Capítulo 4: Un desayuno

¿Te pegaba?

Aquella pregunta fue tan directa... que Izuku se asustó demasiado de que la gente descubriera la verdad del infierno de su matrimonio, más siendo de los Yamaguchi. Sólo faltaban más rumores entorno a él. Ya tenía bastantes.

Por su ineptitud a la hora de hacerse con la caja de herramientas y haber perdido la concentración durante unos segundos, viendo que la caja se abalanzaba sobre él, simplemente cerró los párpados y esperó el golpe. ¿Qué más daba ya otro golpe? Todo su cuerpo estaba lleno de ellos, sin embargo, Bakugo detuvo la caja antes de que le golpease. ¿Por qué ese chico parecía diferente a todos con los que había tratado en la familia Yamaguchi? ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué le ayudaba? Y sobre todo... ¿Por qué parecía protegerle?

Izuku abrió los ojos abruptamente y se incorporó sin saber muy bien dónde estaba. Todo estaba oscuro y él se encontraba completamente desorientado. Cuando sus ojos se acostumbraron levemente a la oscuridad, reconoció su dormitorio, su futón, su despertador a su lado... todavía no sonaba. Era de noche y tenía pinta de que quedasen muchas horas por delante todavía para poder dormir, pero él se había desvelado con aquel recuerdo.

Los recuerdos de ese matrimonio infernal no se le quitaban de la cabeza y lo peor de todo era que aún no podía creerse que se hubiera terminado. Todavía sentía miedo al pensar en que la puerta podría abrirse, a que su marido pudiera llegar, a que todo fuera una mentira pese a que él mismo había estado en el entierro. Aquello era real, no volvería pero... el miedo era algo irracional de lo que no podía huir.

***

Frente a la puerta de Izuku Midoriya, Bakugo dudaba de si debía tocar al timbre. Hasta hacía apenas unas horas, era un hombre casado, habían pasado sólo unos días. Puede que hubiera descubierto que aquello era un matrimonio por conveniencia, uno donde prácticamente Izuku había sido obligado a tomar, pero... él se lo había tomado en serio, incluso aunque hubiera sido un infierno.

Toda su adolescencia se la había pasado haciendo recados y solucionando problemas para la familia Yamaguchi, intentando ser digno de entrar en ella y ese chico... había sido todo lo contrario. Izuku había pasado toda su vida tratando de huir de ella y al final, ambos estaban en el mismo lugar. Ya no podían huir, ninguno de los dos.

¡Culpabilidad! Era lo que sentía cuando veía a Izuku porque su esposo había sido su mentor, su compañero y él sabía exactamente todo lo que había ocurrido en ese puerto de la familia Todoroki. Le vio morir y era algo que no podía quitarse de la cabeza cada vez que estaba con Izuku, pero ahora mismo, lo único que tenía a su alcance era ayudar a ese chico para tratar de minimizar su propia culpa. Era un sentimiento casi egoísta, pero... en parte, tampoco podía negar que Izuku le había gustado desde la primera vez que entró en esa tienda de piercings y tatuajes.

Armándose de valor, Bakugo tocó el timbre de la puerta y esperó. Izuku no tardó demasiado en abrir la puerta y, desde luego, tampoco pareció demasiado sorprendido de verle allí. A Bakugo, lo primero que le llamó la atención fueron las ojeras de ese chico.

— Buenos días – susurró Bakugo en un intento por parecer cordial.

— Buenos días – respondió Izuku con una voz casi apagada.

— Te he traído la crema que te comenté y además, pensaba en que quizá, te apetecería venir a desayunar conmigo, si no has desayunado ya.

Izuku pareció pensar durante un momento en aquella proposición mientras agarraba la crema que el chico le ofrecía para sus moratones.

‒ No he desayunado aún – comentó Izuku al final – pero no creo que sea buena idea...

‒ Sí, sí, los rumores, ya me lo dijiste, pero quizá la solución a algunos de tus problemas sea precisamente esos rumores.

‒ ¿Qué quieres decir?

‒ Yo no voy a obligarte a nada y sabes que tu padre seguramente acabará buscando otro pretendiente para ti del que no podrás huir, pero... si hay rumores de que te estás viendo conmigo bastante a menudo, quizá otros miembros que pertenecen a los Yamaguchi y que se te acercan de maneras menos apropiadas, se mantendrían alejados sabiendo que estoy cerca de ti.

‒ Es una opción – susurró Izuku sabiendo que eso podría ser verdad y hasta beneficioso para él – dependerá de cómo sea tu reputación allí.

‒ Mi reputación en la familia es lo suficientemente buena como para que muchos no se acerquen a ti por miedo a mis represalias. ¿Te sirve? No perseguirán algo que yo persigo, eso segurísimo, así que es la forma en que estés más a salvo por ahora.

‒ Vale, vayamos a desayunar entonces. Te espero en el coche.

