Capítulo 13: Desastres
‒ ¡Menudo capullo!
Pocas veces a Shoto se le escapaba una palabra mal sonante, pero hoy, no fue una de esas veces que pudo evitarla. Bakugo que fumaba en la sala de espera de la tienda de pircings de Izuku se sorprendió al escucharle hablar de esa forma. Jamás había escuchado a Shoto decir algo así, pero se le notaba cabreado.
‒ Creí que era mejor que lo supieras. Me meteré en un gran lío si esto llega a oídos de mi jefe – dijo Bakugo – de hecho... acabaría mi cuerpo en el puerto, ya me entiendes. No se me permite filtrar información y menos a ti.
‒ Lo sé. Nadie lo sabrá – dijo Shoto – pero hay que pensar en algo. No podemos permitir que vuelvan a meter a Izuku en negocios turbios.
‒ Por eso te lo estoy contando pero... la verdad es que no sé cómo librarle de esto. El plan es bueno y saben que tú aceptarás casarte con él con tal de protegerle.
Shoto esta vez, contuvo el insulto que luchó por salir de su boca. Era un plan despreciable pero brillante, era cierto que por salvar a Izuku, sería capaz de cualquier cosa.
‒ No tengo un plan ahora mismo – dijo Shoto.
‒ Llevo toda la noche pensando en algo también y lo único que se me ocurre es agarrar a Izuku y largarnos de aquí lo más rápido posible y lo más lejos.
‒ Mala idea, os pillarían. La red de espionaje de los Yamaguchi es grande. No saldríais con vida, al menos tú, a Izuku lo necesitan, aunque evidentemente, posiblemente le harían daño, le torturarían o algo semejante para impedir que volviera a intentar escapar.
La puerta de la tienda se abrió súbitamente y como si la famosa red de espionaje de los Yoarashi hubiera estado en activo, apareció Inasa por la tienda.
‒ Vaya, una reunión muy casual – comentó Inasa sabiendo que ambas familias se llevaban mal – y en un lugar donde nadie de la familia Yamaguchi viene jamás, lo cual me hace pensar que vosotros habláis de algo importante que no queréis que los Yamaguchi sepan.
‒ Genial, el que faltaba para el corro – se quejó ligeramente Bakugo.
‒ No es nada de lo que seguramente te estás imaginando – intentó aclarar Shoto con rapidez para evitar ataques de celos u otras cosas.
‒ No me imagino que estéis enrollados si es lo que crees – dijo Inasa hacia Shoto – pero creo que está ocurriendo algo serio.
‒ Lo que ocurre es que no sé si podré formalizar mi relación contigo.
‒ ¡Oh! Eso – dijo Inasa – teníamos un trato, te lo pensarías si cumplía lo que querías – sonrió el chico con cierta arrogancia.
‒ He hablado con mi familia y están dispuestos a escuchar tu negocio y a tenerte en cuenta como posible candidato para mí.
‒ ¿Y entonces? ¿Es que no me aceptarías tú?
‒ Eres idiota. Ya te dije que aceptaría si cumplías mis exigencias respecto a mantener tus negocios turbios lejos de mi familia.
‒ ¿Entonces qué es?
‒ Es mi mejor amigo.
‒ El bastardo de los Yamaguchi, sí, el dueño de esta tienda, Izuku Yamaguchi, perdón... Midoriya, se cambió el apellido al de su madre para intentar salir de toda esta vida mafiosa. Aunque no le ha servido demasiado. ¿Qué ocurre con él?
‒ Quieren involucrarle en un matrimonio con un mal tipo, casi tan malo como era su anterior marido y no puedo permitir algo así.
‒ Puedo cargármelo – dijo Inasa como si nada.
‒ ¿Y meterte en una guerra contra otra familia de la Yakuza? – preguntó Bakugo como si fuera una terrible idea.
‒ Bueno, gajes del oficio. He mantenido la paz mucho tiempo, pero perder a Shoto no es algo que esté dispuesto a permitir, y si él está preocupado por su amigo y tengo que intervenir, lo haré. Ya te dije que como tu futuro marido solucionaré todos tus problemas.
