Capítulo 14: Negociaciones

La nueva generación era cuanto menos, interesante, al menos es lo que pensó el líder de los Yamaguchi al escuchar los negocios que Inasa tenía entre manos. Era joven pero aspiraba alto, muy alto y además, sabía bien lo que quería y hasta donde llegar en los límites.

Con Todoroki no había tenido el placer de negociar, pero estaba claro, que debía ser un hueso duro de roer. Inasa ya habría negociado con él para haber llegado hasta la mansión de los Yamaguchi con las cosas tan claras. ¡Sí! La nueva generación venía pisando fuerte. Se notaba que los padres les habían enseñado bien el negocio familiar.

Inasa aguardaba en silencio tras sus palabras. Eran buenos tratos, ninguno negaba aquello y además, le ofrecía un buen puesto en el consejo de la Yakuza sin tener que casar a su hijo con otra familia, se quedaría dentro de la propia familia casado con su mano derecha en la que confiaba plenamente.

Perder a su primogénito fue un duro golpe, uno del que un padre jamás se recupera. Izuku sólo era un bastardo, siempre le decían eso, sus abuelos lo repudiaron, su madre lo apartó de él y de esa vida, no fue algo que a él le importase porque tenía a su hijo, pero cuando éste falleció, Izuku, el bastardo, se quedó como único heredero de toda la familia y los negocios. Evidentemente, él no entendía del negocio, nunca le enseñó ni se quiso involucrar, tampoco lo haría ahora si se casaba con su mano derecha, Bakugo se acabaría ocupando de todo el día que él falleciese, pero nadie osaría levantarse contra él porque legítimamente, Izuku era el hijo de un Yamaguchi, le correspondía por herencia estar en esa posición.

Garantizar la seguridad y el bienestar de toda la familia Yamaguchi era algo que siempre le preocupó desde el fallecimiento de su hijo. Ahora podía asegurar que todo estaría bien con esa propuesta.

Todoroki era terco y obstinado, cuando relevase a su padre en el consejo, sería un duro oponente para cualquiera pero, de una cosa estaba seguro, era muy amigo de su hijo, así que intentaría protegerle y eso también garantizaba que su familia y su apellido estarían protegidos y a salvo.

‒ ¿Nos compraréis las armas a nosotros? – preguntó el líder de los Yamaguchi.

‒ Puedo hablar del tema con mi padre, siempre que no os paséis en los precios – comentó Inasa – eso debe ser de mutuo acuerdo.

‒ Podría haceros una pequeña rebaja a cambio de vuestro apoyo frente al resto de familias en asuntos de negocios.

‒ Entonces, ¿acepta el trato?

‒ Acepto el trato, si los Todoroki aceptan ese matrimonio, yo propondré a Bakugo para casarse con mi hijo y que heredase el clan.

‒ Tenemos un acuerdo entonces.

***

¡Siempre trabajaba! Enji observaba a su hijo con el ordenador. Tecleaba a gran velocidad sentado en la pérgola del jardín. Las hojas de los cerezos caían suavemente creando un paisaje rosado precioso. ¿Cuándo habían crecido tanto sus hijos? Aún les recordaba gateando por los pasillos de esa casa y ahora, Touya era su mano derecha, llevaba el clan mucho mejor incluso de lo que él lo llevaba, toda la información acababa pasando antes por su hijo mayor que por él mismo. Se había ganado a todos. Y su hijo pequeño... era el mejor para los negocios. Eran un buen equipo.

La labia de Touya para ganarse a la gente y la destreza e inteligencia de Shoto para identificar los buenos negocios y llevarlos a la práctica. Sus hoteles eran los mejores de la ciudad, sus restaurantes triunfaban, no tenían problemas en conseguir los solares que deseaban... todo les iba bien. Su negocio aumentaba y ahora, con Inasa metido en todo esto, traería lo último que les faltaba, más venta de habitaciones de lujo de gente prestigiosa que pagaría por sus chicas de lujo. Algo completamente permitido y que no les afectaba en absoluto a ellos. Primera porque eran altos cargos con los que nadie quería meterse, y en segundo, porque ellos sólo vendían habitaciones sin saber el uso que se les daría. Se salvarían de cualquier investigación policial.

Lo único que preocupaba a Enji, eran los negocios turbios de la familia de Inasa. Era una familia peligrosa y poderosa, casi tanto como ellos.

Enji caminó hacia la pérgola y se sentó junto a su hijo. Éste siguió tecleando. Estaba buscando terrenos en las proximidades del último hotel que estaba en construcción. Posiblemente pensaba en algún negocio.