Vestido como iba, Izuku simplemente agarró de la mesilla su cartera y las llaves de casa para salir tras Bakugo. Normalmente, trataría de alejarse lo más posible de todo lo referente a la familia Yamaguchi, pero ahora mismo que sólo quedaba él como hijo, pese a ser el bastardo, le convertía en alguien importante para su padre y por eso mismo, sabía que jamás saldría de esa familia por más que quisiera. Estaba cansado de luchar y, ahora mismo, dejarse llevar le parecía una buena idea. Bakugo no parecía un mal chico y era muy directo, tanto que hablar con él y saber de antemano sus intenciones era algo que le tranquilizaba.

Amablemente, Bakugo abrió la puerta del copiloto para cederle el paso y cerró tras él cuando Izuku se sentó. Mientras se ponía el cinturón de seguridad, Bakugo daba la vuelta al vehículo para sentarse al volante y asegurar también su cinturón antes de arrancar.

***

El Starbucks de Odaiba siempre estaba muy concurrido, sin embargo, era, sin lugar a dudas, el que más gustaba a Bakugo. Allí la comida y el servicio eran excelentes como en prácticamente todo el país, pero tenía algo que lo hacía mucho más especial: sus vistas al rainbow bridge. Ese puente era precioso de noche, cuando se iluminaba por completo, pero incluso por la mañana, las vistas seguían siendo espectaculares y el espacio en la cafetería era amplio.

Hoy extrañamente, pese a la gente que se había detenido a desayunar o pedir cafés, la zona que él eligió frente a la ventana estaba más silenciosa que a la entrada del local. Mucha gente trabajaba y sólo entraba a pedir la bebida y marcharse de vuelta al trabajo, así que poca gente se quedaba en las mesas.

Bakugo trajo un par de cafés y un trozo de pastel de queso para cada uno. Midoriya le observó en silencio hasta que su compañero se sentó.

Para ser sincero consigo mismo, era la primera vez que alguien le invitaba a desayunar. Era algo tan sencillo y que mucha gente le daría poca importancia pero él apreciaba el gesto.

‒ Espero que te guste la tarta de queso.

‒ Me gusta mucho – sonrió Izuku para calmar las dudas de su compañero – aunque la verdad es que es la primera vez que alguien me invita a algo.

‒ ¿No salías a comer por ahí alguna vez con tu esposo o algo así?

‒ Jamás. Lo nuestro era sólo un matrimonio por conveniencia, era suficiente con vivir juntos y poco más, por las formalidades.

‒ Ya veo. No suena a un matrimonio en absoluto feliz, incluso siendo de conveniencia supongo que podríais haber hecho algo donde disfrutaseis los dos.

‒ Supongo pero... nunca se dio el caso. Además, él siempre estaba ocupado con temas de trabajo.

‒ Bueno, tu padre es un poco exigente en muchas cosas. También yo tengo bastante trabajo. Puede que, algunas veces, no pueda acudir a algún evento que haya programado si sale algún tema urgente a resolver.

‒ Te vi en la reunión de altos cargos. Supongo que serás alguien importante para mi padre.

‒ Ahora mismo, es posible que sea su segundo al mando – sonrió Bakugo – y lo mío me ha costado llegar a tener toda esa confianza. Llevo muchos años trabajando para la familia Yamaguchi y empecé desde lo más bajo de todo, pero fui aprendiendo hasta conseguir este reconocimiento.

¡Trabajos sucios! Eso fue lo que Izuku entendía de todo eso. Bakugo había tenido que arreglar o limpiar muchos trapos sucios de la familia para llegar a ser actualmente uno de los miembros que gozasen de tan alta estima de su padre. Eso lo convertía en alguien peligroso, pero a la vez, no se parecía en nada a su ex esposo. Él era diferente, o al menos, ahora mismo lo parecía a menos que estuviera fingiendo para conseguir algo.

¡Fingir! ¿Por qué debería fingir ser alguien que no era? Él ya tenía todo lo que andaba buscando, el reconocimiento de su padre, tenía un buen estatus dentro de los miembros de la familia, no conseguiría nada mejor ni incluso casándose con él, así que no tenía nada que ganar realmente por acercarse a él.

Esas dudas que tenía parecieron llegar hasta Bakugo, que, tras dar un sorbo a su café con canela, dejó el vaso frente a él y sonrió.

‒ ¿Qué ocurre? ¿Dudas?

‒ Dudo sobre tus intenciones conmigo.

‒ Eso es fácil, siempre me has gustado, lo sabes desde hace mucho.

‒ Ya... pero estaba casado.

‒ Cierto, por eso nunca intenté acercarme más de lo debido a ti. Mantuve los límites y sinceramente, ahora mismo no estoy interesado en nada sobre tu familia. Sé que eres el hijo de mi jefe, que todos querrán acercarse a ti para ascender con rapidez, pero yo ya estoy en un alto cargo, no necesito realmente un matrimonio contigo ni nada así, pero... eso no quiere decir que no me sigas gustando.

‒ Ya veo.

‒ Sólo quiero permanecer a tu lado. Sé que posiblemente no sientas nada por mí, pero da igual. Como alto directivo de tu familia, también es mi responsabilidad velar por la integridad de la familia, incluido tú. Así que te protegeré del resto de miembros.

‒ Menos de mi padre – sonrió Izuku sabiendo eso claramente.

‒ Ya bueno... no puedo ir contra mi jefe, lo siento.

‒ Aun así, ya es mucho. Gracias.

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