‒ No quiero que entremos las familias en una guerra – dijo Shoto – pero tampoco es que quiera tener que casarme con Izuku, no le quiero de esa forma, quiero estar contigo – dijo Shoto hacia Inasa.
‒ Bueno... hay formas de solucionar esto más... diplomáticas, pero tendréis que moveros rápido – dijo Inasa.
‒ ¿Enserio?
‒ No pueden casar a alguien ya casado, ¿no? Al menos hasta donde yo sé. Aquí nuestro lugarteniente favorito de los Yamaguchi está coladito por el bastardo Yamaguchi, podrían casarse en secreto, los papeles son legales y yo tengo influencias y las que me faltan a mí desde luego las tiene tu familia – dijo hacia Shoto – seguro que tú conoces a gente muy pero que muy influyente como para hacer algo así y que no les costaría levantarse de madrugada para hacerlo.
‒ Eso es mi sentencia de muerte – dijo Bakugo.
‒ No si estás bajo el amparo de los Yoarashi.
‒ ¿Traicionar a mi familia? ¿Estás loco?
‒ No estás traicionando a tu familia en realidad, porque hasta donde yo sé, Izuku es el hijo y único heredero ahora mismo de la familia Yamaguchi, lo que viene siendo que tú seguirías siendo el lugarteniente.
‒ No aceptarían algo así, no mi jefe – dijo Bakugo.
‒ Aceptarían si llego a algún acuerdo con él – comentó Inasa.
‒ ¿Qué clase de negocios? – preguntó Shoto algo más alterado.
‒ No voy a proponerle nada respecto a los dominios Todoroki, no pasarán nada turbio por tu territorio si es lo que te preocupa, pero puedo darles yo vía libre para mover ciertas mercancías por mis dominios.
‒ Necesitarás algo mejor que eso – dijo Shoto – ya mueven sus armas por otro lado.
‒ Pero que les cuesta más trabajo y se las pueden detectar más rápido. Mis negocios funcionan mucho más camuflados y rápidos. Pero podría proponerle también aceptar algunas de sus propuestas en las juntas. Supongo que lo que tiene miedo es de la alianza de dos grandes familias porque tiraríamos los negocios hacia nuestro favor. Puedo garantizar que sus negocios irán bien. Pensaré en ellos, pero, Izuku tiene que casarse con su lugarteniente o no habrá trato.
Bakugo pensó en aquello y miró a Shoto que parecía darle vueltas a ese plan.
‒ Es bueno – dijo Shoto entonces – podría funcionar, es una alianza verbal con dos familias poderosas si deja que Inasa se case conmigo.
‒ Y no pierde gran cosa – dijo Inasa aunque enseguida juntó las palmas de sus manos como si pidiera perdón por lo dicho y rectificó – lo siento, no pierde gran cosa para él, nunca le importó su hijo bastardo. Es un coste pequeño a sus ojos y sigues estando tú de lugarteniente, en ti confía. Podría funcionar muy bien. Al menos, si no metes la pata.
‒ Ya... pues respecto a eso, creo que hay un pequeño problemilla que quizá haga que Izuku no quiera casarse conmigo – dijo Bakugo que sabía ciertos detalles que no había contado a nadie.
‒ Salgamos fuera entonces – dijo Shoto viendo que Izuku pese a estar concentrado en el tatuaje que estaba haciendo a uno de sus guardaespaldas, podría enterarse de algo.
Los dos chicos se miraron al ver que Bakugo caminaba algo inquieto. Desde luego debía ser algo gordo.
‒ Desembucha – dijo Inasa con poca paciencia.
‒ Puede... que lo del accidente de su esposo no fuera tan accidente – comentó Bakugo.
‒ Oh... espera, ¿estamos hablando de ese accidente que se dijo que habíamos sido nosotros? – preguntó Shoto – recuerdo claramente que se rumoreó de que los Yamaguchi estabais por nuestro puerto y que cuando os vieron haciendo algo, dispararon a los que estaban allí dando al marido de Izuku.