‒ ¿Querías hablar de algo conmigo? – preguntó Shoto al ver a su padre allí sentado. Rara vez iba por el simple hecho de pasar rato juntos. Sus negocios siempre les mantenían ocupados a todos. Se veían en las comidas, siempre comían juntos, era tradición para los Todoroki.

‒ Pues, sí, la verdad.

Shoto levantó la cabeza y le observó antes de llevar su mano a la pantalla del portátil y cerrarlo para escuchar.

‒ ¿Has pensado bien esa propuesta de Inasa?

‒ Estoy en ello.

‒ No sabía que te interesaba la familia Yoarashi.

‒ Yo tampoco – dijo Shoto – sólo fue un desliz, creí que se quedaría ahí pero... no sé. Supongo que me atrae, y es raro en mí que alguien me atraiga, ya lo sabes.

‒ Sí, eres complicado para las relaciones humanas, de hecho por eso mismo me preocupa un poco. ¿Inasa sabe donde se está metiendo? Quiero decir... - intentó suavizar las cosas su padre.

‒ ¿Qué puedo ser complicado? ¿Es eso?

‒ Algo así, no era esa la palabra que buscaba pero... sí, me preocupa que no os conozcáis lo suficiente como para dar este paso y que acabéis mal. Eso sería un muy mal enfrentamiento entre las familias.

‒ Firmaremos convenios para que ninguna familia salga perjudicada en caso de que algo vaya mal en nuestro matrimonio y...

¡Alucinado! Su padre sonrió al ver que Shoto ya parecía tener hasta los papeles listos con el abogado. Se estaba tomando todo eso como un negocio más.

‒ Ya... supongo que Inasa conoce esta faceta tuya de negocios.

‒ Bueno, sabe que no soy bueno en las relaciones personales. Si es que es eso lo que te preocupa.

‒ Si, básicamente sí. Supongo que no tengo de qué preocuparme entonces. Él sabe como eres.

‒ Sé que te preocupan los negocios a los que se dedican pero, dudo que Inasa vaya a arrancarme órganos mientras duermo – sentenció Shoto – y si algo va mal en nuestro matrimonio, os lo diría de inmediato.

‒ ¿Estás seguro? Porque últimamente resuelves los problemas por ti mismo sin contarnos nada.

‒ Porque sé lo arriesgado que es para vosotros meteros en temas menos éticos, así que lo soluciono de forma más suave de lo que lo haría mi hermano. Pero si necesito su ayuda, no dudaré en pedirsela. Te lo prometo, papá. Aunque no creo que ni ellos ni nosotros busquemos un enfrentamiento directo. Yo no cruzaría esa línea y no creo que Inasa quiera cruzarla tampoco. Le trataré con respeto y espero que él haga lo mismo o nuestros negocios en común se acabarán.

‒ Eso me deja más tranquilo – dijo Enji al ver a su hijo tan decidido y con tanta confianza.

***

Que su padre le llamase no era una buena noticia nunca. Al menos eso es lo que Izuku pensaba. Siempre que le convocaba en su casa era para pedirle algo relacionado a sus turbios negocios, lo último fue casarse con su antigua mano derecha y todos allí sabían como acabó esa historia.

Bakugo, a su lado, le observaba mientras tomaba el té. Izuku había perdido la mirada dentro de su bebida como si pensase mil cosas y no se centrase realmente en lo que estaba viviendo en ese instante.

Sus dedos se movieron sobre la humeante taza de té y entonces, Bakugo desvió la mirada hacia la ventana que tenía justo a su lado. Explicarle a Izuku todo lo que ocurrió iba a costarle mucho, no quería hacerle daño pero...

‒ Te preocupa algo desde hace un par de días al menos – comentó Izuku con una sonrisa inocente pero algo forzada.

‒ Sí. Hay mucha tensión últimamente entre las familias de la Yakuza. Ya se rumorea la unión de los Yoarashi con los Todoroki y pone nerviosos a muchos.

‒ Incluido a mi padre. Supongo que me llama para proponerme algún matrimonio de los suyos para apaciguar la situación.

‒ Algo así, pero a estas alturas, Inasa y Todoroki han debido de arreglar todo ese lío. Supongo. Por eso te habrá mandado llamar.

‒ ¿Ese lío? Así que estabas informado sobre el tema.

‒ Algo. Soy la mano derecha de tu padre, se me informa de muchas cosas y me ocupo de muchos temas.

‒ Entre ellos mi matrimonio. No creí que fuera algo en lo que te fueras a involucrar.

