claro, ve. Yo la acabo.
— Gracias, vales mil —dijo, se paró de inmediato de la silla, tomo su chaqueta, beso mi mejilla y se fue.
(...)
Termine la tarea de Jaden y la mía, estaba recogiendo cuando escucho mi teléfono sonar.
Me acercó rápidamente para revisar el mensaje.
*messages
—Hola . -Ian
–Hola .
— ¿Estas en casa? -Ian
— Si.
— ¿Cómo estas? -Ian
— Bien, gracias. ¿Cómo esta usted?
Visto.
*
Deje mi teléfono, camine a la mesa y tome las dos libretas, de pronto un tinteleo me sorprende, me estaban hablando.
*Call.
— ¿Hola?
— Charlotte... —se escuchó bajo, poco audible, se escuchaba música y delirios de otras personas, como una fiesta o un bar.
— ¿Sr. Ian?
— ¿Estas sola en casa? —preguntó.
— Si. Maestro, ¿se encuentra bien?
...
£
*Call.
— Si. Maestro ¿se encuentra bien? —ella preguntó, no sabía que decir, no me encontraba cuerdo y lo sabía, aún así me atreví hablarle.
—No, estoy muriendo. Preguntándome cada día que pasa, preguntándome si te amo Charlotte —la euforia salía de mi ser—. Estoy muriendo por que te amo, eres increíblemente, sorprendente, perfecta, eres hermosa, eres lista, eres tú. Te veo, y no como debería, quiero besarte, tocarte, demostrarte lo que puedo hacer sin que me temas...Charlotte, ¿qué mierdas me hiciste pequeña? —sabía que no podía decir nada de eso, una vaga lágrima escurría por mis ojos.
— ¿Sr. Ian? ¿Sigue ahí? — habla una y otra vez, ¿qué le diría? ¿qué haría? ¿Qué estoy haciendo? Necesito verla.
— Te necesito.
*
Corté rápidamente como todo un cobarde, pedí una botella de burbom, la tomé de prisa, mi cabeza daba vuelta.
¡Me vuelvo loco!
Deje dinero en la barra y salí de aquel bar. Conduce mi auto lo más rápido posible.
¿Dónde carajos iba?
¿Qué mierda voy hacer?
¡Detente hijo de puta!
Y allí me encontraba, varado en la calle de su casa. Esperado alguna señal o ¿qué? ¡Maldito cobarde!
Golpee un par de veces el volante y bebí un poco más.
Baje decidido, llegue a su porche, estaba apunto de tocar el timbre pero me contuve.
1,2,3... ¡No!
Me detuve y di media vuelta.
¡Qué mierda!
Gire y toque el timbre, no, no, no...
¡Carajo!
— Sr. Halder —allí estaba ella, hermosa, linda, perfecta.
— ¡Oh! Creo qué...estoy loco.
— Jaja —ella rió— ¿bebió? ¿Cierto?
No podía mentirle, ella tenía algo que lo evitaba, ella tenía algo y no sé que rayos es, para quitárselo y deje de usarlo conmigo.
— ¿Un poquito? —dije, con una sonrisa.
— Mmm —si expreción cambio, no de cifre como era—. Creo que...debería irse —esa era, angustia, miedo. ¿Le causaba miedo?
— No... —abrió los ojos como plato—. Digo, no me tengas miedo —tome de su mejilla.
— No le tengo miedo —aseguró, aunque retrocedió un paso atrás, su aviso si rostro a sentir mi tacto—. Sólo no es un buen momento, ni es un buen estado —dijo.
— Tienes razón —dije, baje la mirada—. Te amo —no, no lo podía decir, ni aunque la palabra esté en la punta de mi lengua.
Baje los escalones del porche, me acerque a ella, quizá con esas intenciones de besarle, tenía que contener mi inpulsos, desvíe mi dirección planteada y besé su mejilla.
— Cuídate —concluí y di media vuelta para irme.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top