‒ Bueno... técnicamente.
‒ Ya puedes ir hablando porque sé de primera mano que los Todoroki no estábamos allí esa noche – dijo Shoto - de hecho, mi hermano es igual que tú, el limpia problemas y de haber un "problema" habría sido él y él no fue, estaba conmigo arreglando un asunto con un soborno a un concejal.
‒ Yo disparé. Era un traidor, sopló información a otra familia y se nos mandó ir al puerto y deshacernos de él. No sabía que era el esposo de Izuku, sí sabía que era un mal bicho, a veces hablaba de su esposo y de las cosas que hacía pero apenas trabajaba con él. No sabía que Izuku era el hijo de mi jefe, eso para empezar. Y cuando lo descubrí... bueno, yo llevaba años enamorado de Izuku en secreto. Me callé, no iba a contarle algo así, seguramente me odiaría.
‒ Yo le daría besos si me librase de un mal tipo como ese – dijo Inasa con una sonrisa pero el rostro de Shoto más impasible le hizo ponerse serio – vale, Izuku es más... blandito, quizá sí le afecte saber que podría estar enamorándose del tipo que disparó a su marido.
‒ No le digas nada de esto por ahora – dijo Shoto muy serio – déjame allanar a mi el terreno con él. Y tú ve a debatir tus negocios con los Yamaguchi, a ver si podemos sacar algo en claro. ¡Ah! Y mi hermano quiere hablar contigo.
‒ Vaya, el gran Touya Todoroki quiere hablar conmigo en persona, que gran honor – comentó Inasa - ¿no vendrá a torturarme?
‒ Tú no le des motivos, ¿quieres? ¡pórtate bien con él! Es muy sobre protector conmigo.
‒ De acuerdo. No le contaré lo bien que nos lo pasamos esa noche.
‒ ¡Oh Dios! ¡Cállate! – dijo Shoto – no sé ni cómo he aceptado esta relación contigo.
‒ Porque en el fondo, te lo pasaste genial conmigo y sabes que hacemos una gran pareja. A ti te falta la chispa que yo tengo para las relaciones personales.
¡Una locura! Eso es lo que era sólo el plantearse una relación con Inasa. Se odiaban, tanto ellos mismos como sus familias. Durante la escuela y el instituto, no paraban de competir el uno contra el otro por ser mejor, todo por expectativas familiares y ahora, allí estaban. Nunca se habían interesado en tratar de entender al otro pero una única coincidencia, un único desliz hizo que se fijasen de otra forma que no fuera la rivalidad y ahora se encontraban en esa situación debido a ese momento.
Bakugo al ver que esos dos tenían una discusión ahora más personal, decidió volver dentro del local y dejarlos solos. El plan que tenían era bueno, pero ahora faltaría plantearlo a los Yamaguchi.
‒ ¿Vas a ir tú a hablar con los Yamaguchi del tema? – preguntó Shoto.
‒ ¿Quién más? Si te dejo a ti las dotes sociales puede que sea peor – sonrió.
‒ ¿Ahora te metes conmigo?
‒ No me meto contigo, pero reconozcámoslo, cada uno es mejor en una cosa que en otra. En vez de vernos como rivales, tendremos que aprender a vernos como compañeros. Yo haré las cosas que a ti se te den mal y tú harás lo que yo no pueda hacer.
‒ ¿Cómo qué?
‒ Como buscar algo que pueda pillar a los Yamaguchi, por si no quieren aceptar.
‒ ¿Vas a chantajearles?
‒ Haré lo que haga falta con tal de casarme contigo, así que sí. Busca sus trapos sucios, a mí los ordenadores no se me dan nada bien. Sólo... busca por si acaso. No quiere decir que vaya a usarlo si no es necesario.
‒ Buscaré opciones.
‒ ¿Ves? Eso es lo mejor que se te da, eres inteligente. Cuento con tus planes. Déjame a mí la parte social al menos. Yo complementaré tus actitudes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top