‒ Y tienes razón, no es un tema que se debata conmigo, tu padre elegirá y no me pedirá opinión a mí, la mano derecha no tiene nada que ver en esos temas, pero sí, me he involucrado sólo por una razón, porque eres tú y no quiero que vuelvas a tener un matrimonio como el que tuviste. Además, porque te quiero. Quiero casarme contigo y si tengo que mover todos los hilos para conseguirlo, lo haré.

‒ ¿Has pedido casarte conmigo? – preguntó Izuku algo más calmado.

‒ No lo he solicitado, pero Inasa y Shoto tenían una buena idea para evitarte un matrimonio mucho peor y que pudiéramos estar juntos. Ellos han movido los hilos. Así que si lo han conseguido, hazte el sorprendido con la noticia de la misma forma en que yo tendré que hacerme el sorprendido.

‒ Y aún así, pese a que estás a un paso de conseguir casarte conmigo que es lo que al parecer quieres, te noto tenso y preocupado.

‒ Lo estoy. La primera porque no sé si tú querrías casarte conmigo, quizá no soy de tu agrado y no quiero ser otro matrimonio obligado, aunque creo que seré la mejor opción frente a lo que querían ofrecerte. En segundo, porque hice algo por lo que quizá, no me mires nunca más con esos ojos con los que lo haces ahora.

‒ Supongo que temas de tu trabajo como mano derecha de mi padre.

‒ Si. Ya sabes que a veces, tengo que hacer cosas para nada agradables.

‒ Sé lo que hace la mano derecha en estas familias. Los trabajos sucios, conozco bien también al hermano mayor de Shoto, sé las cosas que hace.

‒ Izuku... hay algo que deberías saber antes de que te propongan el matrimonio conmigo. Algo importante.

‒ Vale.

‒ Shoto me dijo que hablaría él contigo pero... creo que deberías saberlo por mí. Yo... bueno, supongo que te dijeron que tu esposo falleció a manos de los Todoroki en el puerto. Un cargamento fallido o algo así.

‒ Sí. Sonaba extraño pero sí. Sobre todo porque Shoto dijo que no había vigilancia de nadie de su clan ese día en el puerto.

‒ Y no la había. Yo estaba allí el día que ocurrió todo. No sabía que él era tu esposo. Sabía lo que hacía en su matrimonio, que volvía borracho a casa, pero no sabía que eras tú el que le esperaba en casa. Ni siquiera sabía que tú eras el hijo de los Yamaguchi. Tu esposo traicionó a tu padre y nos mandaron acabar de raíz con el problema.

Izuku se tensó. Sabía lo que significaban esas palabras. No hacía falta que dijera las palabras exactas, ya se imaginaba lo que había ocurrido.

‒ No lo digas – susurró Izuku.

‒ No sabía que era tu marido Izuku, pero... si te soy sincero, sabiendo todo el daño que te hacía, tampoco puedo decirte que me arrepienta de ello. Te he querido desde que te vi la primera vez en tu tienda y sabía que estabas casado pero nunca indagué más, eras alguien fuera de mi alcance. Aquel día... cuando te vi en el funeral y me explicaron todo sobre ti, sí, me sentí un poco culpable al inicio por haber hecho algo tan atroz pero... mentiría si te dijera que ahora mismo me arrepiento. He visto las cicatrices de tus manos, las de tu cuerpo, estuviste en un infierno mucho tiempo.

Unos segundos de intenso silencio se hicieron entre ellos. Izuku miró sus manos tapadas por los guantes. Sus cicatrices era algo que aún a día de hoy, le costaba observar y desde luego, prefería ocultarlas. Bakugo apoyó la mano en la mesa con la palma hacia arriba como si pidiera que él la pusiera encima para poder agarrarla. Durante un segundo, Bakugo dudó que lo hiciera, sin embargo, Izuku colocó su mano sobre ella y sonrió con sutileza.

‒ Sé que debería sentirme culpable por lo ocurrido y que debería sentirme muy apenado pero la verdad es, que me siento liberado de ese matrimonio. No siento tristeza ni pena, no era bueno conmigo y no puedo echar de menos a alguien así. A veces me culpo por no poder sentirme triste por el fallecimiento de un ser humano pero...

‒ Sé como era él. No era un buen tipo. Quizá yo tampoco lo soy pero... quiero que sepas que voy a cuidarte. Yo no soy como él.

‒ Lo sé.

‒ Y necesitaba que supieras toda la verdad detrás de mí si dábamos este paso. A veces haré cosas que no nos gustarán por mandato de tu padre o por el bien de la familia y sus negocios.

‒ Lo sé – repitió Izuku – sé a lo que te dedicas.

‒ Vale.

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